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|𝟐𝟗| ➟ ¡𝐄𝐬 𝐓𝐚𝐧 𝐇𝐞𝐫𝐦𝐨𝐬𝐚! 𝟏/𝟐。

MARATÓN 5/6: ♡♡

Nunca tuve tanto miedo como esa tarde, cuando esperaba que mis padres llegaran y luego cuando tuve que enfrentarlos. Decirles que no había tenido ganas de ir al colegio y que había ido a dar un paseo al parque.

Obviamente no me creyeron, sabían que había estado con Jeongyeon, aún no había manera de demostrarlo pero ellos no descasarían hasta encontrarla, y lo harían si yo seguía actuando como una estúpida y dejaba que ella me llevara a
su departamento.

Dios, cómo rayos iba a alejarme de ella si de tan solo pensar en lo que pudo haber pasado si mi padre no hubiese interrumpido era como invocar a todos los demonios que habitaban el mí. No tenía sueño, resultaba imposible dormir con esas ansias que se habían mezclado con mi sangre y viajaban por todo mi cuerpo.

Era de madrugada cuando golpearon la puerta de mi habitación. La persona al otro lado no espero mi respuesta para entrar. Pero yo sabía muy bien quien era. Cerré los ojos, confiando en que al verme dormir me dejara en paz pero en lugar de ello se sentó en la cama a observarme por un largo rato.

-Mina -susurró finalmente.

No me moví.

-Mina, por favor.

Suspire.

-Ahora toca el turno a la policía buena. Vas a fingir ser mi amiga, te vas a identificar con mi situación, me prometerás un caballete nuevo y querrás que te diga la verdad. Pero no hay más que decir, ya saben lo que hice por la mañana y lo único que hace falta es que me crean.

-Tienes que confiar en mí. Soy tu madre.

-Si va a continuar el interrogatorio entonces llamaré a mi abogado.

-Tú no vas a necesitar uno -murmuró con cariño- pero ella sí.

Sus palabras detuvieron un milisegundo mi corazón.

- ¿Y de qué se le acusa si se puede saber?

Esta vez es mi madre quien suspira. Parece cansada y da la impresión que en un solo día ha envejecido escandalosamente.

-Jugar contigo es delito suficiente para mí.

-Ella no ha jugado conmigo. No sé de qué hablas.

-Claro que no lo sabes -dice- tu no la conoces como yo.

-La conozco muy bien, es mi profesora. Es muy inteligente, preparada y más que nada respetuosa... tal vez cometió errores en el pasado, como mucha gente, pero ella aprendió la lección y eso es lo que ustedes no entienden.

-Eres tu quien no entiende Mina. No viste a esas chicas, no sabes...

-Claro que lo sé mamá, lo sé todo. Sé que eran muchas, que sé la querían, conozco a la perfección ese cuento. Te puedo recitar toda una nota
periodística referente al acontecimiento. No hay nada sobre ese incidente que yo no sepa.

-Mina tu no estuviste allí -me suelta, al parecer la policía buena ya se había ido-esas niñas la adoraban. Niñas hermosas, con un futuro brillante, que no hubieran dudado ni un segundo en ir a la cárcel por ella.

-Para empezar eran universitarias -le recuerdo- no tenían nada de niñas. Y Jeongyeon no es una bruja ni nada por estilo como para manipular la voluntad de las personas, lo que sea que sus novias hayan dicho lo hicieron por propia voluntad.

Cierra los ojos y se levanta. Al parecer quiere gritarme, pero se contiene.

-Tanto tu padre como yo sabemos que estuviste con ella.

- ¿Son adivinos? -pregunto molesta.

-Hablas igual que esas chicas -susurra-Ni siquiera llevas mucho de conocerla, Mina, por Dios. Imagina que tu padre la atrapa con las pruebas suficientes para llevarla a la cárcel. Y que cabe la posibilidad de que tú puedas tomar su lugar. Solo imagina ese escenario y pregúntate algo ¿Lo harías?

-Mamá...

-No me digas nada. Tú respóndete e interpreta la respuesta. Eres lista.

Fue imposible dormir. No con esa pregunta ni mucho menos con la respuesta.

¿Qué me estaba pasando?

Entré a la ducha muy temprano. No había dejado de pensarla ni un segundo, cuando el cansancio me venció soñé con ella. Estaba en todas partes, a donde mirara ahí la llevaban mis pensamientos. Aquello no podía ser normal. Tan sólo se trataba de un capricho, de una ilusión.

Un día iba a despertar y seguiría siendo la joven inexperta y callada que babeaba por el hermano universitario de su mejor amiga. Una persona del género masculino que le gustaba desde hacía más tiempo del que podía recordar. Eso sí parecía real, ir a la cárcel por un chico que le gustaba desde siempre era lógico y sin embargo no concebía esa idea y lo más curioso era que ni podía recordar su nombre.

Traté deimaginarme en sus brazos, traté de imaginar que él me ponía contra la pared y me besaba, pero fue imposible, nauseabundo, ridículo.

- ¿Qué me has hecho Yoo Jeongyeon? -murmuré ordenando mis libretas en la mochila.

Era temprano y necesitaba arreglar mis cosas. Casi podía imaginar lo atrasada que estaba con mis materias, no había hecho trabajos, ni repasado, ni nada. Y fue hasta ese momento, hurgando en mi mochila, cuando vi el libro que había sacado de la biblioteca. Ni siquiera lo recordaba, pero tenerlo en mis manos fue suficiente para que lo ocurrido ese día regresara a mi memoria y lo vi todo
como si se tratase de una película.

Pasé las páginas para buscar el poema y lo leí de nuevo. Era mágico, sentí a Jeongyeon tan cerca que pude percibir su aroma, su calor y sus labios húmedos.

Miré la página que había quedado abierta, y el poema en ella también me la
recordó.

¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,
Es altanera y vana y caprichosa;
Antes que el sentimiento de su alma,
Brotará el agua de la estéril roca.
Sé que en su corazón, nido de sierpes,
No hay una fibra que al amor responda;
Que es una estatua inanimada pero,
¡Es tan hermosa!


Ahí estaba descrita. Yoo Jeongyeon era un poema de Bécquer.

Era mi poema favorito, mi obra predilecta. Mi inferno, mi cielo y mi abismo.

Llegó de repente y se alojó en mí para siempre, así de simple, sin explicación, ni complicadas teorías que me respalden. Porque las cosas importantes de la vida no tienen que tener un jodido nombre, ni una explicación, ni mucho menos leyes absurdas que las limiten. Porque el oxígeno era oxígeno y había estado aquí y era fundamental para vivir, mucho antes de que las personas
fueran capaces de darle un nombre. Porque los latidos del corazón nos mantenían vivos desde mucho antes de que nosotros mismo supiéramos que llevábamos dentro semejante órgano. Por qué las estrellas brillaban incluso antes de que hubiese ojos que las contemplaran.

Mis labios habían sido probados por otras bocas pero mi profesora de literatura me enseñó lo que era un beso, mi cuerpo había sido tocado por otras manos pero solo las suyas despertaban el deseo que dormía en él, yo era mujer antes de conocerla pero hasta que percibí su aliento sobre mí me sentí como una.

Y ahora venían las leyes, mis padres y la puta sociedad a decirme que debía renunciar a todo eso. Porque no estaba bien, porque es pecado lograr ser feliz en un mundo donde la gran mayoría no lo es.

-Mina, hagas lo que hagas lo sabré -me dijo mi padre mientras salía de la patrulla.

Lo ignoré y camine hacia Sana que se encontraba cruzada de brazos en la entrada del colegio y no dejaba de mirarme.

-Creo que es la primera vez en mi vida que veo a tu padre trayéndote a la escuela -murmura como si nada hubiera pasado entre nosotras.

-De pronto cree que soy un bebé que no sabe nada del mundo -le digo con amargura mientras caminamos al salón de algebra, la primera clase del día- muy parecido tu punto de vista, por cierto.

Ella carraspea.

-Lo lamento Mina, me preocupé por ti -susurró avergonzada- tú no eres así.

- ¿Así como?

-Como ella.

Pongo los ojos en blanco.

- ¿Lesbiana?

-No quise decir eso.

-Pero lo pensaste y quiero entender qué hay de malo en ello ¿Te preocupa que vaya al infierno? ¿Te preocupa que la gente me apedree? Oh, no, ya lo
tengo. Lo que te molesta es que me haya negado en besarte en el baño...

Me he pasado, lo sé.

-No digas estupideces Mina -exclama molesta y se detiene- lo único que me preocupa de todo esto eres tú.

-Yo puedo cuidarme sola.

- ¿Si ella te lanza un golpe te vas a defender, vas huir o dejarás que te lastime?

La miro con el ceño fruncido entendiendo que su preocupación y la de mi madre iban por el mismo rumbo. Demasiada coincidencia.

- ¿Esa pregunta la formulaste tú solita o mi madre te la envió por WhatsApp?

-No has respondido.

Evita mis ojos y eso me lo dice todo.

-Eres una imbécil Sana. Fuiste tú la que alertó a mis padres -le grito sin importar que unos cuantos jóvenes se me quedan viendo.

-Mina por Dios, sólo quiero que pienses un segundo ¿Si ella te lanza un golpe te vas a defender, vas huir o dejarás que te lastime?

Volvió a formular su estúpida pregunta.

-Hazle saber a mi madre que yo no soy un títere de Jeongyeon ni de nadie. Y para que les quede bien claro ella nunca hará nada para lastimarme. Me quiere, jamás podrán entender cómo ni porque, pero ella me quiere.

Me alejó de Sana furiosa.

-El chico de la recepción es un asco y me parece que le falta un tornillo. Pero no está ciego, ni es mudo.

Me detengo. Sé de quién habla.

- ¿Qué quieres decirme?

Mi corazón se aceleró esperando la respuesta. Ese era un testigo valioso para mis padres, había hablado con Jeongyeon, había visto que nos besamos y me había ayudado a escapar. Pero entonces ¿Por qué el colegio no se encontraba rodeado por patrullas?

-Le sonreí y me habló de la profesora Yoo.

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