ChangBin daba vueltas por su departamento, esa mañana Chan le había enviado un mensaje diciendo que ya no podría cuidarlo por más tiempo ya que su omega lo necesitaba. ChangBin comprendía eso, sabía que el omega de Chan lo necesitaba y eso es algo que él le había dicho al mayor muchas veces, pero de igual modo algo dolió en su corazón cuando leyó ese mensaje. El no conocía a nadie más allí, no tenía más amistades y tampoco tenía familia. Eso comenzaba a alterarlo de un modo horrible y eso le dolía.

Se sentó en el suelo, mirando su departamento, ese lugar era demasiado grande para estar solo, todo se veía tan oscuro y solitario que hizo que se sintiera mucho peor. Gateó hasta la puerta del balcón y se sentó allí, cerrando sus ojos y sintiendo el aire fresco de toda mañana. Eso hizo que se sintiera más tranquilo, pero de igual modo algo le incomodaba. Se sentía solo.

— ¿Estás bien? —ChangBin se sobresaltó y abrió sus ojos, mirando hacia los lados, logrando a su derecha ver a un chico mirándolo. En ese momento odiaba que su balcón quedase tan cerca al de su vecino.

— S-Si —Se levantó del suelo y limpió su pantalón con sus manos, para luego volver a mirar al chico

— No quiero contradecirte, pero tu aroma dice algo completamente diferente a lo que salió de tus labios —ChangBin se sonrojó y bajó un poco su cabeza, pero de igual modo logrando ver la pequeña sonrisa que el chico mostró

— Yo sólo... sólo pensaba —Miró al chico

— ¿Y sólo pensar hizo que te pusieras así de triste? —ChangBin rió un poco nervioso y sólo negó con su cabeza

— Sólo recordé que estoy solo aquí en Seúl —Suspiró, para luego fruncir el ceño, Chan le había dicho millones de veces que no debía decirle a nadie que estaba solo.

— Yo también lo estoy, es... aburrido y un poco triste a veces.

ChangBin miró al chico y le sonrió, haciendo que el chico también le sonriera. Algo le decía a ChangBin que ese chico no era como los demás, había algo en él que había hecho que con tan solo mirarlo hiciera que se sintiera mejor.

— Soy JeongIn —El omega sonrió

— Soy ChangBin.

— Creo haber sentido tu aroma en otro lado —Se apoyó en el barandal del balcón, mirando al omega, quien había vuelto a sonrojarse, pero esta vez no había bajado su cabeza

— No lo creo —Ambos rieron

— Claro que sí, un dulce aroma a pay de fresas no se encuentra en todos lados —ChangBin volvió a reír, pero esta vez bajo su cabeza

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HyunJin frunció el ceño al sentir al aroma a rosas de su omega inundar todo su departamento. Se acercó al baño y logró ver al mayor mirarse en el espejo para luego mojar su rostro con agua.

— ¿Sucede algo? —MinHo se sobresaltó y miró al menor, para luego suspirar— ¿Tu celo se adelantó? —Se acercó al mayor, pero este lo detuvo, colocando su mano para que no se acercara más

— Es tu culpa —Murmuró, haciendo que HyunJin frunciera el ceño— Estabas jugando conmigo y... mordías mi cuello.

— Bebé... —MinHo negó con su cabeza y tragó saliva

— Eres el culpable que ahora... me sienta así —Respiró con irregularidad al sentir la mano del menor sobre la suya, haciendo que sus ojos se llenaran de lágrimas al saber que no podría controlar su celo.

— Lamento eso —Estiró su mano para tomar una toalla y secó el rostro del mayor— Pero sabes que no puedo evitarlo —Murmuró, para luego alejar la toalla del rostro del mayor y dejarla sobre el lavabo, para luego acariciar su mejillas con ambas manos. La respiración del omega era bastante irregular, y tener al alfa frente a él y que acariciara su rostro no le estaba siendo de ayuda.

— Hyun... basta —Susurró, mientras bajaba un poco su rostro para evitar que el alfa notara su sonrojo

— ¿Quieres tus supresores? —MinHo negó, haciendo que HyunJin frunciera el ceño— ¿Qué quieres que haga por ti?.

El omega alzo su vista y sintió sus labios temblar ante la idea de querer que el menor lo marcara. No sentía miedo, pero se sentía lo suficientemente ansioso como para que su aroma comenzara a ser más fuerte. HyunJin sabía que no debía apresurar al mayor, sabía que no debía desear marcarlo sin que ambos estuvieran de acuerdo con eso, pero el aroma que el omega emanaba no estaba siendo de ayuda a su auto-control y mucho menos al intentar mantenerse estable ante la idea de no marcarlo.

— Alfa —Susurró. Sintiendo como las manos del menor bajaban y una de ellas se acercaba a su mentón y la otra a su cintura.