Oh, Nova 
ᴹˢ. ᴿᵒᵇᵉʳᵗˢ ♥︎
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SETH

Nova Annalise Roberts fue el primer amor de todo el mundo en primaria.

No importaba si no cruzabas palabra con ella, o que no hubieras tocado en el mismo salón de clases. Todo el mundo sabía quién era la niña nueva en la reserva y habíamos quedado totalmente encantados con ella.

Tal vez era por su cara preciosa, o su cabello largo y oscuro, su encantadora personalidad, la escandalosa risa que tenía, o que era la niña más lista en la reserva... y en Forks.

Tan, pero tan bonita. Tan, pero tan lista que me hacía suspirar y sonreír cada vez que decía cualquier cosa en clase.

Oh, Nova...

—¡Seth, abre la puerta! —el grito de Leah me sacó de mi ensoñación.

Levantándome del susto, quité la mochila de la puerta y la abrí a una Leah realmente alterada.

—¿Qué ocurre?

—¿Viste a Lucy en clase?

Lucy Uley era la mejor amiga de Nova. Nos habíamos conocido porque nuestros hermanos salían. Lo raro era que Leah preguntara por ella, desde que Sam se distanció quiso alejarse un poco de los Uley.

—Sí, como siempre, ¿por?

—¡¿Y no viste cuando se fue?! —gritó perdiendo los estribos.

—No, Leah. ¿Qué pasa?

Con una cara de frustración, corrió de vuelta a la puerta.

—No la encuentran a ella y ni a su amiga Nova —alcanzó a decir antes de azotar la puerta.

¡¿Nova?!

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(Horas antes)

—Encontraron los restos de los Mendoza cerca de la setenta y siete —rompió el silencio el mayor a cargo.

La habitación quedó muda al oír la horrible noticia.

Los Mendoza tenían poco tiempo de haberse mudado al pequeño poblado Forks. Y a pesar de esperarse algo como eso desde su desaparición la semana pasada, todavía tenía esperanza de encontrarlos vivos

—Sólo se hallaban los cuerpos del papá y la niña, no hay rastro de la mujer.

Dicho esto, dejó caer liberadamente fotos de los cuerpos y sus impresionantes heridas.

Los cinco presentes tuvieron que reprimir una mueca al ver el aspecto en cómo los dejaron.

—Tenía la edad de nuestros hijos —les susurró fríamente Quil Ateara II a la pareja—. Les advertí que esto pasaría y dejaron que así fuera.

—¿Qué más querías que hiciéramos? Hablamos con los Cullen, la policía, traje a mis mejores hombres y ofrecimos recompensa por ellos. Hicimos todo lo que estaba en nuestras manos —respondió frustrado Alex Roberts.

Él era una de las personas más calmadas en la reserva, por lo que no se lo tomó muy personal la acusación. En cambio, su mujer, Areum, era otro caso.

—¿¡Ahora es nuestra culpa?! No te quieras lavar las manos, ¡es su responsabilidad cuidar de la reserva!

—Cariño...

—¡¿Cómo esperas que lo hagamos con esos vampiros merodeando por los bosques?!

—Basta los dos —sentenció Billy Black golpeando la mesa—. No es culpa de nadie. Ni de los Cullen. Ya no queda nada que podamos hacer.

El ambiente se sumió en silencio. O al menos antes que Sam Uley interrumpiera entrando agitadamente al lugar.

—Joven, sabes que no puedes entrar...

—¿Saben dónde está Nova? —interrumpió, preguntando directamente a los padres.

A lo que la pareja se levantó claramente alerta.

—¿Cómo que dónde está? Se suponía que iba a estar con tu hermana, en tu casa —respondió alteradamente el señor Roberts.

—No han llegado y en la escuela dicen que ella y Lucy salieron temprano.

Los seis se miraron por una milésima de segundo antes de salir de salir corriendo de la habitación.

Ya habían pasado cuatro horas desde que no volvieron.

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Ahora, casi toda la reserva y la policía disponible se había esparcido a los alrededores en busca de las niñas.

Alex Roberts había hecho una llamada y más de sus trabajadores habían llegado a ayudar.

En cambio, Seth estaba desesperado en compañía de su madre, esperando cualquier noticia de la niña. No lo habían dejado ir a ayudar, ya que no querían que otro niño se perdiera, pero para él había sido una tortura no salir e ir en busca de la chica que llenaba sus sueños.

Por obra del destino, justo a tiempo recordó que su maestra les había dicho que tendrían un proyecto dónde ocuparían hojas y raíces de árboles, como los del bosque. Era para la siguiente semana, pero era Nova, lo iba a hacer ya.

Por lo que una vez dio a aviso a su mamá y esta a los demás, dejaron que el chico los guiara.

Solo esperaba que tuviera razón y se encontraran ahí, porque de lo contrario no sabría qué hacer.

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—Perdóname, Lucy. Te prometo que en cualquier momento mis papás o tu hermano vendrán a encontrarnos.

—Pero ya anocheció —susurró aún entre pequeños sollozos.

—Con más razón, seguramente ya tienen a gente buscándonos.

La pelinegra se encontraba abrazando a su mejor amiga contra su pecho, estaba sumamente asustada por la situación.

Después de la escuela, efectivamente las niñas habían ido al bosque en busca de lo que había pedido su maestra. Lo que no contaban es que, en un paso en falso, las dos cayeron a un pozo escondido. Y como era considerablemente profundo, Lucy se lastimó la cadera y Nova no podía levantarse o mover mucho el brazo izquierdo.

Habían dejado sus mochilas a lado del árbol, por lo que ahora no contaba con nada que les ayudara.

—Del uno al diez, ¿qué tanto te duele?

La castaña, hipando y limpiando sus lágrimas con el suéter, se intentó tocar la cadera y tuvo que reprimir un jadeo de dolor.

—Quince.

Nova realmente se sentía culpable. Ella fue la que le insistió a su amiga en ir ese mismo día, sin ningún adulto que las acompañara.

Intentó buscar una solución ya que su Lucy necesitaba atención inmediata, sin embargo, pudo ver como entre un multo de hojas había algo que resplandecía.

Apartó delicadamente a su amiga y se flexionó hasta quitar las hojas que lo tapaban, pero al ver lo que realmente era no pudo evitar gritar histérica ante lo que quedaba de un brazo mutilado.

Cerca de ella, Seth alcanzó a escuchar el grito que sin dudar era de Nova.

Corrió desesperado hasta donde lo oyó y vio las mochilas de las chicas.

—¡Nova! ¡Nova!

La chica, desde el fondo del pozo, se pudo tranquilizar por fin al oír una voz.

—¿Seth? —susurró Lucy.

—¡Aquí estamos! ¡Aquí abajo!

Seth bajó la vista y para su suerte encontró a las dos a salvo. Sonriendo inmensamente al ver a la chica, tuvo que sostenerse al casi caer por el pozo.

—¡Nova!

Pero al ver la cara incomoda de su amiga añadió:

—¡Y Lucy! —gritó, para no ser insensible.

A un lado de él, los demás adultos llegaron corriendo.

Los padres de Nova le agradecieron hasta el cansancio al chico por encontrarla, mientras que Sam solo le asintió con la cabeza por su hermana.

Un equipo de bomberos fue bajando por ellas, pero la pelinegra le susurró algo y ellos tuvieron que llamar al oficial Swan.

—Cuidado con ella, no puede mover la cadera.

Cuando por fin llegaron a la superficie, los brazos de sus familiares las rodearon y las pusieron en camillas. Nova, que estaba rodeada de gente preguntándole cómo se sentía y qué le dolía, le llamó la atención el chico que todavía la observaba unos pasos atrás.

Por inercia, le sonrió dulcemente, a lo que Seth recibió casi como un regalo divino. Era la primera vez que era acreedor de una de sus hermosas sonrisas con las que tanto soñaba.

Con el corazón latiéndole el doble de rápido, se sonrojo visiblemente y le devolvió muy apenado la sonrisa.

Areum Roberts, viendo todo esto de reojo, supo que era hora de hablar seriamente con su hija. Sabía que ya había empezado y tendría que, por más en desacuerdo que estén su esposo e hija, romper cualquier ilusión que el muchacho empezara a tener.