❪ ⛓️💥 ❫ 038: Rhaenyra.
FUEGO Y SANGRE
ACTO I: LA PRINCESA DRAGÓN
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CAPÍTULO XXXVIII:
Sueños y promesas
RHAENYRA SE ENCONTRABA SUMERGIDA en un sueño. Aunque era consciente de ello, la escena que tenía ante sus ojos parecía tan real que le costaba distinguir la realidad de lo que no. En su ensoñación, veía a su madre, Aemma Arryn, tan cerca que creía poder tocarla, con una dulce sonrisa dirigida hacia su única hija.
«Madre...», jadea Rhaenyra, dando un paso hacia la mujer.
Casi se desplomó en los brazos de Aemma y, al sentir el cálido abrazo de regreso, las lágrimas que había estado conteniendo brotaron sin control. Se dejó llevar por el llanto en los brazos de su madre, sintiendo cómo esta acariciaba su cabello con ternura, como cuando era niña. Al menos en ese momento, en sus sueños, se permitió un instante de vulnerabilidad y dejar de lado la máscara de la heredera. Rhaenyra había aprendido a ser fuerte, a protegerse del dolor y la traición que parecían acechar en cada esquina de la corte. Pero ahora, en los brazos de su madre, se permitió ser simplemente una hija dolida que extrañaba a la mujer que le había dado la vida. Mientras se fundía en el abrazo de Aemma, Rhaenyra sintió una calidez reconfortante invadir su ser, como si todo el peso del mundo se hubiera disipado por un breve momento. Sabía que aquel encuentro era efímero, una ilusión tejida por su mente atormentada por el duelo, pero no pudo evitar aferrarse a él con todas sus fuerzas, deseando que ese momento de paz y amor durara por siempre.
━━Has crecido mucho, mi pequeño dragón ━━dice Aemma en voz baja, levantando el rostro entre lágrimas de su hija.
Rhaenyra se da cuenta con sorpresa que ahora comparte la misma estatura que su madre. Los brillantes ojos azules de Aemma resplandecen con amor y orgullo, provocando que las lágrimas vuelvan a humedecer los ojos de Rhaenyra. Con ternura, la mujer lleva su mano hacia la ya notable barriga de su hija, desencadenando una sonrisa radiante de felicidad en el rostro de Rhaenyra.
━━Pronto, tú también serás madre ━━señala Aemma, mientras un destello pasajero de tristeza cruza sus ojos.
━━Tengo miedo, madre ━━confiesa Rhaenyra con voz entrecortada, cubriendo la palma de la mano de su madre con la suya.
━━¿De qué, hija mía? Siempre has sido tan intrépida ━━consuela Aemma, secándole las lágrimas de las mejillas mientras Rhaenyra niega suavemente con la cabeza.
━━Tengo miedo de no poder traer a este niño al mundo. Tengo miedo de no ser capaz de proteger a mi hijo. Tengo miedo de defraudar a todos: a Laenor, a mi padre, al reino y a mí misma.
La risa cálida y llena de sabiduría de su madre actúa como un consuelo tranquilizador en el alma atormentada por el miedo de Rhaenyra, infundiéndole confianza. Aemma rodea con cariño el rostro de su hija con las manos y deposita un suave beso en su frente, transmitiéndole así todo su amor y apoyo incondicional.
━━No repetirás mi destino, hija mía. Los dioses te darán muchos hijos. No se atreverán a quitar lo que deben. Y nos deben mucho, Rhaenyra ━━La mirada de Aemma se endurece y Rhaenyra recuerda que su madre también era un dragón, aunque no lo demostrara.
━━¿Cómo lo sabes? ━━pregunta Rhaenyra inocentemente.
━━Confía en mí, hija mía ━━lágrimas resbalan por las mejillas de Aemma mientras estrecha a su hija con fuerza y ternura, y Rhaenyra se aferra a ella, sin querer separarse nuevamente de su amada progenitora.
━━Por favor, no te vayas, mamá ━━suplica, escondiendo su rostro entre los cabellos plateados de su madre.
━━No te aferres al pasado, Rhaenyra ━━Aemma se aparta ligeramente, apretando las manos de su hija con firmeza━━. Eres la descendiente del dragón que traerá la luz a este mundo. Tú y tus hijos harán de este un mejor lugar. Y yo, desde los cielos, vigilaré vuestro camino. Adiós, mi princesita. Te quiero.
Rhaenyra se precipita extendiendo sus brazos hacia la silueta desvanecida de su madre, pero solo logra aferrar el vacío que la separa de ella. De pronto, la realidad se distorsiona y frente a Rhaenyra se materializa un claro helado, cubierto por un manto de nieve espesa. Un gruñido de disgusto rompe el silencio, y al enfocar su mirada, descubre entre los remolinos de nieve a un dragón blanco como la albura de la nevada, observándola con uno ojos dorados penetrantes.
«... Ojos como los de Bruma», piensa Rhaenyra, sin apartar la vista de la bestia.
Repentinamente, una figura delgada envuelta en pieles blancas emerge junto al dragón. Rhaenyra distingue el cabello plateado, tan similar al de Aemma, y siente un impulso irrefrenable de acercarse a la mujer, anhelando compartir unos momentos más con su madre. A medida que la distancia entre ambas se reduce a tan solo unos pasos, la misteriosa figura se voltea.
━━Madre, ¿sigues aquí? ━━preguntan ambas al unísono.
Rhaenyra se detiene y clava la mirada en la figura, que resulta ser una niña. No logra identificar quién se encuentra frente a ella. Reconoce claramente el cabello rubio con esa peculiar tonalidad de oro blanco que solo pertenecía a su madre, y el vibrante azul celeste de los ojos de Aemma. Sin embargo, los demás rasgos del rostro de la extraña difieren notablemente de los de su madre. Se asombra al descubrir la forma de las cejas y los ojos de Laenor además de sus propios labios en la faz pálida de la joven. Los delicados pómulos le recuerdan a su padre y la cincelada nariz a Laenor. De repente, una corazonada atraviesa a Rhaenyra.
«¿Es mi hija? -se pregunta en sus pensamientos, llevando instintivamente la mano a su vientre-. Me ha llamado madre...».
━━Madre, tú misma has dicho que soy ya una chica mayorcita en la que puedes confiar plenamente. Deja de temer por mí. Voy a hacer que te sientas orgullosa.
La misteriosa joven, a quien todo indica que es su hija, deposita un fugaz beso en la mejilla de la sorprendida Rhaenyra, para después subir a lomos de su dragón. Con elegancia, se eleva majestuosamente hacia el firmamento, levantando a su paso un vendaval de nieve que danza alrededor de ellas. Rhaenyra, con ojos vidriosos y el corazón lleno de incertidumbre, sigue con la mirada la silueta del dragón que se aleja, desvaneciéndose poco a poco en el opaco cielo gris.
Todo vuelve a cambiar y el paisaje invernal de Rhaenyra sufre una transformación inconexa, transportándola instantáneamente al majestuoso salón del trono de la Fortaleza Roja. Allí, el bullicio y la expectación son palpables en el aire, manifestándose mediante las miradas expectantes de la multitud que se agolpa alrededor del Trono de Hierro, ansiosa por presenciar lo que está a punto de suceder.
En las sombras, Rhaenyra se desliza sin ser descubierta, abriéndose paso entre la marabunta para contemplar el objeto de tanto interés. Tras sortear a los presentes, se detiene de golpe. Ante ella, en el trono, se encuentra su padre. Una luminosa sonrisa adorna su semblante, una sonrisa que había permanecido ausente desde la pérdida de Aemma. Los ojos de Rhaenyra siguen la mirada de Viserys y descubren que sostiene en su regazo a un niño pequeño. Por un instante, lo confunde con Daeron, que apenas había aprendido a sentarse por sí mismo. Sin embargo, este infante parecía más crecido y no guardaba semejanza alguna con su hermano. Observando detenidamente su rostro infantil, el niño, como si intuyera su presencia, se vuelve hacia ella. Un suspiro escapa de Rhaenyra al percatarse de que sus propios ojos la contemplan desde el rostro del niño; el mismo tono de las violetas, las mismas esquinas de los ojos caídas con tristeza. Además, en la curvatura de su boca reconoce también a su tía Rhaenys, y en el hoyuelo de su mentón a Lord Corlys.
━━Algún día este será tu asiento, muchacho ━━dice Viserys con una gran sonrisa, alzando al niño entre risas━━ ¡Gloria al príncipe!
━━¡Gloria al príncipe! ━━La multitud ovaciona a coro.
Un escalofrío recorre la espalda de Rhaenyra al conectar las piezas. La profecía susurrada por la vieja vidente en aquella noche oscura parece cobrar vida en su mente, como un eco que se niega a desvanecer. Los ojos de la joven se oscurecen con determinación, pero también con una inquietante sombra de temor. Aquellas palabras enigmáticas ahora resuenan nuevamente en sus oidos, tejiendo un velo de misterio que envuelve su destino de forma inescrutable.
«La unión entre el elemento del agua y el fuego bendecirá tu vientre, engendrando príncipes y princesas dragón».
Rhaenyra siente como si estuviera cayendo en un abismo sin fin. Aprieta fuertemente los ojos en el sueño, pero los abre en la realidad. El techo familiar de su camarote y el de Laenor en el Princesa Dragón aparecen ante ella, mientras el constante balanceo del barco le recuerda su ubicación. El corazón le golpea en la garganta, con cada latido resonando en sus oídos y forzándola a respirar entrecortadamente. Al lado suyo, Laenor se incorpora en la cama con un gemido ronco, sus ojos febriles ardiendo intensamente. Una mano cálida se posa sobre su estómago, transmitiendo una sensación de protección. Rhaenyra, aún agitada, coloca su propia mano sobre la de él, encontrándose con su mirada llena de una mezcla de preocupación y entendimiento.
━━Tuve un sueño ━━susurra él, tragando saliva.
━━Yo también ━━responde Rhaenyra con el mismo tono.
Sin pronunciar una sola palabra más, Laenor envuelve a Rhaenyra en un dulce abrazo. Lágrimas cálidas y saladas caen con libertad por las tersas mejillas de Rhaenyra, dejando rastros sobre la piel de su rostro. Al alzar la cabeza, a través del velo creado por sus propias lágrimas, vislumbra la sonrisa de Laenor, rebosante de amor y gratitud. Rhaenyra se entrega por completo a la arrolladora corriente de emociones y llora sobre el pecho de su amado esposo, permitiendo que su calor y su fuerza la envuelvan por completo.
En medio de eso, un pensamiento claro y poderoso atraviesa la mente de Rhaenyra: «No fue sólo un sueño. Hemos visto nuestro futuro».
Dejándose llevar por la paz que trae consigo estar al lado de su amado, Rhaenyra se sumerge nuevamente en un letargo reparador, esta vez libre de las perturbadoras visiones del futuro que habían invadido sus sueños. La calidez del abrazo de Laenor la acompaña en su descanso, brindándole la agradable sensación de sentirse segura que tanto necesita.
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