
𝟮𝟭. 𝗚𝗿𝗶𝗲𝘁𝗮𝘀
Grietas
ᴹˢ. ᴿᵒᵇᵉʳᵗˢ ♥︎
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NOVA
"¿Qué estoy haciendo?".
Por estar distraída, me equivoqué de botella y me puse una buena cantidad de bloqueador en el cabello en vez de la crema para peinar.
—¡Ya vamos tarde! ¡Princesa...
—¡Ya voy, ya voy!
Gruñendo frustrada, decidí que ya no tenía tiempo para lavármelo de nuevo y lo esparcí, haciéndome una trenza al final para que no se notara tanto.
Rápidamente tomé mi bolsa y bajé corriendo al auto.
—¿Que no teníamos reservación? —murmuré molesta subiéndome con mis guardaespaldas a un lado.
—Vamos tarde para la reservación —respondió mamá rodando los ojos.
A lo que yo la imité.
Había estado con esa actitud desde que dejé de ir a la escuela, como si yo tuviera la culpa que ellos fueran los paranoicos. Estábamos en una maldita reserva, ¿cómo alguien pensaría encontrarnos entre tanto lodo y pinos viejos?
No fue largo el camino, pero sí alcancé a maquillarme y a preguntarle a Étienne, quién me recordaba a Popeye, al menos unas cuatro veces si me veía bonita, y que él dijera que sí las cuatro veces. Como Lucy finalmente se había mudado con Sam y Emily, él era el único que me hacía compañía siempre, lo cual involucraba aguantarme.
No es que fuera una ocasión especial, pero unas horas antes había ido al mercado con Alex y Étienne y sentí que todo mundo se me quedaba viendo, pero no de una manera que me agradara, más bien había visto algo de desgrado en sus rostros cuando iba pasando de la mano con Alex. Hasta unas señoras no me quisieron vender nada cuando me acerqué a pedir, solo me ignoraron y me vieron mal.
Claro que me sentí de lo peor después de eso, pero yo iba en pants y me acababa de levantar, era obvio que me debí de haber visto horrible. Así que decidí arreglarme lo mejor que pude para la comida de hoy.
Entramos al restaurante y ya estaba Mohan, el mesero que siempre nos atendía, esperándonos para llevarnos a nuestra mesa, solo que nos evitó la mirada y tampoco me sonrió como siempre lo hacía.
Intenté ignorarlo, pero una pareja de mi edad pasó frente mío y se susurraron algo riendo mientras me veían indiscretamente.
—Princesa, ¿tú qué quieres...
—Voy al baño —interrumpí levantándome de mi silla.
Tapando un poco mi rostro con mi cabello, fui a paso rápido y me vi al espejo una vez llegué, pero no tenía nada fuera de lo normal, estaba bonita, ¿no?
Ladeé mi rostro y noté que se me había quedado bloqueador en el cuello, y cuando me metí a un cubículo para tomar papel, unas voces me hicieron ocultarme tras la puerta.
—... No seas cruel, creo que para todo hay gustos.
—A mi hermano le gustaba mucho Nova de niño, pero por fin abrió los ojos cuando le dije quién realmente era esa cara de pescado.
—Mira, yo no soy de juzgar por la apariencia, pero si es una infiel perra, ahí sí te doy la razón. ¿Viste qué traía puesto? Parece mi papá en la iglesia, ¿qué le cuesta ponerse un maldito vestido?
—¿Has visto sus brazos? Ha de tener las piernas igual huesudas, ni yo me atrevería a usarlos. No entiendo como los feitos siempre son los más infieles.
—Lila Newton me dijo que lo había hecho con el mejor amigo de su novio, ¿y sabes qué es peor? Oí que sus padres no le dicen nada porque la mamá también había engañado al padre biológico con el actual.
—Mira que hija de puta.
—Pero no te sorprendas, la gente rica siempre es un asco. Era cuestión de tiempo para que se les cayera de cuento.
Las dos mujeres parecieron terminar de arreglarse y yo por fin abrí la puerta con la mano temblorosa.
Aguantando las horribles ganas de llorar de impotencia, me tragué mi orgullo y volví a la mesa.
Se lo había advertido a Lucy, nunca debí haber ido a esa cita con Seth.
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Al anochecer, el tutor de Nova había llegado mucho antes de la hora acordada y no le dio tiempo para estudiar lo que había pedido o para desahogarse por lo sucedido en el restaurante. Por lo que simplemente se resignó a encorvarse en su asiento respirando suavemente, para evitar que el nudo de su garganta empezara a notarse cuando vio el examen sorpresa que le tendió apenas se sentaron.
No supo contestar la última hoja, había estado adivinando las primeras cuatro, pero en la última la angustia en su pecho la distrajo tanto que simplemente lo terminó eligiendo todas las opciones A.
—No estudiaste, ¿verdad? —le preguntó el viejo hombre de corbata apretada apenas revisó la primera hoja.
Ella negó avergonzada, evitando mirarlo.
—Es que ni siquiera contestaste bien lo que vimos la clase pasada —alzó el tono, haciendo sentir peor a la chica que cada vez—. ¿Sabes lo que me pagan tus padres para que tú lo desperdicies en esto?
Tiró toscamente el examen en el bote de atrás, con la hoja principal rayada con una gran D.
De mal humor, tomó su maletín y se levantó de la mesa aún con esa mirada severa sobre Nova.
—Deja de perder el tiempo y estudia para la siguiente clase, que así no llegarás a ningún lado.
La chica asintió con la cabeza baja y vio que su mamá lo acompañó a la puerta de la casa, donde ahí pareció preguntarle por su progreso y la respuesta no le sentó nada bien.
Una vez el tutor se fue, la mujer fue a paso inquietantemente relajado hacia Nova y, ignorándola, le quitó el celular y los demás libros de los brazos.
—¿No puedes hacer ni esto bien? —preguntó tosca— A tu habitación, no cenarás ni saldrás de ahí hasta que me digas todas las respuestas correctas del examen.
Nova asintió aun sin verla y salió a paso apresurado a la habitación. Se metió directamente en el baño y empezó a quitarse la ropa para darse un baño, pero un pequeño detalle en el espejo la distrajo de su acción.
Bajo su cadera, la ausencia de lo robado le era cada vez menos usual. A pesar de los años y de ya haberse acostumbrado, últimamente se había vuelto más paranoica con que alguien más lo hubiera notado tras sus pantalones anchos y discretos.
Aun en ropa en interior, deshizo su trenza e irónicamente su cabello también empezó a darle asco. No porque estuviera grisáceo por bloqueador, sino porque ahora le recordaba al de su maldito progenitor, del que no tenía idea cómo había llegado a boca de todos.
"Cara de pescado". Hacía mucho que no lo pensaba así, pero sus ojos parecían desproporcionados con la longitud de su boca.
Entonces la primera lagrima cayó sin darse cuenta.
Se la quitó con el dorso de la mano molesta, pero después cayó otra, luego otra, y un sollozo finalmente la hizo romperse.
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Horas más tarde, Nova todavía no estudiaba nada y seguía llorando en silencio en el piso del baño.
Se había odiado así misma por volver a ese punto, cómo cuando su padre aún vivía y estaba más sola en el mundo que nunca. Pero no podía evitarlo si su madre se comportaba igual de seca, tosca y paranoica que en ese momento. Y todo por ese estúpido cartel.
A pesar de eso, no esperaba que alguien tocara la puerta del baño a esa hora y con ella hecha un desastre.
—Bonita, ¿estás ahí?
"Maldita sea". Era Seth.
Rápidamente se levantó y se volvió a poner el pantalón y blusa que ya había puesto con la ropa sucia.
—¿Qué haces aquí? —le susurró a través de la puerta.
—Te extrañaba, así que entré por la ventana.
Al contemplar su reflejo en el espejo, sabía que se alarmaría al ver su rostro hinchado por las lágrimas. Por lo que, recordando las mascarillas guardadas en el gabinete, decidió ponerse una y apagar la luz antes de abrir la puerta a Seth. Tan pronto como él entró, la alzó por la cintura emocionado.
Con el rostro recargado en la curvatura de su cuello, Nova solo respondió acariciándole el cabello con la mejilla del chico restregándose cariñosamente en su hombro. Sin embargo, Seth sí notó la indiferencia de su impronta a su abrazo.
—¿Pasó algo? —preguntó separándose, quiso acariciar su mejilla, pero se encontró con la mascarilla— ¿Te enfermaste?
Intentó prender la luz del baño, pero Nova rápidamente le quitó la mano y aun en la oscuridad lo guio a la cama.
—No, solo estoy algo cansada.
Seth hábilmente se acostó arriba de ella y dejó espacio para que Nova lo acompañara.
—Oh, está bien, podemos dormir un rato. Yo también estoy cansado.
Intentó entrelazar sus manos, pero Nova se levantó de la cama algo incomoda.
—No me entiendes, Seth. Estoy cansada de... esto.
—¿Qué es esto?
Seth sintió su pecho agitarse cuando ella no respondió ni volteó a verlo.
"Por favor, por favor que no sea..."
Sacó del armario un abrigo de piel negra y se acercó a la ventana que aún seguía rota.
—¿Viniste a pie?
—Bonita, ¿qué pasa? —preguntó suavemente.
—Solo quiero... —murmuró frustrándose— No sé, ¿salir un rato? Hoy no me fue muy bien y quiero distraerme.
Además que podría notar ese detalle que tanto le ha costado ocultar si dormía abrazada a él.
—Ah, que alivio, creí que... olvídalo. ¿A dónde quieres que te lleve? —preguntó levantándose de la cama —Podemos ir a mi casa o la de Sam y pedir algo, aunque no sé si acepten pedidos a la una de la mañana.
—Más bien pensaba ir a Port Angeles —murmuró, saltando a la cornisa de la ventana.
A Seth casi le daba un infarto al ver que lo había hecho sin ningún tipo de cuidado. Rápidamente saltó a un lado de ella y la tomó fuertemente de la cintura.
—¡¿Port Angeles?!
—Shhh, nos van a oír.
Nova se abrazó a cuello mientras él los bajaba cuidadosamente por el árbol de enfrente.
—Es demasiado peligroso para ti salir fuera de la reserva, ¿no podemos ir a casa de Sam, o al menos hablarle a tu guardaespaldas?
—Si le hablamos a Étienne le va a contar a mamá. Y si se entera me castigará de por vida y ya no te volvería a ver.
—¿Pero a dónde quieres ir?
Una vez en el suelo, la chica lo guio a una parte oculta detrás de unos pinos, donde se encontraba tres jeeps negros. Sacó unas llaves de su bolsillo y abrió el primero para luego subirse de piloto.
—A un club.
"No puede ser", pensó Seth aun sin subirse a la camioneta.
—Nova, escucha —dijo cansado, apoyándose en la puerta—, no tenemos edad para que nos dejen entrar, es peligroso salir de la reserva nosotros solos y es la una de la mañana. ¿En serio quieres hacer esto?
Pero la chica prendió la camioneta sin voltear a verlo.
Sabía que era peligroso, pero Theo y River también les habían hecho daño a los dos y aun así Seth los perdonó sin si quiera consultarle.
—Yo iré, ¿vienes o no?
Haciendo una mueca molesto, Seth la vio serio y sacó su teléfono para llamar a Paul, Jacob y Lucy, diciéndoles que era una emergencia y que los esperaran en la caseta de la carretera a Port Angeles.
Subió del lado del copiloto y azotó la puerta con fuerza. Nova por fin avanzó hacia la calle y ninguno de los dos dijo nada en el resto del camino.
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