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O5 ੭୧ 𝓦𝗮𝗸𝗲 𝘂𝗽

﹙晴香﹚ㅤִㅤ۫  𝓓𝗲𝘀𝗽𝗲𝗿𝘁𝗮𝗿


                    La voz que se asemejaba a una dulce melodía se hacía cada vez más lejana mientras lo último que recitaba era una despedida.

Una despedida unicamente acompañada de una promesa ambigua que no hacía más que agrandar sus esperanzas de que al despertar todo se tratará de una simple pesadilla.

Pero cuando sus ojos azules se abrieron, Touya no vió más que un lugar que desconocía y que solo hacía crecer su ansiedad al no saber donde estaba después de no poder recordar nada.

Con mil preguntas rondando su mente, sus pasos cargados de duda lo guiaban por los pasillos de aquel lugar, buscando sin saber el motivo a alguien que le dijera que es lo que le había pasado.

Buscándola a ella.

Despierta, bello durmiente.

El suave susurro de su voz era lo único que Touya había grabado en su mente como un tatuaje que jamás trataría de borrar.
La desconocida había sido su único consuelo mientras se mantenía en su letargo, ansioso por despertar. Y quería creer que él también fue de ayuda para ella.

Realmente lo esperaba.

Apuesto que tus ojos deben de ser de un color muy hermoso.

Touya apresuró su andar al escuchar unos murmullos cercanos, deseando que al abrir la puerta fuera la figura de ella la que lo recibiera.

Muchos pares de ojos se posaron en él al verlo irrumpir en la habitación, pero el peliblanco los ignoró paseando su mirada por sus rostros a la espera de encontrarla.

Y no fue hasta que una chica se acercó que Touya hizo un esfuerzo por sonreír. Con el corazón desenfrenado en su pecho ante cualquier sonido que sus oído captarán.

Por qué Touya sabía que la reconocería en cualquier parte, en cualquier momento, con solo una palabra que emitiera.

—Estás despierto —pero no era ella—. Realmente es un milagro.

No puedo quedarme...

El chico arrugó el entrecejo, su sonrisa se desvaneció y se aferró al marco de la puerta al sentir sus piernas debilitarse.

Volveré por ti.

—¿Dónde estoy? —una de sus manos viajo rápidamente hasta su garganta, sorprendido de la voz que había salido de sus labios.

Era más áspera de lo que recordaba y quería creer que era por qué no la había usado en un tiempo.

—En casa, dormilón —la chica sonrió—, Llevas durmiendo por... tre años —susurro mientras trataba de sacar cuentas con sus dedos, ignorante ante la mueca de sorpresa en el rostro de Touya.

—¿Tres años?...

—Ah, tenemos que avisarle al director —interrumpio—. Debe estar algo ocupado ya que dos niños se perdieron hace menos de una hora, pero de seguro estará muy feliz de que por fin hayas despertado.

Touya dudo al principio, pero sabía que ella no se encontraba en esa habitación y sin más opciones que dejarse guiar por la entusiasta desconocida, se marcho siguiéndole el paso.

Sin saber que esa noche los acechaba el caos.

Un caos causado por sus llamas flamantes de irá y desasosiego.







   Fuego.

Eso era todo lo que Haruka observó al apenas lograr salir del albergue.

Sus ojos verdes reflejaban el naranja vivo consumir todo a su paso mientras sus manos temblorosas abrazaban a Haruo.

Sus labios se separaron pero de ellos no salió ningún sonido, estaba en shock al ver tal escena en primera fila.

Nunca imaginó que aquello ocurriría ni en sus peores pesadillas.
No después de haber logrado salir de ahí con algunos cuantos rasguños al verse obligada a enfrentarse a Hana, su cuidadora, hace tan solo unos cuantos minutos atrás.

Todo había salido tan bien, con lo poco que contaban, que su estupefacción no tenía cabida.

—¡Haruka! —le llamó Haruo, con sus manos tirando de su ropa al percatarse que había dado un paso en dirección al incendio sin ser conciente.

Él... —balbuceó—. Aún está ahí dentro... le prometí que regresaría...no

Forcejeó un poco, tratando de alcanzarlo.

Prometió regresar por él, lo había prometido.
Su corazón le gritaba que tenía que regresar por qué alguien la esperaba ahí dentro.

—No te vayas —sollozo su hermano, hundiendo su rostro en su pecho—. No me dejes, Haruka.

Pero sus ojos solo veían todo arder y convertirse en cenizas que se llevaba el viento.

Estuvieron ahí por un buen tiempo que a Haruka le pareció fugaz, sus piernas se negaban a marcharse pero ya era tarde para cualquiera que hubiera estado en ese mar flamante.

Con el corazón destrozado y una promesa rota, tomo a Haruo de la mano y sin un rumbo fijo, comenzó a vagar por las calles.
Tratando de alejarse del lugar que había sido tanto un tormento como un consuelo en esos meses.

Forzó a su mente a encerrar toda emoción que perturbara la misión de hallar a su tío.
Pues sabía que aún habiéndo huido y con el lugar hecho cenizas, Haruo seguía en peligro si Hana o cualquiera de los que tenían conocimiento sobre ellos también habían logrado escapar vivos.

Necesitaba poner a su hermano a salvó de cualquier peligro antes de derramar más lágrimas.

Esa era su prioridad.

Más tarde tendría tiempo para volver y dejar algo en memoria de aquel chico. Por ahora solo le bastaba con mantener su recuerdo.

No supo cuántas horas habían pasado desde que dejaron atrás el albergue hecho cenizas, pero supuso que fueron más de tres al sentir la fatiga apoderarse de su cuerpo a cada paso que daba.

—Haruka —su hermano tiro del agarre de sus manos, deteniendo su andar.

—¿Qué pasa? —cuestionó en un murmullo débil.

—Ahí —apunto, visualizando a lo lejos un pequeño grupo de héroes patrullando por la zona al otro lado de la banqueta.

Haruka giro lentamente, sosteniendo con más fuerza la mano de su pequeño hermano antes de comenzar a correr en dirección a los héroes.
Poco le importo el pitido de los automóviles al cruzar sin cuidado la calle, cosa que llamo la atención de los mayores que rápidamente se movieron para sacarlos del tráfico.

—¿Están bien? —uno de ellos les dió un poco de espacio sin dejar de analizar el estado en el que se encontraban ambos—. ¿Están en peligro? ¿qué fue lo que pasó?

—¿Pueden hablar? —Haruo no respondió, solo se dedicó a abrazar el cuerpo de su hermana con la fuerza que aún le quedaba.

El desconcierto adornaba el rostro de los héroes al observar a la fémina con todo tipo de rasguños y moretones esparcidos por toda zona que fuera visible bajo el camisón que portaba. Al contrario del menor, quién solo tenía algunas manchas de tierra y sangre que esperaban no fuera suya.

Preguntándose de dónde habían salido y que era lo que les había ocurrido.

—Crimsonink —musito Haruka casi inaudible antes de que sus conciencia se apagará cediendo al agotamiento, desvaneciéndose entre los brazos de un lloroso y desesperado Haruo.

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