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11 | Un pedacito de tiempo


El apartamento de Jimin resultó ser un espacio pequeño pero bien avenido, ordenado y limpio, aunque Yoon Gi no alcanzó a analizarlo mucho pues, en cuanto el joven abrió la puerta, se lanzó sobre sus labios.

Sintió cómo al principio el joven camarero temblaba bajo su abrazo, pillado de improviso, y cómo después empezaba a mover la boca al compás de la suya mientras se aferraba a su espalda y tiraba de él hacia el interior de la casa.

Atravesaron, sin soltarse, el salón. Se tropezaron con la mesa y las sillas. Tiraron un jarrón, que sonó como si se hubiera roto en pedazos. Hasta que la espalda de Jimin chocó contra la pared junto a la puerta del dormitorio y Yoon Gi pudo disfrutar con intensidad no solo del sabor de su aliento sino de la calidez de la piel de su cuello y de su torso cuando se deshizo de la camiseta y él hizo lo mismo.

—Creo que mañana nos vamos a arrepentir de esto —murmuró el chico, con la tez roja por el calor del deseo.

—Mañana será mañana pero hoy es hoy. —El susurro de Yoon Gi se ahogó en la carnosidad de sus labios—. Y hoy estamos aquí, juntos.

El rapero podría decir que, después de eso, follaron como un par de locos pero el término no se correspondería con lo que sintió que ocurrió. Cierto fue que ambos pasaron al dormitorio, se desnudaron entre besos, juegos varios y caricias, se tocaron y, al rato, Yoon Gi recorrió con la boca la espalda de Jimin desde los hombros hasta las caderas y se hundió dentro de él. Cierto fue también que la cama tembló bajo el progresivo movimiento y que la tensión sexual se incrementó con los jadeos de ambos. Sin embargo, no fue un simple acto sexual.

Para Yoon Gi, Jimin era lo más hermoso y delicado que había visto en la vida y lo que hizo fue mimarle, quererle y hacerle el amor. Y eso, viniendo de alguien como él que, debido a su fama, había tenido oportunidad de acostarse con muchos, tanto hombres como mujeres, era extraño. Jamás le había hecho el amor a nadie. Nunca.

Ahí lo supo. Entendió que lo que estaba plasmando en la canción era real. Que se había enamorado sin saber cómo ni por qué y también que esa emoción no sería fácil de neutralizar.

—Te has quedado muy callado. —Jimin alzó la cabeza del costado de Yoon Gi, en donde se había arrebujado al terminar—. ¿En qué piensas?

"En que necesito que esto dure por siempre". "No puedo conformarme con solo tener un rato contigo". "Me acabo de dar cuenta de que no solo me gustas". "Te quiero".

—En que son las cuatro de la madrugada y me tengo que levantar a la seis —improvisó—. Y en la cara que va a poner Seok Jin cuando vaya a buscarme con la furgoneta a mi casa y vea que no estoy.

Jimin se echó a reír y el artista no pudo evitar quedarse embobado. Siempre le había parecido precioso pero ahora se lo parecía aún más.

—Llámale y dile que has ido al centro de salud a por medicina para la indigestión porque te has hinchado a ramen en la cena.

Se encaramó sobre su pecho. Sus pupilas marrones le observaron, divertidas.

—Esa es mi excusa favorita —confesó—. Nunca falla.

—¿Dices eso para justificar tus retrasos en el trabajo? —Yoon Gi abrió mucho los ojos, en claro tono de broma, mientras el aludido volvía a reírse—. Pensabas que eras una persona más responsable, Park Jimin.

—Solo lo he hecho unas cuantas veces —se defendió éste—. Cuando ocurrió lo de Tae Hyung, por ejemplo, me sentía tan mal que no era capaz de levantarme de la cama. De alguna forma tenía que justificarme.

Yoon Gi visualizó la escena. Se imaginaba lo que debía de haber pasado. Una humillación sin sentido acompañada del fuerte dolor de la traición no era fácil de digerir.

—Oye, sobre ese tipo, el otro día dijiste que aún le maldecías y le insultabas en tu mente. —Sin darse cuenta, acarició la mejilla del joven con el dorso de la mano—. Supongo que tengo que echarle la culpa a él de tus reticencias hacia mí.

—No. —Jimin agitó el cabello en una contundente negativa, antes de acercarse y dejarle caer un suave beso en la comisura de la boca—. No te pareces en nada a él. Además, hoy me he dado cuenta de algo.

—¿De qué?

—De que fue bueno que rompiéramos porque yo tampoco estaba tan enamorado.

Volvieron a amarse, a quererse, a mimarse. Jimin permitió que Yoon Gi explorara de cada parte de su cuerpo con las manos y la boca antes de poseerle una segunda vez que le transportó al éxtasis del placer de forma más lenta pero también más vibrante. Después se quedaron dormidos un rato, desayunaron como una pareja ilusionada, se ducharon juntos y, a eso de las seis y media, Yoon Gi, cargado de pesar, tuvo que hacer malabares mentales para salir del apartamento y llamar al ascensor.

—Gracias por regalarme un pedacito de tiempo, Yoon Gi. —Jimin le acarició la mejilla con los labios—. Nunca me había sentido tan bien.

El artista prefirió no volverse y mantuvo la mirada fija en los números rojos que marcaban el ascenso del elevador. Los ojos le escocían; no quería que se notara.

—Yo tampoco. —Las compuertas se abrieron—. Deseo que encuentres la tranquilidad que buscas. Eres una persona muy bella; mereces toda la felicidad del mundo.

A partir de ahí, el día transcurrió sin pena ni gloria para el rapero o, mejor dicho, con más pena que gloria. Recibió en silencio el regaño de Seok Jin por el supuesto ramen con el que había incumplido la estricta dieta que le habían impuesto de cara a lucir mejor en las fotos conceptuales pre álbum. Escuchó el debate sobre las escenas del vídeo musical que protagonizaría sin opinar nada y se pasó la tarde encerrado en el estudio, sin tocar ni una sola partitura ni mover un solo botón del panel de sonido, abstraído.

Había pasado de ser la persona más dichosa a la más desgraciada en tan solo unas horas y, tal y como Jimin había anticipado, se arrepentía de lo que había hecho aunque no tanto por el acto en sí. Eran las consecuencias lo que le lastimaban.

No había sido una propuesta acertada. Para nada. ¿Qué haría ahora con todo lo que sentía?

—¿Qué te pasa? —A media tarde, Nam Joon se le acercó, con el ceño fruncido—. Pareces un muerto viviente.

—Ayer hice una tontería que no me lo pareció tanto. —La respuesta del idol sonó apagada—. Pensé que, si tenía al menos un momento, me daría por satisfecho y me sería más fácil seguir mi camino pero resulta que no ha sido así. Ahora me siento a morir.

—¿De qué estamos hablando exactamente? —Nam Joon arqueó la ceja—. Porque es evidente que no se trata del ramen.

—No te lo puedo contar.

—Yoon Gi...

—Esta vez no, Nam.

—Bueno, como gustes. —El compositor aceptó de mala gana—. Solo te voy a decir que cuando algo nos deja así tal vez sea porque necesitamos más momentos de ello.

—Ya lo sé —gruñó el artista—. El problema radica en que no puedo tenerlos.

—Siempre se puede.

—¡Depende de quién seas! —Yoon Gi se encendió—. Si trabajas en un supermercado, eres profesor o médico, estoy de acuerdo. Pero si eres como yo, con una vida pública, miles compromisos que cumplir y cero ocio personal, se hace bastante difícil, ¿sabes?

—¿Echas de menos al chico de la cafetería?

—¡No, no lo echo de menos! —El rapero se terminó de desquiciar del todo—. ¡Deja de sacar conclusiones sin sentido! —Se levantó y, con cajas destempladas, apagó los monitores del estudio—. ¡Me voy a casa! ¡Tengo sueño! ¡Así no puedo trabajar!

Sin embargo, la soledad de su lujoso apartamento no le ayudó ni tampoco lo hizo el hecho de que se metiera en la cama a las siete de la tarde y no se moviera hasta las seis del día siguiente. Siguió sin dar pie con bola, ausente y con un bloqueo mental global que le dejó sin comer, mirando al monitor del estudio hasta casi las doce de noche.

—Yoon Gi, vete a casa. —Seok Jin se asomó por la puerta con su gabardina y su maletín negro—. Mañana será otro día. Igual rindes mejor.

El chico obedeció sin rechistar. Apagó las luces, cogió llaves y abrigo, bajó al estacionamiento, abrió la puerta de su coche y, cuando se quiso dar cuenta, estaba aparcado frente al apartamento de Jimin, con el móvil en la mano y su número en pantalla.

N/A: 30.01.2025
En mi opinión, la narración del encuentro sexual es sutil y creo que apta par todo público pero como Wattpad borra hasta las historias de Pepa Pig la he clasificado como "madura".

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