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004

Jihyo había llegado esa vez a la hora en busca de Yunjin, de hecho, había llegado 10 minutos antes de la hora de salida y estaba aparcado en el mismo lugar que en la mañana y e intentando calmar sus nervios.

Y es que aquel "esta bien, Jihyo, te espero" lo había tenido con un ansiedad de puta madre durante todo el día, estaba como en una nebulosa en donde todo decía "Sana, Sana, Sana" y le traía como perrito faldero.

Así que allí estaba, repiqueteando sus dedos contra el cuero del volante y mirando cada cinco segundos la hora en el reloj del tablero del auto. No quería parecer una desesperada entrando exactamente a las 4 de la tarde, así que se había decidido en esperar al menos 7 minutos para llegar a las puertas del jardín infantil, pero sus pies ya picaban y se removían inquietos por salir al frio exterior e ir a ver a Sana nuevamente, ah, y a su hermana de paso.

Miró por la ventana, estaba segura de que iba a llover en un par de minutos más por las negruzcas nubes que inundaban el cielo, por lo que se abrochó hasta el cuello su impermeable verde musgo, y abriendo la guantera sacó un paraguas de mano por si la lluvia les encontraba camino al auto.

Si había algo que Jihyo odiaba, era la lluvia, y el frio. No le gustaba para nada, le ponía de mal humor, los días no eran bonitos y debía ponerse una cantidad de ropa exorbitante que le hacían parecer una pelota de fútbol americano, no le daba ninguna maldita gana de salir y el frio siempre le calaba los huesos de forma estridente. Prefería la primavera, ni tanto frio ni tanto calor, y habian flores bonitas decorando todas partes.

Se había desconcentrado pensando en el clima, y cuando vió el reloj, los 7 minutos de espera ya habían pasado, así que tomó el paraguas entre sus manos y salió del asiento del piloto, cerrando la puerta y colocándole enseguida seguro al auto, se secó las manos húmedas-admitia que era por nerviosismo porque ni el clima estaba de su parte para mentir- en sus pantalones de mezclilla y caminó hacia el jardin. Pasando entre las madres con sus hijos hablando de no sabe qué cosas y de un par de alumnos de un instituto cercano que se le quedaron mirando algo prendados, pero joder, ella estaba tan ahogada con Sana que ni una mirada les dedicó al par de niños que pasaron por su lado entre risitas.

Empujando la puerta de vidrio que ya se le iba a hacer conocida de ahora en más, entró al feo hall, encontrándose con bastantes niños sentados en las sillitas o revoloteando por allí esperando a que los recogieran sus madres, escaneó el lugar rápidamente, pero no pudo divisar a su bestia ni a la preciosa chica castaña, solamente a otras bestias para nada bonitas y ruidosas y a una maestra de edad cuidándolos con una sonrisa cansada. Al toparse con ella, la mujer se acercó a ella y miró hacia arriba por lo bajita que era.

- Hola jovencita, ¿en qué puedo ayudarte? - preguntó, tan bajito que Jihyo tuvo que hacer un esfuerzo para escucharle, frunció el ceño intentando procesar una respuesta, pero la mujer ya se le había. adelantado y habia exclamado esta vez un poco más fuerte-¡Ah, tú debes ser la novia de Sana!- y aplaudió.

¿La qué?

Jihyo abrió los ojos sin haber esperado eso y se quedó estática, boqueó, intentando decir algo, pero sus neuronas al parecer se habían desneurizado. completamente y solamente podia escuchar una voz en su cabeza gritary gritar como un desquiciado.

-E-Eh...- alcanzó a pronunciar Jihyo, con una voz más aguda de lo normal y sin saber como carajos explicarle a la dulce maestra que desgraciadamente no era novia de Sana, pero que muy pronto.

- Espérame, jovencita guapa, Sana está hablando con uno de los niños, pero le avisaré que ya llegaste- y dándose la vuelta, la mujer se alejó de Jihyo y serpenteó entre los niños antes de desaparecer por una de las puertas más cercanas de uno de los pasillos.

Jihyo, enmudecida y aún sin poder moverse, ocupó ese corto instante a solas para pensar en todo lo que había ocurrido en un minuto o menos. Okay, había llegado súper bien, le iba a decir a la mujer que venía por su bestia pero no la encontraba, y de pronto ella la había confundido con la novia de Sana.

Eso significaba que Sana era lesbiana, ¿cierto?, a menos de que justo hubiese una chica trabajando allí llamada Sana y eso lo dudaba mucho. Y si Sana era lesbiana ¿tenía novia? porque no creía que la mujer la hubiese confundido con aquella si es que Sana no tuviese. Ese simple pensamiento le dio un vuelco amargo a su estómago y una mueca se instaló en su rostro. Si era verdad que Sana tenía novia, Jihyo no se metería en la relación por mucho que le encante esta castaña y quisiera besarle el rostro y morderle las mejillas mientras le sujetaba la bonita cintura, acariciaba sus cabellos y le susurraba cosas que hacían sonrojar esos cachetes apretables y...

Jihyo se había distraído, sacudió la cabeza, no se metería en una relación ajena.

De la misma puerta donde había entrado aquella señora, salió acompañada de Sana y casualmente su hermana, ambas tomadas de la mano, cuando la mujer le apuntó a si misma y sus ojos se cruzaron con los de Sana, esta estaba tan sonrojada y avergonzada que le dio ternura. La coreana sonrió tontamente, saludando. con una mano y escuchando el chillido de Yunjin con su nombre, y como su bestia empujaba a unos compañeritos suyos mientras cruzaba el salón y abrazar la delgada pierna de Jihyo tan pronto la tuvo a su alcance.

- Hey bestia, ¿cómo la pasaste hoy?- preguntó, acariciando el cabello de Yunjin mientras sentía la pequeña naricita de botón refregarse en su pantalón, Yunjin balbuceó un par de cosas completamente feliz, antes de apoyar su barbilla en su muslo y mirarle con una sonrisa abierta hacia arriba, Jihyo le devolvió la sonrisa, y sintiendo una sombra a frente a ella, se topó con una avergonzada Yunjin que se tapaba el rostro, y la señora riendo a su lado.

-Jihyo -susurró.

-Hola, novia- no sabe de dónde sacó la valentía para decir eso, pero al ver como Sana apretaba sus labios y sus mejillas se abultaban, rojas a más no poder, y luego volvía a ocultarse detrás de sus manos con la estruendosa risa de la mujer detrás suyo.

-¡Lo siento mucho, jovencita!- habló luego la señora, codeando a Sana -Es que esta señorita en la mañana hablaba de una chica exactamente igual a ti con Yunjin, y he pensado que era su novia, ¿a que si, Sana?

Eso le tomó por sorpresa, tanto que no pudo reprimir una risa nerviosa mientras veía a la mujer alejarse de ellas y como Sana temblaba de vergüenza al verse expuesta de tal manera.

-P-Perdón, Jihyo-ssi... no quería incomodarte- le dijo Sana luego de un par de segundos, bajando las manos de su enrojecido rostro y mirando con ojitos de cachorro al sonriente Jihyo que sostenía la manita de una inquieta Yunjin.

- Mmmh... te perdono solamente si me das tu número de teléfono- negoció con una sonrisa socarrona, ¿de donde estaba sacando tanta valentía? lo más probable es que cuando Sana desapareciera de su vista, se tiraría al suelo a llorar y a gritar de lo nerviosa que estuvo todo ese momento, pero ver la cara de Sana a punto de llorar de la vergüenza era demasiado tierno y bonito como para pasar la oportunidad de molestarle un poco, y de paso coquetearle.

Sacó su teléfono del bolsillo de su chaqueta, desbloqueándolo y colocando el teclado numérico, lo extendió algo temeroso por dentro, si Sana le rechazaba toda la barrera de chica cool y confiada que estaba mostrando se iría por el caño y no era para absolutamente nada la idea. Sana le miró, a través de esos rulos bonitos y las mejillas abultadas, esos ojitos brillantes escaneando su sonrisa y seguramente sus intenciones, hasta que tímida tomó con una de sus manos el teléfono de Jihyo, notando como estos temblaban solo un poquito. Los orbes bonitos de Sana bajaron hasta el teclado, y luego volvieron a ella por un segundo, antes de comenzar a anotar suavemente los pares de números, Jihyo notó la duda en Sana sobre si apretar el añadir a contactos, pero finalmente no lo hizo y se lo devolvió a Jihyo mordiéndose el labio.

- De verdad lo siento, Jihyo, no quería incomodarte...- volvió a hablar, formando inconscientemente un puchero luego de eso, aquellos labios rosas y bonitos que habían cautivado a Jihyo desde el primer momento extendidos suavemente solo le daban el impulso de tomar ese rostro entre sus manos y juntarlos con los suyos en un beso suave.

Pero claro, antes de que pudiese hacerlo, sintió un fuerte tirón del lado donde sostenía a Yunjin, y frunciendo el ceño, bajó la vista hasta su hermana, extrañándose al verla tirado de estómago en el suelo pero sin soltar su mano, su bracito extendido. Miró de reojo a la castaña, quien soltó una risita al ver al pequeña asi.

-Yunjin, ¿que haces?- preguntó

Jihyo, zarandeando suavemente ese pequeño y gordito bracito, obtuvo una queja de parte de la bestia y esos piececitos patalearon suavemente. Jihyo volvió a zarandear el bracito de su hermana, y esta alzó la cabeza con un mohin y una expresión que muy seguramente tuvo que haber sido de enojo, pero que solo le dio risa por lo ridicula que podía ser su hermana menor.

- ¡Me quiero ir! Y tú te la pasas babosa por Sana unnie- exclamó, sacándole la lengua, Jihyo apretó los labios, y no quiso mirar de vuelta a la de orejitas.

- Muy bien, nos vamos- su voz volvió a salir más aguda de lo normal, se despidió torpemente de Sana -como siempre- y jaló a Yunjin hasta el auto tan rápido como sus piernas podían, recibiendo quejas de la bestia detrás suyo que por sus cortos pasitos casi arrastraba sus pequeñitas rodillas contra el cemento.

-Yunjin -habló Jihyo 4 horas después, esa misma tarde, mientras Yunjin veía televisión un rato luego de haber cenado, la pequeña estaba con un pijamita de suricata mientras veía "Los Picapiedras" y apretaba entre esos pequeñas deditos un peluche de plátano que tenía. La niña le miró, con esos grandes ojos que a veces le daban miedo a Jihyo, y se fue a sentar al lado de su hermana-¿De qué estabas hablando con Sana sobre mi hoy?

La niña arrugó la nariz, negó con la cabeza y apretujó el peluche contra su pecho -No puedo decirte, es un Sanasecretito - murmuró, volviendo la vista hacia la televisión.

¿Un "Sanasecretito"? Jihyo sonrió ante lo tierno que sonaba eso, pero aún así queria saber.

Rodó los ojos- Te compro un helado- sobornó, y enseguida Yunjin giró la vista nuevamente hacia ella, tan ilusionada y esas largas pestañas que tenía batiendo furiosamente.

-¿De verdad, unnie? ¿De tres copos?- Jihyo asintió, apretando sus labios y sabiendo que su madre la iba a retar feo porque Yunjin no podía comer tanta azúcar de una, pero vamos, ¡Que la chica que le tenía los sesos jodidos había hablado de ella! Ni si quiera sabía de qué, talvés que era una idiota y una buena para nada con un humor de perros.

Yunjin se acomodó, dejando de prestarle atención a la televisión y fijando su vista en su hermana mayor- Sana unnie me preguntó cosas sobre ti, unnie.

Jihyo alzó una ceja- ¿Ah si?- Yunjin le asintió efusivamente-¿Qué cosas, bestia?

Yunjin pensó un par de segundos, capaz recordando la conversación, antes de abrir su boquita en un pequeña circulo y apretar la sudadera de su hermana con sus manos -Me preguntó la música que te gustaba, color favorito, helado favorito, también qué haces mucho, ¡lo que estudias!, si tenías novio, por qué te teñias como fresa...- Yunjin arrugó la frente al procesar las últimas dos cosas.

-Repite lo último- le pidió.

-Que por qué te teñías de fresa, y no sé, yo le dije que porque te gustaban mucho y querías lucir como una.

- Eso no, Yunjin- Jihyo rió, imaginaba a su hermana diciéndole eso a la castaña, y a esa riéndose por la estúpida razón que no era para nada cierta- Lo del novio

Yunjin volvió a mirarla pensativa, hasta que asintió al recordar- Si si, me preguntó, y le dije que no porque una vez le dijiste a mami que te iban más los agujeros y no tanto los palos cuando te preguntó por eso mismo... aún no lo entiendo, unnie, ¿por qué te van los agujeros?

Jihyo definitivamente quería matar a su hermana y enterrarla 7 metros bajo tierra, y de paso ella misma tambien

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