❪ ⛓️💥 ❫ 018: Rhaenys.
FUEGO Y SANGRE
ACTO I: LA PRINCESA DRAGÓN
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CAPÍTULO XVIII:
Esperando la tormenta
━━SE VEN MUY BIEN JUNTOS, incluso tú no puedes negarlo.
Corlys contempla con un deleite indisimulado la escena que se desarrolla en el centro del campo de entrenamiento. Rhaenyra y Laenor, imponentes y joviales, se alzan como el dúo perfecto. Mientras Laenor derrota sin piedad a Ser Marbrand en un combate formidable, Rhaenyra corre hacia él, sosteniendo un odre rebosante de agua. Con ansias evidentes, Laenor apura cada gota del refrescante líquido, antes de derramar el sobrante sobre su cabello y rostro, buscando alivio tras la intensidad del enfrentamiento.
La risa musical de Rhaenyra resuena en el aire mientras observa el aspecto alborotado de Laenor. Con una delicadeza digna de admiración, ella extrae de su bolsillo un pañuelo blanco como la nieve y lo desliza con cautela sobre el rostro sudoroso de su prometido. Laenor, agradecido, toma la mano de Rhaenyra entre las suyas y le deposita un breve beso como muestra de gratitud. Para sellar la ternura del momento, ata el pañuelo a su muñeca, un símbolo tangible del afecto y cuidado que comparten en medio de ese torbellino de emociones y destrezas.
━━Bueno, ¿quién quiere desafiar a la suerte? ━━Laenor se dirige a los caballeros y guardias que estaban alrededor de la arena.
━━Teniendo el favor de nuestra princesa, temo que nadie se atreverá a vencerlo y entristecer a la Delicia del Reino, Ser Laenor ━━Ser Marbrand bromea mientras se levanta.
Las risas llenan la arena, haciendo que Rhaenyra, que había regresado al balcón junto a Laena, se ruborice. Rhaenys misma sonríe al ver la alegría que emanan de su hijo y la princesa.
━━Tienes razón, Corlys. Realmente se ven muy bien juntos ━━responde Rhaenys a su esposo, observando cómo una sonrisa autosatisfecha se extiende por los labios del hombre.
Rhaenys también había notado y observaba con atención la bonita pareja que conformaban Rhaenyra y su hijo. Sin embargo, lo que más deleitaba a su corazón era la transformación que experimentaba Laenor cuando estaba cerca de Rhaenyra. Su sonrisa se convertía en una constante en su rostro, incluso si sus labios no la reflejaban, Rhaenys siempre la percibía en sus ojos. Los ojos de Laenor irradiaban un brillo especial cada vez que posaban la mirada en Rhaenyra.
No era algo sorprendente para Rhaenys. Laenor siempre había mostrado tener el corazón más compasivo de su familia, encontrando siempre un lugar en él para aquellos que consideraba dignos de su amor y lealtad. Lo que verdaderamente asombraba a Rhaenys era la reacción de Rhaenyra misma. Creía que Rhaenyra había aceptado este matrimonio como una estrategia para fortalecer su posición frente a los señores de Poniente, garantizando así su apoyo ante el eventual fallecimiento de Viserys. El matrimonio con Laenor le aseguraba una alianza con gran parte de la flota real, las riquezas de los Velaryon y hasta tres dragones. Incluso los matrimonios entre las casas más humildes se llevaban a cabo por conveniencia, y mucho más en el seno de la familia real, donde las apuestas eran aún más elevadas.
Pero Rhaenyra no parecía una novia que se estaba casando por interés. Parecía una joven enamorada, siempre tratando de obtener un poco más de la atención de su amado de lo que permitía la etiqueta de la corte real. Rhaenyra estaba siempre con Laenor cuando tenía la oportunidad. A menudo paseaban por la ciudad vestidos como plebeyos, acompañados solo por un par de guardias disfrazados; salían al Bosque Real, donde Laenor enseñaba a Rhaenyra a disparar con arco y ballesta; pero sobre todo, pasaban tiempo en el cielo, volando en sus dragones.
Eran jóvenes y rebosaban felicidad, y Rhaenys anhelaba con todo su ser que esa dicha los acompañara para siempre. Sin embargo, era consciente de la realidad implacable que les esperaba. Rhaenyra, siendo solo una princesa, habría llevado una vida tranquila y apacible junto a Laenor si no fuera por qué Viserys la nombró como su heredera.
Juntos gobernarían en Marcaderiva, alejados de las intrigas palaciegas, dedicados a criar a sus hijos y futuros nietos, disfrutando de los frutos de sus éxitos. Pero el destino de Rhaenyra estaba escrito para convertirse en reina en algún momento futuro, y, por supuesto, su esposo debía estar a su lado. Rhaenys sentía un apretón en el corazón al pensar que tendría que dejar a su hijo en la capital, rodeado de serpientes y ratas.
«Ya no es un niño, Rhaenys. Ha llegado el momento de que deje atrás su infancia y se convierta en marido y padre. Permítele labrar su propio camino», le decía Corlys cuando ella compartía sus inquietudes.
Rhaenys no contradecía a su esposo, pues sabía que tenía razón. Sin embargo, como madre, su corazón se resistía a dejar a su hijo, nuera y futuros nietos en la Fortaleza Roja, el lugar más peligroso de Poniente. Por eso, estaba decidida a hacer todo lo que estuviera a su alcance para garantizar la seguridad y protección de su familia.
El mes que Rhaenys pasó en la imponente Fortaleza Roja la convenció por completo de que Rhaenyra sería una buena reina regente en el futuro. Durante ese tiempo, la convicción de Rhaenyra de convertirse en una gobernante excepcional se fortaleció aún más. Desde el primer día, demostró un compromiso inquebrantable con sus deberes y responsabilidades.
La joven princesa no se perdió ni una sola reunión del Consejo Privado. Allí, mostraba un nivel de intelecto y perspicacia que superaba las expectativas de todos. Interactuaba de manera admirable con los señores y damas de la corte, a quienes veía como mentores en política. Su sed de conocimiento era insaciable y dedicaba horas interminables al estudio de la historia y las leyes, tanto de Poniente como de Essos. No había detalle que escapara a su atención.
Mientras se sentaba en el majestuoso Trono de Hierro, Rhaenyra recibió numerosas solicitudes de audiencias por parte de la nobleza. A medida que escuchaba pacientemente cada petición, evaluaba cuidadosamente los méritos y las implicaciones políticas. No se dejaba influenciar fácilmente por el rango o la riqueza de quienes buscaban su favor, sino que se basaba en un riguroso análisis de cómo cada solicitud afectaría a su pueblo y su reino.
Los resultados de su labor no se hicieron esperar. Los cambios positivos y las decisiones justas que tomó comenzaron a ecoar en todo el reino. Las voces del pueblo recogían los rumores de una princesa sabia y compasiva, capaz de liderar con autoridad y empatía. Aunque aún no había llegado su momento de ascender al trono, ella sabía que estaba preparada para enfrentar los desafíos que el futuro le depararía. Estaba lista para convertirse en la líder que su reino merecía y demostraría, sin lugar a dudas, que estaría a la altura de todos sus predecesores que se sentaron en el Trono de Hierro.
━━Pobre Otto parecía como si le hubieran metido un palo por el culo ━━reía en voz alta Daemon, contándole a Rhaenys sobre el día en que Rhaenyra apareció en la Sala del Trono mientras Otto escuchaba a los súbditos y, con un inocente parpadeo de sus ojos, ella ordenó poder conocer las cuestiones de su pueblo.
━━Hace mucho que no veía a la Mano tan desamparada ━━se burlaba de acuerdo Corlys, también testigo de tal acto━━, incluso tropezó al bajar del Trono de Hierro.
Rhaenys se reía junto con ellos, pero dentro de ella crecía la preocupación. Otto Hightower había estado en el poder durante décadas, siendo la Mano del Rey. Y cuando su hija se casó con el rey y le dio un hijo, nombrado en honor a Aegon el Conquistador, parecía estar obsesionado con ver a su nieto en el Trono de Hierro. Rhaenys podía verlo en sus ojos, ardiendo de descontento cada vez que le recordaban que era Rhaenyra quien era la heredera de Viserys.
Ella había intentado hablar sobre la creciente tensión entre Rhaenyra y Otto con Viserys en varias ocasiones, pero su primo, como siempre, prefería ignorar la incómoda verdad.
━━Otto ha servido lealmente al Trono de Hierro desde los tiempos de nuestro abuelo, Jaehaerys el Conciliador. No veo ninguna razón por la cual pudiera sentir desprecio hacia Rhaenyra. ¿Acaso Daemon te ha infectado con su odio hacia mi Mano? ━━respondió Viserys a las preocupaciones expresadas por Rhaenys.
━━Él dejó de servir al bienestar del Trono de Hierro desde que su hija te dio un hijo varón. Desde ese momento, Lord Hightower ha estado sirviendo a los intereses de su familia ━━replicaba Rhaenys, tratando de razonar con su primo.
━━Sí, desde que me casé con Alicent, nos convertimos en una sola familia. ¡Por supuesto que él sirve al bienestar de su familia! ━━contestaba Viserys.
━━Pero...
━━¡Basta! Ya tengo suficiente con Daemon y su odio hacia mi Mano, no necesitas convertirte en otra causa de mi estrés, prima.
Así terminaban todas sus conversaciones con Viserys. Ella le pedía que fuera más atento con los hijos de su segunda esposa, para inculcarles el amor por su hermana mayor y futura reina. Rhaenyra hacía todo lo posible por acercarse a sus medios hermanos, sin importarle lo difícil que esto le resultara. Pero no era suficiente. Los hijos mayores de Alicent ya eran lo suficientemente grandes como para notar la diferencia en la forma en que Viserys los trataba a ellos y a Rhaenyra. Era solo cuestión de tiempo antes de que las semillas del odio sembradas por Otto dieran fruto.
Rhaenys solo podía alegrarse de que Aegon y Helaena se sintieran interesados hacia su hermana mayor a pesar de los esfuerzos de Otto por protegerlos de la influencia de Rhaenyra y Laenor. Sin embargo, el segundo hijo de Viserys, Aemond, no mostraba ningún deseo de pasar tiempo con su hermana Rhaenyra. Era en este niño donde la influencia de la Mano del Rey se notaba con mayor fuerza.
Él se negaba a navegar con Rhaenyra y Laenor al mar, no quería pasear con ellos por Desembarco del Rey y animaba a sus hermanos a no complacer los caprichos de la Princesa Heredera. Si no fuera porque Rhaenys había vivido en la Fortaleza Roja la mitad de su vida, no habría visto el peligro inminente en esto. Pero ella podía predecir la tormenta mucho antes de que se formaran las nubes en el cielo.
Aemond ya superaba a su hermano mayor en muchos aspectos. Era mejor en lectura y escritura, en historia y heráldica, etiqueta y cálculo. Rhaenys había oído que los maestres no podían dejar de admirar su inteligencia y perspicacia, algo que no se veía en otros niños de cuatro años.
Ella no habría prestado tanta atención a los logros de aquel príncipe si no fuera por el cambio en la actitud de Otto Hightower hacia sus nietos. Antes, toda su atención estaba centrada en Aegon, el príncipe mayor y principal rival de Rhaenyra en su reclamo, pero ahora estaba dedicando más esfuerzos para asegurar el mejor futuro posible para Aemond.
Rhaenys tenía una fuerte sensación de que el Señor de Aguasclaras había tomado una decisión importante. Y sus sospechas se confirmaron cuando le informaron que Otto y Lord Tyland Lannister, estaban discutiendo un posible matrimonio entre Aemond y su sobrina, Lady Tyshara Lannister, heredando así una flota de barcos.
Este matrimonio conectaría firmemente Roca Casterly y todo Occidente con Otto Hightower. Aemond anexaría hacia sí la flota y la riqueza de los Lannister, convirtiéndose en una figura relevante en el juego de tronos que se estaba desarrollando desde el momento en que Rhaenyra fue nombrada heredera al Trono de Hierro.
Rhaenys estaba dividida por muchos pensamientos. Por un lado, se alegraba de ver lo enamorado y feliz que parecía su hijo junto a Rhaenyra. Por otro lado, lamentaba anticipadamente la tormenta que sin duda se desataría en los muros de este castillo. En eso, Corlys estuvo de acuerdo con ella.
━━Sí, la tormenta es inevitable. Pero no estamos aquí por mera casualidad. Rhaenyra será guiada por tu mano, después de todo, alguna vez te preparaste para asumir el manto de reina. Y yo demostraré a todos que no me llaman la Serpiente Marina en vano. Indudablemente, lograremos navegar con éxito el barco de nuestra familia a través de la tormenta que se avecina ━━dijo con firmeza Corlys, abrazando a su testaruda esposa.
━━He oído que los marineros más experimentados eligen evitar la tormenta si tienen la oportunidad ━━respondió Rhaenys con sarcasmo.
━━Ya es demasiado tarde, esposa mía. Nos dirigimos directamente hacía ella.
Rhaenys solo atinó a sonreír a su esposo, rezando a los dioses para que retrasaran la llegada de la inminente tormenta. Necesitaba tiempo para hacer todo lo posible por la seguridad de su familia.
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