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OO5. Criaturas esponjosas de garras afiladas.

Día 05: Gatos, mala suerte y almas gemelas.

Cartman está harto de todo lo que tenga con ver con asuntos del reino.

Su madre le está exigiendo demasiado y, está bien, él puede tolerar hasta cierto punto las condenadas clases que le imparten maestros viejos que parecen estar a un soplo de irse al más allá (Kenny se mantiene todo el tiempo a su lado y ambos han sabido meterse en muy buenos problemas) o los paseos por los alrededores del pueblo para conocer todo lo relacionado al territorio que le pertenece a Kuppa Keep (porque, al menos, pueden realizar un banquete donde se les antoje); pero él también tiene un límite.

—Un buen rey ha de levantarse con el sol, calabacín.

Cartman se queda admirando el toldo que cubre su enorme cama, sus extremidades están estiradas cual estrella de mar en una roca y trae una expresión aburrida en la cara, cosa que debería de ser suficiente aviso por parte suya para que su madre no lo obligue a iniciar su rutina tan temprano.

Ingenuo.

—¡Kenny, es que esto es lo más estúpido que me mandó a hacer mi mamá!

La princesa solo trata de contener la risa, manteniendo su vista al frente y así tratar de ignorar a su amigo que ahora tiene el cuerpo repleto de flechas de plástico.

—La práctica lo hará mejor en el tiro con arco, su alteza— responde unos segundos después mientras se acomoda algunos mechones de su rubio cabello —, ya verá que en un par de meses podrá ganarle a cualquiera.

—Ugh, me llenaste el maldito culo de flechas, perra.

—¡Ay, gordo, no tienes que ser tan vulgar!

—¡No me llames gordo, fea!

Kenny parece lista no solo para responder a su torpe compañero, sino también para volver a llenarlo de flechas cuando escucha algo entre los arbustos.

—Eric, ¿dónde estamos?

Cartman está listo para burlarse de la rubia y responder "en el pueblo, idiota" cuando nota que hace mucho dejaron todo lugar donde hubiese gente. Los árboles se muestran ante ellos en todo su esplendor, tapando buena parte del cielo y solo dejando entrar entre sus copas la parte necesaria de luz.

Están en el bosque de los elfos.

—Muy bien— anuncia Eric después de estar prácticamente congelado unos segundos tras realizar el descubrimiento —, nos largamos, así, ahora ¡Ya!

Ambos saltan al oír de nuevo algo pasar entre los arbustos, Kenneth se aferra con rapidez al brazo derecho de Eric y él, en otras circunstancias, la hubiese apartado para hacerle recordar que literalmente ella trae un arma con la cual se puede defender, pero ahora solo puede aferrarse con algo de brusquedad también, tratando de observar los alrededores en busca de la criatura que está rompiendo la calma del lugar.

El sonido por un momento parece venir por todos lados, alterando a los dos muchachos que están a nada de dar el grito de sus vidas al notar como algo emerge de entre la vegetación.

—¡U-Un gato!— grita Kenny finalmente —¡Un maldito gato!

Eric parece listo para sufrir un ataque de pánico por tanta adrenalina, con su mano libre sobre su pecho tratando de calmar su respiración y con la otra apretando la de Kenny sin darse cuenta.

—Nos...nos vamos, ¿por favor?— pide, casi al borde del llanto y con el orgullo de niño herido por verse reducido a una masa temblorosa por un simple animal —¡Kenny, esa cosa no deja de mirarme, podría ser un monstruo o algo, vámonos ya!

—Se parece al hijo de Sheila— responde la rubia de un momento a otro y sin nada del miedo que sentía hace solo unos segundos, ladeando la cabeza con curiosidad —, mira, hasta tiene el color de su cabello.

—¡¿De qué estás hablando, loca?!

Kenny suspira con algo de fuerza y le dirige una mirada casi molesta al castaño, este solo levanta una ceja por ver cómo el ánimo de su amiga puede cambiar tan rápido y trata de jalarla del brazo para poderse marchar.

—Te está mirando a ti, gordo estúpido, tenemos que seguirlo... Bueno, tú tienes, pero quiero ver cómo va esto.

Y así ella comienza a caminar, tratando de poner toda la fuerza que tiene su cuerpo en jalar a su, ahora, enojado amigo. A veces se pregunta cómo diablos podrá volverse rey en un futuro.

Kyle ha terminado su paseo diario al lado de los guardias reales y está más que listo para darse una ducha nada más llegar a casa.

Su vista se regocija con el montón de vegetación que encuentra a su alrededor, la primavera ha dado inicio hace solo unas semanas y todo ya luce tan lleno de vida con insectos revoloteando y aves cantando alrededor del bosque.

—Un momento— pregunta, sin embargo, cuando se percata de que falta alguien —, ¿dónde está el señor frufru?

Sus guardias se miran entre ellos, pese a los cascos que casi les cubren los ojos, Kyle puede notar su nerviosismo y como tratan de mirar disimuladamente a todos lados.

—¡Señor frufru!— grita, comenzando otra caminata, ignorando el intento de sus acompañantes por llevarlo de vuelta a casa —¡Solo será un momento! A lo mejor fue al bosque en busca de algo que comer, es un gato muy grande, ¡por favor, por favor, ayúdenme a buscarlo!

Nuevamente sus dos guardias se miran entre sí, encogiéndose de hombros al final y comenzando a gritar el nombre de ese gato tan extraño que un día solo apareció en los aposentos del príncipe de los elfos.

Kyle trata de preguntar a todas las personas con las que se topan si vieron un gato enorme con pelo color chocolate y ojos azules. La negativa de la mayoría hacen que poco a poco el pánico lo inunde. 

—¡Vamos, Eric!— grita Kenny, jalando con fuerza al mencionado del brazo —¡Un día serás el rey de todo Kupa Keep y te enfrentarás a criaturas enormes! ¡No seas cobarde!

Eric se aferra con su vida a la rama enorme y gruesa de un árbol que encontró cerca de la pequeña pendiente por donde ahora la loca de la princesa lo quiere obligar a bajar.

—¡No quiero ir, Kenny, maldita sea!— responde, agitado al igual que la rubia —¡Volvamos a casa y te dejaré comer la mitad de mi plato!

Kenny finge ignorarlo, tomando aire antes de dar un último tirón. Siente que podría bailar de alegría al por fin hacer que su amigo se mueva, pero rápidamente su expresión cambia a una de horror cuando su zapato se desliza a causa del lodo y ambos terminan rodando por la pendiente. Podría agradecer que Eric al menos hizo un esfuerzo por tratar de evitar que reciba mucho daño en la caída, sino fuese porque terminó cayendo sobre ella.

—Carajo— lo oye susurrar —, ¿te maté otra vez?

Está más que lista para responderle con golpes y hacer que salga de su encima, pero el maullido de su compañero peludo (del que casi se olvidaron que existía) interrumpe su momento. Entonces ella solo suspira y empuja con suavidad a Eric, tratando de ponerse de pie y fallando.

—Creo que me he torcido el tobillo— susurra, aguantando las ganas de llorar.

Los dos suspiran al unísono, sus miradas chocan y parecen estar listos para matarse a golpes.

—Te subirás a mi espalda— ordena Cartman, escuchando como los maullidos de ese condenado gato parecen decirles que se apuren —, cosas peores nos han pasado.

Kenny también encoge los hombros, sí, está de acuerdo con eso.

Señor frufru, Chocolate o simplemente Theo es un felino con más pelo que cuerpo que apareció en la puerta de la casa de Kyle cuando él regresó de celebrar su cumpleaños número diez. Lo cual hizo que el pequeño cumpleañero en un principio creyese que su madre cumplió su tan anhelado deseo y le consiguió una mascota.

Cosa que no pasó porque su madre se quedó mirando al animal por más tiempo del normal con un profundo ceño fruncido y agarrando a su hijo de la mano para evitar que este lo tocase. Al menos fue así hasta que el pelirrojo notó un brillo peculiar en su mirada y ella dejó que cargase al gato.

—¡Señor frufru!— grita Kyle —¡¿Dónde estás?!

El silencio es lo único que le responde. El atardecer comienza a bañar la zona del bosque donde se encuentra para cuando el pequeño nota que ha perdido el rastro de sus guardias hace ya un tiempo.

—Muy bien— susurra, inhalando y exhalando con lentitud —, mamá dice que hay que dejar que el bosque guíe tu camino.

Con un silbido simulando la canción que alguna vez escuchó por parte de sus maestros de lira, retoma su andar, aliviado de escuchar a algunos animales a lo lejos, un maullido en particular destacándose, haciendo que su atención se centre en una parte alejada del sendero que el bosque le señala para regresar a casa.

Frufru se escucha a lo lejos, maullando con algo de fuerza, dejando ver qué o tiene hambre o está atorado en un árbol, otra vez.

—¡Ya voy amigo!— y así Kyle ignora el consejo de su madre y se lanza a buscar a su querido compañero.

—¿Sabes, Kenneth? Yo tenía el presentimiento de que algo así podía pasar cuando mi madre me despertó a las seis de la mañana. Primero nos manda a practicar el arco y la flecha, yo termino lleno de ellas, luego nos adentramos en tierras prohibidas sin avisarle a nadie, encontramos una criatura, ¡oh sorpresa, un gato! Que debería haber sido suficiente razón para dar media vuelta, pero no, ¡la princesa quiere seguir al pobre animal! ¡Y ahora estamos sin rumbo, casi anochece y tú tienes tu tobillo lastimado!

—Gracias por preocuparte por mí, su alteza— murmura Kenny, su tono bañado con algo de sarcasmo.

Ella levanta levemente la mirada, notando como ese gato de peculiar pelaje rojizo ha dejado de maullar desde hace un buen rato y se dedica a solo guiar.

—Y en cuanto a ti— oye a Eric continuar —, no creas que tendré misericordia contigo, ¡te llevaré al palacio y haré que pagues de alguna forma por esto!

El gato no emite ningún sonido, solo bosteza, aburrido de la diatriba del castaño.

Han llegado a una parte específica del bosque, notan minutos después. En este lugar se puede ver con mayor exactitud el cielo, los colores cálidos del atardecer casi desapareciendo para dar paso a la noche.

—¡Señor frufru!— escuchan, y Eric acomoda a la rubia en su espalda, listo para enfrentarse a lo que sea que se acerque ahora.

Quien sale ahora entre la vegetación es un muchacho con ropa real, de esas telas extrañas que los elfos de cargos altos usan, una corona de ramas y hojas adornando su cabeza llena de ese cabello extraño del cual Eric se burlaría si no notara que se parece demasiado al del gato que los ha estado guiando todo este tiempo.

—Tómate tu tiempo— susurra Kenny, amortiguando el volumen de su voz al ocultar el rostro en su hombro —, creo que él se dará cuenta más rápido que tú.

Al inicio este extraño niño los mira con algo de nervios, luego Eric puede ver como su ceño se frunce y parece listo para darles alguna clase de sermón. Después se escucha otro maullido y ambos dirigen su mirada al gato naranja, notando como este parece estar mirando arriba, entonces lo imitan y pueden admirar en todo su esplendor a un gran gato color chocolate en la cima de un árbol.

—¡Señor frufru!

—Que nombre más feo.

—¡Y a ti que te importa! ¡¿Además que haces aquí?!

—¡Puedo pasearme por donde yo quiera, cabeza de zanahoria! ¡Soy de la realeza!

—¡Saca tu gran culo real de aquí, entonces!

—Que vivan las almas gemelas— murmura Kenny, ninguno de los dos la escucha, por supuesto. Solo los gatos parecen comprender, chocando sus cabezas con cariño en medio de los gritos.

En algún momento de tu vida se presentará ante ti un animal de cualquier tipo que presente las características de tu alma gemela y que te guiará a esta o lo que sea, que esto ya quedó largo 😎✌.

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