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O1 ੭୧ 𝓢𝗮𝗰𝗿𝗶𝗳𝗶𝗰𝗲


﹙晴香﹚ㅤִㅤ۫ 𝓢𝙖𝙘𝙧𝙞𝙛𝙞𝙘𝙞𝙤


                          Sus ojos verdes de un tono jade estaban centrados en las gotas de lluvia que se deslizaban por el cristal de la ventana.

Su pequeño hermano dormía plácidamente sobre su pecho, ambos acomodados sobre la silla mecedora que su madre solía usar para leerles algunos cuentos en las noches.

Esa tarde era tan lluviosa como ninguna otra, algo que jamás olvidaría.

El cielo grisáceo y tormentoso que se observaba a través de la ventana le indicaba que la lluvia no terminaría ese día.

—¡No puedes! —sus ojos se movieron a sus padres entrando a la casa, su madre aún portaba su traje de heroína, un poco extraño para Haruka al ser su día libre.

—No me estás entendiendo, Hiroko —su padre la retuvo de los brazos, obligándola a mirarlo—. Prometió la felicidad eterna, un lugar donde nuestra familia pueda ser feliz sin las ataduras de esta maldita sociedad podrida.

—¿Feliz? —la mujer negó, removiéndose hasta soltarse—. La felicidad no es algo que se pueda otorgar, no hay nada que él me pueda ofrecer.

—Hiroko...

—Las personas que desean poder para mandar sobre otros, nunca podrán darte felicidad —sollozó—. Esa gente quiere algo que posiblemente lleve el futuro de nuestros hijos a la ruina, tu entiéndeme, Kohaku.

—Cielo, ¿Qué te hace pensar eso?

Haruka intercambio su mirada entre sus padres, recogiendo lo poco que entendía de su discusión. Ellos nunca peleaban y cuando lo hacían, era por qué su padre había hecho algo que a su madre le molestaba mucho.

Pero ellos se amaban demasiado. Ella y su hermano eran la prueba viviente de cuánto podía amar una persona a la otra.

Pues su padre había sido en su momento un villano que sacudió las calles de una ciudad algo alejada de la de dónde vivían actualmente, teniendo algunas riñas con los héroes hasta que su madre lo atrapó y él se enamoró.

Su madre era una heroína de renombre, con una agencia que fundo junto con su hermano menor. Contando con conexiones con otros grandes héroes como Endeavor y All Might.

No era para nada extraño que su padre se hubiera reformado de su mala vida al conocer a Hiroko, que a pesar del temible quirk que poseía, era una mujer de nobles principios y una fuerte convicción.

Un romance entre un villano y un héroe era sin duda un "tabú" que pocos aceptaban.

—Descubrí sus planes —confesó su madre—. No dudes nunca que estaré dispuesta a sacrificar todo por ti y por los niños, pero no lo haré cuando mi sacrificio puede ser usado como un arma de doble filo.

Su ceño se frunció al mismo tiempo en que su hermano se separaba de su cuerpo, confundido y comenzando a tallarse sus ojos adormilados.

—Haruo —le llamo en un susurro, en un vago intento de no interrumpir la discusión de sus padres.

—¿Mamá?

—Haruka, lleva a tu hermano a su habitación —ordeno su padre, con una media sonrisa dibujada en su semblante serio—. Por favor, linda.

La de cabellos rosas asintió, haciendo un esfuerzo en levantar a su atolondrado hermano en sus brazos. 

La lluvia se torno mas violenta, los truenos alumbraban el pasillo oscuro y camuflaban la pelea verbal de sus progenitores. No estaba preocupada por que las cosas escalaran a los golpes, su padre jamás se atrevería a dañar a su madre. Y aunque lo intentara, Touji Hiroko podía dejarlo inconsciente en cuestión de segundos.

Eso era sin duda algo de temer.

—¿Qué esta pasando? —cuestiono su hermano una vez la puerta de su habitación se cerro con ellos adentro.

—Creo que papá hizo algo malo —explico brevemente, tomando asiento a la orilla de la cama—. Pero mamá parece estar muy enojada, tal vez se metió en algo feo cuando había prometido ya no hacerlo.

Haruo estuvo de acuerdo, recostándose en el colchón. Con sus orbes azules con lila fijos en el techo, observando las estrellas fluorescentes que su padre le había ayudado a colocar hace algún tiempo atrás.

—¿Mañana iremos al parque?

—No lo sé —bufó sonriente—. Primero preocúpate por si papá va a dormir o no afuera, Haru.

—Bien —rio el menor, alargando la última vocal.

Cerro los ojos, intentado recuperar el sueño. Lo que no tardo demasiado pues en cuestión de segundos su respiración comenzó a volverse lenta y sus oídos dejaron de escuchar los truenos que acompañaban la lluvia torrencial. Haruka soltó un suspiro, quitando algunos de los mechones rosas que se extendían por su frente, era una lastima que ninguno hubiera heredado el cabello rojizo de su madre. 

Su, no tan, pequeño hermano estaba por cumplir los 10 años. Una edad adecuada para que su madre empezara a entrenarlo, ya que Haruo había heredado su quirk casi en toda su totalidad.

Ella por otro lado, había heredado el de su padre y ya llevaba un riguroso entrenamiento desde hace unos 4 años.  Aprendiendo a controlar la toxina de sus pétalos y desarrollando otras maneras de usarlos contra ataques o como distracción.

 Deseaba ser una heroína como su madre. Kohaku, su padre, no estaba en contra de esa meta, en realidad se sentía aliviado de que sus hijos hubieran elegido el buen camino de ayudar a otros. 

El camino de un héroe.

Aunque, si más grande era el titulo, más grandes eran las responsabilidades y los sacrificios que este llevaba consigo. 

Y Touji Haruka conoció todo ese sacrificio en esa misma noche. 

Su vida entera había dado un vuelco en tan solo un par de horas en ese día tormentoso.

Un día que jamás olvidaría.  

Los gritos desgarradores de su padre aclamando el nombre de su madre acompañado de sangre, un tornado de lianas y pétalos que evitan que se acercara a la escena. 

Haruo se aferraba a ella, ya sin ninguna pizca de sueño ante todo el ruido que los alerto de que algo no estaba bien.

Y claramente nada lo estaba al estar frente a frente con tal escena.

—¿Papá? —Haruo centro sus ojos en la figura inerte que su progenitor sostenía contra su pecho con fuerza—. Papá...¿Qué pasa con mamá?

—Mamá esta bien, mamá esta bien —repetía el hombre entre murmullos. 

Haruka se tambaleo, sus brazos estaban cubiertos con los pétalos de un tono rojizo pertenecientes a su padre, su quirk comenzaba a hacer efecto contra su piel.

—Haruo... ambulancia —dijo en un susurro inútil, cayendo al suelo inconscientemente.

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