¡𝗛𝗘𝗬, 𝗣𝗔𝗥𝗞𝗘𝗥! 𝗧𝗘 𝗤𝗨𝗜𝗘𝗥𝗢
GEMMA, DAMIEN, ISAAC Y ISABELLE observaban con una expresión de asombro su nuevo hogar, mientras que Elizabeth miraba a sus hijos con nerviosismo mientras se mordía el labio inferior.
–Y... ¿Que opinan de la nueva casa? –pregunta Elizabeth un poco nerviosa.
–Nos encanta –dicen Isaac, Damien, Isabelle y Gemma al unísono sonriendo, haciendo que Elizabeth dejará salir un suspiro, aliviada.
–¿Y entonces que estamos esperando? ¡Vamos a verla por dentro! –dice la castaña con una sonrisa.
Elizabeth, Gemma, Damien, Isabelle y Isaac corrieron con sus maletas sl interior de la casa, llevandose la sorpresa de que por dentro era igual o más hermosa.
–¡Pido la ventana! –Gemma tomo rápidamente su maleta para dirigirse a la habitación que compartiría con Isabelle, la rubia se quejó molesta por esa acción y subió detrás de la castaña, mientras que sus hermanos también imitaban su acción.
(...)
Gemma puso su maleta en la cama cerca de la ventana y observo con curiosidad a un chico castaño de su misma edad de espalda, aquel chico volteó la mirada después de haber sentido una mirada en él, conectando miradas con Gemma Lahey, sonrojandose casi de inmediato y saludo a la chica con tímidez.
–Es muy lindo, ¿no? –habla Isabelle detrás de ella, quien rápidamente se sobresalto y dio un golpe al aire, la rubia cayo al suelo, cubriendose la mejilla.
–¡Ay, mierda! –grita Isabelle adolorida mientras cubría su mejilla.
–¡¡Isabelle!! –Gemma corrió hacia la rubia, quien todavía se cubría el golpe hecho por Gemma.
–Si que tienes la mano fuerte –exclama la ojiazul soltando una risita.
–Belly, en serio lo siento, no fue mi intención golpearte –dice Gemma observando a su mejor amiga, preocupada –perdóname, en serio.
Isabelle solamente soltó una risa ante eso, dejando claro a la castaña que estaba bien. Y después de eso, se dirigieron a la sala para poder terminar de desempacar, pero dejaron todo de lado después de que Elizabeth había propuesto ir a un restaurante italiano que Gemma había visto al llegar.
–Si tienen pizza, estoy feliz con eso –habla Damien con una sonrisa burlona, aquello hizo que su hermana mayor volteará a verlo con reproche después de eso.
–Damien, ¿por que no puedes ser sofisticado por una vez? –exclama Isabelle con diversión.
Una chica de cabellera rubia se acercó a la mesa con una libreta en manos, dispuesta a tomar la orden de la familia Lahey.
–Hola, soy Hannah Sallow y seré su mesera esta noche. ¿Que desean ordenar? –dice la chica que parecía tener la misma edad que Damien.
–Yo quisiera un Fettuccine Alfredo –dice Isabelle viendo a la rubia con una sonrisa.
–Yo un spaghetti con salsa boloñesa por favor –habla la mujer esta vez sonriendo.
–Yo también voy a pedir el Fettuccine Alfredo, por favor –ordena Gemma observando a Hannah, sonriendo.
–Nosotros quisiéramos una pizza de cuatro quesos –dijo Isaac viendo amablemente a la rubia.
Hannah asintió rápidamente, apunto las órdenes y darle la orden a otro mesero.
***
La cena transcurrió animada, con Damien, Isabelle, Isaac y Gemma diciéndose uno que otro comentario sarcástico entre si y Elizabeth intentaba mantener el control, pero no podía evitar reírse por varios comentarios. Cuando habían terminado de cenar, estaban pensando en el postre, pero la mirada de los cinco se fue hacia un hombre sumamente atractivo de barba, en manos tenía un pastel de chocolate perfectamente decorado, el cual coloco en el centro de la mesa.
–Esto es cortesía de la casa –habla Christopher mirando directamente a Elizabeth con una sonrisa.
Elizabeth parpadeó un tanto sorprendida por aquel gesto y un rubor en sus mejillas se hizo presente.
–Oh, muchas gracias... Pero no era necesario –comenta Elizabeth un poco nerviosa.
Damien, quien siempre era el bromista de la familia, había aprovechado dicho momento para bromear, se irguió en su silla, alzó una ceja y con una imitación perfecta del tono de voz de Christopher, dijo lo siguiente.
–"Esto es cortesía de la casa" –después de decir eso, hizo una reverencia exagerada, causando la risa de Isabelle, Gemma y Isaac, provocando un nuevo sonrojo en el rostro de su madre.
–¡Damien! –dice Elizabeth un poco divertida y avergonzada por aquello.
Mientras tanto desde la barra del restaurante, Christopher observaba la escena con una sonrisa tranquila. A su lado, sus hijas, Hannah y Maddison también miraban hacia la mesa.
–¿Papá? –Maddison miro a su padre con una expresión astuta, inclinándose ligeramente hacia él –¿estás enamorado?
Christopher se giro hacia ella, claramente sorprendido, mientras que el rubor en su rostro subía.
–Maddison, por dios. No digas tonterías –respondió, aunque su sonrisa nerviosa lo traicionaba.
–¡Lo estás! –canturreó Maddy dándole un leve empujón en el brazo –mira, todavía la estás mirando.
Hannah, que hasta entonces había permanecido en silencio, se unió a las risas de su hermana mayor.
Christopher desvió la mirada y negó con la cabeza, pero el brillo en sus ojos y la sonrisa persistente lo delataban. Mientras tanto, Elizabeth trataba de ignorar las bromas de sus hijos mientras cortaba una rebanada de pastel.
A pesar de los nervios, ambos adultos se dieron cuenta de algo especial en esa noche: un encuentro que quizá significaría el inicio de algo nuevo.
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