Capítulo dos- Béisbol
Samantha Jade

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-Mamá ni siquiera me gustan los deportes.- proteste mientras que mi madre conducía al gran campo de Béisbol.

-Bueno, nunca es tarde para que aprendas cosas nuevas.- dijo ella sin parar de mirar al frente.

-Creo que ni siquiera es para chicas, no se si en este pueblo tengan una mente abierta y me permitan hacerlo.

Mi madre sonrió.

-Vale al pena intentar.- sonreí de lado y el demás camino siguió en silencio hasta llegar al campo.

Era grande, al menos para mí ya que seguramente un profesional era enorme. Al entrar había un equipo practicando, me quedé observando mientras mi madre buscaba información con alguien.

-¡Vamos Bruce!.- Grito el supongo, entrenador de el equipo. Mire hacia dónde gritaba y había un niño alto con su uniforme puesto que parecía quedarle bien, estaba concentrado en la pelota y alzó su brazo con el bate listo para golpearla, su mirada estaba tan enfocada que su yo fuera el chico que lanzaba la pelota, me rendía din dudar.

En cuanto la lanzó solo me enfoque en el lanzamiento hasta que el sonido fuerte de el contacto entre la pelota y el bate hizo perder la pelota sacándola de el campo, todo el equipo comenzó a celebrar y gritar levemente ya que solo era un entrenamiento, mire de nuevo al bateador, su aspecto asiático con facciones tan definidas y con una sonrisa grande y perfecta dibujada en su rostro, me quedé viéndolo hasta que miro a las gradas donde estaba yo y me miró, lo más estúpido que pude hacer es actuar rara y loca, pues lo hice. En cuanto me miró traté de girar mi vista hacia otra dirección y actuar normal pero con esos ojos y esa sonrisa era un poco imposible y sentí como me sonrió, no se si fue una sonrisa amable o por mi notable estupidez.

-Sam por aquí.-escuche a mi madre gritarme, salvada por la campana.
Como pude baje de las agradas hasta llegar con ella.

En conclusión ahora estaba inscrita para algunas clases y dependiendo de mi rendimiento y trabajo en el campo me asignarían a un equipo aunque eso se vería mucho después.

Mientras mi mamá hablaba aún con el personal de allí yo me dirigí al campo y entre, lo analice detalle a detalle y me imagine corriendo, bateando o lanzando, mire arriba, el sol estaba a punto de ocultarse

-¿Bonito atardecer no?.- una voz atrás de mi me sobresalto haciendo que le girará con susto.-Oh lo lamento, no quería asustarte.

-No te preocupes.- sonreí.

-Soy Bruce Yamada.- me extendió su mano y la tomé.

-Soy Samantha Jade.- ambos nos sonreímos y a decir verdad, sus sonrisa era muy bonita.

-¿Jugaras béisbol?.- asentí.

-Nunca lo había hecho, será algo nuevo para mí.- hice una mueca.

-Bueno no es por nada pero, podría enseñarte.- sonreí y entrecerré los ojos por su ligero ego.-Bueno lo viste tu misma ¿cierto?.- sentí mis mejillas sonrojarse, definitivamente me noto allí.

-Diría que eres bueno, pero no tan bueno.- dije cruzándome de brazos, hizo una "o" con su boca, creo que le di justo en su debilidad.

-Ya verás.- se acercó un poco más y los nervios se apoderaron de mi, jamás había tenido tanta interacción con un chico que no fuera mi hermano.-Oye, amhh.- acomodo su cabello.-¿Te gustaría ir por un helado?.- sonrió de nuevo y yo abrí mis ojos levemente, mire por encima de su hombro como pude ya que era ligeramente un poco más alto que yo y allí estaba mi madre, sonreía emocionada y rápidamente asintió dándome el permiso, supongo que ella estaba más emocionada que yo y definitivamente escucho nuestra conversación.

-Claro, esta bien.- le sonreí y el suspiro.

-Wow, genial, iré por mis cosas y nos vamos ¿si?.-asentí y el corrió hacia supongo unos lockers donde estaban sus cosas y yo me quede esperando junto con mi madre.

-¿Con que ya hiciste un amigo?.- su mirada picara me hizo reír.

-Solo es amable.- levanté mis hombros y de los labios de mi madre solo salió un mjj obviamente sin creerme.

Bruce llegó y vio a mi madre.

-Hola, soy Bruce Yamada.- le extendió la mano a mi André amablemente y ella la tomó.

-Un gusto Bruce, se que irán por ahí, cuídala mucho.- el sonrió y me miró, yo solo estaba muerta de la vergüenza.-Y tu.- se dirigió a mi.-Te quiero en casa a las siete, no mas.

Asentí y ella me dio dinero, Bruce y yo caminamos un poco.

-¡No le digas a Shean!.- le grite a mamá y ella solo se rio.

-¿Shean?.- preguntó Bruce junto a mi.

-Mi hermano.- sonreí inocente.

-¿Tengo problemas?.- abrió levemente sus labios dejando ver sus dientes.

-Si no se entera no.- puso su mano en su pecho haciéndose el asustado y ambos reímos.

Caminamos un par de calles hablando sobre nuestras vidas, conociéndonos y ninguna parte fue incomoda, ni siquiera tocó el tema sobre nuestro padres lo cual agradezco.

Al girar en una esquina sentí un escalofrío de nuevo, un mal presentimiento tal ves así que me puse atenta a todo. Mi padre creía que tenía un don, yo diría maldición o mala suerte.

-Sabor de helado ¿fresa o chocolate?.- pregunto Bruce caminando a mi lado.

-Vainilla.- el me miró y rio, de nuevo esa sonrisa.

Segundos caminando y otro escalofrío recorrió mi cuerpo, mire al frente y una camioneta negra grande paso junto a nosotros, no pude evitar mirar al conductor pero los cristales estaban oscuros, al mirara la camioneta algo en mi pecho hizo presión de una manera rara y cuando pasó justo a nuestro lado, como si la vida estuviera en cámara lenta me quede fija.

-¡Samantha!.- hablo fuerte Bruce el cual me saco de mis pensamientos, parecía que me había hablado un par de veces.

-Oh lo siento, ¿qué decías?.- el entrecerré los ojos y miro para atrás y cuando también gire para ver la camioneta no estaba en el camino, supongo que dio la vuelta.

-¿Estás bien? te perdí por un momento.- dijo mirándome a los ojos directamente.

-Am si, solo... nada.- sonreí y negué, ambos seguimos nuestro camino hasta un parque en donde compramos nuestros helados.

La tarde fue maravillosa, Bruce me enseñó demasiadas cosas haciendo que amara un poco más este pueblo.

Llegaron las 6:30 y estaba un poco lejos de casa así que tenía que irme.

-¿Quieres que te acompañe a casa?.- negué.

-No te preocupes, ve a casa.- sonreí.-No está muy oscuro para caminar.

-Oye.- rasco su nuca.-¿tienes teléfono de casa?.- supe lo que quería.

-Sip.- sonreí y el movió la cabeza y levantó las cejas, definitivamente no iba a pedírmelo directamente.- Dame tu mano.- el la extendió y de mi bolsillo saque un bolígrafo y escribí el numero de casa, para ello tenía que estar cerca de el por lo cual sentía su reparación en mi oído, lo mire el a mi, sus ojos me provocaron de alguna manera paz, me separe.

-Te llamaré.- di pasos a atrás.

-No contestaré.- estiré mis brazos en forma de broma y ambos reímos.

-Cuídate.- me dijo y solo le dije adiós de lejos con la mano y ambos tomamos nuestro rumbo.

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De camino a casa, pateaba una que otra roca aburrida hasta llega a una casa, de nuevo un la presentimiento llegó a mi, mire a la casa atentamente, parecía abandonada pero algo me daba curiosidad de ella. No tomaría el riesgo, mire al otro lado de la calle, otra casa y está vez un dolor en el pecho me quito el aire, algo está mal.

Camine un poco más rápido hasta llegar a casa, abrí la puerta con mis llaves.

-Hasta que llegas.- cualquier mamá diría eso, pero cuando vi, era Shean.

-Hola.-sonreí inocente.

El se levantó de él sofá y mamá salió de su habitación.

-¡Sam! ¿Cómo te fue en el entrenamiento?.- supe que esa fue la mentira hacia Shean.

-Oh me fue increíble, estoy cansada.- Shean entrecerró los ojos.

-Prepararé la cena y luego descansará, ve a cambiarte de ropa.- asentí y pase a lado de Shean el me sonrió y desordeno mi cabello.

-Espero te guste tu habitación.- fruncí la nariz sin entender hasta que algo en mi cabeza hizo click y corrí hacia mí habitación, en cuanto la abrí mis ojos se iluminaron.

Shean la había decorado con fotografías y un par de dibujos que él hizo, su pasatiempo favorito, sonreí.

-¡ESTO ESTÁ HERMOSO!.- grite para que me escuchara y me tire, a la cama.

Suspire por tantas emociones, fue un día increíble, ojala todos sean igual de maravillosos que hoy.

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