❪ ⛓️💥 ❫ 052: Rhaenyra.
FUEGO Y SANGRE
ACTO II: MAREAS TORMENTOSAS
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CAPÍTULO LII:
El amor de una madre
RHAENYRA ESTABA SOLA EN SUS APOSENTOS, sentada junto a la tenue luz de una vela que proyectaba sombras danzantes sobre las paredes. En sus manos sostenía las cartas que le había entregado Rhaenys, y aunque intentaba leerlas una vez más, las palabras se desdibujaban ante sus ojos, ahogadas por la tormenta de pensamientos que rugía en su mente.
No había querido admitirlo, pero en el fondo aún albergaba la absurda esperanza de que todo esto fuera un error, una confusión, una estratagema urdida por alguien más. Porque si lo que insinuaban esas cartas era cierto, entonces la mujer que había sido casi una hermana para ella, aquella que le enseñó a bordar y a sentarse con la espalda recta, no era solo su enemiga… sino una infanticida. ¿Atentar contra la vida de una bebe inocente, y para qué? ¿Para socavar la posición de Rhaenyra?
«─No, eso es imposible. ─pensaba, abrazando su vientre con ambas manos como si con ese gesto pudiera proteger tanto a su hijo no nacido como a su propia cordura─. ¡Ella misma es madre!».
Alicent podía ser muchas cosas. Mezquina, envidiosa, amargada y resentida hasta la médula. Pero no era una asesina de niños. No, eso no. Y sin embargo, todos a su alrededor parecían demasiado dispuestos a creerlo.
━━Aunque para nosotros estas cartas sean prueba de una conspiración entre la reina y los señores dornienses, para otros no serán más que simples trozos de papel, Rhaenyra ━━la voz de Rhaenys, siempre fría y llena de sentido común, la sacó de sus pensamientos. La princesa mayor la observaba con la paciencia de quien ya ha visto lo peor del mundo y no se sorprende fácilmente━━. En estas cartas no hay nombres. No hay convenios claros ni propuestas directas. Aun si el Príncipe Qoren encuentra pruebas similares entre sus enemigos en Dorne, difícilmente serán suficientes para señalar a Alicent y a ese patizambo intrigante como los cabecillas del complot.
Rhaenyra sintió que la furia hervía dentro de ella, trepando como llamas en su pecho. Sus dedos se crisparon alrededor de la carta que sostenía.
━━Entonces, ¿para qué buscamos pruebas si no vamos a exigir justicia para los culpables? ━━le había preguntado Rhaenyra a su tía, con su voz quebrada entre la indignación y la impotencia.
Rhaenys suspiró, y con una amarga sonrisa, cubrió la mano de su sobrina con la suya.
━━Ya no eres una niña, Rhaenyra. Alguna vez bastó con que chasquearas los dedos para que tus deseos fueran órdenes. Pero esos tiempos quedaron atrás. Ahora juegas en el tablero donde se disputan tronos y coronas. Y en este juego, una sola batalla no gana la guerra.
Rhaenyra apartó la mirada. No quería escuchar esas palabras. No quería que le hablasen como a una niña que debía aprender a perder con dignidad.
━━¿Y qué se supone que haga ahora? ¿Qué le diré al Príncipe Qoren? Le di mi palabra de que encontraríamos a los responsables del intento de asesinato a su heredera. Si no cumplo, ¿qué clase de reina seré?
Rhaenys alzó una ceja, con esa expresión suya que sugería que su sobrina aún tenía mucho por aprender.
━━¿Y acaso no has cumplido? ━━preguntó con calma━━. Hemos descubierto quiénes estuvieron detrás del intento de asesinato. Y no es solo la reina y su cojo de confianza. También son tres casas dornienses, antiguas y poderosas, unidas por la ambición de arrebatarle el dominio a los Martell. Y por lo que has contado, Qoren Martell no es un hombre que actúe sin calcular primero cada paso. Ahora él enfrenta la misma encrucijada que nosotros.
Rhaenyra frunció el ceño. No terminaba de comprender hacia dónde quería llegar Rhaenys.
━━¿Qué intentas decirme?
━━Que no podemos irrumpir en la sala del trono con estas cartas en la mano y acusar a la reina de traición y conspiración. No ahora. Y el Príncipe Qoren tampoco puede barrer con tres casas dornienses de un solo golpe sin arriesgarse a una guerra civil en sus propias tierras. Pero más adelante… ━━los labios de Rhaenys se curvaron apenas en una sonrisa astuta━━. Más adelante, todo puede servir para algo, si sabemos esperar el momento oportuno.
Rhaenyra se puso de pie de golpe, agitada, sintiendo que la frustración la sofocaba. Comenzó a caminar de un lado a otro como un animal encerrado.
━━¿Algo? ¿Eso es todo? ¿Vamos a hacer como si nada hubiera pasado? ━━su voz se elevó con indignación━━. Laenor fue gravemente herido en ese ataque. Perdió tanta sangre que el maestre de Lanza del Sol todavía se pregunta cómo logró sobrevivir. ¡Tu hijo casi muere defendiendo a una criatura de apenas un año de los asesinos que Alicent envió! Y ahora me dices que debemos dejar esto pasar para sacar provecho más adelante. ¡Por los Siete, tía, ya no te entiendo!
Rhaenys la observó con una mezcla de resignación y ternura, como si mirara a una versión más joven de sí misma.
━━Oh, esa sangre de dragón ━━murmuró, levantándose de la silla━━. Entiendo tu ira, Rhaenyra, pero ahora mismo no nos sirve de nada. No voy a hacerte perder más tiempo con palabras que no quieres escuchar.
Y sin más, abandonó la estancia, dejando a Rhaenyra sola con su furia.
La joven princesa se quedó inmóvil por un instante, respirando agitadamente. Sus manos temblaban, pero no era miedo lo que la estremecía, sino una cólera sofocante, una rabia que la consumía desde dentro.
Se alegraba de que Laenor no estuviera con ella en ese momento. Ni siquiera su esposo, con su paciencia inquebrantable y su don para encontrar las palabras justas, habría podido calmar la tormenta que rugía dentro de ella.
Su mirada se deslizó hacia las cartas, aún apiladas sobre la silla. Las contempló por largos segundos, como si buscaran responder por sí solas la pregunta que la atormentaba.
Entonces tomó una decisión.
Con movimientos resueltos, guardó todas las cartas en un compartimento oculto de su escritorio… todas, salvo una. Aquella que hablaba de las promesas de la "reina verde" quedó apartada. Rhaenyra se volvió hacia el espejo y se observó con atención. Se alisó el vestido, enderezó la espalda y respiró hondo. No podía permitirse el lujo de parecer trastornada. No ante ella.
Si iba a enfrentar a Alicent Hightower, lo haría como debía hacerlo alguien de su posición.
El vestido carmesí, ricamente bordado con hilos dorados, realzaba la pálida perfección de su piel y enmarcaba con elegancia la línea de sus hombros y clavículas. El escote, discreto pero insinuante, no ceñía su vientre, permitiéndole moverse con la libertad de quien no teme enfrentar a un enemigo cara a cara. Su cabello plateado, trenzado con hilos de oro y perlas, caía sobre su espalda como una cascada de seda. No podía presentarse ante Alicent como una mujer desaliñada y trastornada por la rabia. No. Debía hacerlo como una reina.
Asegurándose una vez más de que lucía presentable, Rhaenyra salió de sus aposentos. Ser Harrold, siempre estoico, se colocó de inmediato a su espalda, escoltándola en su camino hacia los aposentos de la reina.
Esta vez, Rhaenyra no estaba dispuesta a jugar según las reglas de Rhaenys o Laenor. No seguiría sus consejos de cautela y diplomacia. No. Esta vez dejaría que el fuego del dragón ardiera en sus venas, alimentando su ira, dándole la fuerza necesaria para arrancarle la verdad a Alicent, sin importar el precio.
Cuando cruzó el umbral de la estancia principal de la reina, encontró a Alicent acompañada solo por una de sus doncellas. La sorpresa en sus ojos oscuros fue inmediata, aunque se disipó con rapidez.
━━Déjanos solas ━━ordenó Rhaenyra sin rodeos, y con su tono implacable.
La doncella vaciló, buscando con la mirada la aprobación de su señora. Alicent, tras un breve titubeo, asintió con rigidez. La joven se inclinó y abandonó la habitación con apresurada discreción.
Ahora estaban solas.
Rhaenyra se tomó un momento para observar a la mujer que alguna vez había sido su amiga, su confidente. Alicent no llevaba corona ni joyas ostentosas. Solo un delgado anillo en el dedo, que giraba nerviosamente, y un vestido verde apagado que hacía resaltar la palidez de su rostro. Rhaenyra continuó mirándola con intensidad, buscando en aquella desconocida algún vestigio de la muchacha con la que solía soñar con volar por los cielos y comer pastel.
━━¿Por qué me miras así? ━━preguntó Alicent, su voz temblorosa, quebrada por una inquietud que intentaba disimular.
Rhaenyra inclinó la cabeza, estudiándola como si fuera una bestia enjaulada. Luego, con la lentitud de quien mide cada palabra como una daga afilada, respondió━━: Estoy tratando de comprender cómo la dulce y amable joven que conocía y había llegado a querer pudo convertirse en un monstruo capaz de asesinar niños inocentes para alcanzar sus propios fines.
La reacción de Alicent fue inmediata, un desfile de emociones que cruzaron su rostro con la rapidez de un relámpago. Sorpresa. Incredulidad. Indignación. Y finalmente, furia. Sus ojos castaños se oscurecieron como una tormenta en ciernes, sus cejas se fruncieron, marcando una hendidura profunda en su frente. Pero lo que más llamó la atención de Rhaenyra fue la sonrisa que apareció en los labios de la reina. Una sonrisa burlona, mordaz.
━━Eres tan retorcida como me decía mi padre ━━se mofó Alicent, alzando la cabeza con orgullo━━. Y yo, la ingenua tonta, te defendía ante él. Me negaba a ver la oscuridad en tu interior, tan repugnante como la de tu tío.
━━Puedo decir lo mismo de mí, Su Majestad. Mientras Daemon y Rhaenys veían tus verdadero colores, yo te defendía ante ellos. Me aferraba al poco amor que aún sentía por ti, a pesar de todas tus traiciones ━━escupió Rhaenyra con frialdad.
Alicent dejó escapar una risa seca, amarga.
━━¿Con qué derecho me acusas de semejantes vilezas? ¿A mí, a tu reina? ¿Con qué descaro te atreves a insinuar que he cometido un crimen tan atroz? ¿Acaso debo recordarte que, por tus caprichos y negligencia, Aemond estuvo a punto de morir en Rocadragón?
Rhaenyra alzó una ceja, sin inmutarse.
━━Y ahora está más que satisfecho con su nuevo dragón. Un dragón que ni su padre ni su madre pudieron darle.
El silencio que siguió fue denso, cargado de resentimientos y heridas que el tiempo nunca había cerrado. Se miraron la una a la otra con el peso de los años sobre sus hombros, dos mujeres que habían sido hermanas en la infancia y que ahora solo podían verse como enemigas. Sin apartar la mirada, Rhaenyra deslizó una mano dentro de su bolsillo y sacó el papel de pergamino qué contenía el mensaje de Lord Yronwood dirigido al joven Strong.
━━¿Lo reconoces? ━━preguntó la princesa, agitando la carta ante los ojos de Alicent.
━━¿A qué tipo de juegos estás jugando? ━━Alicent retrocedió, cubriéndose su vientre aún plano, en un gesto protector━━. ¿Acaso te resulta tan difícil aceptar que cumplo mi deber con el reino, dándole un heredero tras otro, que has decidido intimidarme para que pierda al niño que llevo en mi vientre?
━━Este reino ya tiene heredera. Está frente a ti ━━Rhaenyra obligó a su voz a sonar tranquila y serena, aunque quería gritar━━. Y a diferencia de ti, yo no uso a los niños para alcanzar mis bajos objetivos.
Alicent dejó escapar un suspiro tenso, pero no bajó la guardia. ━━¿De qué niños hablas? ━━espetó, elevando la voz con frustración.
━━Mi señor, he recibido su carta con recomendaciones ━━comenzó a leer Rhaenyra, observando de reojo la reacción de Alicent━━. Transmitan a la reina verde mis mejores deseos y esperanzas de futura cooperación. Tanto en el sur como en el norte tenemos enemigos que injustamente se encuentran en la cima. Nosotros, descendientes de los antiguos reyes a ambos lados de las Montañas Rojas, tenemos todo el derecho de derrocar a los usurpadores que traicioneramente tomaron el poder. Aseguro que mis amigos y yo haremos todo lo necesario para sacudir el trono bajo los indignos herederos. Espero que pronto recurramos a su ayuda, mi señor, y a la de su señora, para poner orden en nuestras tierras. Por ahora, agradezco su idea de una muerte silenciosa. Una palabra imprudente puede ser una sentencia de muerte para un inocente que solo desea restaurar la justicia. Mis hombres ya han recibido a sus emisarios, necesarios para apagar el falso sol que quema nuestro país con su implacable ardor. Y las repugnantes sabandijas, a quienes mi señor acogió con tanto cuidado en su pecho, asumirán la responsabilidad por esto.
Rhaenyra hizo una pausa. La garganta le ardía, pero no por la lectura, sino por la decepción que la consumía desde dentro. Alicent apartó la vista, pero su reacción decía más que cualquier palabra, confirmando las sospechas de Rhaenys y Daemon. Rhaenyra tragó el nudo amargo que amenazaba con ahogarla y prosiguió:
━━En cuanto a la posible recompensa por el riesgo al que estoy sometiendo a mi familia y aliados... Mi esposa está a punto de dar a luz. Y la reina verde, como se mencionó en su carta anterior, nuevamente ha sido bendecida por la Madre. Si los dioses son misericordiosos, podremos unir nuestras casas en matrimonio a través de estos niños. Espero que su señora considere mi propuesta. Después de todo, seguimos el mismo camino que debe ser protegido e iluminado. Espero su respuesta, mi señor.
Rhaenyra terminó de leer, y sus dedos se crisparon alrededor del pergamino, que de pronto pesaba en sus manos como si estuviera hecho de plomo. Bajó la misiva con un suspiró, clavando la mirada en Alicent.
La reina se había quedado inmóvil, los labios entreabiertos, los ojos fijos en un punto indeterminado del suelo, como si aún procesara las palabras que habían sido escupidas como dagas. Pero no era la frustración lo que nublaba su rostro, ni siquiera la ira de un plan arruinado. No. Era algo más sutil. Un aturdimiento momentáneo, la expresión de quien ha recibido un golpe inesperado pero aún no decide si derrumbarse o devolverlo con mayor fuerza.
Rhaenyra, sin embargo, no se dejó engañar. La conocía demasiado bien.
En otro tiempo, si no hubiera compartido años de confidencias y secretos con ella, habría creído en aquella máscara de desconcierto, en la inocencia fingida que Alicent esgrimía con la destreza de un septon recitando sus letanías. Pero la vida en la Fortaleza Roja había moldeado a la reina de Viserys, enseñándole el arte de la mentira hasta convertirlo en un reflejo natural. Solo que, para Rhaenyra, su rostro seguía siendo un libro abierto. Y en aquellos ojos castaños, tras la bruma de sorpresa, vio algo que delató a Alicent más que cualquier confesión: el miedo.
No duró mucho. Alicent sacudió la cabeza, despojándose de su momentáneo estupor como quien rompe unas cadenas invisibles, y cuando volvió a alzar la vista, su expresión era otra. Un velo de desprecio cubría su rostro, y en sus labios danzaba una sonrisa socarrona.
━━No sé qué pretendes con este absurdo espectáculo, Rhaenyra ━━dijo con tono lánguido, condescendiente, el mismo que una madre usaría con un niño que balbucea sobre monstruos bajo la cama━━. Me has leído esta extraña carta como si fuera una gran revelación, pero para serte sincera, no he entendido ni una palabra.
El descaro de la mentira casi hizo reír a Rhaenyra.
Alicent siempre había sido buena para disfrazar su veneno con miel, para tejer una red de palabras que convertían la más infame de las acciones en un deber sagrado. Pero ahí, en la intimidad de aquella estancia, lejos de miradas ajenas y protocolos, no había necesidad de disfraces.
Rhaenyra entrecerró los ojos, sus labios curvándose en una mueca que no alcanzaba a ser una sonrisa.
━━Oh, parece que tantos embarazos han drenado hasta la última brizna de tu juicio, pues ya no razonas con claridad, mi reina ━━Rhaenyra no se reprimió y expresó la verdad directamente a Alicent━━. No te preocupes, puedo descifrar este interesante enigma por ti. Incluso puedes leerlo tú misma, si es que la fatiga no ha embotado tanto tu mente. Tal vez, si miras con atención, algo de sentido se abrirá paso entre tus agotadas ideas.
Rhaenyra se acercó a Alicent y le entregó la carta.
━━Esta carta es como una obra de teatro de mala muerte, interpretada por actores incompetentes a cambio de unas pocas monedas, ¿no te lo parece? ━━comentó Rhaenyra con una sonrisa ladeada, mientras Alicent seguía desgranando las líneas escritas con aquella caligrafía ampulosa━━. Todos esos títulos pomposos y palabras grandilocuentes… ━━La princesa sacude la cabeza con desaprobación━━. A mi parecer, no son más que un derroche de mal gusto. «La Reina Verde», «Descendientes de los antiguos reyes», «El falso sol»… ¿Acaso no sería mejor llamar a las cosas por su nombre?
La sonrisa prepotente de Alicent no desapareció, pero su mano, aquella que descansaba sobre su vientre, se cerró en un puño.
Rhaenyra vio el gesto y supo que, por primera vez en muchos años, la había puesto contra las cuerdas.
━━Todavía no entiendo de qué hablas ━━pronunció la reina con palabras arrastradas, sin apartar la mirada de la enfurecida Rhaenyra.
━━Oh, entonces permíteme explicártelo ━━La falsa jovialidad desapareció de la voz de Rhaenyra, dejando solo un tono acerado. Sus ojos se clavan en la reina, quien no pudo evitar estremecerse ante su mirada penetrante━━. El autor de esta carta, que con tanta modestia se llama a sí mismo un descendiente de los antiguos reyes, es Lord Yronwood. Los Yronwood alguna vez se proclamaron los Altos Reyes de Dorne. Hasta que los Martell, bajo el liderazgo de la reina Nymeria, los derrocaron y unificaron todo Dorne bajo su dominio.
━━No me interesa escuchar la historia de las guerras civiles en Dorne ━━dijo Alicent, mirando con desconcierto a la furiosa princesa.
━━¿Cómo es eso posible, mi reina? ¿Cómo no interesarse por la historia de una casa dorniense tan antigua como los Yronwood? Especialmente cuando estás en complot con esa misma casa ━━Rhaenyra comenzaba a perder la paciencia.
━━¿De qué complot hablas? ━━estalló Alicent━━. ¡Entiendes que acusar a la reina de tales vilezas es traición!
━━Poner en riesgo la vida y la seguridad de la heredera encinta del Trono de Hierro también es traición ━━murmuró Rhaenyra.
━━Estás delirando ━━exhaló Alicent, mirando con desdén a Rhaenyra.
━━Quizás ━━Rhaenyra se encogió de hombros━━. Pero ahora no estamos hablando de mí. Así que... Lord Yronwood menciona ese falso sol y ciertos herederos indignos que, mediante engaños, han tomado el poder. Y, por supuesto, está hablando de los Martell, quienes, según él, no tienen derecho a llamarse gobernantes de Dorne, pues hace siglos se aliaron con los forasteros Rhoynar y su reina Nymeria, uniendo todo Dorne bajo su estandarte ━━Rhaenyra notó la impaciencia en los ojos de Alicent y sonrió con fingida satisfacción━━. Ah, perdona, me he dejado llevar. Es que la forma en que Lord Yronwood ha cifrado su misiva resulta tan simple. Observa, por ejemplo, esa cita grandilocuente, sobre seguir el mismo camino que debe ser protegido e iluminado ━━Rhaenyra hace un gesto de desaprobación, como quien no tolera lo que considera una falta de seriedad━━. No se puede tratar con tanta ligereza la confidencialidad de un complot.
━━Rhaenyra, ya estoy harta de escuchar tanta tontería ━━Alicent cierra los ojos, frotándose el puente de la nariz con gesto fatigado.
━━No te quitaré mucho tiempo. Lo mejor está por venir ━━Rhaenyra dió dos pasos hacia Alicent, acercándose con rapidez y haciendo que esta retroceda, tomada por sorpresa━━. Si Lord Yronwood fuera un poco más inteligente, no te hallarías en esta situación, Alicent. ¿De qué «reina verde» hablaba? ¿No será de ti? Ese título te lo dieron el día que llegaste al banquete de bodas con tu vestido verde. Dime, ¿de qué color arde la torre de Antigua cuando los Hightower declaran la guerra? ━━susurró Rhaenyra, su voz cargada de un tono que hiela el aire entre ellas.
Alicent guardó silencio. Y Rhaenyra asintió para sí misma.
━━Sí, Alicent. Cualquier idiota entendió lo que querías decir con ese vestido. Y esa misma noche te convertiste en la reina verde.
━━A cualquiera se le puede llamar la reina verde. Eso no prueba nada.
━━Oh, ¿ya no niegas tu implicación?
━━¡No! Solo intento hacerte ver la insensatez de tus propias acusaciones.
Rhaenyra agarró a Alicent del brazo y la atrajo hacia sí, de modo que sus rostros quedaron peligrosamente cerca el uno del otro. Miró a los oscuros ojos de la reina, tan similares a los de un ciervo acorralado, y ahuyentó cualquier compasión.
━━¿Sabes qué le sugirió tu amigo el Patizambo a tus aliados de Dorne para hacerme quedar mal ante el Príncipe Qoren? Yo lo entendería, Alicent. Tienes motivos para intentar frenar mi ascenso. Pero, ¿acaso temías tanto que lograra éxito en Dorne, que decidiste recurrir al asesinato de un bebé?
━━¿De qué asesinato hablas? ━━casi gritó Alicent, tratando de liberar su brazo de la mano de Rhaenyra, pero ella lo sujetaba con fuerza.
━━Larys Strong envió a sus mercenarios a Dorne. El día del nombre de la heredera de Qoren, se infiltraron en los aposentos de la pequeña Aliandra para matarla. ¡Para arruinar mis relaciones diplomáticas con Dorne, pusiste en peligro la vida de un niño inocente, Alicent! ━━Rhaenyra aprieta con más fuerza el brazo de la reina, segura de que le quedarán moretones, aunque en ese momento no le importa en lo más mínimo━━. ¿Qué crimen cometió la pequeña Aliandra? ¿Qué culpa tiene el príncipe Qoren, que adora a su pequeña princesa? ¿Y qué culpa tenía la princesa Lyanna, que perdería a su único vástago? ¿Lo has pensado, Alicent? ¡Tú misma eres madre!
━━Detente ━━susurró Alicent suplicante.
Rhaenyra aflojó los dedos, liberando a la reina. Lágrimas brillaban en sus ojos oscuros mientras se frotaba el brazo.
━━Si Laenor y yo no hubiéramos dejado el banquete antes, la princesa Aliandra estaría muerta. Los mercenarios lograron matar a dos guardias y a la nodriza de la niña ━━Rhaenyra fijó su mirada en los ojos asustados de la reina, pronunciando cada palabra con precisión━━. Laenor y Ser Arryk fueron gravemente heridos al intentar salvar a la indefensa Aliandra de la muerte. Cada noche oraba por mi esposo, mientras que de día luchaba con los señores de Dorne, que ansiaban declarar la guerra a nuestro reino. Tantas vidas se perdieron porque no pudiste soportar que mi padre no renunciara a su deseo de verme como la próxima gobernante, en lugar de a tu hijo. ¿De verdad valió la pena, Alicent?
━━¡Yo no le di esas órdenes a Larys! ━━exclamó Alicent, agarrando las manos de Rhaenyra━━. Te lo juro por los dioses antiguos y nuevos, ¡nunca atentaría contra la vida de un niño inocente!
━━Sin embargo, ya está hecho. Si el Príncipe Qoren descubre tu participación, la guerra será inevitable.
Rhaenyra estaba blufeando, porque si Qoren decidiera entrar en conflicto con ellos, primero tendría que lidiar con la guerra civil en su propio país. Y la guerra estallaría inevitablemente una vez que se descubriera la participación de los Yronwood, los Blackmont y los Jordayne en el complot. Pero Alicent no lo sabía, y Rhaenyra decidió jugar con los miedos de la reina.
━━No he venido a amenazarte ━━dijo Rhaenyra, con un tono que, pese a su suavidad, tenía el filo de un cuchillo bien afilado━━. No puedo llevarte a juicio, ni a ti ni a Larys Strong. Eres la reina, tu padre es la Mano del Rey, y todo lo que tengo son cartas que no mencionan nombres ni órdenes directas. No es suficiente para acusarte.
Se detuvo un instante, observando cada matiz en el rostro de su antigua amiga.
━━Pero es suficiente para Dorne, Alicent ━━Los ojos de la reina se ensancharon apenas, pero su expresión se mantuvo firme. Rhaenyra sabía que ni Rhaenys ni Laenor habrían aprobado que admitiera ante Alicent la fragilidad de sus propias pruebas. Pero aquello ya no importaba━━. No estoy aquí para cobrarte cuentas personales... No vine a vengarme por tenderme una trampa ante los dornienses. Solo quiero evitar que el reino se desangre en una guerra que podría haberse prevenido.
Alicent dejó escapar una risa breve y seca, un sonido más parecido a un resoplido de incredulidad que a verdadera burla.
━━¿Y para qué todo este espectáculo entonces?
Rhaenyra inclinó la cabeza, como si meditara su respuesta, aunque la verdad ardía en su pecho desde hacía tiempo.
━━Porque me negaba a creerlo ━━admitió al fin━━ Me negaba a aceptar que fueras tú quien estuviera detrás de esto. Podría haber pensado que fue tu padre, ese hombre que sueña con arrebatarme mi reclamo para dárselo a Aegon. Podría haber creído que fue Lord Borros, con su odio visceral hacia los dornienses, buscando venganza por la herida que le infligió Daemon. Pero no tú.
Sus ojos buscaron los de Alicent, como si aún, en lo más profundo, esperara encontrar una razón para seguir creyendo en ella.
━━Lamentablemente, estaba equivocada.
Las palabras parecieron quebrar algo dentro de la reina.
━━¡Pero yo no organicé el atentado contra la princesa dorniense! ━━exclamó Alicent, y sus ojos se llenaron de lágrimas que ya no se molestó en ocultar━━. Larys dijo que él mismo se encargaría de todo…
El nombre del patizambo cayó entre ambas como una piedra en aguas profundas. Rhaenyra sintió el eco de esas palabras retumbar en su mente. Alicent no negaba la conspiración. No renegaba de la traición. Solo se exculpaba del acto más atroz.
━━Y, sin embargo, aquí estamos ━━murmuró Rhaenyra, con una calma implacable━━. Y si Dorne cree que tú fuiste la instigadora, entonces la verdad no importará ━━Alicent dejó de sollozar, pero sus labios temblaban━━. Podrían pagar por ello personas inocentes, Alicent. Si Dorne exige justicia, no serán Larys Strong ni sus hombres quienes la enfrenten. Serán nuestros pueblos los que arderán. Nuestras familias las que caerán.
Hizo una pausa, dejándola asimilar cada palabra.
━━Los dornienses son vengativos ━━prosiguió la princesa━━. Y por el intento de asesinato contra su única hija, el Príncipe Qoren podría enviar verdugos tras los tuyos ━━Los ojos de Alicent se abrieron con un miedo primitivo, qué nunca había conocido hasta ahora━━. Y nadie ━━susurró Rhaenyra, con un tono que no admitía dudas━━, podría salvarlos de la venganza de los Martell.
Rhaenyra vio el terror genuino en los ojos de la reina. Ya sabía que Alicent aceptaría cualquier condición con tal de proteger a sus hijos. Pero no era suficiente. Quería que lo pidiera. Que lo suplicara.
━━¡No permitas que esto suceda, Rhaenyra! ━━rogó Alicent, apenas sosteniéndose sobre sus piernas temblorosas━━. ¡Explícaselo al Príncipe Qoren! Dile que fue idea de Lord Yronwood y de Larys, que yo no tuve parte en esto. No dejes que condene a mis hijos ━━Las lágrimas rodaban por su rostro, cayendo sobre el suelo frío━━. No quieres su muerte… ¿verdad? ━━Su voz se quebró━━. Has llegado a querer a Aegon y a Helaena… Ayudaste a Aemond a reclamar su propio dragón… Y Daeron… él nació mientras tú sostenías mi mano cuando yo me retorcía en el lecho de parto. Por favor…
«Hace no tanto, ni siquiera querías que me acercara a tus hijos. Y ahora me imploras que los salve de la venganza que yo misma inventé solo para hacerte temblar. Te humillas ante mí, apelando a un amor que ni siquiera te consta que exista. El amor de una madre… qué fuerza tan poderosa».
Rhaenyra la observó en silencio, con el rostro bañado en lágrimas y los labios entreabiertos por la súplica. Sabía que lo que hacía era ruin. Usar los sentimientos maternales como moneda de cambio no era digno de ella, ni como mujer ni como futura madre. Pero fue Alicent quien cruzó esa línea primero.
Con un paso lento y deliberado, Rhaenyra se acercó a la reina, que seguía mirándola con desesperación. La tensión en el lugar era casi sofocante.
Alicent aguardaba su juicio.
━━Estas son mis condiciones ━━Y Rhaenyra comenzó a enumerarlas...
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