𝗣𝗥𝗢́𝗟𝗢𝗚𝗢
HAZEL MORGANA CALLAHAN NUNCA FUE realmente apegada a su padre, y es que desde temprana edad parecían existir demasiadas barreras entre ellos. Hazel no soportaba cuando su padre le gritaba a su madre o cuando la hacía llorar. Odiaba cuando las noches en lugar de existir momentos lindos en familia, existían solo gritos, reclamos y un aroma bastante intenso a vodka por parte de Arthur Callahan.
Y vaya que esa clase de escenas eran bastante comunes.
El padre de Morgana era un alcohólico adicto a las apuestas y eso traía demasiados problemas a casa.
Sin embargo, aún cuando parte de la infancia de Hazel se veía oscurecida por esa clase de momentos, Lisa Callahan siempre trataba de hacer de la vida de su hija, una mas alegre.
Hazel amaba a su madre más que a cualquier otra persona en el mundo.
Lisa era SU mundo y cualquiera que la conociera lo sabía.
— Yo te amo mucho, mamá— decía una pequeña Hazel abrazando a su madre— ¡Eres la mejor del mundo!
Y es que aún con cientos de problemas causados por Arthur, Hazel sentía que tenía una vida de ensueño gracias a su madre.
El problema apareció cuando Arthur engañó a Lisa y ella al pedir el divorcio, termina perdiendo la custodia de su hija, quebrando por completo el corazón de la niña de cabellos castaños.
— ¡No dejes que me lleven, mami, yo quiero estar contigo!— lloraba Hazel intentando liberarse de los brazos de la trabajadora social— ¡Prometo no hacer travesuras y ser buena, pero no dejes que me lleven!
Pero sin importar cuánto suplicó, Hazel tuvo que mudarse con su padre a Nueva York y conformarse con escasas visitas a su madre.
Fue gracias a ese momento que Hazel comenzó a odiar a su padre.
Lo odió por separarla de su madre.
Lo odió por quererla obligar a llamar mamá a otra mujer.
Lo odió por quererla forzar a olvidar a Lisa.
Pero sobre todo, lo odió cuando le prohibió visitar el pueblo donde su madre ahora habitaba. Y es que gracias a que Lisa Callahan se separó de su hija, se volvió una persona bastante solitaria, lo que la hizo la víctima perfecta para un asesino que rondaba por el pueblo.
Lisa Callahan murió brutalmente asesinada y con ella murió Hazel.
Cegada por todo el odio hacía su padre y el responsable de la muerte de Lisa, la chica decide matar a Hazel Callahan para traer al mundo a Morgana Gore, quien se encargaría de cobrar venganza por la memoria de su madre.
Ahora Morgana tiene un plan y se encargaría de cumplirlo, sin importar a quien tuviera que eliminar en el proceso...
— ¡Tú no eres mi papá, así que lárgate de aquí antes de que decida hacerte lo mismo que le hicieron a mamá!— gritó la castaña con lágrimas de rabia en los ojos— ¡Por tu culpa ella está muerta!, ¡Nunca me dejaste venir a verla y por eso alguien le hizo daño!, ¡Te odio, te odio, te odio!
Había cosas que Morgana jamás podría perdonar y una de ellas era que alguien le arrebatara a la mujer que la trajo al mundo.
Fuera quien fuera, ella lo haría pagar cada gota de sangre que fue derramada por el cuerpo de su madre.
Y cuando Morgana decía que haría pagar a quien fuera, era real. No le importaría ningún vinculo o ninguna clase de sentimentalismo. Ella acabaría con el o la responsable.
Aunque...
¿Y si algunos sentimientos que no se permitía sentir comenzaran a florecer?
¿Amor? ¿Agradecimiento? ¿Felicidad?
¿Aún experimentando todo eso sería capaz de acabar con quien acabó con su madre?
Eso estaba por verse.
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