❪ 👑 ❫ 03. qualities of a future husband.
FUEGO Y SANGRE
ACTO I: EL CORTEJO DORADO
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CAPÍTULO III:
Cualidades de un futuro esposo
📍DESEMBARCO DEL REY
MARISSA | ( AÑO 80 D.C )
( . . . )
MIENTRAS AYUDABA A LA PRINCESA a prepararse para dormir, esta la sorprendió con su pregunta─: ¿Cómo es él?
La interrogante de Daella dejó a Marissa completamente confundida.
─¿Quién?
Una chispa de picardía brilló en los ojos amatista de Daella. Tiró de la mano de Marissa, instándola a que se sentara a su lado en la cama, creando un refugio de complicidad entre ambas.
─La tonta aquí soy yo, Lady Lannister ─sonrió Daella, su voz suave como un susurro de la brisa─. Me refiero, por supuesto, a tu hermano.
─¡Ah, sobre eso! ─exclamó Marissa, tomando la oportunidad de bromear con su amiga─. Bueno, Gerion es, sin duda, un verdadero zopenco. Los dioses le han bendecido con demasiada bonhomía y muy pocas luces. Las sirvientas en Roca Casterly se volvían locas tratando de mantener un ojo sobre él. Y él mismo se metía en tantos peligros, sin darse cuenta, que mi madre llegó a estar dispuesta a encadenarlo, solo para protegerlo de sí mismo.
─¡Marissa! ─exclamó Daella, dándole un golpecito en la mano, riendo ante la descripción tan vívida y desdeñosa.
Marissa se esforzó por adoptar una expresión seria, aunque su cariño hacia su hermano mayor la hacía sonreír en su interior. Amaba a su hermano, pero era consciente de sus defectos. Al mismo tiempo, no deseaba desilusionar a Daella, quien también le era querida. Así, decidió que era hora de ser sincera.
─Como bien sabes, princesa, él tiene un corazón empedernido que se cautiva con facilidad... ─comenzó a explicar Marissa, pero Daella la interrumpió con una serenidad que sorprendía incluso a ella misma.
─Tu madre ya me ha narrado sus andanzas amorosas ─respondió Daella, con un tono que denotaba una calma insólita al discutir la vida amorosa de su futuro esposo──. Pero, seguramente, hay otras cualidades que podrías compartir conmigo.
─¡Por supuesto! ─dijo Marissa, sintiendo un alivio al entender que no había necesidad de sacar a la luz los aspectos menos positivos de su hermano─. Tymond es un buen hombre, mi princesa. Cuando éramos niños, siempre nos protegía a Gerion y a mí, ya fuera de un castigo de la septa por malas oraciones o de ser confinados en nuestros aposentos por haber robado un pastel de bayas de la cocina. Siempre tomaba la culpa sobre sus hombros, incluso cuando no estaba presente en nuestras fechorías.
─¿Y nunca los delataba? ─preguntó Daella, sorprendida─. Vaegon siempre se apresuraba a delatarme a la septa si intentaba escapar de las lecciones.
─Nunca ─respondió Marissa, con una sonrisa que evocaba recuerdos lejanos─. Una vez, Gerion y yo decidimos gastar una travesura a un caballero que solía golpearlo con frecuencia en el campo de entrenamiento. Aflojamos las correas de su silla y, como consecuencia, el caballero cayó de su caballo, casi quebrándose la cabeza. Nuestro maestre proclamó que solo un milagro lo había salvado de la muerte.
─¿Y qué hizo tu madre? ─inquirió Daella, intrigada por la historia.
─Ella nos interrogó, sospechando que estábamos involucrados en el asunto. Aunque estoy segura de que en su interior sabía quién era el verdadero culpable. Pero Tymond se ofreció a cargar él con la culpa, argumentando que lo había hecho para defender a Gerion del mal trato que recibía en los entrenamientos. Así fue como recibió cinco azotes en lugar de nosotros aquel día ─recordó Marissa, mientras su rostro se iluminaba con una sonrisa al rememorar aquellos días de su infancia.
─Cuéntame más ─pidió Daella─. Cuéntame algo más sobre él.
─Es muy inteligente. El maestre Willas solía regañarlo por su pereza durante las lecciones, pero también afirmaba que era el más listo de todos los niños que había enseñado. Tymond empezó a ayudar a mi madre con los libros de cuentas de Roca Casterly a la temprana edad de diez años y, a los doce, ya era tan diestro que el maestre Willas lamentaba con pesar que la Ciudadela había perdido a un verdadero archimaestre de las finanzas ─Marissa apretó la mano de su amiga, con una mirada llena de orgullo─. Tú también tienes un amor por los números, Daella. Al menos contarán con un tema en común para conversar: los libros de cuentas de Roca Casterly son tan gruesos como los mayores tomos históricos que reposan en la biblioteca de la Fortaleza Roja.
La suave sonrisa de la princesa animó a Marissa.
─Mi hermano no es perfecto, lo admito. Pero no es cruel, Daella. Su lealtad hacia la familia es infinita. Puede que no te sea fiel en el lecho, pero como cabeza de nuestra familia, puedes estar segura de su protección. No permitirá que nadie te haga daño ni te falte al respeto. Además, toca el laúd maravillosamente. Si logras vencer tu timidez ante el público, estoy convencida de que ustedes dos alegrarían Roca Casterly con un magnífico dueto. Te hará regalos que irán más allá del oro que, según cuentan, los Lannister deponen ─Daella no pudo evitar soltar una carcajada ante este eufemismo─. Él te ofrecerá obsequios que realmente te llenarán de alegría. Y, por supuesto, es innegablemente apuesto. Alto, de hombros anchos y con cabellera dorada, como salido de las páginas de los más grandiosos libros sobre caballeros.
─Y también mencionaste que ha decidido dejarse un mostacho recientemente ─recordó Daella, con una sonrisa traviesa.
─Oh, no me lo recuerdes ─Marissa hizo una mueca, recordando el desastre que Tymond había hecho con su hermoso rostro─. Se parece a una vieja morsa con él. Pero no te preocupes, Madre se encargará de que se lo afeite antes de la boda.
─¿Es acaso posible que una mujer le diga a un señor de Roca Casterly qué hacer?
─Por supuesto que sí. Si esa mujer es Lady Lannister. Y quizás, en un futuro no muy lejano, tú también tendrás tal influencia.
Marissa observó con satisfacción que Daella había entendido la indirecta. Con parsimonia, la ayudó a deshacerse de las trenzas que adornaban su cabello y la guió para que se acomodara en la cama. Tras desearle dulces sueños a su señora, se encaminó hacia los aposentos de su madre y, en el camino, se cruzó inesperadamente con Lady Jocelyn.
─Lady Jocelyn ─saludó Marissa, realizando una reverencia ante la esposa del príncipe heredero.
─Ya es casi la hora del murciélago, Lady Marissa. ¿Estaba con la Princesa Daella? ─inquirió la hermosa mujer de cabello oscuro, observándola con sus penetrantes ojos azules igualmente oscurecidos.
─La princesa se siente más cómoda recibiendo mi ayuda para ir a la cama ─respondió Marissa.
─¿Y eso es todo lo que hacía? ─Lady Jocelyn arqueó sus cejas oscuras, mostrando incredulidad ante la respuesta de Marissa.
─No comprendo a qué se refiere, Lady Jocelyn ─replicó Marissa, afectando una indiferencia que apenas ocultaba su incomodidad.
─¿No estaba alabando a su hermano ante ella de todas las formas posibles...? ¿Tal vez con la intención de inclinar su elección hacia Lord Tymond como consorte? ─preguntó Jocelyn, esbozando una sonrisa irónica que revelaba su aguda sospecha.
«─Si supieras que ni siquiera tuve que hacer nada ─pensó Marissa, sonriendo mentalmente─. Tu hermano no tiene ninguna oportunidad».
─La Princesa Daella no aprecia que la molesten antes de ir a la cama. Y si se dirigía a sus aposentos para alabar a su hermano de todas las formas posibles ─Marissa sintió una chispa de satisfacción al devolverle a Lady Jocelyn su propia acusación─, lamento informarle que la princesa ya está dormida. Buenas noches, milady ─concluyó, inclinando la cabeza con una mezcla de respeto y desafío, antes de continuar su camino.
─Buenas noches, Lady Marissa.
Marissa mantuvo una mascara de cortesía en su rostro hasta que las puertas de los aposentos de su madre se cerraron tras su espalda.
─¿Gerion?
Marissa exhaló con sorpresa al ver a su hermano mayor en los aposentos de su madre. Parecía un hombre que acababa de regresar de un largo viaje. Su cabello castaño dorado había crecido hasta los hombros, y sus habituales patillas amenazaban con convertirse en una espesa barba marrón dorada. Sin embargo, el brillo de sus ojos verde intenso le resultaba familiar: dichoso y lleno de anticipación.
─¡Mari!
Un momento después, Marissa estaba en los fuertes brazos de su hermano, quien la hizo girar en círculos como si no pesara más que una pluma.
─¿Cómo llegaste aquí tan rápido? ─cuestionó Marissa cuando Gerion finalmente la dejó en el suelo─. ¿Tymond también está contigo?
─Estaba en Ladera cuando escuché rumores de que nuestro hermano podría convertirse en el consorte de una princesa Targaryen ─respondió Gerion a su primera pregunta.
─¿Ladera?
─Sí. Lord Footly organizó un torneo en honor al nacimiento de su hija, y yo estaba allí por un encargo de Tymond. Decidí combinar lo útil con lo agradable.
─¿Ganaste?
─Coroné a la homenajeada del evento como Reina del Amor y la Belleza, y personalmente coloqué una corona de flores en su pequeña cabecita. ¿Acaso dudabas de mí?
Marissa negó con la cabeza y abrazó a su hermano, felicitándolo por su victoria. Gerion había aceptado con facilidad su papel como segundogénito y hermano menor de uno de los grandes señores de Poniente. Por esta razón decidió hacerse un nombre y labrar su propio camino para no ser recordado en la historia solo como el hermano del próximo Guardián del Occidente. Gerion optó por convertirse en el caballero más renombrado, si no de todo el reino, al menos de las Tierras del Oeste, y avanzaba hacia su objetivo con confianza y facilidad. Ya era llamado la Espada del Oeste y el León Valiente, y Marissa esperaba que su fama se extendiera por los Siete Reinos, porqué su hermano merecía lo mejor.
─Si ya han saciado sus ganas de verse, me gustaría hablar con ustedes de algo más importante.
La voz autoritaria de su madre los hizo apartarse el uno del otro.
─Es imperativo que hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para asegurar que el matrimonio de su hermano con la Princesa Daella sea congraciado con la mayor dicha posible.
Marissa, con curiosidad, se acercó para informar a su madre─: Hoy la Princesa Daella me pidió que le hablara sobre Tymond.
─¿Y qué le dijiste?
─Le dije la verdad. No se puede empezar una vida matrimonial con mentiras, así que le conté sobre la vida disoluta de Tymond. Para ser franca, su tranquila reacción me sorprendió.
Gerion levantó una ceja. ─¿Y eso por qué?
─Porque ya había compartido sus preocupaciones conmigo ─explicó Kenna, mientras se acercaba a sus hijos─. Y traté de disipar sus dudas.
Gerion soltó una risa irónica─: ¿Le prometiste que Tymond le sería fiel?
Kenna lo miró severamente, con sus ojos brillando como el acero. ─¿Me tomas por tonta, hijo mío? ─Tras un gesto de negación de Gerion, continuó─: La Princesa no es ingenua; comprende bien la naturaleza de los hombres... Tengo algunas ideas para hacerla la mujer más deseable a los ojos de Tymond, pero necesitaré su ayuda.
Marissa y Gerion miraron a Kenna con curiosidad, esperando las siguientes palabras de su progenitora.
Kenna les lanzó una mirada significativa─: Piensen en el rasgo más exasperante del carácter de su hermano, con el cuál todavía luchamos ─sugirió su madre.
Ambos respondieron al unísono, con una chispa de comprensión─: El deseo de obtener lo que otros quieren.
─Exactamente ─confirmó Kenna con un asentimiento solemne─. Los dioses saben que intenté erradicar eso de él, pero la sangre de vuestro padre era demasiado fuerte. Él también solía desear siempre lo que no le pertenecía ─La sala quedó en silencio, rodeada por la historia de viejas pasiones.
─¿Y cómo nos ayudará eso a despertar en Tymond el deseo de ser un buen esposo? ─preguntó Marissa, desconcertada.
─Háganle creer que la princesa Daella es demasiado buena para él. Hablaré con ella y le daré algunos consejos femeninos, pero sus solos esfuerzos no serán suficientes. Necesitaré que hagan que Tymond luche por ella.
Marissa entendió lo que su madre quería de ellos. Después de unos momentos, Gerion también lo comprendió.
─¿Debo elogiar constantemente a la princesa en presencia de Tymond para despertar su competitividad? ─preguntó Gerion, mirando a su madre.
─Sería maravilloso si ganaras el torneo en honor al próximo compromiso de la Princesa Daella y la coronaras como Reina del Amor y la Belleza justo en frente de Tymond ─respondió Kenna, girando pensativa los anillos en sus dedos─. Eso seguramente lo motivará a actuar si nuestros otros métodos no funcionan.
─¡Él me estrangularía por osar pretender a su princesa! ─protestó Gerion con una mezcla incredulidad y temor.
─No lo hará ─Kenna desestimó su preocupación─. Te quiere demasiado.
Marissa, con un destello de astucia en sus ojos, preguntó─: ¿Y yo debería elogiar a los otros pretendientes de la princesa para que Tymond se enfurezca y decida demostrar que no hay mejor candidato para esposo de Daella que él mismo?
─Puedes también hablar constantemente sobre lo maravillosa que es la princesa, lo inteligente, delicada y hermosa que es, y cuánto te gustaría tenerla como hermana ─sugirió Kenna, con una sonrisa cómplice.
Gerion se unió a la conversación, añadiendo con tono calculador: ─Y al mismo tiempo, lamentar que él no podrá hacerla feliz, ya que sus amantes le serán más queridas que su esposa legítima. Así, podrías decir que no desearías tal esposo para Daella.
Los ojos de Marissa brillaron con diablura.
─Oh, eso seguro lo volverá loco. ¡Me gusta! ─El entusiasmo se reflejaba en su rostro, anticipando la diversión que se avecinaba.
─Lo importante es medir bien nuestras fuerzas ─les advirtió Kenna con una mirada seria─. Tymond es orgulloso. Y si nos excedemos, podría renunciar a todo y volver a Roca Casterly.
Tanto Gerion como Marissa asintieron, mostrando su acuerdo con Kenna. Luego de haber esbozado un plan de acción y delineado su estrategia, los tres se permitieron relajarse, entregándose a conversaciones triviales que a Marissa le recordaban los días de su infancia, rodeada de su familia.
«Ojalá la princesa se una a nosotros pronto. Solo espero que mi hermano mayor no arruine nada».
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