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12 | Resulta que te amo


Al final no hizo nada.

Dudó en llamarle pero, tras media hora de incertidumbre, optó por marcharse y refugiarse de nuevo en el trabajo de su canción. Lo mismo hizo al día siguiente. Y al otro. Y también al otro. Hasta que, al quinto, cerca de las once de la mañana, mientras trataba de centrarse en la base de una pista con un auricular puesto y el otro quitado, la mensajería de su teléfono móvil pitó. Tenía un mensaje nuevo.

El rapero arrugó la nariz, molesto. Los del servicio de catering ya le habían escrito varias veces, con diferentes excusas, y su almuerzo seguía sin aparecer. No quería ni ver la tontería que le dirían esta vez.

"Hola, Yoon Gi".

Los ojos del artista se abrieron de forma descomunal. No eran los del restaurante. Era Jimin. ¡Sí, era Jimin! Se apresuró a quitarse el auricular de la oreja.

"No sabía qué hora sería la mejor para contactarte" leyó, a toda velocidad. "¿Cómo estás? ¿Tienes mucho trabajo? ¿Te mantienes bien de salud?"

El corazón del rapero dio un brinco de euforia. Estaba haciendo lo mismo que la otra vez. No eran nada pero se seguía preocupando por él. Eso era un consuelo para su maltrecho estado de ánimo.

"Sí, estoy bien" respondió en corto. Los nervios le podían y tampoco estaba seguro de hasta qué punto debía extenderse. "Te agradezco mucho que te acuerdes de mí".

"Esa es la cuestión, que siempre me estoy acordando de ti".

El artista se pegó la pantalla a los ojos. ¿Cómo? ¿Qué? ¿En serio?

"Me imagino que no tendrás mucho tiempo pero me gustaría que pudiéramos hablar". Las letras del joven camarero siguieron sucediéndose en la pantalla. "No tengo prisa. Cuando puedas".

"Pero resulta que justo ahora no estoy haciendo nada".

Yoon Gi se apresuró a salir de estudio, sin molestarse en cerrar la puerta, a tanta velocidad que cualquiera que lo hubiera visto hubiera creído que entrenaba para presentarse a una competición de atletismo.

"Además ando cerca de tu trabajo".

"Te espero en el parque entonces" respondió el camarero. "Gracias por dedicarme un espacio".

"Oh, no, no. No es nada".

—¿A dónde vas? —La mala suerte quiso que, en su apresurada incursión, se topara con Nam Joon justo al cambiar de pasillo—. ¿Y la base? ¿La has terminado?

—Luego la hago. —Yoon Gi le sobrepasó, sin reducir ni un ápice la velocidad y sin mirarle—. Ahora tengo que seguir tu consejo e ir a ampliar "mis momentos".

Nam Joon no reaccionó. No entendía ni una palabra así que limitó a ver cómo se alejaba. Sin embargo, a Seok Jin, que también estaba por allí, el asunto no le dejó en actitud pasiva, ni mucho menos.

—¡Oye, no! —rompió a voz en grito—. ¡Yoon Gi! ¡No puedes irte así y menos aún solo! ¡Eso ya lo sabes! ¿Y el guardaespaldas? —bramó—. ¡Te lo he dicho mil veces!

El aludido apretó la marcha hasta que llegó a las escaleras del estacionamiento, descendió y les perdió de vista.

—¡Yoon Gi! —El manager siguió vociferando—. ¡Loco! ¡Inconsciente! ¡Irresponsable! ¡No me hago cargo! ¡Lo digo y lo diré! ¡Allá tu!

Sí, de nuevo era consciente. Pero era lo que había. No pensaba desaprovechar la ocasión así que ignoró los frustrados intentos de su equipo por detenerle, cogió un auto, se metió por todos los atajos posibles que le marcó el navegador y, en apenas veinte minutos, ya se encontraba caminando entre los arbustos del parque. Otra vez entre las ramas para ocultarse de las personas que paseaban y otra vez haciendo zigzag hasta llegar a los gladiolos.

Jimin ya estaba allí. Se había sentado en la fuente, ataviado con su uniforme de hostelería, y esperaba con los ojos puestos en sus zapatillas blancas mientras retorcía, nervioso, las esquinas del delantal.

—Hola. —Yoon Gi se plantó frente a él, sin aire—. ¿Has esperado mucho?

El joven levantó la vista antes de negar con la cabeza. Sus pupilas marrones parecía al borde de las lágrimas.

—¿Qué te pasa? —El artista se alarmó—. ¿Te encuentras bien?

—Yo... —titubeó—. Sí o... No... No estoy muy bien.

—¿Por qué? —Yoon Gi se acomodó a su lado, tal y como había hecho el día del incidente con Tae Hyung—. ¿Qué ha ocurrido?

—No es tanto lo que haya ocurrido sino lo que no he dejado que ocurra —murmuró—. Siento que he hecho bastante mal las cosas contigo. Lo lamento mucho.

—No tienes que pedirme perdón. —La mano de Yoon Gi se posó, por inercia, sobre la suya—. Ya te dije que tenías razón.

—Ese el problema. —El rostro de Jimin se giró hacia él—. No quiero tener razón.

Yoon Gi contuvo el aliento.

—Tu mundo me da pánico —prosiguió el joven—. Es odioso, inhumano y absorbente y lo último que deseo es verme involucrado en él pero lo cierto es que estoy pasando unos días espantosos por ti. —Suspiró—. Resulta que te extraño.

—Ya pues lo mío es aún peor. —El artista no se andó por las ramas—. Yo no solo te extraño sino que además me he dado cuenta de que estoy enamorado de ti.

Jimin le observó unos instantes, con los ojos muy abiertos y expresión dubitativa, como si no se lo terminara de creer.

—No me mires así, ¿quieres? —Yoon Gi se revolvió en su improvisado asiento, incómodo—. Cada vez que te abro mi corazón, me pones cara de "no es posible". Encima con reticencia. No te imaginas cuánto me moles...

La suavidad de los labios del joven sobre los suyos le silenció. Y se dejó llevar. Dejó que Jimin tomara las riendas y le echara los brazos al cuello y después se zambulló en la humedad de su aliento un tiempo indeterminado en el que el mundo entero pareció dejar de existir.

Hasta que el inoportuno de Seok Jin empezó a telefonearle como un poseso y al rapero no le quedó más remedio que contestar.

—¡Se puede saber qué estás haciendo! —Más que una pregunta el regaño sonó a afirmación—. ¡Tenemos un fan meeting a las seis! Se te ha olvidado, ¿verdad? ¡Claro que sí porque no has pasado por vestuario ni por peluquería! ¡Nadie sabe dónde te has metido! ¡Me va a dar un paro cardíaco! ¿Te enteras? ¡Un paro!

—En un rato estoy ahí. —El artista volvió sobre los labios de Jimin y le dejó caer un leve roce—. No te pongas dramático. Tómate un helado o un refresco mientras llego.

—¿Que me tome un refresco dices? —El manager no dio crédito—. Y, ¿dramático? —cayó en cuenta—. ¡Yo no soy dramático! ¡Eres tu el que pone malo con tu comportamiento irresponsable!

Jimin, que estaba tan pegado al idol que le resultó imposible no escuchar, ahogó una carcajada.

—¿Qué ha sido eso? —A Seok Jin la voz le mudó al espanto—. ¿Estás con alguien? —se escandalizó—. ¡Dime que no has dejado el trabajo tirado para ir a ver al camarero ese porque entonces sí que me vas tener que enterrar! ¡La ciudad entera está llena de periodistas interesados en captarte, loco impulsivo!

—No estoy con Jimin. —Yoon Gi mintió—. De hecho, ya no hablamos.

—¿Ah, no?

—No —se reforzó—. Solo he salido porque necesitaba ordenar un poco las ideas antes de la actividad programada, nada más.

—Ah... —El manager se desinfló como un globo pinchado—. Ya... Vale... Entonces te esperamos.

La llamada se cortó.

—Perdón por ocultarte, Jimin. —La la culpa invadió el rostro del artista—. No es algo que quiera hacer.

—No importa. —El aludido le mostró una sonrisa comprensiva—. Entiendo que es mejor que nadie de tu entorno se entere. —Y añadió—: Ve y cumple con tu agenda. Esperaré a que termines.

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