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04. | 𝗘𝗹𝗲𝗽𝗵𝗮𝗻𝘁

ʀᴇᴄᴏᴍᴇɴᴅᴀᴄɪᴏ́ɴ:

ᴏɪʀ ʟᴀ ᴄᴀɴᴄɪᴏ́ɴ ᴍᴇɴᴄɪᴏɴᴀᴅᴀ ᴍɪᴇɴᴛʀᴀs ʀᴇᴀʟɪᴢᴀ ʟᴀ ʟᴇᴄᴛᴜʀᴀ —

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𝙀𝙡𝙚𝙥𝙝𝙖𝙣𝙩 — 𝙏𝙖𝙢𝙚 𝙄𝙢𝙥𝙖𝙡𝙖

“ ᵒʰ ˡᵒᵒᵏ
  ʰᵉʸ

ᵗʰᵉʳᵉ ⁱˢ ʰᵉ ᶜᵒᵐⁱⁿᵍ
ᵈᵒʷⁿ ᵗʰᵉ ˢᵗᵃⁱʳˢ

ʰᵉʳᵉ ʰᵉ ᶜᵒᵐᵉˢ ”

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𝕰l aire parecía haber desaparecido dentro del aula donde se encontraba aquel grupo de jóvenes ingenuos tratando de sobrevivir. Una espesa tensión se coló por el mismo lugar por el que hacía unos segundos el señor Kang había entrado. Fueron momentos de silencio a medias, con nadie hablando verdaderamente, pero sí susurrando preguntas relacionado con lo último dicho por On-jo.

El maestro Kang sudaba, también temblaba un poco. Gotas del fluido bajaban por los lados de su cabeza, pegándole varios cabellos al rostro. Su mirada iba directamente a las alumnas frente a ella, con esa expresión impactada y el miedo saliendo a relucir.

—¿Qué pasa? —Preguntó un impactado Woo-jin, sin creer lo que observaba.

Alexis lo tenía a él y a Dae-su agarrados fuertemente, estando ella un paso más adelante de ellos, en ese rincón del salón donde se mantenían los tres. Los chicos oyeron a su maestro balbucear cosas mientras se veía el brazo, quizá dándose cuenta de lo que ocurría.

—Dijo que no lo mordieron... —Dijo Joon-young, caminando hacia atrás en dirección al escritor y una cara de pánico absoluto.

El hombre negó múltiples veces, aun con la mirada en su brazo herido.

—¡No! —Exclamó, tapándose la mordida con una actitud errática —No me mordieron. —Intentó convencerlos, logrando totalmente lo contrario.

—¿Se hizo un tatuaje en forma de mordida, señor Kang? —Cuestionó Alexis. Sus ojos fijos en el maestro y esa actitud seria que reservaba para ocasiones especiales —Si no, no veo explicación a esa marca que tiene ahí.

Dae-su la miró como si quisiese llamarle la atención. ¿Qué creía que hacía respondiéndole así a alguien que fue mordido? Quiso ponerse delante de ella, pero el agarre sobre su brazo se lo impidió.

—Es una mordida. —Repitió On-jo, cegada por el miedo.

Todo el miedo que sentía el señor Kang se mezcló con enfado, expresándolo de manera verbal hacia las dos estudiantes que lo estaban acorralando con sus acusaciones.

—Dije que no. No me respondan. —Exigió, todavía en su comportamiento errático.

I-sak tragó fuertemente, buscando valentía para hablar en el tono en que lo haría.

—¿En serio lo mordieron? —Cuestionó, sabiendo claramente la respuesta, pero en shock aún.

Esta vez el señor Kang perdió la compostura. La voz de I-sak fue la gota que derramó el vaso.

—¡No! —Gritó furioso causando más de un susto —¿Cuántas veces debo decírtelo? —Preguntó en un tono igual de alto.

Alexis, cuyo corazón latía más rápido de lo que le gustaría, se hizo oír.

—No importa cuán asustado esté, señor Kang, no tiene ningún derecho de gritarle así a I-sak. —Defendió, poniéndose con el pecho afuera y disimulando sus ganas de salir corriendo.

Se pudo oír los dientes del adulto rechinar. Los apretaba con tal fuerza que hubiese sido entendible si alguno se rompía. Dio un paso para acercarse a Alexis, quien no se movió por más miedo que sintiese. Dae-su seguía intentando que lo soltara, pero ella no cedía.

—Ella me está acusando de cosas que no son. —Señaló a I-sak.

Woo-jin retrocedió en cuanto sintió toda esa rabia salir de su maestro.

—Deje de ser cobarde y admita que lo mordieron, viejo idiota. —Eso último lo dijo en español, siendo Dae-su el único que comprendió por lo usual de las palabras en el vocabulario de Alexis a la hora de referirse a su maestro.

Asombrados, todos se quedaron viendo a Alexis. Ni ella sabía dónde había conseguido la valentía para hablar de tal manera al profesor, creía que a lo mejor era su miedo hablando por ella. No tenía idea de qué ese comentario solamente conseguiría aumentar más la rabia de Kang.

—¡No me mordieron! —Gritó una vez más, listo para ir hacia Alexis, pero con alguien más sumándose a las faltas de respeto hacia mayores.

—¿Y por qué lo esconde? —Insistió I-sak, refiriéndose al brazo —Solo muéstrenos. —Exigió, soltándose del agarre de On-jo.

Silencio. Silencio que se extendió por varios segundos. El profesor Kang no tenía palabras, sabía que no había manera de salir bien parado de allí y que ya su vida tenía fecha límite, pero aún así no quería aceptarlo completamente, se negaba a ceder ante la presión que le hacían unos adolescentes idiotas.

—¿Puede irse, por favor? —Continúo I-sak, teniendo la palabra.

Oración que consiguió congelar a todos, incluso a la misma Alexis. Ella quería que él admitiese que fue mordido, pero no pensó en qué hacer después. ¿Tenían que enviarlo allá afuera? ¿A ese infierno? ¿Era justo hacer algo así solo por estar infectado? Su moral tuvo una gran disputa con su lógica, siendo la primera vez durante todo ese tiempo en el salón, que dudó.

El señor Kang llevó levemente su cabeza a un lado, tan impresionado como los demás.

—¿Qué? —Salió de su boca, sin creerse lo que escuchó.

I-sak no se inmutó. Alguien necesitaba ser valiente.

—Váyase.

Kang se rio, erizando los vellos de más de uno allí.

—¿Quieres que salga allá afuera? ¿Después de todo lo que me costó llegar aquí? —Se le oyó ofendido e incrédulo.

—Lo mordieron. Fuera —se defendió I-sak, sin nada de apoyo por parte de los demás, ni siquiera de Alexis —. ¡Fuera! —Fue ella quien gritó ahora.

—¡Perra! —El adulto le devolvió el grito, ambos en una clase de horrible juego para ver quién gritaba más fuerte.

El debate mental de Alexis pasó a un segundo plano, preocupada por la seguridad de su compañera. Dio pasos rápidos hacia el señor Kang, deteniéndose cuando estuvo a una distancia prudente.

—Cálmese —Le pidió al hombre. Dae-su llegó con ella en cuestión de segundos, estando a su lado —. No hay razones para insultarla, ni para cometer alguna estupidez, ¿Está bien? —Intentó negociar, notando que la brusquedad no funcionaría con él y debía buscar la manera de hablarle con más tranquilidad.

Ahora tenía la atención de él sobre ella.

—¿Cómo le hablas así a un maestro? —Preguntó el hombre, perdido en su propia furia —Mocosa insolente... Ven aquí. —Le llamó.

Dae-su la tomó del brazo, llevándola hacia atrás.

—Señor Kang, cálmese... —Quiso intentar otra vez, pero los pasos agrandados del hombre la obligaron a retroceder con la ayuda de Dae-su.

—¡No me pidas que me calme! —Explotó, salpicando algo de saliva en la cara de Alexis —¡Ven aquí! —Le volvió a llamar, señalando un lugar frente a él.

El salón se dividió en aquellos que se daban ánimos para actuar, y esos que se escondían, pensando ilusamente que la situación se solucionaría por arte de magia. Alexis no contaba con apoyo más que el de Dae-su, quien a su lado la tomaba por los brazos para alejarla del ahora escalofriante maestro.

—¿No vendrás? Oye. —Terminó de acercarse a Alexis, amenazando con hacerle daño.

Dae-su la jaló con fuerza hacia atrás, poniéndose él, listo para recibir lo que sea que el maestro quisiese hacerle a su amiga. Alexis se preparó para defender al tonto que ponía su pellejo en peligro por ella, esperando también el siguiente movimiento de Kang.

El problema fue que ese movimiento nunca llegó. Kang se detuvo a sí mismo cuando sintió un líquido cálido y espeso bajar por nariz. Ese primer síntoma presentándose, alertándolo a él mismo y a los demás. Cuando su mano tocó la sustancia y observó con sus mismos ojos, se dio la vuelta, regresando al rincón donde estuvo cuando comenzó la disputa. La mente del pobre comenzaba a nadar en un mar de pánico y terror, teniendo que inclinarse hacia adelante por el terrible mareo que lo azotó. Un miedo latente se apoderó de él. Apenas comenzaba a comprender y aceptar del todo lo que le ocurría, resultando todo como una bomba de explosiones lista para explotar en cualquier instante.

Alexis vio a On-jo tomar un bolso, dirigiéndose a él. Estiró una mano hacia ella, queriendo llegar para impedir lo que iba a hacer.

—¡On-jo, no! —Intentó alcanzarla, sabiendo que las cosas terminarían peor si lo atacaban.

No pudo impedirlo. No estaba ni cerca de la chica cuando esta ya había impactado la pequeña mochila en la parte trasera de la cabeza del maestro.

El señor Kang, una bola de emociones sin controlar, se dio unos segundos para asimilar el golpe. No acababa de hacer lo que él creía, ¿cierto? ¿No lo había golpeado? ¿O sí?

Cheong-san actuó rápido, llevando a On-jo tan lejos como pudo.

—¿Estás loca? —Cuestionó Kang, listo para golpear a esa estúpida perra.

Su mano se alzó. Tuvo toda la intención de pegarle, incluso estuvo lo suficientemente cerca para hacerlo, pero las piernas le fallaron. Centímetros cerca de lastimar a su estudiante, el hombre se desplomó como si de una pluma se tratase.

Un círculo de curiosos se formó alrededor del maestro, cada quien manteniendo su prudente distancia ante aquella cosa que poco a poco dejaba ser su profesor. Alexis y Dae-su se sostenían mutuamente con suma fuerza. Él la sostenía por los brazos y ella se agarraba del chaleco de él, ambos aferrados al otro.

Alexis recordó las noches con su tío favorito, donde vio miles de veces El exorcista a pesar de que su mamá se lo tuviese prohibido. Los movimientos del señor Kang le recordaban a Regan cuando estaba poseída, provocándole el mismo miedo que experimentó a los 8 años. Su mente era un lío, iba muy rápido y al mismo tiempo no pensaba en nada útil para hacer. No podía evitar regañarse y forzarse a sí misma a pensar, pero el pánico le ganaba la contienda.

Entre gritos y groserías sueltas, el maestro Kang se levantó del sueño. Ya no era él, no quedaba ni una décima parte de su persona. Solo existía esa hambre voraz que lo llevó a abalanzarse sobre Min-ji.

—¡Min-ji! —Exclamó Dae-su, soltando a Alexis y yendo detrás de Kang.

Claramente, Alexis lo siguió. A esas alturas era algo de mero reflejo.

Se escuchó claramente la mordida en alguna parte de la cara de Min-ji, así como su grito de puro dolor que alertó a los demás sobre la gravedad de la situación. Dae-su llegó unos segundos después, tomando a Kang y elevándolo. Una Alexis sorprendida observó la acción, a veces olvidaba la fuerza que su amigo poseía. El chico hizo impulso para moverse, terminando por arrojar al zombie directo a una pared de cajones.

La cara de Dae-su le partió el corazón a Alexis. Él miraba en shock a su compañera, centrando su atención en los pedidos de ayuda de esta y esa gran mordida sobre su labio. Alexis quiso ayudarles, pero antes de siquiera tener la intención de hacerlo, ya esa cosa se estaba levantando otra vez.

E iba en dirección hacia ella.

—¡No otra vez! —Se quejó.

Cuanta rapidez para alguien que nunca corría durante sus propias clases. A penas alcanzó a poner sus brazos para evitar que esa boca hambrienta hiciese contacto con su cuerpo.

No sabía si siempre la había tenido, pero el señor Kang luchaba para llegar hasta ella con tal fuerza, que hizo temblar los brazos de Alexis como gelatina. Tenía esos dientes chocando entre en sí demasiado cerca de su cara. Aliento con esencia a sangre, ese toque metálico haciéndole arrugar la nariz. Era desagradable, la vista; el tacto; el olor. Además de luchar contra la inhumana fuerza de su maestro, también tenía que luchar con las ganas de vomitar.

El profesor Kang logró llevarla al otro lado del salón, arrinconándola contra la pared para. Con cada segundo que pasaba, más cerca se encontraba el hombre de conseguir lo que su infectado cerebro deseaba. Los demás estaban ocupados con Min-ji, ni siquiera Dae-su se daba cuenta el gran aprieto en el que su amiga se veía involucrada. Nadie le iba a ayudar, al menos no en ese momento. Desesperada, se las arregló para poder sostener al maestro con un solo brazo, librando el otro para darle un codazo directo en la cara. Ese golpe la salvó de una mordida que estuvo demasiado cerca.

Ya con la cara y el cuerpo del profesor con una distancia menos larga de su cuerpo mismo, dio un rodillazo en todo el estómago, causando que por reflejo el zombie se encorvara y ella tuviese la oportunidad perfecta para tomarle del cabello y tratar de quitárselo de encima.

—¡Qué asco! —Sé oyó su grito en su lengua materno, captando la atención otra vez.

El caballo del hombre estaba empapado en sudor, llenando su mano de aquel fluido. Intentó no prestarle demasiada atención, poniendo mejor su esfuerzo en reunir fuera para empujarle. Después del impulso suficiente, pudo finalmente mandarlo a volar contra la pared donde estaban las ventanas.

Que puto asco. —Se dijo a sí misma, limpiándose la mano en la falda.

Observó a su maestro recuperarse del impacto contra la pared. Ya estaba lista para pelear de nuevo, pero Cheong-san fue más listo, encerrando al hombre entre las patas de un pupitre. Ella corrió junto con Gyeong-su con la intención de ayudar. Los tres sostuvieron el pupitre, reteniendo a medias los violentos movimientos del ser atrapado, que solo veía tres pedazos de comida para ser devorado.

Por el rabillo del ojo ubicó a Dae-su.

Oh, no.

Min-ji se estaba convirtiendo. Y Dae-su no se movía, no se inmutaba.

—¡Aguanten chicos! —Les dijo a sus dos amigos a su lado antes de retirar su resistencia e ir con quien la necesitaba más que nunca.

Cheong-san y Gyeong-su fueron agarrados desprevenidos, casi dejando ir al maestro en el mismo momento donde Alexis se retiró.

Alexis llegó en un instante al lugar en que se encontraba su compañera. Dae-su la observaba incrédulo, perdido. Se notaba que le dolía lo que estaba viendo, no lograba reaccionar.

—Lo siento, Min-ji. De verdad lo siento. —Se disculpó Alexis, procediendo a hacer lo que sentía su amigo jamás podría.

Una patada movió lo suficientemente a Min-ji como para evitar que su primera víctima fuese Dae-su. Toda la suela del zapato de Alexis impactó contra la cara de la chica, llenando este mismo de sangre y una culpa que sería difícil de sacar. Alexis no perdió tiempo, tomando la mano de Dae-su y halándolo hasta la puerta, donde Su-hyeok quitaba con rapidez los pupitres y sillas mientras repetía en voz alta que tenían que salir.

Na-yeon fue la primera en gozar del aire del exterior, siguiéndole de On-jo e I-sak. Alexis iba a empujar a Dae-su para que saliese, pero el chico se le escapó de las manos. Lo siguió con la mirada, viendo como este agarraba a Min-ji y la levantaba, evitando que atacara a Ji-min y Hyo-ryung.

—¡Basta, Min-ji! ¡Reacciona, por favor! —Suplicó el chico, aguantando los intentos de homicidio por la que alguna vez fue su compañera.

Alexis suspiró con pesadez. Miró a las dos chicas en el rincón del salón, esas por las que Dae-su se le escapó.

—¡¿Qué esperan para salir, par de idiotas?! ¡Muévanse! —Les ordenó, causando aún más miedo en ellas y haciéndolas correr hacia la puerta para salir.

Solo quedaban Dae-su, Su-hyeok, Cheong-san, Gyeong-su y ella. Llegó hasta la lucha entre Min-ji y Dae-su.

—¡No te oye! ¡No va a reaccionar Dae-su! —Tomó al zombie por la camisa, por poco ganándose una mordida —Déjala ir...

Dae-su se veía terriblemente desesperado y sin tener idea de qué hacer. Min-ji era de esas pocas personas que lo trataban con decencia y respeto.

—¡Chicos! —Gritaron esta vez Gyeong-su y Cheong-san, en sus últimos momentos de aguante.

Alexis sentía la presión. Tenían que irse. Tenían que irse en ese mismo instante.

—Dae-su —Le habló con el poco cariño que encontró en su cuerpo —, ya basta. Déjala ir.

Por más que no pareció entender, Dae-su supo que no se podía quedar más. Alexis corría peligro, y por más cariño que le tuviese a Min-ji, ella no era Alexis.

Sincronizándose de alguna forma, los dos amigos consiguieron arrojar a Min-ji contra esa pared de cajones. Lo hicieron lo suficientemente fuerte como para dejarle en el suelo un par de segundos. La mano de Alexis inmediatamente tomó la de Dae-su, saliendo del salón como alma que lleva el diablo. Detrás de ellos iban Cheong-san, Su-hyeok y Gyeong-su, corriendo igual de rápido.

Ese sentimiento de ni siquiera saber hacia dónde vas, pero tu más nato instinto de supervivencia te indica que corras, que no te detengas, que dejes a tus piernas tomar el control y escapes mientras puedas. Ese era el sentimiento que Alexis experimentaba. Tenía la adrenalina en su punto más alto, haciéndole olvidar cualquier clase de dolor que pudo tener en el pasado. Su espalda, sus muslos, ya eso no importaba. Lo único que su mente tenía claro era que no podía soltar la mano de Dae-su y tenía que buscar alguna manera de ponerlo a salvo. Él a duras penas le seguía el paso, aún afectado por lo ocurrido, momentos atrás. También quería vivir, quería proteger y salvar a Alexis, pero su cabeza se lo estaba haciendo difícil. No podía pensar con claridad, ni organizar sus ideas, únicamente seguía a su amiga sabiendo que su vida dependía de eso.

Los pasos desesperados de los jóvenes resonaban por todo el pasillo, siendo probablemente lo que atrajo eso que se les cruzó en el camino.

Un fuerte rechinar se escuchó, siendo producto del gran freno que se tuvieron que poner. Algunos casi se caen, Alexis entre esos. Iba con tal rapidez que si no hubiese sido por Dae-su se habría ido de boca.

Mierda.

Alexis por poco se echa a llorar cuando vio a todos esos zombies cerrándoles el camino. Y no solo cerrándoles el camino, sino también acercándose a una velocidad altamente peligrosa a ellos.

Tal y como en la cafetería, la velocidad de todo volvió a bajar. Su cerebro le estaba otorgando la oportunidad de reflexionar, de decidir qué iba a hacer. Miró a Dae-su, la persona por la que daría absolutamente todo. Vio miedo en la cara del chico, pánico también. Dejó de mirarlo y vio esta vez a los zombies. Hambrientos y listos para morder lo primero que tuviesen enfrente. Si no se les ocurría algo rápido, ellos serían eso entre sus dientes... Dae-su lo sería.

Dios, odiaba hacerse la heroína, en serio que sí, pero cuando se trataba de Dae-su la cosa cambiaba totalmente. Es decir, seguía odiando tomar el papel de salvadora, pero no dudaría en aceptarlo si esto significaba que lo protegería.

Soltó la mano de su amigo. No lo veía a él, por lo tanto, no pudo ver la gran confusión con que este la miró. Se quitó su suéter de lana verde, dando aquel gran paso que devolvería todo a su velocidad normal.

El grupo observó a su amiga extranjera correr en dirección a los zombies. Dae-su quiso detenerla, agarrarla, alcanzarle, cualquier cosa, pero su lento sistema no colaboró.

—¡Alexis! —Se le fue la vida en ese grito.

Intentó moverse para ir con ella, pero Woo-jin lo tomó.

Alexis se convenció de que ese grito con su nombre era la promesa de no morir en la estupidez que estaba por hacer.

Corrió con toda la rapidez que sus piernas le permitieron, tirando el suéter en el piso cuando estuvo a la distancia que necesitaba, parándose sobre él para posteriormente deslizarse. Su cuerpo cruzó aquel río de monstruos, navegando en aguas de hambre y violencia. Los zombies la notaron inmediatamente, intentando alcanzarla y llegar. Al menos dos zombies cayeron con ella, haciéndola trabajar por debajo. Por suerte, Su-hyeok no la abandonó esta vez, casi coordinándose el uno con el otro, atacando el por arriba.

Se levantó cuando ya su suéter no pudo seguir, realizando apenas la gran porquería en la que se había metido. Uno, dos, tres, cuatro, cinco... Más zombies de los que podía contar, muchos yendo por ella. Tuvo que contener el aire durante una milésima de segundo.

Dios, solo pido que jugar a las cogidas¹ haya servido de algo. —Rogó, abriéndose paso a la boca del lobo.

Lo primero que tuvo que enfrentar fue una chica de una contextura parecida a la suya, pero mucha más rapidez de la que ella poseía. Dejó que se acercara, que hiciese sus desagradables movimientos para atacarla, tomándole apenas en el último segundo. Los dedos de Alexis arrugaron la camiseta de la ex estudiante. Se impulsó y la llevó consigo hacia atrás, dando media vuelta para enviarla en una dirección diferente a la suya. Fue claro el sonido de aquel cuerpo impactando contra la pared. Un sentido extraño de victoria se apoderó del cuerpo de Alexis, funcionando como motor creador de confianza. Si iba a pelear contra esas cosas, mínima mente necesitaba un poco de confianza contra sí misma.

Avanzó, con los pies en la tierra, pero su mente funcionando a parte. Más intentos de mordidas llegaron, y con ellos vinieron golpes que ni la misma Alexis sabía podía dar. Trataba de solo quitar a los zombies del camino, queriendo no perder tiempo ni esfuerzo demás. Daba patadas a las piernas, así como empujaba con ayuda de su peso.

Su-hyeok era de gran ayuda, encargándose de lo que ella no veía. Ella y él, uno que sabía pelear como matón, y otra que creció en un ambiente masculino que le obligó a jugar brusco, siendo otro chico más. Eran una extraña buena dupla. Su-hyeok funcionaba como ofensa y ella de defensa.

—¡Su-hyeok! ¡Detrás de ti! —Gritó Alexis al tiempo que arrojaba contra una pared del pasillo a un chico más alto que ella. Por poco y se estrella también.

Su-hyeok volteó, golpeando la cabeza del zombie contra una de las ventana de los salones. Se tuvo que ocupar de esos zombies que le seguían al recientemente herido con cristal.

Alexis, pisando una mano ansiosa por tomarle, se percató de la cosa que corría hacia sus amigos, hacia Dae-su.

Maldijo para sus adentros. Era, de nuevo, otro chico grande, de los mismo que no podía quitar con solo un empujón. La maniobra realizada en su escape anterior volvió a su memoria, dolor y miedo incluido en el recuerdo. Sabía que someter a su espalda de nuevo a eso se sentiría terrible y cuando ya no tuviese la emoción ahogando su razonamiento se iba a arrepentir totalmente, pero en ese momento, con aquel alto monstruo técnicamente llegando a sus amigos, no lo tuvo que meditar demasiado.

—¡Háganse para atrás! —Advirtió, comenzando a correr con toda la fuerza que sus piernas le permitieron.

Todos hicieron caso. Todos excepto Dae-su. Alexis buscó la manera de no darle a él. No entendía como bajo toda esa presión su cerebro aún trabajaba en maneras de proteger a Dae-su.

Dio una pequeña vuelta en el aire, pegando de lleno su espalda con el cuerpo del zombie. La mayoría observó ese tremendo impacto entre Alexis y el muchacho. Lo logró tirar al suelo, pasando ella por encima y terminando a unos cuantos centímetros lejos.

—¡Puta madre! —Se retorció por segunda vez en el piso una vez la maniobra estuvo realizada.

Aquel dolor de la espalda por el choque con la baldosa era espantoso. Era como recibir un gran puñetazo en seco.

—¡Alexis! ¡Cuidado! —Advirtió On-jo.

En el suelo, Alexis vio al zombie que tacleo levantarse, muy cerca de ella y tomándola por las piernas. Ya se encontraba lista para enterrarle el zapato hasta lo más profundo de su rostro, pero cierto chico lo impidió.

—¡Zombies de mierda! —Se quejó Dae-su, tomando por la camisa a la cosa que intentaba comerse a su amiga.

No lo iba a negar, Alexis sintió envidia ante la facilidad con que Dae-su pudo arrojar al zombie.

Los fuertes brazos que alejaron a la criatura caníbal, le recogieron del piso. Huesos crujir en su espaldar.

—¡No te vuelvas a ir así! —Le gritó Dae-su, encargándose de más de los zombies que venían.

La parte más enamorada se encendió. Sentir que él se preocupaba por ella, que la estaba protegiendo, eso la hacía olvidar por completo que tenía criaturas caníbales intentando comería. Nunca la alcanzarían las palabras para expresar lo enamorada que estaba de Dae-su.

Ambos amigos parecieron entenderse de manera no verbal, en un sentido que no sería fácil de explicar. Se ofrecieron protección mutua, yendo ambos a pelear con esas cosas.

Entre empujones, patadas y puñetazos, Alexis oyó como algo se rompía. Se permitió mirar. No era de esperarse menos, los chicos quitaban las ventanas y se ponían en la misma línea que ella, Su-hyeok y Dae-su, golpeando zombies y reteniéndolos. Empezaron a ayudarles, creando cierto tipo de barricada en la que colaboraron para sostener.

—¡Cuidado con las manos! —Advirtió Su-hyeok.

Justo Alexis tuvo que soltar un puñetazo para que una de esas cosas la soltara.

—¡Mierda! —Se quejó para sí misma.

Dar puñetazos dolía más de lo que ella recordaba. Solo obtuvo satisfacción al ver la marca de su anillo anular en la frente del zombie frente a ella.

No tuvo más tiempo para experimentar dolor o satisfacción, técnicamente no había tiempo para nada. Zombies seguían llegando y ahora toda su fuerza debía ir en aguantar y resistir, al igual que los chicos a su lado. Eran demasiados, mucho para su pobre que venía de taclear a un mastodonte.

Para su buena suerte, tenía un ángel guardián consigo.

—¡Oigan! ¡Abran paso!

Alexis giró la cabeza para ver. Ya su mejor amigo no estaba su lado, no. Ahora venía corriendo con una puerta en brazos. Tenía que preguntarle a Dae-su qué carajos comía. ¿Era normal que adolescentes pudiesen levantar puertas de esa forma? No hubo tiempo de contestar su duda, tuvo que moverse para dejar que el grande chico del que estaba enamorada, encajase la puerta entre ellos y los zombies.

Le pudo ver con atención por solo unos pequeños instantes. Jamás lo había visto haciendo tanto esfuerzo.

—¡Dae-su! —Llamó Alexis una vez la puerta estuvo en su lugar, teniendo a su compañero de aventuras al lado.

—¡¿Qué?!

Alexis no supo dónde encontró la sonrisa que esbozó.

—¡Eres genial! —Le dijo con honestidad, olvidando esos golpes fuertes contra que estaba recibiendo.

Dae-su quiso responder a eso, pero el inoportuno de Woo-jin le ganó.

—¡¿Pueden concentrarse en esto?! —Pidió en un grito.

Alexis se sintió regañada, pasando toda su atención en sostener la puerta. Podía sentir las manos intentando alcanzarla, al igual que las bocas. Era casi palpable la cantidad de zombies que había del otro lado, esa fuerza con la que combatían solo crecía y crecía. Tuvo el impulso de mirar hacia atrás, topandose con todas esas chicas mirando sin hacer nada.

—¡¿Y ustedes no piensan venir a ayudar o qué?! ¡Se les ve muy cómodas! —Criticó, haciendoles entrar en razón.

Las muchachas se unieron a la fuerza.

—¡Empujen! —Ordenó Su-hyeok.

Como fieles soldado siguiendo a su capitán, todos cumplieron con lo ordenado. Se oía el sonido del calzado deslizándose en el piso, al igual que los gruñidos por el gran esfuerzo que hacían. El alma se les iba en empujar, todo con la esperanza de llegar a las escaleras.

No sabían que esa esperanza era inútil, porque lo que le esperaba en esa interseccion de escaleras/pasillo era igual o peor a lo que se enfrentaban.

Aportando su granito de arena, por fin llegaron a los escalones. Los chicos siguieron empujando para llevar a los zombies por las escaleras de abajo, ordenando a las chicas que subieran. Alexis no siguió esa orden. Ni loca iba a dejar a Dae-su en esa situación.

—¡Sube Alexis! —Intentó convencerle su amigo.

Ella negó, flexionando sus brazos con la intención de empujar más fuerte. Los demás imitaron su acción, finalmente quitando a los molestos zombies. Jamás creyó sería tan satisfactorio ver a estudiantes rodar por las escaleras. Agarró a Dae-su por la manga y corrió. Tuvo que quitarse se encima a varias cosas, y lo tuvo que hacer sola, ya que Dae-su no podía pelear con la puerta en sus manos.

—¡Ve! —Impulsó al chico, obligándole a subir. Alguien tenía que encargarse de que no los atacaran por detrás, y en ese caso, es alguien eran ella y Su-hyeok.

Movió del camino a quien tuvo que mover, pisándole los talones a Dae-su. El no ver los escalones dificultaba un poco subirlos, pero de alguna forma mantuvo en equilibrio, llegando de milagro en una sola pieza al siguiente piso.

Ahí entendió lo jodidos que estaban. Más zombies, muchos más zombies venían por ellos, y las chicas estaban demasiado cerca. Tuvo que dejar su propio egoísmo de lado, olvidando un par de segundos a Dae-su y yendo a impedir que Ji-min fuese comida. Inclinó su cuerpo hacía adelante, poniendo sus antebrazos de escudo y corriendo para chocar contra el zombie. Fue más un empujón que una tacleada, pero aún así sirvió para evitar la posible muerte de su compañera.

—¡Corran! —Les dijo mientras retomaba la compostura y el equilibrio. Cada que golpeaba a un zombie con la fuerza de su cuerpo, perdía estabilidad. Y el recuperarla comenzaba a tomar más esfuerzo.

Su-hyeok llegó, ofreciéndole los refuerzos que necesitaba. Se adelantó al muchacho, ya pudiendo subir. Dae-su no estaba en su campo visual, pero confiaba plenamente en que el universo valoraría los esfuerzos de ella y no lo dejaría morir tan fácil.

El siguiente piso resultó extrañamente más tranquilo. Y por tranquilo se refería a que no la recibieron zombies, solo quedaban los de atrás que le hacían usar sus pies como si de cohetes se tratase.

Volvió a ver a Dae-su. Cansado, arrastrando los pies y la puerta, pero vivo y en una pieza. Alexis agradeció al cielo por eso. Corrió con él, llegando justo para recibir el grito de I-sak.

—¡Alexis! ¡Dae-su! ¡Detrás de ustedes! —Advirtió.

Ambos se giraron. Otra hermoso panorama frente a ellos, Cheong-san logrando a duras penas llegar con ellos y un zombie abalanzándose a los dos muchachos.

—¡Oh, mierda! —Se espantó Alexis ante la cercanía, dejando pasar a su amigo y ayudando a Dae-su a poner la puerta.

El zombie chocó contra ellos, y a ese le siguieron muchos más.

—¡Una ayudita por aquí! —Pidió Alexis, creyendo por un segundo que no iban a aguantar.

Varias chicas se colocaron ellos, sosteniendo la puerta y aportando resistencia.

—¡Empujen! —Se oyó del otro lado a Cheong-san. Al parecer estaban en las mismas.

De un lado, cierto grupo resistía las fuertes embestidas de los zombies, su misión siendo no ceder y procurar mantenerlos a raya. Del otro tenían que mover, hacer camino en el intento de buscar una salida para la horrible situación. Dae-su y Alexis eran parte de ese primer grupo.

I-sak tuvo que hacer su retirada del primer grupo en cuanto la puerta del laboratorio estuvo accesible, corriendo hacia ella para abrirla. Tenía esperanzas, ya creía que iba a poder vivir y descansar, pero ese candado le cortó las alas.

—¡Está cerrada! —Comunicó.

Lo que les faltaba. Alexis suspiró en frustración.

—¡Estamos rodeados! —Reconoció Dae-su.

Nadie quería oír eso, nadie. Ni siquiera Alexis, fan del realismo, quería oír esa terrible verdad.

—¡Mierda! ¿Y ahora qué? —Cuestionó I-sak, desesperada.

La espalda de Alexis estaba pegada a la puerta, conteniendo a los zombies. Ella miró a Dae-su, sin tener una más mínima idea de qué hacer. Quería pedirle perdón, disculparse por no poder hacer más, pero ese nudo en su garganta le impedía el hablar. No quería morir. Tenía demasiadas cosas por hacer, ¿Cómo iba a morir sin haber abrazado a Dae-su una vez más? ¿Iba a dejar ese mundo sin ni un solo beso de él? ¿Nada? Se negaba a partir de esa manera.

—Dae-su. —Lo llamó con dificultad.

El chico, sumido en la desesperación, le miró. Los ojos marrones que amaba con locura lo observaban con una gran melancolía, y él rechazaba todo aquello.

—¡No! ¡No me mires así! —Exigió —Saldremos de esta, no hay necesidad para que me mires así.

Alexis tuvo el impulsó de sonreírle, quizá lista para admitir sus sentimientos como último deseo en vida, pero la voz de On-jo no se lo permitió.

—¡Dae-su! ¡Alexis! ¡Empujen! —Se le oyó gritar a la chica.

Alexis no entendió de que se trataba, pero sí confiaba en alguien ahí, era en On-jo. Asintió múltiples veces, sacando un poco más de fuerza para empujar hacia atrás de ella. Dae-su nunca dejó de mirarla mientras empujaba, dispuesto a hacer lo que tuviese que hacer para salvar a su amiga.

On-jo llegó hasta la caja donde se encontraba la manguera para casos de incendio, sacando esta misma y volviendo a la puerta del laboratorio.

—¡Aguanten! —Comenzó a golpear el candado, cada golpe lleno de todas esas ganas de vivir que cada uno ahí poseía.

Alexis se repitió una y otra vez que tenía que aguantar, jugando con su cerebro y jurandole que ya faltaba técnicamente nada, que solo necesitaba aguantar un poquito más. El cuerpo le rogaba parar, amenazaba con hacerlo en cualquier minuto, pero ella no disponía rendirse, no cuando había una pequeña esperanza. Oyó como el otro grupo tenía zombies trepando, sirviéndole como consuelo de que ella no estaba tan mal.

—¿Por qué tarda tanto? —Preguntó Joon-young en un aliento, igual de cansado que los demás.

Más golpes contra el candado de oyeron, al igual que cristales romperse.

Dae-su vio a su amiga casi desfallecer.

—¡Vamos, Alexis! ¡Un poco más! —Pidió, sin imaginarse un escenario donde ella se rindiese.

Ya todos, excepto On-jo, ponían de su parte para soportar. Más de una creía fielmente que era su final y no lo lograrían, pero tuvieron el valor de no  ceder y seguir hasta el último segundo.

—¡No aguantaré mucho más! ¡Rápido! —La fuerza del grupo y el que técnicamente había salvado la vida de todos, se escuchó. Era Dae-su. Podía aguantar un poco, pero Alexis no, y eso lo hacía desesperar.

On-jo consiguió romper el candado y abrir la puerta. Na-yeon y Hyo-ryung, las más miedosas, entraron primero.

Alexis y Dae-su se asintieron mutuamente, dando un último empujón a los zombies para poder escapar.

Las criaturas cayeron. Todos empezaron a entrar, Alexis ya lista para hacerlo también.

Dae-su lastimosamente no tenía los mismos planes.

Cuando todos estuvieron adentro, el chico llevó la puerta a los zombies del otro lado, empujandolos y tirandolos.

—¡¿Qué haces, idiota?! —Cuestionó sin entender Alexis, siendo esa la primera vez en muchísimo tiempo que lo insultaba.

Dae-su, ante el llamado de su personaje bajo esa palabra, se quedó anonadado. Alexis tuvo que ir y tomarlo de la camisa, entrando por puro milagro al salón.

La puerta se cerró a sus espaldas, cayendo ambos en el suelo bajo ese efecto de alivio, sin percatarse en cómo cayeron.

Un largo suspiró de aliento dio directo al rostro de Dae-su, indicándole que estaba vivo y su amiga también. Alexis y él estaban vivos. Alexis estaba viva, viva y sobre su pecho.

Sobre su pecho.




¹Jugar a las cogidas: Jugar a las atrapadas.

Más de 5000 palabras. Wow.

Esto estuvo interesante de escribir. Díganme ustedes, ¿Estuvo interesante de leer? Los veo en los comentarios.

No olviden votar y comentar. Eso me hace feliz y me ayuda a continuar la historia.

Se les quiere, nos vemos en la próxima <3



— 𝙸𝚜𝚛𝚘𝚓𝚒.

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