Un gato naranjo corría por todos lados jugando con una caja de hojas tamaño cartas que estaba en la oficina del mayor, o otras veces su atención se iba en las hojas que caían de la impresora. La vida ajetreada de nuestra parejita ha vuelto, solo que está vez con un nuevo integrante, Jinbo, un nombre raro, pero único según la pareja. En estos momentos el gato estaba solo, jugando por la ahora oficina de la pareja, haciendo su desmadre mientras que los chicos estaban realizando sus responsabilidades para traerle sus croquetas costosas.

La puerta principal llamó la atención del minino, cosa que lo hizo correr a recibir a la persona importante para él.

—¿De dónde vienes? —alzó una ceja Changbin.

—De la oficina —respondió Yang al ver hacia donde fue el gato.

El menor fue detrás del gato, viendo cómo la impresora sacaba fotocopias de una hoja que estaba allí. Un poco cansado la apagó, ese gato era más desastroso que él cuando pequeño, pero no podía decir nada al ser el que quería adoptar un gato, naranjo tenía que ser esa cosa pequeña.

—Vez, te dije que esa cosa era kamikaze —carcajeo Bin al sentir las garras del gato por sus pantalones, hasta que llegó a su hombro.

—Jamás pensé que tanto.

Bin se encogió de hombros, tomando así al gatito en brazos para llevarlo a la cocina donde estaba el comedero.

—La empresa nos regaló un par de cositas por nuestro aniversario  —sonrió el menor, viendo cómo Bin le daba comida a Jinbo.

Bin asintió.

Hace un par de meses el canal de Jeongin había llegado a una gran cantidad de gente, que amaba cada video donde aparecía junto a su novio, incluso llegar a una empresa de cosas para adultos que lo patrocina por un par de años, probando así con su novio cada cosa nueva que le mandaban, era un trabajo de medio tiempo para ambos. También gracias a que estaban un poco más “cómodos” con la cámara al frente de ellos, ahora utilizaban un antifaz para grabar sin temor a que se muestren sus rostros.

Changbin después de salir de su trabajo fue a buscar a Jeongin en su trabajo medio tiempo en una tienda de ropa, para así ir a cenar y después volver juntos al departamento, dónde se encontraron con el desastre del Jinbo.

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Jeongin estaba con un moño atado por su cuello, junto a una gran camisa blanca que le llegaba justo a sus muslos esperando al medio de la cama a su novio que estaba tomando una ducha. La empresa les había mandado unos lubricantes con sabores y junto a ellos un champán por su aniversario del canal y de su relación que inesperadamente fue el mismo día, vaya casualidad. 

Bin al salir del cuarto de baño sonrió al ver a su novio de esa forma tan apetecible, unas cintas decorando como siempre los muslos lechosos del menor, la zona que más le encantaba. Este se encontraba mirando su celular que ni siquiera se percató de su presencia, se acercó a prender la cámara, que al ya estar al frente de su novio le quitó el celular de las manos para colocarle el antifaz.

Yang le sonrió cuando empezó a explorar con las manos su cuerpo, desabrochando la camisa mientras que besaba su cuello, sintiendo como la mano de Changbin empezaba a masturbar por sobre su ropa interior su miembro. Jeongin no se quedó atrás, así que llevó su mano al pecho del mayor para jugar con los pezones de su novio que jadeo al sentir esa estimulación. Por el televisor de la habitación se empezó a reproducir de la nada una canción que ayudaba un poco más a elevar la temperatura, Changbin empezó a deshacerse de la poca ropa que le impedía ver con más detenimiento el deseoso cuerpo del menor. 

Los besos empezaron a subir su densidad, se habían dejado de juegos previos y ya se lo estaban tomando en serio, pero supongamos que seriedad para Bin en esos casos no existía. Hacer que su novio pierda el control y que se desespere por sentir de una vez su pene entrando en el era algo que lo excitaba aún más, ver el cuerpo del menor retorcerse o solo buscar un mínimo roce en sus cuerpos le hacía activar más su maldita lujuria.

Las caricias que empezó a dejar por la blanquecina piel del menor le hacía que tuviera escalofríos, los dedos del pelinegro se concentraron en atender los botoncitos con tal de hacer jadear al menor que pedía por más. No sé hizo esperar, su boca se acercó para besar y morder ese lugar de una manera bruta, tal y como le gustaba a Jeongin. Yang llevó sus manos a los brazos del mayor para apretarlos al sentir como mordía o jalaba de sus pezones.

—Deberíamos probar en este momento lo que nos regalaron, ¿No? —hablo a solo centímetros del menor que tenía su respiración agitada y que aún no soltaba sus brazos.

Changbin procuró tapar la cámara para cambiar de antifaz al menor, colocando está vez uno que no lo dejaba ver, así continuó llevando las manos del menor sobre la cabeza de este y dejarlas sobre el respaldo de la cama donde las ató con la ayuda de una corbata. El mayor se levantó de la cama para ir por el regalo que les dió la empresa, así sirviendo un poco en una copa se lo llevó a sus labios, sintiendo el dulce sabor del champán recorrer sus papilas gustativas. Se volvió a acercar a la cama, sentándose para tomar con una mano de las mejillas de Jeongin y darle de probar la dulzura de ese vino.

Jeongin gimió al sentir como el líquido empezaba a caer por la comisura de sus labios, la habilidosa lengua del mayor se adentro a su cavidad bucal jugando con el líquido dentro de ella o solo jugando con su sin hueso. Al separarse empezó a sentir como la lengua del mayor lamía de su mejilla, quitando del líquido que se había escurrido por allí.

La mano del mayor empezó a descender para llegar a la ropa interior donde la bajo y la tiró a algún lado de la cama, así se acomodo entremedio de las piernas del menor para abrirlas, dejando besos en el estómago del menor y empezar a lamer el largo del ya despierto pene de su novio.

—Chang- ¡Hyung! Déjese de juegos —logro corregirse antes de nombrar a Changbin.

Hizo oídos sordos, ignoró a la súplica y continuó lamiendo o succionando de la cabeza del pene de su menor, a veces tiraba de su cabeza adelante hacia atrás, colocando sus manos en los muslos del pelinegro con tal de que no cerrará sus piernas. Al sentir como el orgasmo del menor se acercaba, dejó de darle atención con su boca, para así seguir bajando a la entrada para pasar su lengua por allí, deteniéndose para abrir el botecito de lubricante sabor chocolate. Lo derramó desde el pene hasta ese lugar que estaba por probar.

Jeongin volvió a tratar de cerrar sus piernas, pero Changbin lo detuvo apretando mucho más fuerte que la vez anterior. Los gemidos no paraban de salir de su boca, una que otra vez los ahogaba para no pronunciar el nombre de su pareja, lo tenía estrictamente prohibido por la seguridad de la identidad del mayor. Chillo al volver a sentir el escalofrío por su cuerpo al percibir cómo la lengua del mayor se adentraba por ese lugar que lo hizo apretar sus manos.

Sería nuevamente una noche inolvidable.

[...]

Uy quieto