Pov. Taehyung
Me estoy volviendo loco.
Rápidamente.
Siento que en algún momento después de la muerte de mis padres, cruzamos la línea.
Cruzamos la línea que los hermanos normales no cruzan. Una línea que pasamos sin siquiera darnos cuenta.
Mierda, mierda.. agh..
No sé qué hacer. Mi mente corre pero no puedo alejar mis ojos de él. Cada risa me mantiene cautivo. Cada sonrisa me atrapa mirándolo.
— ¿Ahí? — Hoseok pregunta, señalando hacia donde unas personas están acampando.
Preferiría que no, pero nos estamos quedando sin opciones. Está oscureciendo y no es seguro estar en el río de noche.
— Hey! — Un hombre de barriga grande y barba gris, nos llama. — Pueden acampar aquí. No mordemos.
Una mujer con una barriga igual de grande, se ríe.
— Habla por ti solo, Danny.
Hoseok se ríe de ellos y eso hace que tome la decisión. Vamos a acampar con estos viejos. Brinco fuera de la balsa y Danny entra al agua a ayudarme a llevar la balsa a la arena.
— Soy Danny Franklin, y esta es mi esposa, Joya.
— Ustedes niños, llegaron justo a tiempo. La cena está en el fuego. — Joya dice sonriendo. No tiene un diente frontal, pero su mirada es amable.
— Una cena caliente es seguro mucho mejor que los sándwiches fríos en nuestra hielera. — Le digo con una sonrisa. — Soy Taehyung, y este es mi-
— Tu novio es tímido. — Danny me interrumpe, una ancha sonrisa en su rostro. — Soy como Santa Claus, bebé. Una vez que me conozcas te querrás sentar en mis piernas.
Ni Hoseok, ni yo lo corregimos.
Joya se ríe y lo golpea en el brazo.
— Vas a asustar a los niños. Taehyung, ignoralo. Cuál es tu nombre, cariño?
— Hoseok. — Responde. — Gracias por invitarnos.
Hoseok se para a mi lado. Está nervioso. Envuelvo un brazo a su alrededor y lo acerco a mi.
— Por qué no le ayudas a Joya y yo pongo nuestra tienda? — Hoseok asiente y camina hacía Joya. Danny me guiña un ojo.
— Joya tenía 16 cuando nos conocimos. La embaracé tres veces antes de que cumpliera 21. — Me presume. — Tu chico es joven, verdad?
— Cumplirá 18 este año.
El asiente.
— Yo no soy la ley. Tu secreto está a salvo conmigo.
Debería decirle que es mi hermano, pero hay algo prohibido y atrayente en pretender que no lo es.
— Gracias.
Él charla mientras ambos levantamos mi pequeña tienda. Es una tienda individual, pero Hoseok es delgado y le gusta dormir abrazado, así que cabremos con problema.
— Ronco — Me advierte. — Así que no se preocupen por ser silenciosos. — Levanta sugestivamente las cejas.
Riéndome, le doy una palmada en el hombro.
— Seremos silenciosos.
Mientras el sol se oculta, la temperatura baja. Hoseok está cerca de la fogata, mientras se come un hot dog. Yo me como el mío rápido y voy por una manta a nuestra tienda. Regreso con ella y le hago señas a Hoseok para que se siente conmigo. Se acerca a mí y se sienta entre mis piernas. Envuelvo la manta alrededor de nosotros para mantenerlo caliente.
Hoseok voltea su cabeza hacía mí y susurra.
— Ellos creen que somos novios.
Acaricio su cabeza con mi nariz. Su cabello huele a sol, agua del río y protector solar, lo inhalo.
— Si lo creen, hobi.
— No los corregiste.
— Tampoco tú lo hiciste.
Mis palmas se deslizan por sus brazos hasta que llego a su mano y entrelazo nuestros dedos.
—No es de su incumbencia de todas maneras.
— Miralos susurrando. — Dice Joya golpeando el brazo de Danny. — ¿Recuerdas cuando éramos así de jóvenes y adorables?
— Ahora somos viejos y adorables. — Replica Danny riendo.
Me siento contento abrazando a Hoseok. Amo la manera en la que su cuerpo tiembla cuando se ríe de las bromas de Joya y Danny. Las líneas definitivamente se han borrado, porque por un momento deliro con que somos una pareja de verdad.
Justo aquí, en este banco de arena en el río, no somos hermanos. No estoy en una relación seria con Jeon Jungkook. Solo somos dos personas. Dos personas a las que les gusta tocarse.
Danny y Joya hablan hasta que empiezo a cabecear. Hoseok ya se durmió. Les agradezco por la comida y despierto a Hoseok. El aire es helado pero nos apresuramos a nuestra tienda. Estamos apretados,pero eventualmente cerramos el cierre y nos acurrucamos bajo las mantas. Estamos pegajosos y olorosos, pero eso no nos detiene para abrazarnos el uno del otro.
— ¿Taehyung?
— Si, Hobi?
— Hoy fue divertido. — Su palma esta abierta en mi pecho desnudo. — No puedo recordar la última vez que me divertí.
— Hmm, tu cumpleaños?
Se le sale una risa,
— Llovió sobre el asado. Eso no fue divertido.— Pero la batalla de lodo que papá inició si lo fue. — Argumento.
Su cuerpo se tensa y lo sostengo mas fuerte.
— Si, lo fue, hobi.
— Si lo fue. — Sorbe la nariz. — Navidad no fue divertida.
Siento un hueco en el estómago cuando escucho sus palabras. Navidad no fue divertida. Me porté como un imbécil con él. Mamá estaba sobre Hoseok, preocupada por él, y yo me molesté.
Y ahí estaba yo, recién llegando a casa después de estar lejos en la escuela, y Hoseok ya estaba complicando todo.
Pero mirando atrás, puedo recordar el dolor en sus ojos. Yo era demasiado egoísta como para querer ayudarlo como mamá y papá lo hacían. Solo me preocupaba por mi. Y por meterme entre las piernas de Jungkook.
— Por qué estabas tan triste esa noche? — Le pregunto con voz gruesa. Él sabe qué noche. La noche en la la que terminé gritándole a mamá que dejara de permitir que Hoseok se saliera con la suya. Esa noche me salí a media pelea. Pase la noche con Jungkook y regresé hasta la cena del día siguiente.
Hoseok se tensa y deja salir un suspiro triste.
— Porque te extrañaba. Cuando no estás en casa me siento solo. Es como si llenaras de vida el lugar. Acababas de llegar a casa y ya estabas haciendo planes para ir a ver a Jungkook. No sé cómo explicarlo. Solo me sentí mal.
— Estoy aquí ahora, — Murmuro — y lo siento, Hobi. Perdón por ser un pésimo hermano.
— No dejas de decir eso, pero yo no lo veía de esa manera. Solo quería pasar tiempo contigo.
La tienda está llena, pero necesito consolarlo. Nos hago rodar hasta que Hoseok queda mayormente abajo de mi. Mis piernas desnudas se enredan con las de él bajo las sábanas y mi mano sube y baja por su abdomen por encima de su playera.
— Estoy intentando ser mejor persona. — Admito. Cepillo su cabello fuera de su cara y toco sus labios finos con la punta de mis dedos.
— Tu siempre fuiste mejor persona que yo. Yo te admiraba. — Suelta una respiración.
— Y ahora? — Mi voz está ronca.
— Todavía te admiro.
— Qué nos está pasando? — Descanso mi cabeza en mi mano y con la otra sigo acariciando su cabello. — Por qué me siento tan desesperado por mejorar nuestra relación?
Él gira su cabeza, su aliento caliente golpeando mi rostro.
— Porque soy todo lo que te queda.
Inclinandome hacia adelante, planto un beso en su mejilla.
— Es más que eso. Creo que la muerte de mamá y papá me abrió los ojos a lo que realmente es importante. Toda la mierda que me preocupaba antes ya no tiene importancia.
— Estoy feliz de que estés de regreso esta semana. — Murmura Hoseok. — Voy a estar triste cuando te vayas.
Beso su mejilla de nuevo. Solo un pequeño piquito. Luego, Hoseok eleva su cara hacia la mía. Presiono mis labios contra los de él, porque se siente como lo correcto.
— ¿Tae?
— Si, hobi?
— Estoy enfermo y ahora tu también lo estas.
Besos sus labios otra vez, antes de recostarme.
— Estaré bien, no te preocupes por mi.
Él se enreda alrededor de mi cuerpo y murmura contra mi pecho.
— Pero tengo miedo de que esto me maté.
☽
— Oh mierda, olvidé hacerte tomar tus pastillas. — Digo estacionandome en la cochera de la tía Hyuna.
Hoseok se encoge de hombros.
— No las necesito.
— Si lo haces. — Alcanzo detrás de su asiento y busco en mi mochila. — Aquí.
Hoseok deja salir el aire molesto, roba mi Mountain Dew para pasarse las píldoras.
— Ahhh. Ahí está. Contento?
Tomo su cabeza y la aprieto.
— Solo no quiero que sufras. Esas pastillas te ayudan.
La tensión sale de su cuerpo y asiente.
— Lo sé. Lo siento. He estado bajo la vigilancia de la tía Hyuna por demasiado tiempo. Me hace sentir como si estuviera en un manicomio y ella fuera la enfermera malvada.
Los dos nos reímos, porque la tía Hyuna es un poco controladora.
Mi teléfono suena y me quejo. He estado evitando las llamadas de Jungkook. Injustamente. Él es mi novio y no puedo evitarlo para siempre.
— Date una ducha. — Molesto a Hoseok.—Apestas. Yo bajaré todas las cosas.
En cuanto se baja de la camioneta le regreso la llamada a Jungkook.
— Hey, Taehyung. — Me saluda.
— Hola, bebé.
— Habrá una fiesta en el distrito del centro de la ciudad. Deberías venir. Yo estaré ayudándole a mamá con la tienda, pero me dejará salir temprano y tal vez podamos ver tocar a las bandas o algo.
— Si, claro.
— Te he extrañado. Pensé…
— ¿Qué?
— Pensé que podrías venir solo. — Murmura y puedo escuchar la vergüenza en su voz.
Furia burbujea en mi pecho. Por supuesto que debería estar avergonzado. Me esta pidiendo que deje solo a mi hermano, aún sabiendo cuán frágil ha estado últimamente.
Jungkook revienta en llanto antes de que pueda decir algo.
— Lo siento. Ay, lo siento. No debí de haber dicho eso. Te extraño y quiero pasar tiempo contigo.
Me relajo y paso mis dedos por mi cabello sucio.
— Estaré ahí. Te veo pronto.
— Te amo — Dice Jungkook.
— Yo también.
Cuelgo la llamada y paso la siguiente media hora descargando la camioneta. Mi mente está en otro lugar mientras me ducho y me arreglo en el baño del sótano. Cuando finalmente salgo del baño, Hoseok está dormido en el sillón. Está usando uno de mis pants de los Razorback y una camisa sin mangas. Su cabello está aún húmedo, su nariz y mejillas aún rojas por el sol.
Debería dejarlo dormir.
Escabullirme para evitar lastimar sus sentimientos.
Pero…
La hago cosquillas en su pie descalzo hasta que abre los ojos.
— Jungkook quiere que vayamos a una fiesta del pueblo. — Le miento. — Podrías alejarte un momento de la tía Hyuna.
Él se siente y bosteza antes de levantarse.
— No tienes que preguntarme dos veces. Estaré listo en 20 minutos. — Sube la escalera lleno de energía como para alguien que acaba de despertar.
☽
— Y estas las recibimos ayer. — Platica Jungkook, mostrandome unas velas nuevas.
Me importan un carajo las velas, pero finjo una sonrisa.
— Qué bien.
Un cliente le pregunta algo a Jungkook sobre las velas, y él le explica todo animadamente. Me alejo de ahí en la búsqueda de Hoseok. Esta recargado contra la pared viendo el piso, mirándose dolorosamente fuera de lugar. Mis ojos aprecian su apariencia y me pregunto, cúando creció.
Está usando una camisa de botones azul marino con estampado de flores, y unos shorts de mezclilla que estoy seguro hizo el mismo. La camisa luce como algo que la tía Hyuna compró para él y estoy feliz de que intente hacer feliz a nuestra tía.
Su cabello ha sido peinado con un partido, mechones enmarcan su pequeño rostro cuidadosamente. Se tomó del tiempo de usar un poco de sombra para delinear sus ojos y ponerse humectante labial con color, pero el rojo de sus mejillas es natural del sol.
Me golpea la realidad de que es en verdad bonito. Demasiado bonito.
Moviendo mi cabeza alrededor, me pregunto si otros lo ven también. Un tipo bajito y pálido de la edad de Hoseok, parado cerca de él junto con otro chico, no deja de lanzarle miradas. Siento un arranque de molestia empezar dentro de mi.
— Vamos a dar un paseo. Jungkook va a estar aquí durante otro rato. — Le digo a Hoseok.
Levanta su rostro y me regala una cálida sonrisa.
— Me encantaría largarme de aquí.
Lado a lado, pasamos frente el tipo de los ojos inquietos y lo miro feo hasta que aleja su mirada de Hoseok.
Una vez afuera en el aire caliente primaveral, paso mi brazo por sus hombros y lo guío por la acera. Él se recarga en mi y se abraza a mi cintura con un solo brazo.
— ¿Chocolate? — Pregunto apuntando a una chocolatería.
— Qué tal Dizzy Dunlap?
La tienda resalta entre las demás, luces neón se ven por la ventana. El olor a incienso es fuerte cuando pasamos frente la entrada. El lugar está lleno y es ruidoso. Una canción de Jimi Hendrix suena en las bocinas.
— Este lugar es una locura. — Le digo cerca del oído.
Hoseok me mira y sonríe, las luces del lugar hacen ver sus dientes más blancos y su piel más oscura. Su mano se envuelve en la mía y me arrastra dentro de la tienda. Lo dejo guiarme hasta que llegamos a una habitación que tiene a gente sentada en sillones y sillas que no hacen juego.
En cuanto una pareja desocupa una gran silla, la robamos. Tomo asiento y Hoseok se sienta en el brazo de la silla.
En la esquina de esa habitación, dejo mis ojos pasearse por sus pálidos muslos. Sube sus tobillos en el otro brazo de la silla, dejando sus piernas atravesadas frente a mi.
— Qué quieres para tu cumpleaños? — Tengo que gritar sobre la música.
— Un tatuaje.
Levanto mis cejas.
— Un tatuaje? Donde?
— Aquí. — Dice señalando sus costillas.
— Mamá se enojaria.
Hoseok encoge los hombros.
— Mamá no esta aquí.
Nos quedamos callados por un momento.
— Te llevaré. Será mi regalo para ti.
Se inclina hacia delante y abraza mi cuello. — Gracias, hermano.
Cuando se aleja, mis ojos nuevamente se pasea por sus piernas. Deslizo mi pulgar por su pantorrilla. El vello en su pierna me pica.
— Ya dejaste de rasurarte. — Lo molesto, a Hoseok le dio por depilarse cuando entró a la adolescencia.
Su sonrisa se cae y me mira como si lo hubiera golpeado.
— No tienes porque portarte como un pendejo. — Se empieza a levantar, pero tomo su muñeca para impedirlo.
— Qué pasa?"
Sus ojos brillan bajo las luces llenos de lágrimas.
— No me puedo rasurar.
— ¿Por qué no?
— Porque la tía Jessica no me deja!
Se trata de alejar de mi, pero yo soy más fuerte. Lo jalo y lo siento en mis piernas. Al principio esta tenso pero después se relaja. Su cuerpo en amolda al mío mientras llena mi camisa de lágrimas.
— Shhh. — Murmuro acariciando su espalda a través de su camisa azul.
— Ella tiene miedo de que me corte.
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