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O22 - dos



( CAPÍTULO VEINTIDÓS, PARTE DOS )


EL INSTINTO -DEL LATÍN
instinctus 'impulso, motivación' y este del verbo instingere, a su vez formado por el prefijo in−, 'desde adentro, interno' y el verbo stingere, 'pinchar, impulsar, motivar'- es la inclinación inherente de un organismo vivo hacia un comportamiento complejo particular.

"Complejo". Esa es la palabra.

Aquella que, con distintiva precisión y absoluto detalle, lograba describir todos los elementos que formaban a Talia Cohen: su actitud, su personalidad, sus acciones, relaciones, habilidades, su vida. Y su muerte.

Pssscht. Pssscht. Pat. Pat.

Se ha sentido horrorosa, maldita, inmunda, muchas veces en su vida. De hecho, para ser ciertos, nunca se había sentido de otra manera. No desde su fallecimiento. Las imágenes de aquel día le recordaban cada minuto del martirio que llamaba vida, de que era un monstruo. Una abominación. Que debería estar muerta.

Pat. Pat.

Pero era algo instintivo sobrevivir, seguir adelante, aunque odiase cada segundo. Los instintos... Son algo terrible.

Y si hay algo quizá más poderoso y peligroso que ellos, son los sentimientos. La mezcla de estos con los instintos resultaba en algo imparable, a veces desconocido. Pero siempre desastroso. Talia lo sabía más que nadie.

Pat. Pat. Pssscht.

Hay dos instintos que resultan esenciales en la vida. Alimentarse y defenderse. Es algo innato, una sensación que nos lleva directo a la supervivencia.

Talia había abandonado un instinto y reclamado otro. No podía pensar en las consecuencias de nada, en su mente nublada y sanguinaria solo había vergüenza. Y hambre en demasía.

Pat. Pat. Pssscht.

Parada ahí, escuchaba el repique de la sangre de Abby golpeando el suelo. Se limpia la boca con el dorso de la mano, pero sólo logra que la sangre se propague más por su cara. Aún con sus ojos nebulosos, podía ver que Abby gritaba desgarradoramente, mientras se retorcía en el suelo y observaba los agujeros en su brazo. El hueso era visible. Pero no oía nada, sólo su propia respiración y el sonido de la sangre precipitándose al suelo. Quería vaciarla, verla perder hasta el alma, ver sus ojos apagarse, ver su sufrimiento y disfrutarlo.

La sangre humana siempre satisfacía más.

Cuando había llegado, se encontró con la desgarradora imagen de Ellie y Abby enfrascadas en una pelea que parecía no tener fin. Ellie había pateado el estómago de la hija de puta, quien jadeó y con una expresión iracunda se encorvó por tan solo unos segundos. Unos segundos que fueron más que suficientes. Talia no aguantaba más. Su hambre de muerte, sangre y venganza se había apoderado de ella. Pensó en Jesse. En Joel mientras corría, y en Joel mientras agarraba a Abby del brazo y lo despedazaba. Parecía que llovía, la sangre brotaba de Abby como una llave abierta, en chorros que saltaban y bailaban y terminaban tocando el suelo con un sonido gracioso. Ahora yacía ella en el suelo, retorciéndose como un renacuajo.

Pero Talia no podía matarla como deseaba. No podía desbaratarla ahí, no frente a Ellie, a quien no podía siquiera mirar. Así que agarra su pistola y, con manos temblorosas, le apunta. Con su dedo en el gatillo, se concentra y...

  "¡Para!"

Ella lo mira y retrocede. Esconde la cara tras su desaliñado cabello y se da la vuelta, ocultándose cual bestia salvaje y horrenda. Sus manos tapan su cara y se pone en cuclillas, cerca de una esquina, temblando aún por la sensación de la sangre en su boca y la sed que aún le queda.

   "¿Talia?" La voz de Lev corta el aire

   "¡Aléjate! ¡Aléjate de mí!" Vocifera ella, la vergüenza la condena y la recorre por completo.

Solo se escuchan los gritos de Abby por un momento.

   "¿Qué le pasa?"

   "Yo sé qué tiene".

Dina. ¿Desde cuándo ha estado ahí?

Pat. Pat.

Quiere comer. Quiere más. Quiere más. Quiere degollar y quiere drenar.

Una mano pálida se aproxima desde su reojo, y alguien dice su nombre repetidas veces. Le tocan el pelo, tratan de apartárselo de la cara, pero Talia se aleja violentamente y se voltea, cubriéndose por completo.

  "Haz lo que... argh... Tengas que hacer, Lev... rhg... La voy a matar", su voz gotea veneno, filo.

Silencio. Abby estaba en el borde del desmayo, el dolor volviéndose demasiado para controlar.

   "¿Dónde está mi hermana?" Escucha Talia a sus espaldas.

Como si su corazón no se pudiera romper más.

Alguien todavía trata de alcanzarla, de tocarla y de mirarla. La enojaba, ¿No es posible entender que nadie debería verla? ¿Que nadie merece ver tal cosa?

   "Mírame".

   "No... Muerta... ¿Muerta? ¿Qué hiciste con ella?"

   "Talia... Mírame".

   "¡¿Qué hiciste con mi hermana?! ¡No, no! ¡Suéltame! ¡Necesito... Saber... Yo...!" De repente habían llantos.

   "Talia".

Pat.

   "Talia".

Pat.

   "Talia".

Pat.

   "¡YA BASTA!" Tomó la pistola y se levantó, la apuntó y un estruendo sacudió el lugar.

Pero no fue el estruendo del arma.

   "¡Hija de puta! Avisaste a tus amigos", Talia grita a una Abby apenas consciente.

Las cosas empiezan a moverse a su alrededor. De repente todo es un desastre. La sensación de peligro inminente invade su ser mientras todas las puertas son derribadas.

   "Agarren a Tommy. ¡Vamos!" Grita Dina.

Y están corriendo. Abby ha sido dejada atrás, seguramente siendo salvada por su equipo. Se había salido con la suya. 

Le estaba costando tanto mantener la compostura, era tan difícil no hundirles el diente a las personas que iban consigo. 

No llegan lejos, con Tommy a rastras resultaba demasiado difícil huir. Apenas habían corrido un tramo cuando los lobos los alcanzan. Ellie les dispara, pero, obligatoriamente, había que pelear.

Talia mira hacia abajo. Y recuerda que todavía tiene hambre.

   "Váyanse, ocúltense bajo el camión naranja de fuera. Pueden irse sin ser vistos".

   "Talia, no, ¿qué haces?" Dina replica con la voz llena de pánico.

   "Les conseguiré algo de tiempo. Y un auto. ¡Largo!"

Y cuando cree que está sola y puede iniciar la carnicería, escucha un arma siendo cargada a su lado.

Por una fracción de segundo voltea la cara y se encuentra con la mirada de Ellie, pero se gira inmediatamente y maldice.

   "¿Qué haces aquí? No. . . rgh. . . quiero que veas esto". Esa no era su sóla preocupación, sino que la parte maldita de su ser, aquella que era más infectado que humano, solamente quería agarrarla y drenarla. 

   "No te voy a dejar. Olvídalo".

Los ojos le picaban por el esfuerzo que suponía contener las lágrimas. Ellie vería su peor faceta y la iba a odiar por el resto de su vida. No era justo. Y siente la mirada insistente de la ojiverde mientras corre hacia los lobos, tratando inúltimente de taparse la cara.

   "¡Aquí están las hijas de puta!"

Un respiro, un deseo de destrucción y matanza.

Instinto, del latín instinctus, es la inclinación de un organismo a un comportamiento particular. Si alguien quería ser espectador, que así sea.

( desde aquí pongan la canción, si gustan )

   "Eh. . . Alec, aquí hay algo extraño".

   "No sé, una no se ve bien".

   "No, es rara. Como. . . Como un infectado".

   "Creo que. . . espera, ¿es Talia? Sí, es Talia, te lo juro. Pensé que estaba muerta. . ."

   "Oh, joder, ¡joder, Alec! ¡Se lo ha mordido!"

   "Oh por Dios, ¡que te juro que le ha arrancado parte de la cara de un mordisco!"

   "¡Me largo! Esto se acabó, ni por Abby ni por nadie".

   "Alec, hay. . . viene. . . yo. . . un. . ."

   "¡Alec, por favor! ¡Baja, ayúdame!"

   "¡ALEC! ¡ALEC! ¡A-"

Su carne había salido volando. Ella no esperó ni un segundo, le quitó a Ellie un hombre de encima y hundió los dientes en su yugular. Siguiente. Esa de ahí parece bien.

Corrió hacia la chica, mientras Ellie cubría su espalda. Le pasó por al lado a aquella morena y se llevó parte de su mejilla consigo. La sangre se sentía tan bien en su boca, y el hambre se esfumaba poco a poco. Era su servicio de carnicería.

Cuando intenta avanzar dos hombres le abren fuego, y ella se esconde tras una pared con rapidez. Toma su pistola y sale intermitentemente de su escondite para disparar. Le da a uno, y el otro se va acercando más y más.

La oscuridad la escudaba. Estaba él frente suyo, escaneando el lugar. Y...

   "Boo".

Él gritó. La mano fue primero. Luego la oreja, y por último, la garganta.

   "Gritas como niña".

Sale corriendo en busca de Ellie mientras se lame los labios. Un par de esquinas, un par de mordidas más y la encuentra, con un hombre macizo.

   Talia inhala. "Dámelo".

Todo ocurre en cámara lenta. En una mezcla de movimientos, Ellie lo empuja lo suficiente, y cae en los brazos de Talia como un niño en una manta. Lo toma de los hombros y le saca parte de la cara de un mordisco.

Y juntas corren hacia la entrada, iniciando un juego sanguinario. Ellie encuentra, lanza, Talia atrapa, y mata.

Una rubia. La yugular.
Un pelirrojo. La pierna, el brazo, la cara.

   "Venga. Ese, el grandullón".

Ellie corre y se inmiscuye por el lado del hombre, y de una patada lo envía trastabillando hacia atrás. Talia lo captura con la boca, cerrando su mandíbula en su costado.

La sangre chorrea a cántaros por su boca, su cara, ropa, manos. Se siente renovada. El disgusto y horror de alimentarse de personas pocas veces le dejaba disfrutar del placer de su sangre. La satisfacción de todos sus demonios. Poco a poco, se sentía ella. El calor volvía a su cara, la sangre resumía paso por su cuerpo, las venas deciden desaparecer, el dolor en su mordida cesa y el agujero que sentía en el estómago se cierra. A su vez, los dientes se le debilitan, la resistencia se desgasta y se da cuenta de cuánto le duele el cuerpo.

Y con la adrenalina saliendo de sí, lo único que le queda sentir es dolor, pena y vergüenza.

   "¡Suban ya!"

Lev y Dina suben al auto y Talia ayuda a subir a Tommy. Ellie arranca, y, con sus corazones en las manos, incian su camino fuera de esa maldita ciudad. Fuera de Seattle.

Talia abre el mapa en su regazo y le da indicaciones a Ellie, siguiendo la ruta que Tommy había planeado. Luego, se pasa a los asientos de atrás para inspeccionar el estado del hombre.

   "La bala no pasó al cerebro, solo afectó su ojo", Talia suspira, soltando todo el alivio que sentía en aquellos momentos. Se limpia con la camiseta manchada de sangre algunas gotas de sudor que perlaban su frente.

   "¿Y qué hacemos?" Inquiere Dina.

   "El mayor riesgo es de infección. Venden la herida, él estará bien". Talia vuelve al asiento de copiloto.

Allí, observando los árboles y los edificios pasar velozmente, puede comenzar a digerir los últimos momentos vividos. Lo que estaban dejando atrás. A quienes dejaban atrás.

Ella mira por el espejo retrovisor a Lev, silencioso como una tumba, pálido, recostando la cabeza contra la ventanilla. Tenía los ojos nublados pero no dejaba caer una lágrima.

Dina, con la mirada en el regazo, sus marrones ojos hinchados y rojizos, rezando silenciosamente.

De alguna manera podían decir que habían sido afortunados, que habían logrado lo que querían: venganza. Abby no estaba muerta, pero podría morir pronto y de todas maneras, había sufrido y seguirá haciéndolo.

Podían llamarse suertudos, pues se habían enfrentado a tal cantidad de gente, con tal armamento, que el hecho de que sólo hayan tenido una (porque la muerte de Yara seguía siendo un misterio) muerte a manos de ellos había sido un milagro. Pero aún así... todo se sentía tan mal. Estaban destruidos. Talia no tenía fuerzas para siquiera mover el cuello y mirar a otra parte.

Había una sensación de vacío, de dolor profundo que amenazaba con atacarla cada vez que cerraba los ojos. Sólo veía a Jesse... Jesse, que solo quería apoyar a sus amigos, que se sacrificó mil y una veces por ellos. Siempre había sido tan amable, divertido y, en primer lugar, buena persona. Desde que Talia lo conoció aquel milagroso día.

Y ni siquiera podían enterrarlo en Jackson. Como él merecía.

De pronto las lágrimas arden contra sus párpados apretados, luchando por libertad. Talia aprieta los labios y se tapa la cara, ignorando su necesidad. Se le forma un nudo pesado en la garganta, y la cabeza le retumba. Necesita acabar con todo eso.

Talia recuesta la cabeza contra el asiento y cierra los ojos. Pronto siente el mundo desaparecer a su alrededor.
Sueña que aún estaba en Seattle, que no podía escapar, que estaba atascada en aquel maldito teatro con el cadáver de Jesse frente a sí y con Abby gritando a sus espaldas.

Pero era solo una pesadilla. Seattle estaba acabado, un capítulo terminado más. Lo dejaban atrás, no volverían nunca.


LIVING DEAD

¡Y con esto damos fin al Acto II de Living Dead!

Ha sido agotador, fuerte, doloroso escribir todos estos capítulos, en este lugar tan cargado de acción y emociones y dolor.

Si me preguntaran, no sabría elegir cuál de los actos es el más relevante. Porque, en todos, incluyendo los que están por venir, ocurre algo extremadamente esencial que cambia a los personajes y la historia por completo. Y pienso que eso es importante.

Pero Ellie quedándose junto a Talia en todo momento>>>

Como siempre, ¡muchas gracias por leer!

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