! Capitulo 13
La sala era un caos, las respiraciones agitadas, las miradas llenas de furia y los cuerpos tensos, preparados para continuar la pelea.
El eco de los pasos retumbó en el corredor, haciendo que todos en la habitación se detuvieran.
La tensión que había llenado el ambiente se disipó momentáneamente, sustituida por una sensación de expectativa y temor.
Las puertas dobles de la sala se abrieron con un golpe seco y allí, de pie bajo el umbral, estaban Vincent Donovan, el patriarca de la familia, y su esposa, Amara.
Vincent Donovan era una figura imponente, un hombre cuya presencia hacía temblar incluso a sus propios hijos.
Alto y fornido, su rostro estaba marcado por los años de violencia y poder, pero sus ojos, oscuros como el abismo, eran los que verdaderamente infundían respeto.
Amara, a su lado, irradiaba una fría calma, su belleza intemporal solo acentuada por la mirada severa que compartía con su esposo.
Era la única persona a la que Vincent escuchaba sin cuestionar, y su silencio siempre era más aterrador que cualquier palabra.
Vincent no dijo nada al principio. Se quedó en la entrada, observando la escena frente a él: sus hijos, cinco de ellos enfrentándose como si fueran enemigos, y su hija menor, aún en posición de defensa, respirando con dificultad después del conflicto. El aire en la sala se volvió más denso.
—Basta.—La voz de Vincent era grave y baja, pero llenó la habitación como una sentencia.
Nadie se atrevió a moverse. Incluso Abaddon, quien normalmente tomaba la iniciativa en cualquier situación, permaneció en su lugar.
Amara, con su característica calma, se adelantó un paso, su mirada recorriendo a cada uno de sus hijos, deteniéndose finalmente en su hija menor.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó Amara, su voz suave pero afilada, como una cuchilla deslizándose por seda.
Sabía lo que había sucedido, pero quería escuchar las versiones de sus hijos.
La hija menor respiró hondo, intentando calmarse antes de hablar, pero su ira era palpable.
—Ellos vendieron a Izana, madre. Lo entregaron a Rokuro como si fuera un objeto. No podía quedarme de brazos cruzados mientras ellos destruían todo.
Vincent dio un paso hacia adelante, su sombra proyectándose sobre la sala. Su rostro no mostraba emociones, pero la atmósfera se volvió aún más tensa. Miró a Abaddon, esperando una explicación.
—Era lo correcto, padre.—Abaddon alzó la cabeza con firmeza, sin apartar la mirada de su padre—. Izana representaba una amenaza para nosotros. Tenerlo en nuestras manos solo nos habría traído más problemas. La decisión fue estratégica.
Vincent guardó silencio, su mirada penetrante pasando de Abaddon a sus otros hijos.
Astaroth, Azkeel, Adirael y Alabám permanecían en sus lugares, sabiendo que cualquier palabra en ese momento podría empeorar la situación.
—¿Estrategia? —repitió Vincent lentamente, su voz llena de desprecio—. _____. No te enojes con tus hermanos.
Abaddon titubeó por un segundo, pero mantuvo la compostura.
—Izana es peligroso. Mantenerlo aquí habría puesto en riesgo a toda la familia. — continuo Abaddon
—Mantenerlo aquí habría sido lo que cualquier Donovan haría —dijo Vincent con una calma que solo hacía más evidente su ira contenida—. Yo di la orden hija.
Amara, quien hasta ese momento había permanecido callada, dio un paso más hacia adelante, colocándose al lado de Vincent.
Su mirada se posó sobre cada uno de sus hijos, y luego en su hija menor. Aunque no lo dijo en voz alta, el mensaje estaba claro: había decepción en sus ojos de parte de la menor.
—No solo traicionaron a Izana —añadió ______ rompiendo el silencio que había seguido a las palabras de su padre—, sino también a mí. Ustedes sabían lo que significaba para mí, y aún así lo entregaron como si no importara.
Los ojos de Amara se entrecerraron ligeramente. Había un detalle que parecía estar fuera de lugar.
¿Qué significaba Izana para su hija menor?
Había algo en su tono que sugería que esta decisión la había afectado más profundamente de lo que inicialmente pensaban.
—¿Qué significa Izana para ti? —preguntó Amara, sus palabras cortando el aire con precisión.
_____ vaciló por un segundo. Había intentado no mostrar sus verdaderos sentimientos, pero ahora, frente a su madre y su padre, no podía ocultar más la verdad.
—Izana es más que una simple pieza en su juego. El tenía un pequeño espacio en mi corazón también. —Sus palabras eran sinceras, pero estaban cargadas de una emoción que no pasó desapercibida para Amara.
Vincent exhaló lentamente, su paciencia agotándose.
Amara asintió, y su tono se volvió más severo.
—Habéis actuado sin pensar en la familia. Eso es lo que más nos preocupa. No habéis considerado las repercusiones de vuestros actos.
El salón estaba en completo silencio. Nadie se atrevía a replicar.
—Este comportamiento no puede quedar sin castigo. —continuó Vincent—. Habéis puesto en peligro a la familia, y eso tiene un precio. A partir de este momento, todos los negocios de la familia quedan bajo nuestra supervisión directa. Ninguno de ustedes tomará decisiones por su cuenta hasta que yo decida que son lo suficientemente capaces de hacerlo sin poner en riesgo nuestro legado.
Abaddon apretó los dientes, pero no dijo nada. Sabía que, aunque quisiera protestar, su padre no cedería.
Azkeel y Astaroth intercambiaron miradas, sabiendo que el castigo afectaría sus propios intereses, pero también guardaron silencio. Adirael y Alabám simplemente bajaron la cabeza.
Amara se giró hacia su hija menor, quien aún mantenía su postura desafiante.
—Y tú, querida —dijo con un toque de dureza en su voz—, Tienes prohibido tratar de recuperar a Izana, aprende a respetar las decisiones directas de tú padre.
La hija menor sintió una mezcla de frustración y resignación, pero sabía que discutir en este momento sería inútil.
Con eso, Vincent y Amara se dieron la vuelta, dejando a sus hijos en silencio. La sala se sintió más fría una vez que sus padres se retiraron, y aunque el castigo era claro, lo que realmente pesaba era el recordatorio de que, a pesar de todo, en los Donovan, la lealtad a la familia era lo más importante, pero el precio de la traición era alto, incluso entre ellos.
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