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02. | 𝗗𝗮𝗿𝗲

𝘿𝙖𝙧𝙚 — 𝙂𝙤𝙧𝙞𝙡𝙡𝙖𝙯

“ ⁱᵗ'ˢ ᶜᵒᵐⁱⁿᵍ ᵘᵖ

        ⁱᵗ' ᶜᵒᵐⁱⁿᵍ ᵘᵖ

                       ⁱᵗ'ˢ ᵈᵃʳᵉ ”

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𝕰ra de mañana en la ciudad de Hyosan, más temprano de lo que parecía. La gente se movía de aquí para allá, abriendo sus negocios; caminando a sus escuelas o luchando por no llegar tarde a su trabajo. Nadie sin imaginarse el infierno que se abriría paso ese mismo día.

Alexis, ajena a lo próximo que viviría en los siguientes días y las preocupaciones que experimentaría, estaba mucho más nerviosa por otro pequeño asunto que debía tratar.

Su noche consistió en sobre pensar e imaginar distintas situaciones. Muchos escenarios entre negativos y positivos se reproducieron en su mente, causándole todo tipo de emociones que viajaron desde su pecho a su estómago. No durmió, no pegó ni un ojo. Lo único que hizo fue intentar llenarse de valor, todo el que pudiese.

El amanecer la saludó en algún punto de su pequeña película mental, técnicamente gritándole que ya había llegado el día. Después de todo ese tiempo, iba a hacer lo que debió haber hecho desde un principio. O bueno, al menos lo iba a intentar.

Si bien logró mantenerse firme durante casi toda su lucha mental en la madrugada, en el mismo momento en que puso un pie fuera de la cama las náuseas aparecieron para hacerle saber que no, no la iba a tener fácil. Su cuerpo fue muy claro al respecto, no estaba listo. Hizo huelga de hambre y cobró esas horas de sueño pérdidas; llenando cada espacio de su cuerpo con un cansancio de otro nivel. Incluso preparó un apretado nudo en su estómago, que conforme pasó el tiempo -y con él la llegada de Dae-su a su casa acercándose- se hizo más y más apretado. Era como estar enferma de nervios.

El miedo al rechazo y el amor eran altamente contagiosos. Parecía sufrir de una grave infección llamada: Estar enamorada.

Hizo todo lo que pudo para aliviar sus males, convenciéndose que tenía que hacerlo. Ya no era justo ni para ella, ni para Dae-su. Estaba jugando a ser la mejor amiga, la incondicional que se conformaba con un puesto de amistad; y honestamente vivía cansada. Quería a Dae-su como su novio, quería ser esa que se jactase de tener su corazón y a la vez poder darle con toda confianza el suyo mismo a Dae-su. Probablemente la rechazaría, eso era una posibilidad más que grande, pero al menos dejaría de fingir, ya no tendría que mentir.

¿Estaba preparada para el rechazo? No. ¿Se sentía bien y sin nervios? Tampoco. ¿Quería poder ser sincera? Sí, y eso era todo lo que necesitaba.

Y ahí se encontró ella, dándose su charla motivacional y fingiendo todo estaba bajo control, cuando un golpe en la puerta le anunció la llegada de lo tan esperado y a la vez tan temido.

—¿Por qué te tardaste tanto en abrir? —Preguntó Dae-su, luciendo apresurado y ansioso.

Alexis se tomó la molestia de ver la hora en su celular. Era tarde, bastante de hecho.

—Solo fueron cinco minutos, no exageres. —Sé defendió, escondiéndose de la mirada de Dae-su y tomando rápidamente uno de los refrescos que tenía en la mano.

No, no fueron 5 minutos, pero era mejor negarlo a admitir que no quería abrirle.

—¡Me tuviste esperando por quince minutos! —Se quejó el chico, siguiendo a su amiga por las escaleras.

Ya Alexis no respondió, estaba más ocupada en beber de su refresco. Esa mañana sabía más dulce de lo normal, al igual que más frío, cosa que sirvió para hidratar su garganta seca.

Dae-su la observó con extrañeza. Alexis jamás bebía así de rápido, parecía técnicamente ahogarse con la bebida.

—Te vas a atorar... —Intentó advertir, siendo ignorado.

Los auriculares de Alexis encontraron lugar en sus oídos. Esta vez se dejó los dos, sin ninguna intención de hablar con Dae-su en el recorrido.

Auch.

Un preocupado Dae-su jugó con la lata en sus manos, nervioso. ¿Había hecho algo? ¿Por qué Alexis lo estaba ignorando de tal manera? Quiso acercarse, y lo pudo haber hecho gracias a la gran lentitud con la que su amiga caminaba, pero tenía miedo de irritarla. No lucía nerviosa, de hecho, no lucía ninguna emoción demasiado evidentemente. Solo estaba ahí, caminando con lentitud y con la cara plasmada en la nada, perdida en un sitio que no Dae-su no reconocía.

Tan distraída se encontraba que el chico tuvo que caminar como un perro guardián a su lado, protegiéndole de los idiotas sin respeto que la miraban como los desagradables que eran. Y eso sin contar los postes y carros que tuvo que anticipar por ella para que no se golpease.

La situación iba de incómoda a rara. Por suerte para Dae-su, Woo-jin se les sumó a mitad de camino.

—¡Hey! —Gritó el muchacho, saludando con un golpe en la cabeza a Dae-su y un desafortunado empujón a Alexis.

Esta, en su distracción y poca estabilidad, se fue hacia adelante, cayendo. Dae-su fue más rápido, pasando un brazo por la cintura de ella y agarrando su camisa con fuerza, evitando cualquier contacto con el piso. Una mirada molesta por parte de Dae-su fue directo hacia Woo-jin.

—¡Idiota, ten más cuidado! —Le gritó, sin ninguna pizca de broma en su voz.

A veces Woo-jin olvidaba que en cuanto a Alexis se refería, Dae-su era más sensible.

El chico más bajo miró hacia otro lado, haciéndose el desentendido.

Nadie se fijó en Alexis, ni cómo Dae-su aún la sostenía. Ella ya estaba estable en el piso otra vez, pero el brazo de su mejor amigo seguía rodeando su cintura, pegándola hacia su cuerpo. Podía sentir el calor que usualmente él emitía, así como percibir ese olor a jabón y sudor mezclado, típico de su persona. El tacto, la cercanía, la preocupación que percibió por parte de él; todo fue una combinación de cosas que tuvo como resultado una fuerte taquicardia en Alexis.

—¿Estás bien? —Preguntó Dae-su, notando cómo seguía teniendo a Alexis en sus brazos.

Probablemente por ese tono de preocupación, o quizás por lo cerca que estaba de ella cuando lo preguntó, pero Alexis fue incapaz de responder durante varios segundos.

—Sí. —Dijo, poniendo todo su esfuerzo en matar a las mariposas que revoloteaban descontroladas en su estómago.

Dae-su la soltó, sintiendo también los efectos de tanta cercanía.

Ella pudo darse la vuelta, topándose con su fiel amigo. Los cabellos peinados en ese corte que siempre le sacó una sonrisa, los ojos oscuros y expectantes siempre; como impresionados, y como no, sus labios dibujando expresiones graciosas. Todo igual que siempre, él igual de guapo que siempre.

Woo-jin, en su modo espectador, observó la mirada de amor que se dedicaron sus dos amigos. Aún no entendía cómo no podían darse cuenta de lo enamorados que estaban el uno del otro. Los maestros lo notaban, sus compañeros y amigos también, todos en la escuela podían verlo y ellos no. Era en parte frustrante estar en medio de su extraña relación, sin poder ayudarles por haberle prometido a cada uno individualmente que no revelaría nada.

En un momento, toda su interacción consistió en mirarse. Dae-su miraba a Alexis, Alexis miraba a Dae-su y Woo-jin los miraba a las dos. Así hasta que los tres oyeron un sonido de alarma sonar. Era del teléfono de Alexis.

Ella observó, con Dae-su sobre su hombro y Woo-jin asomado encima de su cabeza.

Tenían 5 minutos para llegar a la escuela.

Estaban a 10 minutos de la escuela.

Woo-jin les gritó a ambos muchachos, comenzando a correr con la esperanza de poder llegar a tiempo. Dae-su le siguió, avanzando tan rápido como sus piernas le permitían.

Si su mamá se enteraba que había llegado tarde... La señora no era una gran fan de Alexis, si descubría que por caminar con ella a su hijo se le había hecho tarde... Bueno, ni imaginarse.

Alexis vio a sus amigos correr, quedándose por un segundo algo perdida y sin esquivar la lentitud que la había retenido todo ese tiempo. Dae-su notó esto, teniendo que regresar varios pasos atrás.

—¡Alexis! —La llamó, sacándola un poco de su ensoñación —¡Vamos! —Tomó su mano fuertemente, arrastrándola por las calles.

Ya Alexis no supo si la taquicardia era por la rapidez con la que corrían o por la mano de Dae-su sosteniendo la suya con tanta fuerza.

La imagen de las calles volaba ante los ojos de Dae-su. No era un fan de correr, pero hacerlo de la mano con Alexis no se sentía tan mal. Aunque de nuevo, su usual vibra parecía alterada gracias a esa extraña actitud que ella se cargaba.

Los tres lograron alcanzaron a los demás estudiantes en el cruce del semáforo que separaba la escuela de la calle. No tuvieron momento de descansar, el color rojo pasó a verde en el instante que ellos llegaron,  obligándolos a seguir corriendo.

—¡Vamos, chicos, vamos! —Hablaba gritando el profesor Jung, moviendo su vara y haciendo que los estudiantes entraran en las instalaciones mientras su colega contaba el tiempo.

Woo-jin, Alexis y Dae-su estuvieron entre esos últimos estudiantes que pudieron entrar sin ser anotados.

¿Cómo lo habían logrado? Ni ellos mismos lo sabían.

Pero todo en la vida tiene un precio, y el precio de haber llegado a tiempo fue el tremendo cansancio que azotó sus cuerpos. Demasiadas calles recorridas en una cantidad de tiempo muy corta. Alexis estaba flexionada sobre sus rodillas, respirando con dificultad y sudando como si viniese de entrenar algún deporte. Dae-su se encontraba directamente en el piso, sudado y sintiendo que el corazón se le iba a salir del pecho; Woo-jin a su lado en las mismas condiciones.

Tardaron varios minutos en recuperarse. No fue hasta que los maestros les obligaron a levantarse y entrar, que lo hicieron. Woo-jin se adelantó para saludar a Joon-young, dejando solos a Dae-su y Alexis.

Dae-su aprovechó el momento para hablar con Alexis.

—Oye. —Llamó su atención, agarrándole el hombro.

Alexis, sin superar los grandes nervios del día, a penas lo miró.

—¿Qué?

Ese tono tan seco solo preocupó más a Dae-su.

—¿Estás bien? —Cuestionó.

Alexis intentó sonreírle, haciéndolo a medias.

—Sí —Respondió —. Vamos, hay que entrar. —Le animó.

Dae-su no se convenció, pero tenía un gran miedo a haber hecho algo mal y que el comportamiento de Alexis se debiera a esa, por lo que no insistió.

Juntos llegaron al salón, teniendo el sentimiento de que ese no sería un día normal.


















Bajo la mirada y perspectiva de Dae-su, solo había una palabra para definir lo que llevaban de día.

Raro.

Empezando por el hecho de que ningún maestro tuvo que regañarlo a él ni a Alexis, siendo esto una gran anomalía. Usualmente, durante las clases, los dos amigos vivían hablando y jugando, interrumpiendo las lecciones y ganándose múltiples regaños. Pero ese día, Alexis parecía haber perdido su lengua -o alma-, incapaz de mencionar una sola palabra. De hecho, ni una mirada le regaló al muchacho, ni un gesto.

Toda la clase se sorprendió cuando Alexis no pudo responderle a la maestra de inglés durante un ejercicio. La misma señorita Park le preguntó si estaba bien. Alexis por supuesto dijo que sí a todo, mintió diciendo que se encontraba genial. Dae-su no le creía ni una sola palabra, pero cada que intentaba preguntarle, ella lo evadía.

—Estoy bien, tranquilo.

Esa fue la frase más escuchada por Dae-su en la mañana.

Ya hasta cierto punto le preocupaba. ¿Habría peleado con su mamá? Sabía que las cosas habían estado difíciles en su casa luego de la muerte de su padrastro, pero no tenía sentido que llegase actuando así de un momento a otro.

De por sí que no hablase era raro, el que ni siquiera pudiera mirarlo definitivamente signicaba algo malo.

Solo hubo un momento donde Alexis fue Alexis verdaderamente, y eso fue en el extraño incidente con Hyeon-ju.

Cuando la chica entró por la puerta, llena de sangre y diciendo cualquier cosa, Dae-su tuvo el instinto de ir y ayudarle, llegando nada más a levantarse. En el preciso momento en que intentó moverse, Alexis lo tomó del brazo con fuerza, obligándole a sentarse.

Y es que, no importaba la circunstancia, Alexis tenía un instinto de protección gigante hacia Dae-su. Ni siquiera en momentos como los que vivía era capaz de apagar ese instinto.

Durante todo el tiempo que la señorita Park no estuvo, inconscientemente, Alexis sostuvo la mano de Dae-su. Él se dio cuenta de que ella no sabía que lo hacía, y una parte de él quiso hacérselo saber, pero disfrutaba tanto el contacto que no pudo. Los chicos, quienes se sentaron en la mesa que ambos compartían también lo notaron, pero también en su preocupación de no saber qué ocurría con Alexis, no lo mencionaron.

Las teorías volaron de mesa en mesa, toda clase de ideas sobre qué había hecho el profesor Lee con Hyeon-ju se oyeron entre los estudiantes. La mayoría no le quiso tomar la importancia que el asunto merecía, quedándose más como un chisme que como algo por lo que preocuparse.

Y el asunto es que Alexis no era parte de la mayoría.

Ella venía de las escuelas públicas de su país de origen, había visto cosas que jamás vio en su actual instituto, y aun así, nunca escuchó de algo con tanta gravedad. Un maestro secuestrando a una estudiante en la propia escuela. Eso ya era algo muy delicado. Le fue imposible no sentir algo de miedo, siendo este miedo lo que activo aquel contacto con Dae-su. Tenía ese sentimiento extraño en su pecho, un mal presagio, un horrible presentimiento. No sabía por qué, pero algo le decía que cosas malas iban a suceder, y debía apurarse a hablar con Dae-su.

Para lo que ella creyó buena suerte en ese entonces, la hora del almuerzo llegó.

Allí estaba, saliendo del salón con Dae-su. Los dos caminaban juntos a un ritmo lento, con sus manos aún entrelazadas y estando muy atrás de los demás. Sus dedos juntos generaban una energía que les recorría el cuerpo como si de adrenalina se tratase, teniendo la diferencia clave de que no los ponía ansiosos ni apresurados, sino que alteraba sus sistemas para que hiciesen todo con la mayor lentitud posible. El tiempo pasaba más despacio, y extrañamente sus corazones latían en sincronía bajo este mismo ritmo.

Era paz. Paz entre los dos. Paz antes de la tormenta.

Muchos estudiantes y maestros los vieron curiosos. Ambos lucían como perdidos, pero a la vez más presentes que nunca. Era extraño, al igual que todo en ese día.

Dae-su fue el primero en percatarse que estaban por entrar a la cafetería, deteniéndose a sí mismo y a la chica a su lado. Alexis lo miró con atención, quizás por primera vez en el día. Él apretó la mano de ella en la suya, poniéndose a su frente. Alexis repitió su acción, sabiendo lo que se avecinaba.

—¿Qué te sucede hoy? —Preguntó preocupado, intentando sonar lo más sincero posible.

Alexis suspiró. Sentía que el momento había llegado.

—Tenemos que hablar, Dae-su. —Dijo, percibiendo los nervios llegar de nuevo.

Alarmas sonaron en la cabeza de Dae-su, reflejándolo en su cara. Su papá le había dicho algo una vez estando ebrio:

“Si una mujer te dice 'tenemos que hablar' estás en problemas”

Usualmente, no hacía caso a lo que decía su papá, pero esta vez algo era diferente. Alexis había estado rara y distante, ¿Qué tal si le decía que ya no quería ser su amiga? ¿Ya se habría enterado de su terrible enamoramiento con ella?

Un mundo de escenarios se abrió en su cabeza. Ninguno era bueno.

—¿Sobre qué? —Cuestionó, apretando la mano de Alexis.

Esta última mencionada se tomó su tiempo para seguir. Los nervios la comían viva. Al igual que Dae-su, muchos escenarios en su cabeza le susurraban que no iba a salir bien.

—Sobre mí —Respondió, cerrando sus ojos y dándose ánimos para continuar —. Dae-su, llevó tiempo queriendo hablar contigo, necesito contarte... —Se detuvo.

Dios, estuvo tan cerca. Ya lo tenía, ya había reunido el valor para decirlo, estaba preparada.

Y Woo-jin apareció, tan inoportuno como siempre.

—¡Tengo mucha hambre! —Habló en voz alta, interrumpiendo el pequeño momento que sus dos amigos tenían —¿Y ustedes? Los veo ahí parados como idiotas. —Comentó tranquilo, pasando sus brazos por los hombros de Dae-su y Alexis.

Alexis nunca había tenido el impulso de lastimar a un amigo. No hasta ese momento.

Lo tuvo tan cerca. Sus sentimientos por fin iban a poder salir, saborear el aire fresco de la libertad. Ya su corazón no escondería más secretos.

Pero no, el destino o lo que sea decidió mandar a Woo-jin para impedirlo.

¿Es que a caso el universo no quería que ella se confesase? ¿Tenía un pequeño plan armado en su contra?

Exasperada, Alexis se mordió la lengua.

«Él no sabía, no es su culpa» se repetía.

Dae-su no estaba en un estado diferente al de ella. Woo-jin era un profesional en interrumpir momentos importantes, más si se trataba de Alexis.

Se sentía frustrado y preocupado. Había quedado en aguas sin navegar, no tenía contexto, no tenía información. No tenía nada más que la seguridad que a Alexis le ocurría algo y quería hablar con él. Y eso en su mente sonaba a malas noticias.

¿Se regresaría a Ecuador? ¿Algo ocurrió con su mamá? ¿Estaba embarazada?

Oh, Dios, si estaba embarazada... ¿Quién era el padre? ¿Cómo sucedió?

Su mente ponía situación tras situación, una peor que la otra. Si tan solo el maldito de Woo-jin hubiese llegado un minuto después.

La molestia lo consumió, quitándose el brazo de Woo-jin y deteniéndose en el medio de la cafetería. Woo-jin notó esto, igual que Alexis.

—¿No vienes, gordo? —Preguntó inocente, teniendo aún a Alexis consigo.

Dae-su negó, agarrando a Alexis y atrayendolo hacia él.

—Guárdanos puesto en la fila, ya vamos. —Dijo, haciéndole señas para que se fuera.

Allí Woo-jin cayó en cuenta. Una sonrisa incómoda salió de sus labios a manera de disculpa, caminando rápido a la fila.

Alexis se le quedó viendo a Dae-su.

—¿Qué me ibas a decir? —Cuestionó el chico, hablando rápido y viéndose acelerado.

—Mejor hablamos después en mi casa, Dae-su. —Planteó Alexis, sin querer vivir de nuevo una interrupción.

Dae-su negó.

—Dímelo aquí —Pidió, sonando serio —. ¿Estás embarazada? ¿Es eso?

Las cejas de Alexis se arrugaron, expresando nada más que confusión y poco entendimiento.

—¡¿Qué?! ¡No! —Negó con rapidez, alterada —No estoy embarazada Dae-su, ni siquiera tengo novio.

Esa palabra. Novio. Lo que Dae-su quería ser para Alexis.

Al menos no estaba embarazada, eso lo relajó un poco.

—¿Entonces?

Alexis chistó.

—Te dije que en mi casa hablamos... —Dae-su la interrumpió.

—No, no quiero esperar hasta entonces. —Casi grito, llamando la atención de algunos.

Alexis hizo señas para que bajara la voz, llevándolo a una mesa.

—Hagamos algo —empezó —, cuando terminemos de comer hablamos, ¿Está bien? —Propuso.

Dae-su lo pensó. Era mejor esperar unos minutos a directamente horas.

—Está bien. —Estuvo de acuerdo.

Ambos asintieron, quedándose por un segundo en ese silencio incómodo que pedía a gritos ser roto. Se miraron un par de veces, Alexis con nervios y Dae-su con sus ojos de caricatura viendo hacia todos lados.

—Creo que deberíamos ir por nuestra comida. —Habló Dae-su, levantándose.

—Sí, sí. —Se levantó con él.

La incomodidad y tensión era palpable en el aire. Los acompañó en la fila y luego durante su comida, estando pegada a ellos y contaminando el aire de la mesa donde comieron con los demás.

Alexis comió pérdida en sus pensamientos, volviendo a tomar el valor para confesarle de una vez por todas sus sentimientos a Dae-su. Vio el reloj muchas veces, el tiempo pareciendo extinguirse. Las agujas se movieron y con ellas, aquel presentimiento de que algo iba a pasar creció. Ella lo quiso atribuir a lo que pasaría en unos momentos, su tan esperada confesión, pero sentía que esto que venía era diferente, algo que no saldría bien.

Dae-su terminó de comer primero que ella, mirándole expectante. La ansiedad lo comía vivo, en su mente Alexis le iba a terminar la amistad, y necesitaba urgentemente hablar con ella para confirmar que eso no era cierto.

Alexis señaló su plato, aún con cosas por acabar. Él bajó la cabeza, rendido. Ya hasta su vejiga había reaccionado.

—Voy al baño. —Anunció, para que la chica supiese por donde encontrarlo una vez terminase de comer.

Ella asintió, observando como los demás también se iban por distintos motivos. Vio a Dae-su desaparecer por la puerta de la cafetería.

Momentos difíciles venían, más de los que ella se imaginaba.

En su soledad, desvió el plato, dándose un tiempo para calmarse. Un minuto, dos minutos, tres minutos. Inhalar, exhalar. Inhalar, exhalar.

Dae-su era un buen muchacho, de los pocos buenos muchachos que conocía. Él no la iba a alejar, ¿Cierto?. No importaba si no la correspondía, él no sería capaz de dejarla, ¿Verdad?

Su cabeza era un desastre. Las respiraciones no funcionaron, ni ningún mantra, nada desataba el nudo en su estómago ni calmaba los nervios alojados en su cuerpo. Puso la frente en la mesa. Ya pronto se tendría que levantar, probablemente ya Dae-su había terminado de hacer lo que sea que tuviese que hacer y la estaba esperando.

Se animó a sí misma a moverse, levantándose con suma lentitud. Bandeja en mano, al igual que su corazón. Estaba a punto de caminar lejos de la mesa, cuando aquel presentimiento extraño explotó.

Toda la atención que no había tenido en el día llegó, obligándola a ver hacia adelante. Estudiantes, demasiados estudiantes. Todos corriendo, corriendo hacia dentro de la cafetería.

Los gritos fueron ensordecedores. ¿Estaban huyendo? ¿Por qué corrían? Se veían desesperados, entrando en masa hacia el lugar donde hace un segundo reinaba la calma.

Ahí tuvo su primera señal de que algo malo ocurría. Sangre. Sangre en muchos de aquellos que corrían, las camisas blancas pintadas en rojo. Pudo sentir el subidón de pánico y adrenalina como una inyección.

Nadie de los que estaban originalmente en la cafetería entendían qué pasaba, todos estaban tan estáticos cómo ella, buscando comprender lo que veían.

Lo siguiente que sucedió, pasó en cámara lenta para sus ojos. No supo por qué, pero sintió la necesidad de mirar hacia su lado izquierdo. Un chico de su mismo curso la miró igual de confundido, sin conocer su terrible destino.

La sangre salpicó en la cara de Alexis, mostrándole la imagen de ese mismo compañero hundido en la agonía. Otro estudiante encima de él, arrancándole con los dientes un pedazo de carne del cuello. El chico estiró una mano hacia Alexis, soltando sollozos que ella no pudo oír, más si ver. Nada de lo que veía tenía sonido, nada. Solamente eran imágenes lentas y mudas que se pasaban como una película. Los colores de los uniformes, pieles y demás detalles eran apagados, con la saturación baja, siendo la sangre lo único que se veía en color vivo.

Delante de sus ojos, los sollozos del muchacho pasaron a gemidos de auxilio, luego a una mirada de ayuda y por último, a una expresión apagada; sin vida. Murió, murió en frente de Alexis.

Y revivió, volvió a la vida también enfrente de ella, pero ya no era su compañero; cualquier rastro del chico había quedado atrás. Ahora únicamente había una cosa maligna que se acercaba a ella demasiado rápido como para estar en cámara lenta.

Él intentó saltar sobre ella, con su boca abierta y ninguna buena intención bajó sus acciones. Ese fue el momento donde el cerebro de Alexis la obligó a despertar.

Le dio de lleno con la bandeja en la cara, tirando la comida e impactando el metal de manera tan fuerte que incluso ella se sorprendió. El golpe con la bandeja le devolvió la audición, así como la trajo a la realidad.

Gritos, caos, destrucción, sangre. Personas comiendo a personas.

El volver a la realidad también implicó volver a ella misma, y con ella todos sus instintos primarios.

Dae-su. Tenía que ir con Dae-su. Dae-su estaba en peligro.

No supo cómo llegó a esas conclusiones de manera tan rápida, pero su cerebro se encargó de gritarlo con todas las fuerzas. Dae-su no estaba con ella y podía estar en peligro. Tenía que moverse, tenía que buscarlo.

Miró rápidamente todo el lugar, agradeciendo que las cosas volviesen a la velocidad normal. Demasiadas de esos seres por todas partes, la salida estaba terriblemente lejos. Observó las ventanas, todo igual.

—Baño. Tienes que llegar al baño. —Dijo, haciéndose entender que tenía sí o sí llegar a esa puerta.

Suspiró, muerta de miedo. Se hizo una cruz con toda la fe que su mamá le pudo compartir alguna vez y comenzó a correr.

La bandeja en sus manos la ayudó más de lo que imagino. Fue técnicamente lo que le abrió camino por todo ese infierno.

Cosa que se le acercaba, cosa que golpeaba.

En una de esas, su golpe falló, terminando en el piso con un estudiante encima de ella intentando morderla con una determinación impecable. Agradeció como en su momento, sus primos de Ecuador la trataron como un varón más, jugando con ella a las luchas. Puso su pie en el estómago del chico encima de ella, encajando la bandeja en su boca y utilizando su fuerza para quitarlo. Lo logró, lo tiró a unos centímetros de ella. Por supuesto, esa cosa no se rindió fácilmente, lo vio otra vez intentar subir sobre ella, siendo imposible por el fuerte golpe que le propicio con la bandeja.

Justo a tiempo para que el agua comenzara a caer. Miró hacia atrás, la cocina se incendiaba, y con el fuego de fondo, otra criatura se acercaba hacia ella.

Ay, mierda. —Pronunció en español.

Comenzó a correr con todas sus fuerzas, esquivando lo que podía y dando golpes para pasar. Se detuvo cuando vio la cantidad de estudiantes que bloqueaban la puerta.

«Piensa, Alexis, piensa» Se dijo mentalmente.

Oyó los pasos encharcados de los demás. Miró al piso. Al igual que su ropa, estaba empapado. No lo meditó dos veces, tomó impulso corriendo y se tiró para deslizarse por el mojado suelo. Manos intentaron alcanzarla, al igual que muchas bocas, pero ahí se las ingenió.

Las raspaduras en la parte trasera de sus muslos le indicaron que había logrado salir de la cafetería. Alivio que duró segundos, lo mismo que tardaron en intentar agarrarla. Volvió a levantarse para seguir corriendo, dejando atrás la bandeja.

Oh, si la cafetería era un infierno, no existían palabras para denominar el exterior. Por un segundo casi pierde la concentración.

El baño.

Corrió en dirección al baño de los chicos. Para su suerte, habían tantas personas escapando como ella, que podía pasar medianamente desapercibida. Así lo creyó, hasta que tuvo que patear a otro estudiante que tenía intenciones de comerla. Una parte de ella se sintió impresionada, nunca pensó que pudiese patear con tanta fuerza.

En medio de más patadas y empujones, consiguió el baño.

—¡Dae-su! —Gritó con todo el aire de sus pulmones, entrando y topándose con más de esas cosas.

Los vio con atención, permitiéndose perder tiempo. Ninguno era Dae-su. Agradeció mentalmente antes de volver a correr.

Ahora tenía tres de esos persiguiéndola.

—¡Las clases de tenis me podrían haber servido aquí, mamá! —Se expresó sin tener quien la oyese, sumergida en el miedo y casi olvidando que estaba buscando a Dae-su.

A tropezones consiguió entrar en el instituto, al pasillo con las escaleras que llevaban directo a su salón.

Mierda, mierda, mierda. No sabía dónde estaba Dae-su, no sabía cómo ubicarlo.

Sintió la desesperación ahogarla, lágrimas amenazantes con salir.

—¡Dae-su! —Gritó de nuevo, su alma y corazón puestos en ese grito.

Casi se desmaya cuando oyó aquella voz.

—¡¿Alexis?! —Se escuchó un grito igual de desesperado. Era la voz de Dae-su.

Las escaleras, provenía de las escaleras.

Con los monstruos pisándole los talones, Alexis empezó a subir las escaleras a todo dar. Vio por el rabillo del ojo como técnicamente le tomaban por detrás, obligándola a darse la vuelta y sentarse en un escalón.

Su zapato impactó en la cara de uno de ellos, tirándolo para atrás y haciendo un efecto dominó. Probablemente un tendón se le había lesionado con esa patada. Sin sentir el dolor de nada por la adredalina, siguió subiendo, oyendo cada vez más cerca los quejidos de Dae-su.

Dios, solo rezaba porque él estuviese bien.

El mundo se le paralizó cuando lo vio. Sudado y en un claro pánico, tratando quitarse de encima a un chico más pequeño que él. Alexis supo que él podía con eso, pero no con lo que se le acercaba por atrás.

Igual de alto que Dae-su y más gordo, una de esas criaturas estaba a punto de morderlo por la espalda.

Verga. —Fue lo único que alcanzó a decir Alexis antes de correr hacia ese monstruo.

Con una patada no le iba a bastar, claro que no.

Poniendo su espalda y peso para darle, Alexis tacleó al estudiante, chocando ambos con la pared.

—¡Mierda! —Se quejó la chica.

Su espalda dolía como nunca, sacándole quejidos de dolor y vueltas en el piso. Quería levantarse y ayudar a Dae-su con el otro, quería alejarse de la cosa que la había obligado a golpearse así, pero el dolor la obligó a quedarse en piso.

Retorciéndose, notó las manos en su pierna. Otra vez, otra vez la querían morder, y esta vez alguien con quien no podía luchar. Respiró profundo, ignorando el dolor y pateando la cara del monstruo.

—¡Alexis! —Dae-su llamó, llegando a ella de inmediato. Había logrado tirar a la otra criatura por las escaleras.

Ella quiso frenarlo.

—¡Dae-su, corre! —Ordenó al ver esa cosa yendo por ellos de nuevo.

Dae-su la tomó para levantarla. No había dificultad en hacerlo.

Por mala suerte, alguien disparó el extintor, cegando a los monstruos, pero también a ellos. Dae-su se encogió, tomándose la cara con dolor.

Ardía como el carajo, le había dado de lleno.

Alexis notó esto, encontrando fuerzas en no supo dónde y tomándolo del brazo.

—¡Maldita sea, Dae-su, corre! —Lo alentó, obligándolo a correr delante de ella.

Él creyó que ella estaba a su lado, pero en realidad se encontraba atrás quitando a los estudiantes que los perseguían como podía.

Dae-su llegó al aula. Entre forcejeo lo dejaron entrar, siguiéndole Alexis y cerrando la puerta justo en la cara del monstruo que los perseguía.

Alexis cayó rendida al piso, cediendo ante el dolor y las ganas de descansar.

Dae-su estaba bien. Dae-su estaba bien.

Ya podía estar tranquila.

Segundo capítulo <3

Déjenme saber si les gustó o no, pongan en los comentarios lo que opinan ❤︎

—𝙸𝚜𝚛𝚘𝚓𝚒.

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