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O22 - uno


(  CAPÍTULO VEINTIDÓS, PARTE UNO  )

la calma antes de la tormenta


ALGO LE PRESIONABA LA BOCA
del estómago, una leve sensación de vacío. Le ardían las manos, que temblaban mientras apretaba los hombros de Lev y le agradecía por cuidar de su hermana. Optó por pensar que era debido al momento.

Él le pregunta que si estaba todo bien, y Tommy la mira con semblante consternado. Ella niega con la cabeza y sonríe, hace un ademán con la mano y le resta importancia. Talia decide recostarse junto a Dina por un momento, soltarse el cabello, cerrar los ojos y tapárselos con el antebrazo. Despertó tres horas después.

Mientras dormía había sentido la más leve sensación, el más ligero de los toques, en su cara. Sacudió la cabeza y caminó en dirección a las voces.

   "No quiero volver por Idaho de nuevo", decía Tommy, y Jesse sonríe a su lado.

   "¿Idaho? ¿De qué hablan?" Talia se frota los ojos mientras se acerca con paso apesadumbrado.

   "Eh, Talia".

   "Tommy, ¿de qué hablas?"

El rubio hombre mira hacia el mapa que yacía en el suelo del escenario.

   "Ellos ya han tenido lo que merecían", dijo, con voz grave. Talia entendió todo.

   "Pero ella aún sigue viva", sus manos viajan instintivamente hacia sus caderas, su ceño se frunce.

   Él suspira. "Ellie también dijo lo mismo. No me mires así, Talia".

   "Todos sus amigos están muertos. Es lo que es", Jesse añade.

Talia se da media vuelta y masajea el puente de su nariz. Su rostro estaba ardiendo. Ella suelta unos cuantos suspiros y bufidos llenos de pesar y luego vuelve a encararlos. Todos estaban hartos. Y ella entiende la necesidad de sentirse a salvo, de volver a casa y dejar ese episodio de sus vidas atrás. Habían pasado por mucho. Especialmente Ellie.

   "Supongo que es lo que es", finalmente responde, observando sus manos.

   "Deberías preocuparte por lo que te hará María cuando lleguemos", dice Jesse a Tommy.
 
Talia sentía un tipo de estática en el aire. Algo que tiraba de las yemas de sus dedos. Todo se sentía particularmente pesado. Seguro estaba grogui por el sueño que se había echado. Ella se lleva una mano a la frente y resopla, todo se sentía caliente.

   "¿Está todo bien, Talia? Te veo algo roja", Tommy la escudriña, con una ceja arqueada.

   "Sí, claro. Iré a tomar un poco de aire".

   "Voy contigo", dice Ellie, bajándose del escenario. Talia asiente con la cabeza.

El aire frío de la noche les dio de lleno en cuanto llegaron a la azotea. Fue algo gentil. Y aunque en cualquier otro día la hubiera hecho tiritar, esa noche no logró eliminar su desconcertante fuero interno y la sensación de que su cuerpo hervía. Podía sentir la sangre viajando por sus venas, recorriendo la longitud entera de su ser, ardiendo.

   "¿Estás segura de que estás bien?" De repente la voz de Ellie la lleva de vuelta a la realidad, lejos de su cuerpo y de cómo podía escuchar claramente el repique de sus propios latidos y los de Ellie en la profundidad de sus oídos.

   Talia asiente con la cabeza. "Sí, sólo tengo calor".

   Ellie le dedica una mirada confusa. "Hace frío".

   Talia se encoge de hombros.

   "¿Tú cómo estás?"

   Ellie baja la mirada. "Soportando y sobreviviendo, supongo", sonríe torcidamente.

   "Creo que así estamos todos", Talia le devuelve la sonrisa. "Y... ¿Estás de acuerdo con lo que plantea Tommy? ¿Irnos?"

   Ellie bufa y la mira, luego niega con la cabeza.

   Talia ríe. "Eso supuse".

   "Tampoco me quiero quedar. Siento que ya ha sido suficiente. Pero a la vez, quiero matarla".

   "Eso siento, Ellie".

Su estómago se encuentra agujereado. Siente el rugir de sus órganos y el tembleque de sus arterias y de todo dentro suyo. De repente, sus piernas son gelatina. Ellie no lo nota. Ellie se ha acercado.

   "Necesito decirte algo", le habla, pero Talia siente que su mente está más allá de ese momento. Ensimismada en la sensación incómoda de sus dientes.

   De igual manera se forza a decir algo. "¿Sí?"

Ellie juega con sus manos, como siempre hace cuando está nerviosa. Eso pone nerviosa a Talia también, aunque no identificaba si eran nervios o su cuerpo quemándose. 

   "Estoy escuchando", Talia reúne todas sus fuerzas para oír a Ellie, solo a Ellie. Así que enfoca las pupilas dilatadas en la pálida chica a su lado.

   "Romperé con Dina", dice, y captura la atención de la pelinegra de manera absoluta.

   "¿Qué?" Logra decir en un hilo de voz.

   "Sí", Ellie se voltea hasta estar frente a frente.

   "¿Por qué me dices esto?"

Talia puede escuchar los latidos acelerados de Ellie. Tucum. Tucum. Tucum. Tucum. Rápidos. Tucum. Tucum. También escucha su sangre escurriéndose por todo su cuerpo, el sonido que hace su garganta cuando traga saliva.

Talia lo siente, y lo siente fuerte. Entonces su columna vertebral se endereza. Pero ha empezado a llover y un trueno se escucha antes de que Ellie pudiese escuchar el "crac". Talia también siente que uno o dos huesillos en su cuello resuenan. Súbitamente aprieta los ojos, se había vuelto intolerable. En su breve limbo de oscuridad, huele las esencias metálicas con más intensidad, la indundan, se adentran en su ser y su estómago se descontrola.

Cuando los abre de nuevo, Ellie está muy cerca suyo. Sus ojos se dirigen inconscientemente a las heridas que tiene la ojiverde en el brazo, si tan sólo pudiera acercárse y. . . ella se humedece los labios y luego vuelve a mirar la cara de Ellie. Ve su boca moverse, pero no escucha nada, sólo su propia sangre bombeándose. Y entonces Talia siente que la quiere tanto, la cercanía la pone ansiosa, y se concentra en escucharla.

   "No lo sé, yo sólo . . .", la ojiverde maldice en voz baja. "Quería que lo supieras. Ya no siento lo mismo por ella". Ellie la mira fijamente, le mira los ojos y luego le mira los labios. Talia no creía lo que estaba escuchando, no sabía si llorar de felicidad o de tristeza. Que ya no le guste Dina no significa que tenga sentimientos por ti, déjate de ilusiones. Pero entonces Ellie la miraba de esa forma, ¿y cómo podía no hacerse ilusiones?

La lluvia resaltaba sus caras y Talia se siente como si fuera a morir. El escozor en su garganta la está volviendo loca, así que toma un paso más hacia Ellie.

   "Claro... Quiero decir, lo que te haga feliz. No soy un juez aquí ni nada."

   Ellie esboza una pequeña sonrisa.

   Talia se lleva una mano a la garganta y carraspea. Sentía la consciencia nublada. "Entonces... ¿cuándo lo harás?"

   Ellie frunce un poco el ceño, pensativa. "Cuando lleguemos a Jackson y ella esté a salvo".

   "Muy bien..."

   "Y gracias".

   "¿Por qué?"

   "Por decirme la verdad acerca de Dina y Jesse".

   "De nada, er... ¿Eso... te llevó a romper con ella?"

   "No. Fue el empujón final pero . . . supongo que había empezado a perder los sentimientos hace tiempo".

Talia sentía tranquilidad. Paz. Que extraño le resultaba.

La calma antes de la tormenta. ¿O era al revés? Ojalá haberlo sabido.

Pasaron algunos momentos en los que Talia y Ellie solo se miraron la una a la otra, cada quien deseando comunicar algo pero fallando con sus labios.

   "Ellie..." Susurra Talia entonces, notando la falta de espacio que había entre ellas, la fría respiración de la ojiverde mezclándose con la suya tibia.

   "¿Qué?"

   Talia suelta un suspiro y se aparta un mechón de cabello del rostro, que sin más remedio vuelve a caer. "¿Por qué estamos tan cerca?"

   Ellie se limita a mirarla fijamente, con aquellas cejas todavía fruncidas. "No lo sé". Levanta con lentitud su mano y pone aquel mechón de cabello tras la oreja de Talia, quién hacia lo posible para mantener la compostura. 

   "Mierda", Ellie susurra. Y ya no hay marcha atrás porque sus caras están demasiado cerca.

Irradian un calor de mil fuegos, mientras se acercan más y más, y Ellie le toca la mejilla, posa una pálida mano en su cintura e inclina la cabeza a un lado. Talia cierra los ojos, todo estaba muy tranquilo, solo oía lluvia. Su mente era un torbellino de emociones, no creía que aquello de verdad estaba pasando, seguramente en aquel momento despertaría de tal ensoñación. Pero rogaba por que fuera cierto.

Y entonces, sintiendo electricidad en sus pieles, rozan sus labios, y aquel toque tan mínimo hace que Talia palidezca. Y que sus ojos se abran. Y que sienta un dolor insoportable.

Después de la calma, viene la tormenta.

Otro trueno, el sonido de la lluvia golpeando la azotea con fiereza se intensifica. La respiración se queda atascada en su garganta y sus ojos desorbitados dejan una visión horrorosa. Siente su sangre helarse. Ya no hervía. La piel se torna translúcida y puede escuchar en el fondo de su cabeza sus propios gritos.

Antes había silencio, tanto silencio, solamente existían Ellie y ella, pero ya no más.

En aquel momento Talia comprende lo que estaba pasando y en lo más profundo de su agonizante dolor, su preocupación por Ellie sale a flote.

Talia retrocede, con una mano en el estómago y buscando aire, buscando alivio de la sed que la atormentaba. Ellie la mira, su entrecejo fruncido.

   "¿Talia?" Pregunta, con la voz llena de alarma. Intenta acercarse, pero Talia niega con la cabeza y retrocede más. Ya no sentía casi nada, solo hambre.

   "Rgh. No te acerques. Déjame", logra mascullar tras la sensación de vacío que la consume.

Podía lograr pararlo, solo por un momento. Solo por un momento. Nunca debía haber dejado que llegara tan lejos en primer lugar.

Se hizo a sí misma actuar como si nada pasara, como si su interior no quemara y no le causara un anhelo sangriento.

   "Ellie, Ellie", dice entre quejidos de dolor.

Debo asegurarme de que no me siga.

   "Esto no está bien. Necesito estar... necesito estar sola, déjame tranquila". Y decir aquello le dolió más que todos sus demonios.

Ya no había manera de parar lo que estaba ocurriendo. Talia sale corriendo, su mano aferrándose a su estómago y sus labios temblando. La cara también le hace "crac" y la familiar sensación de las venas surcando su rostro la invade por completo. Sus pies la llevan rápido, en segundos se halla fuera del teatro. Se pierde entre la espesura de los árboles y busca sangre. Busca comida.

La garganta le explotaría, los dientes rebanarían su propia lengua, sentía que se moría, era una tortura, una maldición.

Tropieza con los árboles mientras corre despavorida, no puede contener los gruñidos que salen de su garganta, se agacha y rebusca, huele, huele, y nada. Veía rojo. El hambre se había apoderado de ella, le costaba pensar en otra cosa que no sea agarrar algo, matarlo y dejarlo vacío.

Pero en lo más recóndito de lo que quedaba de su conciencia, quiere llorar. No quería estar ahí, no quería estar pasando por aquel infierno, deseaba estar con Ellie, de vuelta en aquella azotea, con sus bocas juntas y con la mano ajena en su cintura.

Algo pasa corriendo de reojo. La cabeza de Talia se gira violentamente y sus venas palpitan con ansia. Su cuerpo trabaja por sí solo, se conduce a sí mismo hacia la fuente del movimiento y acecha cual predador a su presa.

De nuevo, un sonido, un movimiento. Las ramas se mueven, las hojas se agitan y la lluvia no logra apaciguar ni los más mínimos sonidos de la presa.

Pasa frente a ella. Una ardilla.

Un gruñido visceral brota desde lo más profundo de su garganta y se siente más violenta que nunca porque sabe que aquello no la satisfará. El pequeño animal intenta escapar pero se halla en las manos de Talia sin siquiera saberlo, y ella lo despedaza a mordiscos, sin pensarlo dos veces. Termina en segundos y de nuevo comienza la caza.

Una punzada de dolor agudo le cruza la cabeza, sus pupilas se dilatan más  y Talia se lleva ramas por delante en un intento de distraerse mientras corre, arrancándolas como si fueran hojas. Aquel animal no la había calmado; la había despertado.

Entonces,

¡Pam, pam!

Talia para. Sus piernas tiemblan en anticipación y la intentan forzar a continuar. Pero ella no se puede sacar aquellos sonidos de la mente. Los disparos. En dirección al teatro.

Respira agitadamente, su cara contrayéndose en una mueca de dolor y violencia. No logra ganar, esta vez. No logra superar la voracidad que la domina. Así que sigue, en búsqueda de algo que sacie su gazuza. 

¡Bang!

Un disparo más. Hay problemas. Están en problemas. Pero la sangre que está comenzando a oler la atrae más que nada.

Pero Ellie. Y Dina. Y Tommy y Jesse.

La necesidad que siente de beber en aquel momento le parece más grande que cualquier necesidad que ellos pidieran tener. No. No era cierto. Talia para de nuevo y se aferra a un árbol, clavando sus uñas. Debía ir. Pero su cuerpo trataba de impedírselo. ¡Joder! Cuánto se odiaba a sí misma.

Se impulsa y da un paso en la dirección del teatro, pero siente el rastro de sangre alejarse y para. Sacude la cabeza y se pasa una mano por la cara, sintiendo las venas que sobresalen. Si iba podría ponerlos en peligro, a todos. Quizá se descontrolaría y los mataría en lugar de ayudarlos. No podía arriesgarse. Pero necesitaba hacerlo. No podía ignorar aquel empuje. Y si algo les pasaba, se culparía de por vida por ello.

A la mierda la sangre.

Talia corre como nunca, con el teatro en la mente, el teatro cubierto de sangre, sangre que tal vez ella derrame. Intenta capturar algo en su camino, pero nada encuentra. La sed permanece igual o más intensa. Sí conseguía algo, alguien, no lo soltaría nunca. Eso la aterrorizaba.

Sus piernas le sirven de algo y la velocidad que le brindan era más necesitada que nunca. Ve el verdor desaparecer y el teatro aparecer frente a sí. Se para frente a él, con las piernas separadas, las manos abiertas en formas grotescas a sus lados y la boca manchada de sangre torcida en una mueca.

Al entrar siente su corazón saltar y casi escapar de su caja torácica. Siente su cuerpo congelarse, y más que nada, siente la rabia borbotear en su ser.

Lev yacía en el suelo, inconsciente, su arco tirado a unos metros de él. Jesse, al fondo. Jesse... Jesse. Muerto. Con la cara ensangrentada y deformada por la bala que ha atravesado su cráneo. Talia siente que todo dentro de sí se derrumba. Sus ojos se mueven. Las desgracias no paran. Adelante, Tommy, sangrante, apenas consciente. Talia no confía en que pudiera acercarsele, la sangre en el lugar, la sangre de sus amigos, la invitaba a agacharse y saciar su sed. Ella aprieta la tela de su camiseta y cierra los ojos.

   "¿Quién?" La voz de Talia resulta desconocida para ella misma, una cosa temblorosa, baja y gutural como mil satanes.

   Tommy apenas reacciona, pero el leve hilo de su voz llega con claridad a los oídos de Talia.

Había sido una sentencia de muerte pronunciar su nombre.

   "A... Abby..."

Descontrol total.
Ira.

Talia tiembla violentamente y sus dientes rechinan al apretarlos. Los huesos de sus manos resuenan cuando ella los aprieta en puños, y la garganta se le enciende en llamas.

Solo piensa en una cosa mientras busca a su presa.

La iba a escuchar gritar.







































































































































LIVING DEAD

Tic-tac. Tic-tac. Tic-tac.

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