𝟬𝟬𝟰
Pov. Hoseok
— Vamos — me dice cortante la tía Hyuna mientras se estaciona frente a la farmacia. — No te voy a dejar aquí solo.
Probablemente cree que le robaré su preciado Lexus. Poniendo mis ojos en blanco me bajó del carro siguiendola al edificio. Vamos a llegar tarde a la escuela, pero de todas maneras siempre llego tarde. En la escuela ya se deben de estar cansandos de mi porque siguen poniendo en mis reportes de impuntualidad y faltas, "Superando la muerte de sus padres."
No hay superación. Solo muerte.
Es un pensamiento constante en mi mente. Cada mañana cuando abrí mis ojos, cada noche cuando me quedo dormido, y cada momento entre esos. Ellos ya no están.
La tía Hyuna me deja para ir a la farmacia. Camino entre las islas, pienso en robarme algo solo para molestarla cuando choco con otro chico. A él se le cae una prueba casera de embarazo.
Me agacho a juntarla, pero antes de que pueda verlo, habla.
— Hola, Hobi — me dice suavemente.
Levantando mi cabeza abruptamente veo los ojos de Jungkook enrojecidos.
— ¿Qué es esto? — Le demando saber mientras muevo la caja frente a su rostro.
— Nada que te importe — Me la arrebata de la mano mientras mira nerviosamente sobre su hombro.
— ¿Estás embarazado? — Le grito con una voz chillona.
— No sé —me dice cortante.
En todo lo que puedo pensar es en Taehyung.
En los deseos de mamá de que terminará la universidad primero y después se preocupara por Jungkook. Él de seguro lo hizo para traerlo de vuelta a casa. Yo también lo quisiera tener cerca, especialmente en estos momentos, pero no puedo evitar ponerme furioso.
— No le puedes hacer esto — Lo dejo salir.
— ¿Hacerle qué? — Sus ojos se agrandan en sorpresa
— Atraparlo — siseo. — ¿Haz escuchado de los anticonceptivos?
— ¿Qué está mal contigo? — me mira horrorizado, sus ojos azul rey obscuros casi negros llenándose de lágrimas.
Esa es la pregunta del millón.
Todo. Todo está mal conmigo.
Es por eso que estamos en esta estúpida farmacia. La tía Hyuna cree que puede
arreglarme con medicamentos.
— No le hagas esto — Le ruego, mi voz ahogada.
— No es exactamente algo que pueda arreglar, ¿no? — Jungkook me tuerce el gesto
— Podrías interrumpir el-
— ¡Hoseok! — Grita la tía Hyuna desde otro pasillo. — Vamonos, ya es tarde
— Nunca haría algo así — me dice Jungkook, su labio inferior temblando — Nunca.
— No. — Le escupo. — Porque sólo piensas en ti
Camino pasándolo hacía la puerta, pasó de la tía Hyuna y llegó a la puerta, para salir de ahí.
Lejos. Lejos de todos. Lejos de todo.
---
Miro fijamente el bote de pastillas en mi closet. El mismo closet de siempre, diferente habitación. Cuando mis padres murieron me alejaron de mi hogar, y me trajeron a la casa de mis tíos. La tía Hyuna estaba horrorizada cuando decidí traer mis viejos muebles en lugar de usar los nuevos y elegantes que ella me ofrecía.
Mamá y yo pasamos todo el verano pasado lijando los viejos muebles que he tenido desde niño y pintandolos de nuevo. Nos quedó de la mierda porque ninguno de los dos éramos buenos para decorar, pero era de las pocas cosas que hicimos juntos por diversión.
Si mamá supiera que la tía Hyuna me quiere meter todas esas pastillas por la garganta, se volvería loca. Mamá creía en la medicina holistica. Incluso cuando el doctor me diagnostico como bipolar, ella le aseguro que me las arreglaría solo con terapia y apoyo familiar.
Y me las estaba arreglando. Hasta que murieron.
Ahora estoy girando y girando.
Odio la escuela. Odio esta casa. Odio a todos. Especialmente odio a TaeHyung.
Él está ahí viviendo su vida perfecta con su probablemente embarazado novio esperando por él. En un año él terminará la universidad y vendrá a casarse con Jungkook.
De seguro tendrán 10 hijos, y vivirán en una casa elegante junto a la tía Hyuna y el tío Dawn, y yo seguiré siendo Hoseok, él que no sabe nada de la vida.
Destapando la botella analizo las píldoras rosas y blancas. Litio. Se supone que debo tomar esta píldora mágica y seré normal. O al menos eso dicen la tía Hyuna y el doctor Ghim. Pero yo sé que se necesita más que una píldora para hacerme normal.
No necesito estas porquerías.
Le dije eso a mi tía.
Solo necesito a mamá y papá.
Con un gruñido frustrado camino hacia el baño, listo para tirarlas por el inodoro. Eso hará enojar a la tía Hyuna. Estoy a punto de hacerlo, cuando atrapo mi reflejo en el espejo.
Papi.
Los mismos ojos profundos y café claros. El mismo cabello castaño claro ( ya el tinte rojo temporal había desaparecido ). Las mismas ligeras casi transparentes pecas.
Lágrimas. Lágrimas. Y más lágrimas.
Es todo lo que hago estos días.
Enfurecer y llorar. Enfurecer y llorar.
A nadie le importa tampoco. No cómo le importaba a mamá. Yo la frustraba, pero ella lo intentaba. Siempre estaba investigando nuevos métodos para ayudarme. La amaba por intentar ayudarme de una manera que no sentía como si estuviera tomando control de mi vida.
Pero él que más me ayudaba era papá. Era gracioso y siempre estaba relajado. Me relajaba a mí también. Yo sabía que su trabajo era duro y lastimaba su espalda, pero él llegaba a casa y me daba todas sus sonrisas.
Él chico del espejo que se parece a papá llora.
Algunos días no me reconozco. Algunos días me siento fuera de mi cuerpo. Algunos días me siento tan perdido.
Nunca nadie me encontrará.
Tal vez si necesito que me arreglen.
Pero tomará más de una píldora lograr eso.
Él chico del espejo debe de saber el secreto de la felicidad porque se traga las pastillas.
Tiene arcadas pero no deja de tragar, utiliza el agua del lavamanos para poder pasarlas.
Todas.
¿Y yo?
Yo me aferro al inodoro mientras olas de náuseas sacuden mi cuerpo. Voy a vomitar. Mojón mi rostro con agua helada, pero no ayuda en nada. Estoy sudoroso y mareado.
Pienso en que si le preguntara a TaeHyung sus secretos para ser feliz, ¿me los diría?
Él me diría, "Seok, el secreto es no ser un jodido. Fácil." Y yo le diría, "Ahh, ahora lo entiendo"
Y sería normal, como mi hermano.
Y podría ser un tío, mejor que el tío Dwan y la tía Hyuna, para el bebé en el vientre de Jungkook. Lo consentiría y le contaría los secretos. Le diría exactamente como no ser un jodido loco.
"Fácil," Le diría. Y el bebé entendería perfectamente.
No como yo.
El bebé no tendra que estar a la sombra de su hermano su vida entera, intentando ser lo suficientemente bueno. El bebé iniciaría la vida con el pie derecho.
Yo ayudaría al bebé. El bebé me lo agradecería.
La habitación da vueltas y bilis sube por mi garganta. Apenas alcanzo a llegar al inodoro cuando ya estoy vomitando todas las pastillas de normalidad. Son el recordatorio de que ni felicidad no depende de una pastilla o treinta. Mi felicidad es algo que está en un inodoro,
esperando a que alguien jale la palanca.
Oscuridad se empieza a arremolinar a mi alrededor, amenazando con tragarme, a llevarme junto con esas pastillas. Si le pudiera hablar a la oscuridad le diría "Llévame".
Pero desafortunadamente uno no puede hablar con la oscuridad. Ni los hermanos cuentan sus secretos de felicidad.
En mi mundo, estoy solo pero rodeado de gente.
Una pesadilla. Una paradoja. Una sentencia por un crimen que no cometí.
Después lo siento, como la oscuridad no me traga, sino me envenena.
---
Máquinas emiten pitidos e intento abrir mis ojos.
Muy oscuro.
Muy tibio.
No estoy solo.
Una mano tibia y fuerte toma la mía fuertemente, sacándome de mis sueños de oscuridad y píldoras de felicidad. Parpadeo abriendo los ojos.
Unos ojos oscuros y filosos se clavan en los míos.
Acusandome.
Enojados.
Dolorosamente hermosos.
La enfermedad que siempre mantengo bajo la superficie viaja hacia la cima. Siempre me atrapa en los peores momentos y amenaza con arrastrarme el fondo. Por un momento dejo a la enfermedad ganar. Miro su rostro guapo que se parece un poco al mío. Dejo que mis ojos se entretengan en sus pestañas gruesas. Los dejo bajar por su nariz fuerte. Los dejo llegar hasta sus suaves labios.
Sus labios se mueven mientras me susurra palabras furiosas, pero no las escucho. Todo lo que puedo hacer es enfocarme en la belleza que tengo frente a mi. Una belleza que he admirado desde que yo era un niño.
Enfermo. Enfermo. Enfermo.
No importa cuántas sesiones con el doctor Livingston haya tenido, nunca le cuento sobre lo que más infecta mis deseos internos. Incluso yo sé que hay cosas que son mejor no entre
decirlas.
Enfermo, Seok. Estas enfermo.
— Hoseok. — su voz habla un idioma que sólo me enfermedad puede entender. Lo alcanza. Ruega ser sostenido. Y me invade, me invade, me invade. — Tu estúpido, estúpido niño
La enfermedad se retira, y abro los ojos para lanzarle una mirada dura. Mi hermano. Mi enemigo. Al que nunca podré igualar. Trato de mover mis labios, pero nada sale de ellos.
— Descansa y cuando estés mejor, vamos a hablar. — Se levanta de su silla y mis ojos siguen todos sus movimientos mientras camina hacia Jungkook. Se abrazan. Me pregunto cómo se siente sabiendo que será papá.
Lágrimas caen de mis ojos, pero nadie las ve.
Nunca nadie ve el dolor que sangra de mi cuerpo todos los días. Solo van y siguen con sus vidas solo pensando en ellos mismos.
Cerrando los ojos solo puedo desear ser consumido por la oscuridad de nuevo, para poder dejar de pensar en esto.
Cuando un cálido pulgar limpia mi mejilla, abro mis ojos. TaeHyung me mira fijamente. Dolor, casi como el que siento en mi interior, se refleja en sus ojos. Mi grande y fuerte hermano mayor está sufriendo.
— Vamos a hablar de esto, vamos a hablar de muchas cosas — murmura.
Lo veo irse con su perfecto novio embarazado pegado a su brazo. Más lágrimas caen después de que ellos salen.
¿De qué vamos a hablar, Tae?
¿Me vas a contar el secreto para curar la enfermedad de mi corazón y la oscuridad de mi cabeza?
Por supuesto que no.
TaeHyung no comparte sus secretos.
Y yo tampoco lo hago.
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