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❪ ⛓️‍💥 ❫ 039: Laenor.

FUEGO Y SANGRE
ACTO I: LA PRINCESA DRAGÓN

🏰🔥👑🗡️🌊

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CAPÍTULO XXXIX:
Señores de las Tierras de la Tormenta

PARTE 1/4


━━DIOSES ¿EN QUÉ ESTABA PENSANDO CUANDO ACEPTÉ ESTE VIAJE? ━━se queja Rhaenyra, limpiándose la boca con un pañuelo de seda.

Laenor carcajea y abraza a su pálida esposa. Las náuseas que habían acompañado a Rhaenyra durante sus tres primeros meses de embarazo no habían hecho más que disminuir, siendo ahora sucedidas por los frecuentes mareos. Laenor y Viserys desaconsejaron su visita a Dorne, pidiéndole que pospusiera el viaje hasta que se hubiera recuperado después del parto. Pero Rhaenyra se mantuvo tercamente firme en su decisión.

━━En primer lugar, que esté embarazada no significa que de repente haya perdido mi entereza y mi juicio. En segundo lugar, aunque el príncipe Qoren comprenderá mi situación, no planeo ofenderlo a él ni a la princesa Aliandra con mi ausencia. En tercer lugar, esta es una gran oportunidad para conocer las Tierras de la Tormenta por las que navegaremos hacia Dorne. Mi pueblo necesita conocer a su futura gobernante ━━argumentó Rhaenyra.

Su padre y su esposo se vieron obligados a ceder ante la inevitable realidad. Así que, aunque con preocupación, Viserys envío algunas cartas a Los Pergaminos, el Castillo del Atardecer, Bastión de Tormentas y Piedraverde, donde Rhaenyra tenía previsto hacer breves visitas en su trayecto hacia Lanza del Sol. El navío estaba repleto de obsequios destinados tanto a los señores de las Tierras de la Tormenta como a la nobleza y realeza de Dorne. Las bodegas del barco estaban abarrotadas con provisiones suficientes para medio año, aunque se preveía que el viaje marítimo con paradas en los castillos de los dominios de los Baratheon durara poco más de un mes. No obstante, Viserys decidió ir a lo seguro en todo lo que concernía a la seguridad de su heredera.

Daemon y su tropa de cien de los mejores Capas Doradas conformaban la escolta de la princesa. Además, miembros de la Guardia Real fueron asignados para custodiar especialmente a Rhaenyra, incluyendo entre ellos a los hermanos gemelos Erryk y Arryk y Ser Lorent Marbrand. Criston Cole se mostró entusiasta de ser conferido como protector de Rhaenyra, pero Laenor y Daemon lograron removerlo de su cargo. Ambos compartían la misma aversión hacia el moreno.

Las damas de compañía de Rhaenyra (compuestas por las hijas doncellas de las Casas Nobles de Poniente, en su mayoría de las Tierras de la Corona) la acompañaban a bordo del Princesa Dragón. Pero, sufriendo por los mareos, pasaba la mayor parte del tiempo con Laenor, quien la entretenía con sus relatos para distraerla de sus náuseas, o con Laena, la cual le preparaba una infusión de hierbas para calmar temporalmente su revuelto estómago. Así que cuando el capitán del barco anunció que estaban arribando a la costa, Rhaenyra estaba a punto de derramar lágrimas de alivio.

━━Espero sinceramente que nuestros hijos no hereden tu aversión a las travesías marítimas ━━Laenor bromea entre risas mientras descienden juntos por la pasarela del barco.

━━Comparto tu anhelo, esposo mío. Sería lamentable que el futuro heredero de Marcaderiva, a quien tengo la intención de encomendarte, no la pasara bien navegando. ¿Cómo, entonces, podría continuar con la gloriosa obra de su bisabuelo? ━━responde Rhaenyra con una sonrisa cómplice en sus labios.

La pareja se mira el uno al otro con aire de comprensión. La primera noche después de abandonar Desembarco del Rey, ambos experimentaron un sueño extraño. Rhaenyra vio a una niña con el cabello y los ojos idénticos a los de su madre, y a un niño cuya apariencia combinaba a toda su familia en uno solo. Laenor, por otra parte, soñó con Marcaderiva.

En su sueño, un muchacho de cabellos oscuros y profundos ojos azules se sentaba en el Trono de Pecios en Marea Alta en lugar de la figura familiar de su padre. Laenor recordaba la confusión que lo embargó en el sueño. ¿Quién era aquel extraño? Sin ser advertido, se acercó al trono. Al observar su juvenil rostro, Laenor descubrió inesperadamente los rasgos de su padre en él. Aunque el color de los ojos difería, la forma y la intensidad de la mirada eran las mismas que las de Corlys Velaryon. La nariz aguileña y el pequeño hoyuelo de su barbilla le resultaban muy familiares. Con el paso de los segundos, se dio cuenta de que esos mismos rasgos los veía reflejados todos los días en su propio rostro cuando se miraba al espejo.

«-¿Es mi hijo? -La pregunta pasó rápidamente por la mente de Laenor-. Imposible. El color de su cabello es completamente lo opuesto a los rasgos valyrios y el color de sus ojos no se parece en nada a los míos ni a los de Rhaenyra. No...».

En ese momento el muchacho se fijó en él, y sus labios se estiraron en una sonrisa, revelando unos encantadores hoyuelos en sus mejillas y algunas líneas en las esquinas de sus ojos.

«Igual que mi madre», pensó Laenor al ver aquella sonrisa.

━━¡Padre! ━━exclamó, levantándose del trono━━. El abuelo me ha dado permiso para sentarme en el Trono de Pecios. Dijo que debía acostumbrarme al hecho de que un día sería Amo de Marcaderiva y Señor de las Mareas.

Laenor quiso responder algo al extraño, pero la oscuridad lo cubrió. Cuando la neblina se despejó, Laenor se encontró en Rocadragón, entre los peñascos donde moraban los dragones sin jinete. Miró a su alrededor. Su mirada se fijó en dos pequeñas figuras escondidas entre las rocas. Laenor no podía verles la cara, sólo la espalda y el cabello. Una de las niñas llevaba su cabello negro como el carbón recogido en una gruesa trenza, mientras que el cabello plateado de la otra yacía suelto sobre sus hombros, ondeando con el viento marino.

━━¿Quizá no deberíamos? ━━dijo en voz baja la niña de cabello negro━━. Mamá dijo que debías esperar a que Syrax pusiera otra nidada.

━━No puedo esperar más ━━exclamó la niña de cabello plateado, agarrando la mano de su acompañante━━. Ala de Plata anida aquí. Lo único que tengo que hacer es escurrirme en la cueva y conseguir un huevo. No te preocupes por mí, hermana.

━━¡Esto no me gusta nada! ━━objetó la pelinegra con un gemido.

━━¡Y yo quiero mi propio dragón! ━━sentenció la otra resueltamente.

La pequeña de cabellos rubios escaló por la elevación de piedra con destreza avanzando con cautela hacia la abertura de la cueva. Un nudo de ansiedad aprisionaba la garganta de Laenor, impidiéndole respirar con normalidad. Anhelaba desesperadamente acompañar a la niña y protegerla de cualquier peligro, mas en vez de eso, despertó sobresaltado en su camarote junto a Rhaenyra, inhalando el oxígeno de forma voraz y desordenada.

Esa noche, él y Rhaenyra hablaron hasta altas horas de la madrugada. Intentaron recordarlo todo hasta el más mínimo detalle, para poder saber más tarde, cuando nacieran sus hijos, si esos sueños fueron una promesa del futuro o sólo su imaginación desbocada. Laenor abrazó y besó la creciente barriga de Rhaenyra, preguntándose a quién tendrían. ¿Al niño rubio sentado en el regazo del Rey Viserys? ¿Una joven de cabellos plateados a lomos de un dragón blanco como la nieve entre los ventisqueros del norte? ¿Quizás el muchacho de cabello negro que se sentaba en el Trono de Pecios? ¿O aquellas niñas, que eran tan diferentes entre sí como el día y la noche?

Laenor estuvo pensando sobre estas inquietudes nocturnas durante los cinco días que llevaban en el mar. En su fuero interno sabía que era una tontería creer sólo en simples sueños, pero no podía dejar de tener esperanzas.

«Los Velaryon y los Targaryen sobrevivieron a la Maldicion de Valyria gracias a Daenys la Soñadora. Si nuestros antepasados no hubieran confiado en el sueño profético en el que vaticinó que Valyria sería destruida, tal vez ni siquiera existiríamos. Y la pequeña Helaena a veces suele decir cosas extrañas, como si soñara despierta, que al final siempre cobran sentido. ¿Quizá estos sueños forman parte de nuestra herencia valyria?». Laenor reflexionaba, intentando comprender la naturaleza de estos sueños. Pero ahora que estaban siendo recibidos por el hijo mayor de Lord Penrose, un muchacho de unos catorce años, Laenor no tenía tiempo para pensar en sueños.

━━Su Alteza. Príncipe Daemon. Ser Laenor. Lady Laena ━━El muchacho se dirige a ellos por turnos━━. Me llamo Adam, soy el hijo mayor de Johan Penrose, Señor de Los Pergaminos.

━━El placer es nuestro, Adam ━━Rhaenyra le obsequia con una sonrisa, envolviéndose en su capa forrada de piel━━. Si dices ahora que nos espera un cómodo carruaje y una habitación caliente con una cama suave, estaré eternamente en deuda contigo.

Una vez más, Laenor se maravilla de la facilidad con la que Rhaenyra se ganaba los corazones. Sólo necesito una sonrisa para que el muchacho se derritiera ante el brillo de sus ojos violetas y estuviera dispuesto a hacerle cualquier favor.

━━Por supuesto, Alteza ━━responde Adam jovial, señalando una fila de carruajes preparados y dispuestos para llevar a la princesa y su séquito al castillo━━. Carruajes para usted y compañía. También los mejores caballos para sus guardias.

━━Gracias, milord ━━Rhaenyra palmea cariñosamente la mejilla del muchacho, haciendo que se sonrojara.

Daemon no logra contener una risita; Laena, por su parte, se tapa la boca con la mano, ocultando una sonrisa. Laenor también dibuja una sonrisa en sus labios, al ver el efecto que un gesto tan simple de Rhaenyra tiene en las personas. Orgullosamente se mueve para ayudar a su esposa a subir al carruaje y toma asiento a su lado. Luego, se les unen Daemon y Laena, y así, en conjunto, la procesión comienza a alejarse.

━━Cuidado, Rhaenyra. Como sigas a este ritmo, Lord Penrose perderá a su heredero. El chico parece estar a punto de suplicarle unirse a los Capas Blancas sólo para estar cerca de su princesa ━━Daemon sonrie juguetonamente, pasando el brazo por los hombros de Laena.

━━Creo que en la Fortaleza Roja basta con un Capa Blanca languideciendo de amor por la princesa ━━Laena apoya la broma de su esposo.

━━Ah, sí, cómo olvidar a Ser Crispin ━━Daemon rueda los ojos.

━━Tío, estoy segura de que estás al tanto de que su nombre correcto no es ese ━━pronuncia Rhaenyra con un tono de reproche, más por corrección y cortesía que en defensa del caballero, pero al mismo tiempo esbozo una sutil sonrisa dirigida hacia Daemon.

━━Pero es muy divertido burlarse de ese tonto rabioso ━━intercede Laenor, acercando a Rhaenyra cariñosamente a su costado━━. Personalmente, me gusta cómo pone cara de cachorro apaleado cuando nos ve juntos. Y cuando te beso o te abrazo, parece que está a punto de abalanzarse sobre mí y arañarme toda la cara.

━━Quizá algún día escriban una canción sobre él ━━comenta Laena.

━━Sí, «El Capa Blanca Enamorado de la Princesa Dragón». Es un bonito título para una balada tristísima ━━opina Laenor.

━━Más bien «El Capa Blanca que Olvidó su Lugar» ━━resopla Daemon.

El carruaje se llena de carcajadas. Rhaenyra ríe contra su voluntad ante la broma de su tío.

━━Qué cruel eres ━━responde ella, secándose las lágrimas surgidas de su risa.

━━Oh no, mi princesa, eres tú la insidiosa seductora que robó el indefenso corazón del valiente guardia ━━dice Laenor, mirando a Rhaenyra a la cara.

━━¿Qué? ━━Rhaenyra entorna los ojos━━. Ah... ¿La insidiosa seductora también te atrapo en sus redes?

━━Oh, con gusto caería yo también en ellas ━━susurra Laenor muy despacio sobre sus labios.

━━¡Dioses, tengan paciencia hasta que los lleven a sus aposentos! ━━Daemon hace una mueca, mientras contempla su abierto coqueteo.

Los cuatro vuelven a reír. El viaje hasta Los Pergaminos transcurre entre bromas y risas. Laenor aguardaba con cierta impaciencia hasta la llegada con Lord Penrose, deseando que la reunión no se extendiera más de lo debido, pues sus pensamientos no estaban centrados en su propio estado, sino en el aspecto de Rhaenyra. Había estado observando con atención cómo ella luchaba por parecer alegre y mantener una actitud enérgica, a pesar de que sus ojos reflejaban el cansancio acumulado de los últimos días. La preocupación por su amada prima pesaba en su corazón, haciéndole desear que la audiencia con los Penrose concluyera pronto para que Rhaenyra pudiera retirarse a descansar sobre suelo firme y recuperar sus fuerzas.

Los Pergaminos no era un castillo que pudiera ser descrito como impresionante. Se trataba de una sólida estructura de piedra amarilla descolorida, erigida a orillas de la Bahía de los Naufragios. La construcción no era alta, ya que en el clima de las Tierras de las Tormentas, nombradas así no por capricho, sino por las tormentas que venian del mar, resultaba ilógico ornamentar los castillos con torres altas y susceptibles a ser arrasadas por los feroces vendavales.

En el flanco norte del castillo se hallaba el jardín del palacio. Mientras los conducían hacia la entrada principal, Laenor contemplaba la imponente armería y los amplios establos. El patio interno de la fortaleza estaba dividido en distintas áreas destinadas a diversos propósitos. Laenor pudo notar que se mantenía en buen estado, y aunque no ostentaba la misma opulencia que los castillos de las Casas Nobles más ricas, los Señores de Los Pergaminos no eran precisamente pobres.

Su procesión fue guiada al patio central, donde estaban reunidos todos los habitantes del castillo, encabezados por Johan Penrose.

━━Su Alteza, la presencia de la familia real en Los Pergaminos es un honor que nos llena de regocijo y alegría. Permítanme extenderles una sincera bienvenida a este humilde castillo ━━exclama con entusiasmo Lord Johan, inclinándose en una reverencia profunda y respetuosa.

Lord Penrose parecía un hombre ancho de hombros, fornido y de baja estatura, con una espesa barba rojiza y unos amables ojos grises que sus tres hijos habían heredado de él. Lady Jane Penrose, en cambio, era alta, rubia y de ojos oscuros, y se alzaba por encima de su marido y de sus hijos menores.

«Por suerte para los hijos del hombre, casi seguro que heredaron la estatura de su madre y la complexión robusta de su padre», pensó Laenor.

Los tres hijos de Johan Penrose ya eran más altos que él, pero tenían muchas posibilidades de superar a su padre en anchura de hombros, a juzgar por el hecho de que Adam, a sus catorce años, no era mucho mayor que sus hermanos pequeños, quienes tenían los ojos tan grises y el pelo tan rubio como él.

Laenor sigue estudiando el entorno y la gente que le rodea. Observa los muros del castillo y se da cuenta con sorpresa de que algunos de ellos necesitan grandes reparaciones. Recuerda que los carruajes que les habían traído hasta aquí, aunque parecían hermosos, no eran nuevos. Los Penrose no eran la casa más rica de las Tierras de la Tormenta, pero tenían suficientes pastos y tierras de cultivo para proporcionar una vida decente tanto a los miembros de la familia como a la servidumbre del castillo. La mirada de Laenor se desliza lentamente por los sirvientes. Éstos visten con pulcritud, pero la ropa que llevan parece un poco desgastada.

«Tengo que hablar con Rhaenyra. Que vea si Lord Penrose necesita ayuda», pensó Laenor mientras seguía a Johan y a Rhaenyra al interior del castillo.

Laenor sabía que los vasallos solían acudir a su respectivo señor en busca de ayuda, pero por lo que había oído sobre el estado de las cosas en Bastión de Tormentas, no se podía contar con la ayuda para Lord Penrose. El heredero de Lord Boremund, Borros Baratheon, tenía fama de libertino, amante de las mujeres, la bebida y los torneos. Se rumoreaba que Lord Boremund se había vuelto más sentimental en su vejez, complaciendo así los caprichos de su único hijo, quien derrochaba el tesoro de Bastión de Tormentas en vino, mujeres y juergas. Por lo tanto, Laenor decide discutir con Rhaenyra la posibilidad de proporcionar asistencia financiera a Lord Penrose, con el objetivo de ganar su favor y asegurarlo como aliado. Si bien puede que no sean los vasallos más fuertes de los Baratheon, Rhaenyra tenía la intención de atraerlos a ellos y al resto de las Tierras de la Tormenta a su lado.

━━Sus aposentos están listos para ustedes, mi princesa. Comprendo que tras un viaje tan extenso por el mar, la fatiga debe ser vuestra compañera. Con el permiso de Su Alteza, mi hijo los guiará hasta sus habitaciones. Y en el día de mañana, si lo sienten propicio, se celebrará un festín en honor de su llegada ━━dice Lord Penrose entre una mezcla solemnidad y jubiló mientras los conduce por los pasillos del castillo.

━━Agradecemos tan cálido recibimiento, Lord Johan. Lamento profundamente sentirme agotada en este momento, pues su hijo se ofreció gentilmente a mostrarme los encantos y maravillas de Los Pergaminos ━━Rhaenyra dirige una suave sonrisa hacia un ruborizado Adam, quien se hallaba con la espalda recta al lado de su progenitor━━. Quizás, si los dioses lo permiten, seré receptiva a tu amable invitación para el día de mañana, joven Adam.

━━Nos hace usted el honor, Alteza ━━responde el mayor con entusiasmo, mirando orgulloso a su hijo.

Rhaenyra asiente regiamente, y Laenor piensa que así es como debe ser una verdadera reina. Regia, señorial, llena de nobleza interior. No hay rastro de la niña caprichosa de la que hablaban su madre y los hombres de la Fortaleza Roja. Y el embarazo había suavizado aún más el temperamento de Rhaenyra. No, no se había convertido en una doncella sumisa cuya razón de ser era tener hijos y complacer al rey y a los señores. Simplemente había aprendido a controlarse. Su férrea voluntad y su inquebrantable confianza en su rectitud permanecían con ella, pero ahora Rhaenyra las mantenía hábilmente bajo una máscara de cortesía. El orgullo por su esposa llenaba a Laenor cada vez que ella mostraba paciencia donde antes podría haber hecho pedazos las cosas.

━━Estos son sus aposentos, Su Alteza, Ser Laenor. Los aposentos del Príncipe Daemon y Lady Laena están al final del pasillo. ¿Hay algo más que pueda hacer por ustedes? ━━pregunta Adam, mirando a la princesa con aire congraciador.

━━Sí, Adam, ¿podrías pedirle a un maestre que venga a nuestros aposentos con prisa? Quiero hablar con él antes de que sirvan la cena ━━solicita Rhaenyra.

━━Y también, asegúrate de que para la cena traigan a la princesa pan recién horneado, un buen caldo de carne y mucho queso salado, no sabes cuánto le gusta a ella ━━añade él, haciendo énfasis en las preferencias de su esposa con un gesto de agradecimiento al muchacho━━. No olvides eso.

Adam asintió con diligencia y una sonrisa, respondiendo: ━━¡Por supuesto, mi señor! ━━Luego, les hizo una reverencia━━. Buenas noches.

━━Buenas noches, Adam ━━responde Rhaenyra con una voz suave, acompañando sus palabras con una brillante sonrisa que reflejaba su gratitud hacia el joven señorito.

━━¿Debería estar celoso ya? ━━Laenor le dedica una media sonrisa a su princesa mientras se cierra la puerta de sus aposentos.

━━¿Celoso? ━━replica una Rhaenyra confundida.

━━Has regalado tantas sonrisas a ese chico que empiezo a tener malos pensamientos ━━Laenor dio un paso atrás, buscando crear un espacio entre él y Rhaenyra, aunque no pudo resistir la tentación de rodearle la cintura con sus brazos y atraerla hacia su pecho.

La risa melodiosa de Rhaenyra resuena en sus oídos como la más hermosa de las melodías. Correspondiendo al gesto, Rhaenyra entrelaza sus brazos alrededor del cuello de Laenor y le brinda un breve beso en los labios.

━━¿En serio vas a sentir celos por un chico? ━━inquiere Rhaenyra con una sonrisa traviesa, dejando entrever un destello de complacencia en su mirada.

━━Solo tienes tres años más que ese chico ━━aclara Laenor, tratando de mantener un tono ligero y desenfadado a pesar de la incomodidad que le causaba ver los ojos adoradores de otros hombres para su esposa.

━━Además, recuerda que estoy casada contigo y esperando tus hijos ━━replica ella, su sonrisa aún iluminando su rostro con amor.

Laenor, asimila las palabras de Rhaenyra, frunce levemente el ceño y se toma un momento antes de hablar.

━━¿Hijos? ━━repite Laenor con seriedad, haciendo su gesto ya habitual de colocar una mano con ternura sobre el vientre de Rhaenyra, expresando la promesa incipiente de convertirse en padre que se refleja en sus ojos.

━━El Maestre Gerardys dijo que mi vientre es demasiado grande para llevar solo tres meses de embarazo. También mencionó que esté malestar que siento, junto con los mareos y sofocos, podrían indicar que estoy esperando más de un bebé ━━explica Rhaenyra.

Laenor la envuelve en un abrazo protector, dejando que el aroma embriagador de su cabello inundara sus sentidos. Repentinamente, un temor profundo se apoderó de él. Sabía que el proceso del parto podía ser duro para las mujeres, y ver a su amada tan menuda y frágil le provocaba el miedo de perderla. Rhaenyra, como si entendiera su inquietud, corresponde al abrazo rodeándolo con sus propios brazos, y con voz suave y reconfortante, le susurra: ━━Tranquilo, cariño. Mi madre dijo que los dioses nos debían mucho. Todo saldrá bien. Nada ni nadie podrá separarnos.

━━Nunca ━━promete Laenor, besando a Rhaenyra.

La llegada del maestre hace que se separen. El maestre de Los Pergaminos aparece ante Laenor y Rhaenyra como un anciano algo desgarbado, con unos ojos cálidos que brillan de sabiduría y una nariz torcida que parece tener mil historias de años de servicio y una vida difícil.

━━Su Alteza. Mi señor. Mi nombre es Rodrik. ¿Qué puedo hacer por usted, princesa?

━━Buenas noches, Maestre Rodrik. Sólo quería que me examinara brevemente ━━Rhaenyra sonríe tímidamente, acariciando su vientre━━. Soy primeriza, así que no tengo ninguna experiencia en estos asuntos. Quiero asegurarme de que el viaje en barco no perjudique en nada al bebé.

━━Entendido ━━El anciano rápidamente entra en acción. Laenor no pudo evitar notar los cuatro anillos de plata que adornaban los dedos nudosos del maestre, un símbolo de su profundo conocimiento en medicina y curandería, lo que despertó en él un respeto natural hacia aquel hombre de gran experiencia.

━━Cuatro anillos de plata, Maestre Rodrik. Ya no dudo en confiar a mi esposa a su cuidado ━━comenta Laenor, con un gesto de reverencia hacia el maestre señalando con la cabeza la cadena de maestre que llevaba consigo.

El Maestre Rodrik, con un brillo de melancolía en sus ojos, responde con sinceridad: ━━Habría forjado el quinto anillo si Los Pergaminos no hubieran requerido un nuevo maestre hace ya muchos años. Mi labor aquí fue encomendada antes de poder completar esa última etapa de mi formación.

Rhaenyra, comprensiva y empática como siempre, quiso reconfortar al anciano maestre.

━━Estoy segura de que en sus años de servicio dedicados a la Casa Penrose ha acumulado un conocimiento y sabiduría que supera con creces lo que cualquier aprendiz de la Ciudadela podría soñar ━━expresa Rhaenyra con una sonrisa alentadora dirigida al Maestre Rodrik.

La mirada del anciano se ilumina brevemente, agradecido. Sumergiendo sus manos en un cuenco de madera lleno de agua tibia, el Maestre Rodrik se asegura de lavarlas concienzudamente con jabón antes de proceder con el examen estándar. No obstante, en esta ocasión, Rhaenyra opta por mantener puesta su delgada ropa de dormir en presencia del desconocido maestre. Este, mientras palpaba el abultado vientre de la princesa, murmuraba para sí mismo y le formulaba diversas preguntas en un tono que denotaba tanto concentración como curiosidad.

━━¿Cuál es su fecha de parto, Alteza? ━━pregunta el maestre.

━━Poco más de tres lunas, Maestre ━━responde Rhaenyra━━. Mi maestre afirma que me embaracé poco después de la boda.

━━¿Puedo suponer que las náuseas comenzaron a asediarla desde los primeros meses? ━━cuestiona Rodrik.

━━Sí ━━asiente Rhaenyra.

━━¿Y a veces se siente agotada y un par de horas después está despierta y llena de energía?

━━Sí.

━━¿Adónde quiere llegar, Maestre? ━━pregunta Laenor.

━━Por supuesto, no puedo estar completamente seguro, pero todo apunta a que la princesa está esperando gemelos ━━anuncia el maestre.

━━¿Y en cuanto a su salud?

━━Todo está bien. A excepción de los mareos de la princesa, no hay molestias para el bebé... para los bebés ━━corrige el anciano━━, el viaje no debería causar inconvenientes o riesgos.

━━Gracias, Maestre ━━Laenor le tiende un dragón de oro.

━━Encantado de servirle, mi señor ━━El anciano se levanta y hace una reverencia━━. Buenas noches, Alteza. Ser Laenor.

En cuanto la puerta se cierra tras él, una hilera de sirvientes entra en los aposentos, cargados de bandejas.

━━Dejen todo aquí. Yo mismo me ocuparé de la princesa ━━despacha el Velaryon a los sirvientes.

Obedientemente, los sirvientes dejaron la comida y los utensilios sobre la pequeña mesa que quedaba cerca de la ventana antes de retirarse. Ante el fresco viento que se colaba por las grietas de los gruesos muros del castillo, Laenor envuelve a Rhaenyra en una cálida capa y la guía hacia la mesa. Sin demora, llena sus platos hasta rebosar y escoge la taza de té más grande, llenándola sin contemplaciones antes de deslizar toda la comida hacia ella.

━━¿Quieres que reviente? ━━pregunta Rhaenyra, mirando la enorme pila de bolillos de crema.

━━Ahora que sabemos con certeza que vamos a tener gemelos, tendrás que comer por tres ━━responde Laenor sonriente, partiendo un pan con las manos.

━━¿Y si engordo y me pongo fea? ━━Rhaenyra entrecierra sus ojos discretamente, tratando de resistir la tentación de la apetitosa comida que tiene frente a ella.

━━Oh, vamos, no digas tonterías. Eres demasiado vanidosa como para permitirte ese descuido ━━Laenor se burla de ella con cariño, por lo que rápidamente atrapa la mano de Rhaenyra, que se alza con el propósito de darle un empellón en el hombro, y en su lugar deposita un besito en ella━━. Además, ser fea jamás será parte de tu destino.

Rhaenyra le saca la lengua y se abalanza sobre su comida con gusto. ━━Están espectaculares ━━dijo con los carrillos hinchados.

Ver a su amada comer tan a gusto caldeó el corazón de Laenor, permitiéndose soñar despierto durante un segundo, imaginando a Rhaenyra en un futuro cercano con sus preciosos hijos entre sus brazos.

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