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14 | Separación


Transcurrieron quince días más.

La empresa de Yoon Gi hizo público un comunicado poco después de que el vídeo se hubiera hecho viral en donde desmentía la relación con la cantante y prometía emprender acciones legales contra los responsables de lo que resultó ser un montaje realizado por personas que se habían hecho pasar por los artistas.

Sin embargo, la nota de prensa no cambió el malestar de Jimin. En la tranquilidad de su casa, había tenido tiempo de sobra para analizar el rumor y percibir las diferencias entre los gestos de Yoon Gi y los de su doble. Era la ausencia de mensajes y de llamadas, la falta del "Jimin, ese no soy yo" que había esperado recibir, lo que le mantenían en ese estado de apatía en el que todo a su alrededor parecía haberse vuelto de color gris.

No podía parar de pensar en que ese tipo de relación unilateral no era lo que deseaba en su vida. Que Yoon Gi era un egoísta. Que no le tenía en cuenta. Y que no estaba dispuesto a soportarlo.

Y, por fin, recibió el mensaje.

"Jimin, siento mucho no haberte podido contactar hasta ahora".

Al leer las palabras del rapero, el joven no pudo evitar fruncir el ceño.

"He pasado un mes espantoso pero, por suerte, ya ha acabado" continuó. "He llegado a Seúl y estoy a punto de coger un taxi para ir a tu casa". Y añadió. "Me muero por verte".

En eso coincidían. El joven camarero también ansiaba ver a Yoon Gi aparecer por la puerta, aunque no para lo que él se imaginaba porque en cuanto entró, con gesto cansado pero con una radiante sonrisa e hizo ademán de acercársele, le empujó.

—Vete a tu casa —le soltó—. Me he tomado la libertad de guardar tus cosas.

Le señaló la maleta apoyada en el respaldo del sofá. A continuación se dirigió a la ventana, cogió el bonsái y se lo dejó caer en las manos.

—Y llévate la planta, que estoy hasta las narices de cuidarla.

Los ojos del rapero se abrieron, confundidos, mas no tardó en hilar conclusiones.

—Perdón —murmuró—. Has debido pasar muy mal trago con lo del montaje pero te prometo que no he hecho nada extraño. —Levantó la mano, con el objeto de aparentar más propiedad—. Te lo juro.

—Lo sé y no, esa no es la cuestión. —Jimin entrecerró los ojos—. Si a lo largo de este mes me hubieras mandado aunque hubiera sido un solo mensaje con algo como "no te preocupes, todo va bien pero no podré llamarte hasta que regrese", lo habría entendido y te habría esperado con normalidad. Sin embargo, en lugar de eso, he estado todos los días preguntándome por qué no lo hacías.

—Es que...

—Es que nada —le cortó—. Yo en tu lugar habría tenido esa mínima consideración.

Yoon Gi bajó la cabeza, con la vergüenza en la tez. Sus ojos rastrearon el suelo. Jimin tenía razón, como siempre.

—Es cierto —reconoció—. Cuando te pedí que me dieras una oportunidad, te dije que estaría pendiente de ti y que no te delegaría a un rincón por mucho trabajo que tuviera pero es justo lo que he hecho. —Levantó la vista, en un gesto de súplica—. Lamento haberte hecho daño. Te prometo que no volverá a pasar.

—Claro que no volverá a pasar. —El tono de Jimin sonó duro—. No tendrás la necesidad de anotarme en tu agenda de asuntos pendientes porque no voy a estar más contigo, Yoon Gi.

El rapero dio un respingo.

—No, espera, dame la ocasión de aprender de esto. —Sus pupilas oscuras se tornaron desesperadas.—. No me dejes.

La respuesta del camarero fue darle la espalda. Sabía lo que tenía que hacer pero no por eso le dolía menos. Seguía estando enamorado, después de todo, y las lágrimas amenazaban con hacerle perder la compostura.

—Márchate —se mantuvo firme—. Te deseo una carrera próspera y que llegues a ser el mejor artista del mundo, como quieres.

—¡No, no, no! —Yoon Gi le agarró del brazo, a fin de evitar que corriera a encerrarse en el dormitorio—. ¡No es como si no hubiera querido llamarte! —insistió—. ¡Es que he estado rodeado de gente continuamente y nadie sabe lo que hay entre nosotros! ¡Y no lo puedo decir porque, si se filtrara, la prensa entera caería sobre ti! ¡Recibirías miles de comentarios de odio!

—¿Y la parte en la que te vas a dormir a la habitación del hotel dónde la dejas? —Jimin le observó de soslayo—. ¿O me vas a decir que tampoco estabas solo porque la compartías con Seok Jin o con Nam Joon?

—En esos momentos estaba muy cansado.

—Yo te habría llamado.

El camarero hizo además de zafarse pero Yoon Gi fue más fuerte y no solo no se lo permitió sino que logró voltearle y conseguir que lo mirara.

—Oye, te quiero —le dijo entonces—. Es verdad que he sido un tipejo horrible pero te amo. Corregiré todo lo que me digas.

—Tu mundo no se puede corregir. —El tono de la respuesta sonó bajo, quedo—. No quiero seguir probando porque esto volverá a pasar y, además, muchas veces.

El idol sintió que las lágrimas se le agolpaban en las pupilas, que el pecho se le congestionaba y que un profundo pesar se apoderaba de su cuerpo. Mas, sin embargo, el ego, ese mismo que tantos problemas le solía dar, no le permitió expresar la pena como debía de haberlo hecho.

—Allá tu —se envalentonó, con la ira propia de un volcán—. No me quieres perdonar y desprecias mi amor, ¡pues muy bien! ¡Muy bien! —Voló a la entrada, cogió el equipaje y después el bonsái—. Si no eres tu, será otro. Total, ¡qué más da! Toda Corea se muere por acostarse conmigo.

—¡Pues que te aproveche! —Jimin se refugió en el dormitorio y le dedicó un portazo que hizo temblar los cuadros de la pared—. ¡Folla a gusto con quien te plazca!

—¡Eso precisamente voy a hacer!

—¡Genial!

El rapero, furioso y más rabioso que nunca, tiró de la maleta pero, antes de tocar el pomo de la entrada, se arrepintió de su arranque y se acercó a la ventana, en donde lucían, preciosos y enormes, los gladiolos.

Acarició los bordes de las delicados pétalos con la punta de los dedos, después las hojas y, asolado en lágrimas, dejó el bonsái de nuevo junto a él, antes de retomar camino y abandonar el apartamento.

Sabía que era culpa suya. Claro que lo era.

Y lo sentía todo.

Lo lamentaba.

Por eso mismo, haría lo que fuera necesario con tal de arreglarlo.

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