⁀➷ C I N C O
"Ella es dañina"
La noche estaba en su punto más elegante. Las luces de la lujosa sala de banquetes brillaban, y los comensales, todos ejecutivos de renombre, disfrutaban de una cena exquisita preparada por el chef Gojo Satoru y su equipo.
El ambiente estaba cargado de tensión y expectativas: la presentación de nuevos proyectos, alianzas y acuerdos importantes se discutían entre sorbos de vino y platos gourmet.
Gojo, como siempre, dominaba la escena con su porte relajado, atendiendo a los invitados y guiando a su equipo desde la cocina.
Pero, a pesar de la energía de la velada, su mente no podía dejar de vagar hacia la tarde anterior.
Las imágenes de Kondo y Geto, caminando por las calles y compartiendo risas en los puestos de comida, lo habían perturbado más de lo que quisiera admitir.
Mientras supervisaba la cena, Gojo observaba con detenimiento a Geto, quien se encontraba en su usual posición cerca de los fuegos, pero con una ligera diferencia en su actitud.
Había algo en su rostro, una pequeña sonrisa que no había visto en él antes. Un cambio sutil, pero suficiente para despertar la curiosidad de Gojo.
Al final de la noche, cuando los ejecutivos ya se retiraban y la tensión comenzaba a relajarse, Gojo se acercó a Geto, quien estaba recogiendo algunas herramientas en la cocina.
El ambiente estaba más tranquilo, pero Gojo no podía quitarse la inquietud que le había dejado la escena de la tarde.
-Oye, Geto -dijo Gojo, su tono algo más serio de lo habitual-. He notado algo en ti hoy. Estás diferente. Has estado más... relajado o tranquilo, si quieres llamarlo así. Incluso vi esa pequeña sonrisa pintada en tu rostro. No te reconozco.
Geto levantó la vista, un poco sorprendido por la pregunta, pero no dejó que su expresión cambiara. Llevaba semanas lidiando con las mismas tensiones, pero no esperaba que Gojo lo notara tan fácilmente.
-Supongo que la noche ha ido bien, eso me hace sentir bien -respondió Geto, con su habitual calma-. Los ejecutivos estaban contentos con la comida. ¿No es eso lo que importa?
Gojo se cruzó de brazos y se acercó aún más, sin perder de vista a su su chef.
La ligera sonrisa de Geto, esa expresión que parecía tan ajena a su ser, le hizo fruncir el ceño. Había algo más detrás de esa actitud, algo que no le gustaba.
Y, por supuesto, no lo iba a dejar pasar tan fácilmente.
-Sí, claro -respondió Gojo, con su tono juguetón pero afilado-. Aunque no me refiero exactamente a eso. Hoy, cuando los dos regresamos de esa pequeña "excursión gastronómica" por la ciudad... ¿me equivoco si digo que estabas un poco más "sonriente" de lo usual? ¿Es por la compañía? ¿Por alguna "buena conversación"?
El tono de Gojo era deliberadamente indirecto, como si estuviera pescando, buscando algo en lo que pudiera aferrarse.
Geto levantó una ceja, consciente de la pregunta, pero no dispuesto a dejar que su amigo se saliera con la suya tan fácilmente.
-No sé a qué te refieres -respondió Geto, con una ligera sonrisa nerviosa-. Solo fue un buen día. La comida, la compañía... todo estaba bien. Nada fuera de lo normal.
Gojo lo observó por un momento más, su mirada fija y calculadora. Sabía que algo más estaba ocurriendo. Había algo en Geto que no se alineaba con lo que normalmente veía. La pregunta, sin embargo, no terminaba ahí.
-Hablando de compañía... -dijo Gojo, bajando la voz, como si estuviera revelando algo muy personal-. ¿Qué hay con esa crítica de cocina, Kondo? La vi contigo ayer, ¿sabías? Vi cómo interactuaban, cómo se reían juntos. Una conexión interesante, ¿no te parece?
Geto se tensó ligeramente, pero rápidamente disimuló su reacción, mirando hacia un lado mientras intentaba mantenerse en control.
-Solo hablamos sobre comida, Gojo. No es gran cosa -respondió con indiferencia, aunque su tono dejó entrever una pizca de incomodidad.
Gojo, sin embargo, no dejó que la conversación terminara ahí. Su mirada pasó de ser juguetona a algo más penetrante, casi como si estuviera leyendo la mente de Geto. Sabía que había algo más detrás de sus palabras.
-¿Sabes? -dijo Gojo, casi como si estuviera haciendo un descubrimiento importante-. Esa relación que estás cultivando con ella... ¿no crees que podría ser peligrosa para "nosotros"?
El énfasis en la palabra "nosotros" hizo que Geto lo mirara directamente, algo confundido. Gojo no esperó mucho para continuar.
-Escucha, Geto. Estoy hablando en serio -continuó, su voz cada vez más suave, casi seductora-. Las críticas de Kondo no son delicadas. Ella es un arma afilada que puede destruir algo si no se tiene cuidado. No quiero que nuestra relación profesional se vea afectada por alguien que no entiende cómo funciona este mundo, ¿sabes? Y creo que Kondo, con su naturaleza de crítica, puede convertirse en algo... destructivo para ti, para tu espacio.
Gojo hizo una pausa, como si estuviera dejando que las palabras calaran en Geto.
-No estoy diciendo que sea mala persona, pero su influencia podría hacer que todo se derrumbe -añadió, suavemente, con una sonrisa que ya no parecía tan amistosa.
Geto, que había permanecido en silencio hasta ese momento, comenzó a dudar.
Había algo en la forma en que Gojo le hablaba que le causaba una sensación incómoda.
Aquel tono de seguridad, de control, estaba comenzando a calar en su mente. ¿Es posible que tenga razón? pensó para sí mismo. ¿Kondo podría ser un problema?
Gojo lo observó de cerca, esperando una reacción. Sabía que las palabras adecuadas, dicha con el tono correcto, podían hacer que Geto dudara de sus propios juicios.
La idea de que Kondo pudiera ser una amenaza para su carrera, para su espacio laboral, sembró una semilla en su mente.
-Solo quiero que pienses en ello -dijo Gojo, sonriendo con una amabilidad inquietante. -No dejes que una "amistad" con alguien como ella te haga perder lo que realmente importa. Nosotros estamos en una posición privilegiada, Geto. No vale la pena arriesgarlo por algo que podría desmoronarse en un instante.
Geto permaneció en silencio por un largo rato, su mente trabajando a mil por hora. Algo en las palabras de Gojo se le quedó grabado, aunque no quería admitirlo.
Después de todo, Gojo siempre había sido un amigo confiable, ¿no?
Y mientras Gojo lo observaba con esa sonrisa calculadora, una pequeña chispa de duda comenzó a prenderse en la mente de Geto.
Quizás, tal vez, Gojo tenía razón. Tal vez Kondo no era tan inofensiva como parecía.
"El Encuentro Inesperado"
El silencio del teléfono era ensordecedor. Geto miraba la pantalla de su móvil, con una mezcla de incomodidad y duda en su rostro.
Había visto los mensajes de Kondo varias veces, pero algo en él, algo que había nacido tras la charla con Gojo, le decía que debía ignorarlos.
Cada mensaje de ella parecía más directo, más personal, pero Geto mantenía su distancia, convenciéndose a sí mismo de que no había nada que discutir.
"Solo fue una tarde de comida," pensaba una y otra vez. Nada más que una crítica que me quiere hacer recomendaciones. No tiene por qué significar nada.
Los mensajes seguían llegando: el primero, preguntando cómo estaba; el segundo, un recordatorio de la conversación que tuvieron en la cafetería; el tercero, una invitación para salir de nuevo a probar más comida.
A cada uno, Geto respondía con evasivas o, en algunos casos, simplemente los ignoraba.
Sin embargo, cuanto más lo hacía, más un sentimiento extraño se instalaba en su pecho.
No estaba seguro si se trataba de inseguridad o de algo que Gojo había sembrado en su mente, pero algo en su interior le decía que alejarse de Kondo podría ser lo correcto.
El día en el restaurante terminó, y Geto se encontraba agotado, pasando por el vestíbulo rumbo a la salida.
Lo último que quería era pensar más en la situación con Kondo, pero, de alguna manera, sus pensamientos seguían regresando a ella, como un eco que no lograba deshacerse.
Cuando abrió la puerta y se dirigió hacia el estacionamiento, un sonido familiar lo hizo detenerse. Una voz, tranquila pero firme, lo llamó por su nombre.
-Geto... -dijo Kondo, con una ligera sonrisa, mientras se acercaba a él desde la sombra que se proyectaba entre los árboles cercanos.
Había estado esperando justo en ese punto, como si supiera que él saldría en ese momento.
Al verla allí, inesperada, una oleada de sorpresa y incomodidad recorrió a Geto.
Por un momento, pensó en dar la vuelta y entrar de nuevo al restaurante, pero el destino parecía haberse empeñado en que tuvieran esta conversación.
-Kondo... -dijo, con un tono neutral, pero notó que su voz se quebraba un poco. -No esperabas encontrarme aquí, ¿verdad?
Ella lo miró con serenidad, pero algo en sus ojos parecía decir que ya sabía lo que pasaba.
-De hecho, sí esperaba encontrarte. He estado tratando de hablar contigo, pero... me has estado ignorando últimamente. ¿Por qué? -preguntó, sin rodeos.
Geto bajó la mirada, incómodo. ¿Qué podía decirle? No es que quiera ignorarte, solo que...
No sabía cómo explicarle lo que le estaba pasando. La verdad era que, desde su conversación con Gojo, algo dentro de él había cambiado.
La tensión, la manipulación de su amigo, lo había dejado atrapado en sus propios pensamientos, y había comenzado a ver la situación con Kondo desde otra perspectiva.
Kondo, con una leve sonrisa, dio un paso hacia él, manteniendo la calma pero transmitiendo un aire de comprensión.
-¿Sabes qué? -dijo ella suavemente, sin perder la compostura-. Estoy dispuesta a ser directa contigo. No vine aquí para discutir ni para hacerte sentir incómodo, pero quiero que sepas algo: no me gusta cuando alguien me evade. Y creo que merezco una explicación. Si no quieres hablar, lo entiendo. Pero si no quieres seguir ignorándome, podemos hacerlo de otra forma.
Geto la miró, confuso por sus palabras. Había algo en su tono que lo desarmaba, y, aunque intentaba mantenerse firme en su decisión de distanciarse, no podía evitar sentirse atraído por la calma con la que ella lo enfrentaba.
Kondo suspiró suavemente, mirando directamente sus ojos.
-Escucha, Geto. Si aún quieres seguir ignorándome, lo entenderé. No soy de las personas que obligan a los demás a hacer lo que no quieren hacer. Pero... si estás dispuesto a darme una oportunidad para hablar las cosas, para decirnos lo que realmente pensamos y sentimos, podemos hacerlo ahora. Te invito a mi departamento. Podremos sentarnos tranquilos, hablar sin presión, sin expectativas. Y si después de eso, decides que prefieres seguir adelante y mantener tu distancia, lo aceptaré.
El ofrecimiento fue directo y sin adornos. Kondo no esperaba que Geto dijera que sí de inmediato, pero sentía que, al menos, era su última oportunidad para obtener una respuesta clara de él.
Geto la miró fijamente. Algo en su propuesta lo hizo dudar.
La sensación de evasión que había estado llevando en su pecho parecía desmoronarse, y una curiosidad inexplicable comenzó a crecer dentro de él.
¿Por qué no aceptar? Tal vez, después de todo, necesitaba hablar con ella. Necesitaba entender por qué todo esto lo estaba afectando tanto.
Finalmente, suspiró y asintió con la cabeza.
-Está bien -dijo, aunque su voz reflejaba una ligera incomodidad-. Acepto. Vamos a tu departamento.
Kondo sonrió, satisfecha con la respuesta. Sin decir mucho más, comenzó a caminar hacia el estacionamiento, esperando que Geto la siguiera.
Ambos se dirigieron hacia su coche sin intercambiar muchas palabras, pero el aire entre ellos se cargaba de una tensión sutil que ambos sentían, aunque no se atrevían a admitir.
El departamento de Kondo no estaba lejos, y pronto llegaron.
El lugar estaba decorado de manera sencilla pero elegante, con detalles que reflejaban la personalidad de la crítica: ordenada, con un aire de sofisticación sin pretensiones.
Kondo invitó a Geto a sentarse en el salón, mientras ella se preparaba para ofrecerle algo de beber. Un vino tinto o agua, lo que él preferiría.
Cuando regresó con las copas, Kondo se sentó frente a él, con la misma serenidad de siempre, pero ahora, había algo más en su mirada.
La incertidumbre había quedado atrás. El ambiente se volvió más íntimo, aunque no necesariamente tenso.
Ambos sabían que algo estaba a punto de salir a la luz, pero aún no sabían qué.
Geto miró la copa de vino en sus manos, sin atreverse a dar el primer paso en la conversación.
Kondo, por su parte, rompió el silencio.
-Entonces... ¿por qué me estuviste ignorando? ¿Qué está pasando, Geto?
Ambos estaban a punto de enfrentarse a una conversación que podría cambiar todo.
Lo que ninguno de los dos sabía era que las palabras que iban a salir esa noche marcarían el principio de un camino mucho más complicado de lo que cualquiera había anticipado.
Y, como si el destino lo hubiera planeado, ese encuentro traería consigo una serie de revelaciones que alterarían no solo la relación entre ellos, sino también todo lo que había quedado sin resolver entre Geto y Gojo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro