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𝟬𝟯. 𝘀𝘆𝗯𝗶𝗹

         SYRUS DEBE ESTAR RETORCIÉNDOSE DE LA RABIA EN ESTOS MOMENTOS. Me dijo, prácticamente me ordenó, que me mantuviera lejos de los profesionales. Pero en el momento que nos liberaron con el gong frente a la cornucopia solo pude pensar en los entrenamientos, cuando Lartius y Augustus prácticamente pelearon como dos sabuesos por ver quién me ayudaría a practicar el lanzamiento de cuchillos a pesar de que el maestro estaba ahí conmigo.

Pensé en como la mano de Augustus se aferró de sobremanera a mi cintura cuando el mismo corrigió mi postura, pensé en lo incómoda que me sentí en ese momento, pero también recordé la mirada tan concentrada que Lartius nos dirijo en esa fracción de segundo. Luego el patético cuatro que obtuve en la calificacion final se repitió una y otra vez con la incesante voz de Caesar Flickerman taladrando mis oídos a la vez que miro la arena, un sitio semi desertico en el que sin duda moriría si no me aferró a verdaderos luchadores.

Entonces avanzó a la cornucopia con el instinto siendo el piloto, esperando encontrar algo o alguien, y entonces la chica del distrito seis me tira al piso y estuvo a punto de matarme con una de esas extrañas mazas cubiertas de pinchos que tenemos por armas. De repente la chica se desploma de manera violenta sobre mis piernas y solo puedo ver la bola de metal que la ha derribado colgando de un mango que está en las manos de uno de los profesionales.

     ━━ ¡Tiene que ser una puta broma, Augustus! ━━ reclama Sybil, la chica del distrito cuatro, cuando lo ve extenderme la mano en lugar de matarme.

     ━━ Grita todo lo que quieras, pero luego ━━ responde el de manera cortante y puedo ver qué sus ojos están llenos de ira, pero no hacía mi, pues cuando me mira su mirada se reemplaza por una más deseosa. Me aguanto las ganas de vomitar mientras acepto su mano y recogemos una mochila cada uno, entonces los tres corremos fuera del baño de sangre para encontrarnos con los demás profesionales.

Bruttia, la chica del dos, también se enoja cuando me ve pero Lartius la manda a callar mientras me toma por los hombros para alejarme de Augustus y su compañera de distrito cuyo nombre nunca supe. Me habla de algunas cosas superficiales de su distrito, y también de los chicos a los que a matado en la cornucopia.

     ━━ Sabes que en cualquier momento la tendrás que matar ━━ dice la chica del distrito uno refiriéndose a mi cuando se supone que la mayoría estamos durmiendo, pero ella parece que se a despertado para hablar en privado con el vigilante de la noche, Augustus.

Yo no puedo dormir gracias a que me siento entre un montón de serpientes, entonces solo he cerrado los ojos con la esperanza de caer bajo en peso de mi propio cansancio y el consuelo de que, apesar de que no he visto a Jackson desde anoche, e visto en el cielo que el no murió en el baño de sangre y seguramente el también a visto que yo tampoco estoy muerta.

     ━━ A ti también tendré que matarte ━━ le responde jugando con una de las muchas piedras del piso.

     ━━ Piensa con la cabeza por una vez y no con lo que tienes entre las piernas ━━ suelta la chica antes de irse a dormir un poco.

En ningún momento abro los ojos, pero puedo sentir la determinación y arrebato de Augustus en sus palabras. Los profesionales fueron entrenados toda la vida para los juegos y finalmente eligen a los mejores en sus academias especiales para que ellos mismos se ofrezcan cómo voluntarios. El Capitolio hace la visita gorda a esta falta porque los candidatos entrenados hacen más entretenidos los juegos según nos han dicho Syrus y Porter, quién me insistió en que la llame solo por su primer nombre.

El segundo día los profesionales y el chico del diez decidieron que debíamos volver y tomar el control de la Cornucopia, lo que halago como una fantástica idea con una voz melosa y una sonrisa atrayente de las que suele usar mi hermana, pero solo lo hago porque la idea a sido sugerida por Lartius. Para sorpresa de nadie Augustus ha recibido una espada y agua de sus patrocinadores. No los culpo, es el atractivo y supo ganarse al público en su entrevista.

Lo que si fue una sorpresa para todos, incluyéndome, fue que los patrocinadores me mandaron a mi en especifico agua en un frasco de vidrio que apenas media lo mismo que mi mano y una bufanda. Compartí el regalo del agua con los profesionales en un intento de ganarme a las chicas, pero solo logré que me dieran una mirada asesina. Nadie murió ese día y por supuesto que Augustus no perdió la oportunidad de alardear su nueva arma ante todos, en especial conmigo. Hice lo posible por seguir con el papel de enamorada debil cuando en mi interior solo quería vomitar.

El tercer día Sybil y su compañero de distrito, Peyton, salieron a recorrer la zona sur y regresaron con agua de unas lagunas y la chica del distrito tres. Casi todo el día los profesionales se dedicaron a molestarla y a humillarla con todo lo que se les ocurrió hasta que coronaron el anochecer matándola. Yo recibí la tercera luna con tres escorpiones atrapados en el frasco donde mis patrocinadores me dieron agua.

Ese día además de la chica del tres que sirvió de diversión para los profesionales y seguramente para los capitolinos, murieron el chico del siete y la chica del diez.

Dormí con tranquilidad al confirmar que Jackson seguía con vida.

Cuarto día y los tres escorpiones amanecieron muertos junto con un nuevo regalo de mis patrocinadores, otro frasco. Seguramente los pobres murieron por la falta de oxígeno debido al poco espacio en su prisión transparente. Por su parte Augustus y Lartius ahora perecen vigilar mis movimientos a todas horas, lo que claramente molesta a sus compañeras pero no a los del cuatro, que ahora parecen metidos en su propio mundo.

     ━━ ¿Cómo lo haces?

La pregunta de Peyton me toma por sorpresa. Los demás profesionales han ido al otro lado de la cornucopia hace solo unos segundos para ver a la pobre chica del doce, pues la compañera de Augustus jura haberle dejado caer una de esas mazas en las piernas y ahora quiere la espada de su compañero para terminar el trabajo. No he querido ir y en su lugar estoy cerrando mi frasco que a pesar de ser apenas medio día ya tiene otros tres escorpiones dentro, ya que en la mañana he dejado los cuerpos de los otros en una bolsa mediana de semillas que resguardo con mi alma. Se que son venenosos gracias a la muerte del chico del siete y desde entonces tenerlos me hace sentir segura entre mis dos "protectores". Aún no se para que los voy a usar, pero no quiero dejarlos.

     ━━ ¿Hacer qué? ━━ realmente no se a que se refiere.

     ━━ Aguantar a Lartius y Augustus ━━ dice otra vez, mirando en todas direcciones por si los demás profesionales regresan y lo ven hablando conmigo, sobre todo los chicos mencionados ━━ Puedo verlo en tus ojos. Te da asco cada vez que te tocan.

Le sonrió a Peyton por amabilidad, suprimiendo el recuerdo de la primera noche, cuando Augustus descubrió que no estaba dormida y me vi forzada a besarlo para que no me dijera nada. Mi primer beso, y fue con el asesino maniaco narcisista del distrito uno. Me doy tanto asco.

     ━━ Quiero vivir ━━ le respondo con sinceridad antes de que Augustus y Lartius surjan frente a nosotros como dos imponentes monstruos cubiertos con la sangre de la pobre chica que tuvo que hacer su desfile de tributos desnuda.

Desde mi entrevistar con Caesar hay algo dentro de mi que grita por vivir. Una pequeña flama que se encendió en el momento que los capitolinos dieron sonrisas, aplausos y obaciones a mis respuestas, aprobando cada gesto. Si me los gane a ellos y a los profesionales, tal vez no soy tan débil como pensé. Quizás esa pequeña parte de mi piensa que puedo volver a casa con mi hermana, aunque se que eso implica regresar con el cuerpo de Jackson en una bolsa. Ese último pensamiento me regresa a la realidad siempre.

Sonrió por compromiso cuando mis protectores lo hacen en mi dirección y entonces le doy una palmada en la espalda a Peyton, señal de que debe irse antes de que esos dos mal piensen nuestra reciente cercanía. El no me ha hecho nada y hasta ahora no lo he visto matar a nadie, no merece morir por los celos de unos locos adolescentes.

El quinto día me despierto antes que los demás y una idea va conmigo. Saludo a Bruttia que tenía el último turno de vigilancia y ella me responde el saludo, ahora parece ser más tolerante conmigo que la compañera de Augustus. Me dirijo a la zona trasera de la cornucopia con la excusa de ir al baño mientras la bolsa con los escorpiones muertos y el último regalo, un frasco del tamaño de mi pulgar, me acompañan.

Pase casi quince minutos extrayendo el veneno de cada aguijón y luego entierro a los animalitos en una tumba improvisada que espero no descubran. No se si el frasco es más pequeño de lo que me parece o si estos mutos son especialmente grandes, pero el frasco ahora está lleno poco más de la mitad con veneno.

     ━━ Tardaste mucho ━━ me dijo Bruttia cuando regrese.

     ━━ Problemas de mujeres ━━ rezo para que la profesional se crea mi mentira y mi plan no muera aquí mismo.

La rubia mira la cornucopia, a los chicos que apenas se van levantando y luego voltea para mirar la arena y sonríe burlona.

     ━━ Tu suerte está jodida muñequita ━━ ella ríe y yo también.

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