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O14


( CAPÍTULO CATORCE )

demasiado en un día

CUANDO TALIA ABRE LOS OJOS,
llega a la lenta noción de que no está a salvo. Su vista brilla en rojo por unos segundos y tiene que parpadear repetidas veces para volver a la normalidad. Hasta tal mínima acción le provoca un dolor agudo.
Un escozor se extiende por su mejilla y una voz tan borrosa como la niebla se vuelve clara en sus oídos.

   "Eso es . . . eh, eh, despierta," la desconocida voz, baja y ronca, le roza la cara. El dueño de la voz se echa para un lado. "Tú también, arriba, vamos, joder . . ."

Talia aún no podía visualizar con claridad lo que ocurría, abría y cerraba los ojos, que parecían estar inyectados en fuego. Se siente con la obligación de hacerlo por lo que pronto se obliga a hacer mejor uso de su visión. Su tacto vuelve como si de paseo hubiese estado y siente las muñecas atadas contra una barra de metal a su espalda. Lo primero que hace, en vano, es moverse violentamente. El hombre voltea hacia ella y niega con la cabeza. Tenía una cicatriz larga y prominente en la cara.

   "Tsk, tsk, no. Estás atada".

   "Oh, gracias, no lo había notado", responde Talia, con una mueca de asco plasmada en el rostro. El hombre deja salir una risa corta y seca.

   "Qué graciosa", dice. "No te conviene".

Ella no dice nada, no era tan inmadura o idiota como para hacerlo, debía controlarse y actuar con inteligencia si quería salir viva de allí.

Escanea la habitación intentando ver si reconocía el lugar: la respuesta es no. Es una habitación oscura repleta de cajones tirados, solamente iluminada por la tenue luz parpadeante de una lámpara colgada del techo. Sus cuchillos, para su mala fortuna, reposaban en un escritorio muy lejos suyo. El lugar se sentía frío e inquietante, provocaba sentimientos pesados en el pecho. Definitivamente era el tipo de habitación que podía volverte loco.

Luego de la inspección a su alrededor, mira a su derecha y se encuentra con Ellie, aún inconsciente. El hombre seguía sacudiéndola con violencia y, quizá, un deje de desesperación. Talia aprovecha ese momento para intentar liberar sus manos de aquella cuerda tan gruesa, a la par que sus ojos se mueven de aquí para allá en la búsqueda de un objeto útil que pudiese agarrar.

¿Y dónde está Dina?

Esa interrogante pasa por su mente con una rapidez irreal, fue como si todos sus sentidos repentinamente se agudizaran. Dina no estaba ni en el lado más recóndito de la habitación, lo que le provocó una horrorosa sensación de temor.

No podía distraerse, no podía lamentarse más de lo que ya lo hacía, así que se concentra sólo en las cuerdas que restringen sus muñecas.

Sin aviso, se escucha el sonido de una bofetada. Talia sufre un sobresalto y gira la cabeza rápidamente: Ellie recobraba la conciencia luego de un golpe de aquel muchacho con sonrisa de imbécil. El impacto había dejado una mancha roja en la palidez de su rostro. Talia rechina los dientes. Ellie, tras mirar frenéticamente su alrededor, se da cuenta de lo que estaba ocurriendo. Entonces, el hombre le dice:

   "No pensé que volvería a verte". Talia inclina la cabeza hacia el lado, visiblemente confundida. El hombre se pone en cuclillas en medio de las dos chicas. "¿Cómo nos encontraron?".

   "Pregunté por alguien con una cicatriz de imbécil en la cara", escupe Ellie. Él suelta una risa sardónica, dejando claro que aquello no le agradó. La luz le propina un tono asquerosamente frígido a su piel, a Talia casi le causaba náuseas.

   "Mh, gracioso", él empuja la cabeza de Ellie hacia atrás y apoya la navaja de la chica en su pálido cuello. Ellie se queja al sentir el frío metal contra su piel.

    "Ya", dice Talia. "Detén está mierda de juego".

Aquellas palabras son ignoradas magníficamente por el hombre. Talia bufa y aprieta los labios, sintiéndose patética. Era cierto, no tenía ningún poder en esa situación.

   "¿Cuántos más son? ¿Mm?", pregunta él. Las muchachas no responden. "¿Sólo tres?".

   Ellie parece pensar por un momento qué responder, luego mira al contrario directamente a los ojos, en un contacto helado y amenazante. "No puedes detener esto".

Pasos pesados e intensos interrumpen el interrogatorio cuando una voz madura se une a la conversación.

   "¡Jordan!" Toda la atención de la habitación se dirige hacia aquel hombre.

Así que así se llama.

   "¡Se suponía que buscarías a su acompañante! ¿Qué diablos es esto?".

Jordan empuja la cabeza de Ellie una última vez -lo que la hace maldecir- y se endereza sobre la silla destartalada en la que se encontraba sentado.

   "¿Recuerdas el contrabandista que matamos en Jackson?" Pregunta él.

   "Sí".

El joven del par clava el cuchillo de Ellie en la silla y se levanta. Talia comparte una mirada cómplice con la ojiverde.

   "Esta chica estuvo ahí", (señalando a Ellie).

   "¿Qué?" El hombre parece confundido o incrédulo ante lo que estaba pasando.

   "Nos están buscando", explica Jordan. "Por eso Nick estaba destrozado. Hay que llevarla con Isaac y decirle exactamente lo que sucede".

¿Isaac? ¿Lobos? Joder, ya todo tiene sentido . . .

Talia procesa aquella información, horrorizada, su corazón se acelera. ¿Cómo no se había dado cuenta?

Si salía viva de allí, lograría pensar más a fondo en lo que estaba pasando. Ahora no tenía tiempo.

Ella observa por el rabillo del ojo a Ellie intentando librarse de las cuerdas, así que resume la tarea de escanear la habitación en busca de algo útil y, quizá, milagroso.

   "Bueno, sí, acabo de hablar con Isaac y tenemos una nueva orden", el hombre hace una pausa, echando una mirada a su alrededor.

   "¿Mm?" Cuestiona Jordan.

   "Matar a los intrusos", la pistola brilla de una forma enfermiza cuando el desconocido la apunta de repente en sus caras. El corazón de Talia da un vuelco.

   "Espera, espera, eso no tiene sentido", Jordan empuja la pistola fuera de la cara de las chicas. Un suspiro lleno de alivio se escapa de los labios de Talia y su mirada se pasea frenéticamente por el suelo, aún buscando.

Nunca pensé que me iba a sentir agradecida por ese imbécil.

   "Es una orden directa", responde el mayor.

   "No, hablemos con ellas y descubramos qué saben", refuta Jordan. Su contrario se impacientaba y aquello era palpable desde millas.

   "¡Me importa una mierda lo que sepan! ¿Viste lo que les hicieron a los otros?"

   "No sabemos si anda más gente con ellas, podría ser una emboscada, Mike—"

   "No me interesa si andan con más gente", le interrumpe. "Los encontraremos y los mataremos".

   "¿Oye, podrías usar el cerebro al menos un segundo—?"

   "Jordan, deja de estorbarme, carajo".

Jordan trastabilla y casi cae al ser empujado con fuerza. Lo siguiente que Talia logra divisar en un frenesí de imágenes borrosas y el peligro palpitándole en la sien fue la pistola parar frente a la cara de Ellie, no por más de un segundo, y el sonido de tiros engullendo la habitación. El hombre se desploma y chorros de sangre saltan jubilosos, lloviznando en las pieles de las personas en el lugar.

¡Dina—!

Un jadeo tembloroso y tan suave como el pecado huye de sus labios partidos y sangrientos, sin autorización. Su hermana camina torpemente sobre el ventanal de encima. Talia menea las manos lo más fuerte que puede en otro intento inútil de sentir la libertad en sus moradas muñecas. En cuestión de segundos, más disparos retumban en sus oídos, el ventanal de arriba se rompe en mil pedazos y Dina cae con una fuerza que causa que Talia y Ellie se congelen, horrorizadas. El cuerpo de Dina se crispa en leves espasmos que no indican nada más que dolor, un resplandor temeroso y desesperado nace en los ojos exorbitados de Talia, los cuales se distraen con inmadurez por algo reluciente en el suelo.

Un vidrio.

Talia suelta un chillido por lo bajo, siente una gota de sudor bajarle por la sien. Le agradece a HaShem con vehemencia, aunque había dejado de ser religiosa hace tiempo. Sus dedos se revuelcan aquí y allá, tan cerca y tan lejos del vidrio. Jordan se estaba acercando a Dina con pistola en mano. Talia agita los dedos como si haciendo aquello el vidrio volaría a su mano, pero se estaba quedando sin tiempo y le costaba mantener la cabeza fría y funcionando. Pasan otros segundos llenos de temor, ansia y pánico, en los que el corazón le latía descontrolado en su caja torácica, antes de lograr tomar el cristal en las manos, que tiemblan como una hoja de árbol bajo una tormenta. Se apresura a rajar la cuerda lo más rápido que puede y, aunque el dolor de sus heridas y la constante nube de borrosidad que le dificulta la vista se mantienen tan fuertes y agobiantes como nunca, le resta importancia y se concentra sola y específicamente en la tarea a mano.

No puedo fallarle a Dina, no ahora.

La cuerda cede con un suspiro desencadenante y sus muñecas gritan en agonía al ser liberadas. Perdiendo nada de tiempo, Talia le pasa el vidrio a Ellie, quien no pierde tiempo en imitarla.

El semblante de Talia recorre una plenitud de sentimientos en el intervalo de un segundo y termina quedándose con la rabia, una rabia ardiente y vibrante que tiñe su mundo de un rojo sangriento. Los latidos de su corazón retumban como los cascos de un frisón en pleno trote y es lo único que logra escuchar fuera de los quejidos grises de Jordan cuando le arremete por detrás, desviando la mano con la que sostenía la pistola y agarrándolo del cuello con una fuerza que se había olvidado tenía. Lo arrastra hacia atrás mientras tuerce su brazo sin compasión alguna y disfruta cuando la cara del joven toca la pared con violencia. Ellie, liberada, agarra su navaja y corre hacia Dina. La pistola de Jordan cae al suelo con un estrépito casi divertido y el sonido de su rebote metálico se combina con el "pum, pum, pum" que hace su cabeza al impelerse contra el concreto una y otra vez. Talia no se detiene hasta que lo único que puede oír es viscosidad y lo único que puede ver son gigantescas manchas rojas. El cuerpo exánime de su captor se desliza por la pared, hasta desplomarse sin ninguna otra opción. Talia se humedece los labios y observa el techo durante unos segundos, parpadeando fuertemente. Calmarse le parece una tarea ardua.


   "Yo. . . yo estoy bien. . . ¿Tú estas bien?" La voz de Dina hace que vuelva a la realidad y en un abrir y cerrar de ojos está frente a ella, sosteniendo sus manos y analizando su cara en busca de alguna lesión grave.

   "¿Cómo te sientes? ¿Estás sangrando mucho? Yo . . ." Interroga.

   "Ey, tranquila, de verdad . . . no . . . no estoy tan mal. Tú estás . . . oh, Tal, tú estás peor", Dina extiende su mano hacia Talia, pero esta se aleja, negando con la cabeza.

   "Eso no importa ahora. Yo soy lo de menos. ¿Y tú, Ellie? ¿Y tus manos?"

Se había dirigido a la castaña y ahora sostenía sus muñecas, escaneándolas. Estaban igual que las suyas, moradas y verdes, con cortes aquí y allá.

   "Eh, chicas . . . debemos irnos", dice Dina.

   "Déjame ver tu cara", prosigue Talia, sin prestarle la atención necesaria al comentario lleno de aflicción de su hermana. Sus dedos trazan la cara de la más alta: su nariz, el labio que tenía roto y sus mejillas salpicadas de pecas. Ellie la mira con leve diversión y dice:

   "Cambias de actitud peligrosamente rápido".

   "Qué graciosa", Talia hace una mueca.

   "¡Chicas! Joder, debemos irnos. Creo que escucharon los disparos", la alerta de Dina la saca de su nube en breves. Talia asiente con la cabeza.

   "No, esperen", dice Ellie caminando hasta el cadáver de Jordan. De su ropa consigue un papel y una foto. "Miren, es una de ellos".

   "Vamos, luego lo miras", apresura Dina, moviéndose con desesperación de lado a lado.

   Ellie le hace poco caso. "¿Había una emisora en el mapa?".

   "No tengo idea. . ."

   "Venga, Ellie, luego lo analizamos pero ahora debemos irnos". Talia interviene. De pronto, los disparos toman inicio, como si de una canción se tratase, una de sangre y dolor.

( )

El sol pulula vagamente sobre las copas de los árboles de Seattle cuando llegan a la estación de radio. La suave brisa del mediodía alborota los cabellos de Talia y un resplandor áureo se posa con tibieza sobre su piel.

Habían llegado tarde; Leah estaba muerta, atravesada con fiereza por flechas cuyo lustre rojo era tan intenso como la salida del sol.

   "Es ella", dice Ellie, la sombra de su cuerpo cerniéndose sobre el cadaver cuan mortal advertencia. "Leah".

   "¿Estás segura?" Inquiere Dina.

   "Sí".

   "Es como si el universo la quisiera muerta . . . "

   "Tuvo suerte de que murió por flechas y no por nosotras, yo sé que no hubiera sido tan amable". Masculla Talia, agachándose.

   "Yo igual". Ellie replica y se va hacia una bolsa que estaba debajo de una mesa.

Talia comienza a revisar el cuerpo; las flechas producen sonidos viscosos al removerse dentro del cadaver y Dina tiene una arcada.

   "El cuerpo no tiene nada", avisa la mayor del grupo.

Dina apoya las manos en sus rodillas y respira agitadamente, parece haber corrido un maratón. Las arcadas no paran y Talia se le acerca con rapidez.

   "Ey, ¿estás bien?", pregunta suavemente. A Dina le cuesta responder. "Respira". Su hermana obedece y en poco tiempo puede volver a erguirse.

   "Sí . . .", responde.

   "¿Puedes seguir?", Talia le acaricia la espalda en un contacto gratificante. La morena asiente con la cabeza y le sonríe débilmente. Talia la deja ir pero las interrogativas preocupantes no desasían su mente. Gira la cabeza y repara en Ellie mirándola fijamente desde el otro lado de la habitación, pero el enlace se esfuma tan rápido como Talia lo nota.

   "Miren, aquí están todos", Ellie dice después de un minuto, acercándose con otro conjunto de fotos.

   "Espera, es cerca de Jackson", notifica Dina, señalando el fondo de una de las fotos.

   "A ver", Talia, que había estado revisando una mesa, se acerca al par, observando la foto.

No . . .

Su cuerpo se pone sólido como una roca y tan tenso como una cuerda después de leer el nombre escrito en aquella foto.

Manny . . . No, no. Maldición . . .

Tiene que apretar los puños hasta que blanquearan para no soltar un jadeo agónico. Aquella foto solo termina de confirmar aún más su teoría, teoría que nunca había sido "teoría", pues habían cosas que probaban que era mucho más que eso. Más Talia nunca quiso aceptarlo ni creerlo.

   "Qué sonrisa de mierda . . . " Ellie pasa a la siguiente foto. Y, vaya, que golpe.

Como si aliadas estuviesen, Ellie y Talia sienten la respiración entrecortarse en sus gargantas. La energía de la habitación toma un giro drástico, oscurece aún más. Esa vez Talia no puede contener las emociones conflictivas que borbotean en su interior, luchando por desatarse. Sus pies van hacia atrás casi en automático y ella aprieta los ojos intentando no marearse. De pronto le duele la cabeza en demasía.

   "Eh, Talia, ¿qué te ocurre?", pregunta Dina.

Ella no puede responder pero sabe que debe controlarse con inmediatez. Respirando por la boca, intenta, victoriosamente, calmarse. No le toma mucho volver a la normalidad, aunque su mente sigue siendo un torbellino de emociones y recuerdos que prefiere olvidar.

   "Es ella . . . " Ellie se ha quedado en su lugar, con el ceño fruncido. Sus manos han empezado a temblar levemente. Talia vuelve a acercarse al par aún respirando profundamente. "La que lo mató".

Sí, es ella . . . Abby, la jodida Abby.

Su mandíbula se tensa y sus dientes rechinan al observar la imagen. Una rabia condenada y vehemente bulle dentro de sí, hace que sus dedos cosquilleen y que sus nudillos blanqueen. En su mente solo hay rojo, rojo. Y sabía que en la de Ellie también.

Abby . . . Si antes te odiaba, ahora voy a hacer un puto guardarropa con tus asquerosos huesos.

Dina aleja las fotos y las saca de las manos de Ellie, al observar las miradas de las dos chicas.

   "¿Van tres, verdad?" Pregunta.

   "Sí . . . " asiente Ellie.

   "Unidad de apoyo de camino a la emisora. Repito. Unidad de apoyo India de camino a la emisora. Cambio". Las muchachas se miran entre sí y sueltan una maldición en unísono.

A pelear de nuevo, que sorpresa.

Talia estaba cansada, no físicamente, más sí mentalmente. Anhela un masaje con toda su alma y un chocolate caliente, además de una cama tibia. Extraña Jackson y eso solo le recuerda lo dependiente que se había vuelto de aquella vida privilegiada. Antes, cuando vivía sola de lugar destruido a otro, no necesitaba ninguna de esas cosas, ni siquiera pensaba en ellas, solamente en sobrevivir, como alguna especie de robot. Al menos Jackson la hizo sentir más humana, menos como un monstruo que solo . . . Bueno.

   "¡Vámonos, vámonos!", apresura Talia. Las tres se ponen en marcha, corriendo por pasillos y saltando por ventanas. No tardan en encontrar lobos y tampoco tardan en asesinarlos.

Lo único que se escucha en aquellos largos momentos de pelea es el sonido metálico de los cuchillos de Talia al ser lanzados, los ataques brutales y sangrientos de Ellie con sus armas de cuerpo a cuerpo y las balas de Dina que derribaban cualquier objetivo. La pelea no termina con los enemigos humanos, sino que también se encuentran con una horda de infectados en el nivel subterráneo en el que se hallan. Habían llegado ahí realizando todo tipo de movimientos cínicos y temerarios, saltando de aquí para allá, todo por tratar de sobrevivir.

Como si los infectados no bastaran, las esporas cubren el aire como si de una manta se tratase, peligrosa y enfermiza. Le provocan a Talia una sensación de cosquilleo en la mordida que le recordaba quién era. No, qué era. No hace falta decir que aquello no hace mucho para mejorar su autoestima.

Mientras está abriéndose paso entre los infectados, acuchillándolos y aplastándolos aquí y allá, escucha un grito súbito detrás suyo. Dina luchaba contra un infectado encima de ella, su pistola había caído lejos. Como si eso fuera poco, Ellie, en otra esquina, suelta un par de maldiciones mientras batalla con dos infectados que se le venían encima. Talia mira a las dos chicas  con frenesí y Dina rápidamente termina siendo su primera opción. Se acerca a ella y, sacando la pistola, le propina una patada al chasqueador, lo suficientemente fuerte como para quitarlo de encima de su hermana. Mientras Dina busca su propia arma, Talia con una mano apuñala la cara del infectado repetidas veces y con la que sostiene la pistola dispara a uno de los que rodean a Ellie, pero falla y los infectados se acercan más y más al cuello de la pelirroja.

La cara del chasqueador a sus pies queda destrozada cuando arremete en su contra con rapidez y Talia no pierde más tiempo para correr hacia Ellie y quitarle uno de los infectados de encima, dejándola para que maneje el otro lo cual hace sin problema. Juntas acaban con los infectados a su alrededor, más los gruñidos en la lejanía advierten que ese no era el final.

   "¡Vamos, Dina, tenemos que irnos!" Llama Talia. Dina se tambalea hacia ella, colapsando en sus brazos. "¿Qué tienes? ¿Dina? Oh, joder, ¡Ellie, ayúdame!".

Sostienen a Dina por los hombros y tratan de irse los más rápido posible de aquel lugar, bajando por unas escaleras. Como si fuese imposible tener el más mínimo descanso, un infectado las alcanza y hala de Ellie, consiguiendo que cayese. El sonido de cristal rompiéndose se hace presente.

Su máscara.

Las expresiones de las hermanas se deforman en horror puro. Dina dispara al infectado inmediatamente. Ellie, al parecer sin haberse dado cuenta de lo que había ocurrido, sigue corriendo y las chicas la siguen.

   "¡Ellie, tu máscara!" Talia exclama. Su voz falseaba y el pánico era más que palpable en ella. No podía creer que alguien más iba a morir. De repente no sabía qué hacer, empezaba a sentirse vacía, extremadamente depresiva ante la situación. Si bien no conocía muy bien a Ellie, nunca había deseado que muriese.

Dina murmura por lo bajo repetidos "no" y se apresura hacia Ellie, Talia simplemente se queda estática, temblando.

   "Yo . . . yo . . . ", Dina tartamudea. "Tal vez . . . ¡Toma mi máscara!" En cuanto esas palabras salieron de su boca Ellie y Talia la sostuvieron, soltando negaciones.

   "¡¿Acaso te estás volviendo loca?! ¡No!" Grita Talia, desesperada. No podía perder a Dina, no, por los cielos, no. Pero la chica seguía tratando de quitarse su máscara.

   "¡No, Dina, no lo hagas, soy inmune!"

Aquello había caído tan fuerte como una granada. Talia se queda totalmente quieta y para de pelear con Dina en el shock del asunto. Ellie se quita la máscara por completo, provocando que Dina intente alcanzarla nuevamente. Talia está pegada al suelo, sus dedos tiemblan como un azogado de la ansiedad que le estaba causando aquel momento.

   "¿Ven? ¡No estoy tosiendo! ¡Dina!" Ellie consigue que su novia por fin deje de moverse. Los sonidos cínicos de los infectados se hacen presentes; las habían alcanzado.

   "¡No hay tiempo, debemos irnos ya!" Talia sale de su ensimismamiento.

Mirando a su alrededor, cogen carrera. Dina todavía sigue extrañamente débil así que tienen que sostenerla de todas formas.

Lo único que pasa por la cabeza de Talia eran pensamientos acerca de la supuesta inmunidad de Ellie. ¿Acaso . . . acaso era como ella? ¿Acaso existían más personas así? Quizá no era tan diferente después de todo, quizá no era tan mala.

Tener esperanza después de meses sin ella era como volver a tener oxígeno, como respirar aire fresco en una mañana lluviosa.



















































































LIVING DEAD


Espero que vayan notando las pequeñas pistas sobre algunas cosas importantes que voy dejando, en el comportamiento de los personajes, los pensamientos de Talia, etcétera.

¡Gracias por leer!

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