𝗣ʀᴏ́ʟᴏɢᴏ ||
El camerino está callado, con sólo un hombre presente.
Hakkai revisa lo que lleva puesto, una y mil veces, convenciéndose de lo bien que se le ve el vestido y el maquillaje. Eso espera por lo menos.
La idea de la vestimenta para esa noche había sido de él, y no de su estilizador como de costumbre, porque sentía que tal vez ya debía darle su propio toque a uno de sus tantos shows.
Está tan concentrado que no puede evitar soltar un respingo al abrirse la puerta, dando paso a cierto ojilila.
▬¿Todo bien?▬ pregunta enseguida que entra, velando por no ensuciar la alfombra bajo sus pies.
Hakkai suspira, mirando por unos segundos el espejo delante ▬Supongo▬ susurra un poco ido, concentrándose más en agregar más polvos a sus mejillas ▬Te tardaste.
▬Sí, lo siento, Nahoya me empezó a hablar como por 10 minutos, no sé ni lo que dijo▬ suelta en respuesta, dejando el bolso que llevaba en la mesita de la entrada.
El ojiazul se ríe levemente, conoce perfectamente la intensidad que llevaba el nombre de Nahoya Kawata ▬Deberías prestarle más atención, o no le caerás muy bien a Muto, y digamos que eso no es muy bueno.
▬Nah, desde hace tiempo le caigo mal al grandulón▬ él también ríe, dejando tirado su abrigo en alguna parte del lugar.
El Shiba gira la cabeza, mirándolo con un poco de duda ▬¿Cómo me veo?
▬Siempre te ves bien▬ alega lo obvio, sonriendo como normalmente lo hace.
Su rostro se tiñe un poco de rojo, pero niega rápidamente y vuelve a hablar ▬Me refiero a ahora, ¿escogí algo bueno?
El contrario suspira, dirigiendo nuevamente su mirar hacia él ▬A ver, párate.
El rubio acata lo mencionado, con la vista casi directa al suelo.
El de cabellos lilas lo escanea con la mirada, de arriba a abajo, de derecha a izquierda y de vuelta. No puede evitar ponerse nervioso bajo sus ojos, pero el recorrer de sus pupilas sobre su cuerpo siempre tenía ese efecto en él.
Mitsuya sonrió, con los ojos achinados y un leve sonrojo en sus pómulos blanquecinos ▬Luces precioso, cariño.
No sabía si era por el rubor antes puesto o por la sangre que subió de golpe hasta su cabeza, pero sintió su rostro arder casi de inmediato, tan sólo por tres simples palabras ▬N-no digas eso.
Ah claro, para más humillación, también tenía que tartamudear.
Escuchó la risa melodiosa de su acompañante, y casi como una medicina, su remedio, sintió como todo su cuerpo se relajaba ▬¿Y por qué no? No miento al fin y al cabo.
Okey, mentira, se había vuelto a tensar ▬¡P-pero es vergonzoso!
▬¿En serio?▬ preguntó, con cierto cambio en la voz, bastante divertido. Otra risa escapó traviesa de sus labios, pero el de ojos índigo ni siquiera fue capaz de notarla.
Y es que, Dios, ese tono que usó le iba a causar un infarto.
▬Perdón▬ el alfa jugueteó con los variados anillos que posaban en sus dedos, aquellas joyerías de plata que a Hakkai tanto le gustaban al rozar contra su piel desnuda.
Bueno, era Takashi, cualquier disculpa de su persona era más que bienvenida.
Pero claro, él no sabía el significado de silencio ▬Aún así, me gusta verte sonrojado. Te ves incluso más bonito.
Si seguía así terminaría con fiebre, ya mejor le pegaba con cinta la boca.
▬¡Taka-chan!
Vuelve a reír, ahora con más intensidad, y Hakkai siente como la ira le recorre el cuerpo ▬Okey, tú ganas, ya me callo.
El rubio suspira, alegre.
Sí, adora la voz ronca de su pareja, pero a veces lo saca de sus casillas.
Por muy poco tiempo, pero lo logra.
Vuelve la mirada a su reflejo cristalino, su imagen idéntica postrada en el espejo. Examina con cuidado cualquier detalle en su apariencia, no quiere errores por ningún rincón aparente.
Una rápida sonrisa aparece en su rostro y sus ojos brillan como dos pequeñas estrellas. Todo perfecto, justo como debe estar.
▬Taka... ¿me puedes traer la peluca?▬ pregunta, aún ensimismado en su imagen, de todas formas, nota por el rabillo del ojo el asentimiento del mayor.
Lo ve dirigiéndose hasta la mesa detrás suya y luego yendo hasta él, con la cabellera artificial entre sus manos.
Estaba a punto de tomarla y agredecer el gesto, pero de un momento a otro el ojilila la aleja de su alcance.
Y ahí ibamos de nuevo.
▬Un beso y te la doy▬ comenta entre sonrisas, agitando la melena en el aire.
Hakkai lo ve con reproche, pero a él ni siquiera le importa ▬Takashi...
▬Vamos, lo tomaré como agradecimiento▬ insiste sutilmente, acercando pocos centímetros su cuerpo.
El Shiba suelta un suspiro, derrotado. Así que con simpleza se levanta de su silla y sus labios esponjosos chocan con suavidad su mejilla, dejando de paso la marca de su labial cereza.
Vuelve a su asiento, ya con la peluca en mano, arrebatada con rapidez de las manos del más bajo. Mitsuya suelta una pequeña risa cuando vuelve del shock.
No era la primera ni la última vez que tenía el privilegio de sentir los besos del ojiazul en su piel, aún así, siempre estaba la sensación de magia que tanto le encantaba.
Decidió darle su espacio, lo conocía perfectamente, a él y su perfeccionismo con su aspecto, aunque él lo consideraba hermoso hasta recién despierto.
Se quedó mirándole en silencio, como con delicadeza colocaba la cabellera de colores llamativos sobre su cabeza, adornándola de una manera que pareciese hasta natural.
Sin duda tenía mucho talento para la estilización.
Volvió a ver su vestimenta, ese vestido de lentejuelas azuladas que tan bien le quedaba, como si hubiera sido hecho explícitamente para resaltar su figura. Se fijaba en sus zapatos, aquellos tacones de plataforma que aumentaban aún más su altura, se veían tan peligrosos, tan tentadores.
Vio los collares, pulseras y toques de maquillaje chillones por todo su cuerpo, sonriendo casi de manera inconsciente. Los guantes de terciopelo contrastando con su pálida piel. Las medias de red subiendo por toda su pierna, perdiéndose por debajo de la tela del vestido.
Hizo un buen trabajo a la hora de estilizar el tema de hoy, pero la belleza natural de Hakkai también aportaba, demasiado.
¿Estaba orgulloso? Mucho más que eso, seguramente.
Revisa de reojo su reloj platinado, dándose cuenta que tuvo que haber salido del camerino hace mucho tiempo.
Sí, Ran lo mataría si no abría el bar en los próximos 5 minutos.
▬Ya me voy cariño, debo verificar el bar antes de que vengan los clientes, o Ran va a colgar mi cabeza en la entrada▬ comenta algo sarcástico, arreglándose con brevedad las mangas de la camisa ▬Que te vaya bien amor, y recuerda tomarte las cosas con calma, ¿okey?
Hakkai no responde al instante, en cambio, se entretiene más con los diversos accesorios que hay disponibles para lucir en sus cabellos falsos ▬Está bien, ve con cuidado.
Pero al pelilila ni le molesta, sabe la concentración completa que lleva el ojiazul mentalmente en su transformación de cada noche, así que sonriente se encoge de hombros y se voltea para salir definitivamente del lugar.
Oh bueno, no le iba a negar un beso, ¿no?
Gira, lo piensa, como máximo tres segundos, y ejecuta.
Se acerca a pasos lentos, tratando con todo su ser de tomarlo por sorpresa. Ya a su lado, se inclina hacia él, con la idea presente, o es así cuando la mano contraria se posa sobre sus labios ▬Ni se te ocurra, se me va a arruinar el maquillaje.
Takashi queda... ¿ofendido? Tal vez ▬¿Ni un piquito?
▬Ni uno.
Sí, se suponía que era un hombre maduro de 21 años, pero el puchero que tomó forma en su rostro no parecía tener muy en claro eso.
Se iba a ir, indignado, hasta que vio la mano derecha desocupada del menor.
Y tenía que aprovechar.
La tomó con delicadeza, llamando rápidamente la atención del Shiba. Ya cerca de sus labios, uno por uno besó sus nudillos, tomándose su debido tiempo.
Finalmente se alejó, soltando la blanquecina mano con una sonrisa adornando su expresión.
Y es que vaya, las mejillas de Hakkai no se habían tardado nada en teñirse de rojo.
▬Adiós, lindo▬ se despidió dándose la vuelta, si lo seguía mirando poco le importaría la amenaza andante que era el dueño del bar, se quedaría con él, y lamentablemente, no podía hacer eso.
Salió por la puerta, dejando en la silla dorada el ritmo en desenfreno de un corazón enamorado.
Respira hondo, muchas más veces de las que puede recordar, porque siente como a cada segundo más aire abandona sus pulmones. Aún así, eso no evita que grite en desahogo ▬¡MALDITA SEA TAKASHI, ¿POR QUÉ ME GUSTAS TANTO?!
Ojalá alguien respondiera su pregunta, porque ni él mismo lo sabía. Aún así, no se arrepentía en lo absoluto del sentimiento.
Trata de relajarse, debía estar calmado en cuerpo y mente si quería ganar un buen dinero esa noche.
Otros minutos más en silencio, con los gritos y conversaciones de los clientes recién llegados y el alto jazz en la barra de fondo, y por fin respira normalmente.
Se concentra en los detalles, las pequeñeces que podrían arruinar su aspecto.
Sus pestañas arregladas, su cicatriz maquillada, su peluca bien puesta. Todo correcto.
Un suspiro largo sale de sus labios, complacido con su imagen.
Repentinamente, su celular en la esquina de la habitación suena, irritante al contraste con el ambiente anterior.
Va hasta él, con un muy reciente mal humor, se le había olvidado cambiar ese tono de llamada por toda la última semana.
Patearía verbalmente a quien sea que lo estuviese llamando, estaba seguro.
Pero, oh vaya, la llamada entrante no era nada agradable a su vista.
Porque, mierda, reconocería ese número donde sea...
•Palabras aproximadas: 1631
__Me atraparon, esto es una excusa para poner más descripciones en mi narración JAJJSJSJ
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