
04.
Nada termina cuando despiertas
El reloj colgado en la enfermería del Saint Leon marcaba las 4:18 p.m. La aguja de los segundos avanzaba con un leve tic-tic-tic que llenaba el silencio como una gotera que no dejaba dormir.
Nova yacía en la camilla junto a la ventana. Un suero goteaba a través de una aguja clavada en el dorso de su mano. El vendaje en su cuello ocultaba la marca que ya no era solo una picadura, ni una irritación. Ahora palpitaba. Vivía bajo la piel como si se alimentara de ella.
Dormía.
Aunque nadie sabía si realmente descansaba... o si estaba atrapada en algún sueño del que no podía salir.
Hanna estaba sentada en una silla de metal junto a la camilla, los codos sobre las rodillas, la mirada fija en el rostro de su amiga. Xavier estaba más atrás, con los brazos cruzados, mordiéndose las uñas.
—¿Crees que va a estar bien? —preguntó él, con voz baja.
—No lo sé —susurró Hanna— Nunca la había visto así.
La enfermera había salido hacía unos minutos. Les dejó quedarse, dado que ambos se negaron a irse. Nadie hablaba del tema directamente, pero todos sabían lo mismo: lo que le pasó a Nova no fue un simple desmayo.
Hanna bajó la mirada a su celular. Había estado buscando en foros extraños, sitios sobre simbología, maldiciones, marcas ocultas... pero todo parecía un rompecabezas sin piezas suficientes.
Nova murmuró algo dormida. Se revolvió levemente. Hanna se enderezó de inmediato.
—¿Nova?
Pero ella no despertó. Solo giró la cabeza hacia el lado contrario y frunció el ceño. Su mano libre se cerró lentamente, como si estuviera atrapando algo invisible y entonces, la puerta se abrió.
—¿Qué están haciendo aquí?
La voz hizo que Hanna se sobresaltara. Xavier también. Ambos giraron al mismo tiempo. En el marco de la puerta estaba la oficial Walker. Uniforme impecable. Mirada cansada.
Pero cargada de tensión.
—¿Mamá? —dijo Hanna, poniéndose de pie— ¿Qué haces aquí?
Walker cruzó la sala con pasos firmes.
—Vine por Nova. Necesito saber qué pasó exactamente.
—¿Es por lo del baño? —preguntó Xavier, acercándose— Ella no recuerda nada. Al menos no nos ha dicho nada.
La oficial se detuvo frente a la camilla, mirando a su hija.
—No. Es por otra cosa.
Hanna frunció el ceño.
—¿Qué cosa?
La mujer la miró directamente. Su expresión era dura, pero no fría. Era miedo contenido.
—El chico de la morgue —dijo finalmente— El que estaba de guardia anoche... fue encontrado esta mañana. En las mismas condiciones que los otros dos estudiantes.
Xavier soltó una maldición apenas audible.
—¿Estás diciendo que alguien más...?
—Murió —asintió Walker— Sí. Pero esto fue peor. Él estaba dentro de una habitación cerrada. No hay señales de entrada forzada. No hay testigos. No hay nada.
—¿Cómo...? —balbuceó Hanna.
—Lo encontraron sin ojos, las venas negras y la boca llena del mismo líquido. Igual que Kayle. Igual que Garret.
Todos se quedaron en silencio. Incluso Nova, dormida, pareció tensarse.
—Lo único distinto —añadió Walker— es que... alguien escribió algo con sangre en el refrigerador donde estaban los cuerpos.
—¿Qué decía? —preguntó Xavier, su voz rasposa.
La oficial dudó. Luego, murmuró.
—"El cuerpo recuerda."
El frío que llenó la habitación no vino de la ventana abierta.
Hanna retrocedió un paso.
—¿Crees que tenga que ver con Nova?
Walker no respondió de inmediato. Se acercó al costado de la camilla y le retiró suavemente la sábana del cuello. No lo tocó. Solo lo observó.
La marca estaba allí. Más oscura que nunca. El símbolo completo ahora podía verse: un círculo rodeado de líneas irregulares, como una flor marchita o un sol moribundo. Una figura que parecía moverse si la mirabas por demasiado tiempo.
Walker murmuró algo para sí misma. Como si ya hubiese visto ese símbolo antes.
—¿Qué sabes? —preguntó Hanna, con voz baja.
Su madre la miró. Pero no respondió. Aún no.
Detrás del cristal de la enfermería, justo donde la luz del atardecer comenzaba a teñir el cielo de gris y rojo, Bill observaba. Desde el otro lado del pasillo. Nadie lo había visto llegar. Nadie sabía cuánto tiempo llevaba ahí. Pero sus ojos —esos pozos sin fondo— no parpadeaban y en su mirada no había emoción alguna.
Solo posesión.
La oficial Walker se despidió con un beso en la frente de Hanna y una última mirada tensa hacia Nova, que aún no despertaba. Luego, abandonó la enfermería sin más palabras.
La puerta se cerró con un clic seco.
Por unos minutos, todo quedó en silencio. Solo el ritmo del suero goteando, y el sonido suave de las teclas de una laptop siendo golpeadas con nerviosismo.
Xavier estaba sentado en una silla plegable junto a la camilla, el brillo de la pantalla iluminando su rostro pálido. Tenía las piernas cruzadas y un cuaderno de apuntes viejo entre las manos, uno de los que solían usar él y Hanna para recopilar datos paranormales y símbolos extraños de internet.
En la barra de búsqueda del navegador aparecían palabras como.
"símbolos oscuros cuello piel circular líneas negras marca ritual"
"marcas malditas adolescentes Europa Central"
"simbolismo Kaulitz leyenda gemelos muertos"
Pero nada. Nada coincidía. Xavier chasqueó la lengua, frustrado, y apretó el "enter" otra vez.
Hanna caminaba de un lado a otro junto a la camilla. Su cuerpo era todo tensión. Jugaba con una pulsera en su muñeca, girándola, como si eso pudiera calmarla.
—¿Y bien? —preguntó, por quinta vez.
Xavier negó con la cabeza.
—He revisado todo: el foro EcosOcultos, las subcategorías de WitchFiles, incluso me metí en un subgrupo viejo de Reddit. Nada. Ese símbolo no existe.
—No puede ser. —Hanna se acercó a la laptop y se inclinó— ¿Seguro que estás buscando bien? ¿Usaste la parte circular como base?
—Sí. Probé invertirlo, rotarlo, separar las líneas. Lo dibujé con el mouse, lo escaneé en el buscador por imagen. Mira.
Abrió una pestaña nueva y cargó la imagen que había trazado a mano alzada en Paint: un círculo imperfecto con cinco ramificaciones irregulares, como espinas o tentáculos. En el centro, una especie de lágrima invertida.
—Lo más parecido que encontré fue un símbolo de posesión babilónica, pero no encaja. Tampoco está en registros paganos ni en grimorios digitales conocidos.
—¿Y si es algo que no fue documentado? —sugirió Hanna, susurrando.
—¿Algo que no debería existir?
—O que se mantiene oculto. Que nadie ha vivido para mostrarlo.
Las palabras flotaron en el aire como veneno. Xavier la miró en silencio. Luego, suspiró.
—Esto ya no es un juego de conspiraciones y fantasmas, Hanna. Esto es real. Nova casi muere. Tres personas están muertas. No sabemos cómo pararlo. Ni siquiera sabemos qué es.
Hanna volvió a mirar a Nova. A su rostro tranquilo, a sus párpados que temblaban como si soñara. La marca en su cuello seguía parcialmente visible. A pesar del vendaje, algo oscuro se filtraba. Como tinta viva.
—Lo peor —murmuró Hanna— es que no parece que esté poseída. Parece que... la están despertando.
—¿Despertando para qué?
—No lo sé.
Xavier siguió tecleando en silencio mientras Hanna tomaba una libreta del escritorio de la enfermera y empezaba a anotar.
Pero justo cuando él abría otra pestaña, una ventana emergente apareció sola. No venía de ninguna página. No tenía botón de cerrar. Solo un fondo negro... y en el centro, la misma figura del símbolo. Idéntico.
Xavier se quedó paralizado.
—Hanna... —susurró, empujando la laptop hacia ella.
Ella se acercó, frunciendo el ceño.
La imagen temblaba en la pantalla. Se distorsionaba ligeramente, como un video mal cargado. Y debajo del símbolo apareció una palabra.
"Tuya."
Ambos retrocedieron un paso y entonces, la laptop se apagó sola. La enfermería volvió a quedar en penumbra. Las luces parpadearon un instante. Nova se removió en la camilla, murmurando algo entre sueños. Hanna se acercó a ella de inmediato.
—¿Nova? ¿Puedes oírme?
Nova entreabrió los labios.
—...él...
—¿Quién?
—...está... aquí...
Un ruido seco se escuchó en el pasillo.
Hanna giró hacia la puerta.
—Xavier —dijo, sin mirarlo— Cierra la ventana. Apaga las luces. Quédate conmigo.
Él asintió y lo hizo.
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