𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐈
CAPÍTULO I
— Bienvenido,
Percy Jackson!
— Percy — dijo el — ¿Que tu madre no te contó nada?
— Ella dijo... — Recordó con los ojos tristes, mirando al mar — dijo que tenía miedo de enviarme aquí, aunque mi padre quería que lo hiciera. Dijo que una vez que estuviera aquí, probablemente no podría irme. Quería que estubiera cerca de ella.
— Tipico — dijo el señor D. — Asi es normalmente como los matan. Niño, ¿Vas a jugar o no?
— ¿Qué? — preguntó Percy, observando a una pelirroja entrar al lugar y apoyarse contra la pared.
Explicó, impacientemente, cómo jugar una partida en pinacle, y Percy lo hizo.
— Lo siento, pero hay demasiadas cosas que contar — dijo Quirón seriamente — Me temo que nuestra película de orientación no será suficiente.
— ¿Película de orientación? — preguntó el rubio.
— No — concluyó Quirón. — Bueno, Percy. Sabes que tu amigo Grover es un sátiro. Ya sabes... — señaló el cuerno en la caja de zapatos que llevaba — ...que mataste al Minotauro. Y no es poca cosa, muchacho. Lo que quizás no sepas es que hay grandes fuerzas actuando en tu vida. Los dioses, las fuerzas que ustedes llaman dioses griegos, están muy vivas.
Percy miró a los demás alrededor de la mesa. Esperando que alguien grite que no. Pero todo lo que escuchó fue al Sr. D gritando:
— Oh, una boda real. ¡Truco! ¡Truco! — El se rió mientras contaba los puntos.
— Sr. D — le preguntó tímidamente Grover —si no va a comerlo, ¿Puede darme su lata de Coca-Cola Light?
— ¿Eh? Ah, okey.
Grover mordió un gran trozo de lata de aluminio vacía y masticó con tristeza.
— ¡Espere! — le dijo a Quirón — ¿Me esta diciendo que existe tal cosa como Dios?
— Bueno, veamos - dijo Quirón. - Dios, con D mayúscula, Dios. Ese es otro asunto, no nos ocuparemos de lo metafísico.
— ¿Metafísico? Pero estaba hablando de...
— Ah, dioses, en plural, grandes seres que controlan las fuerzas de la naturaleza y los esfuerzos humanos; los dioses inmortales del Olimpo. Este es un problema menor.
— ¿Menor? — Preguntó Percy.
— Sí mucho. Los dioses que discutimos en la clase de latín.
— Zeus - dijo Percy. - Hera. Apolo. Se refiere a esos.
Y de nuevo, una tormenta lejana en un día despejado.
— Niño — dijo el Sr. D — si yo fuera tu, sería menos negligente en andar pronunciado esos nombres por ahí.
— Pero son historias — dijo Percy — Son... mitos, para explicar los rayos, las estaciones y todo. Eso es lo que creía la gente antes de que apareciera la ciencia.
— ¡Ciencia! — se burló el Sr. D — dime, Perseus Jackson — Percy se estremeció cuando dijo su nombre real, que nunca le había dicho a nadie — lo que la gente pensará de tu ciencia dentro de miles de años ¿Mmm? Lo llamarán una tontería primitiva. Eso es lo que pensarán. Oh, amo a los mortales... no tienen el más mínimo sentido de la perspectiva. Creen que ya han llegado muy lejos. ¿Y lo han hecho, Quirón? Mira a este chico y dímelo.
— Percy — dijo Quirón — puedes elegir si creerlo o no, pero el caso es que inmortal significa inmortal. ¿Te imaginas eso por un momento, sin morir nunca? ¿Existe tal como eres, por toda la eternidad?
Estuvo a punto de responder, sin pensarlo, que parecía un buen negocio, pero el tono de voz de Quirón lo hizo dudar.
— ¿Quiere decir que, te crean o no, nada cambiará? — Preguntó Percy.
— Exactamente — Quirón estuvo de acuerdo. — Si fueras un dios, ¿te gustaría que te llamaran mito, una vieja historia para explicar los rayos? ¿Qué pasaría si te dijera, Perseus Jackson, que algún día la gente te llamará un mito, creado sólo para explicar cómo los niños pequeños pueden sobrevivir a la pérdida de sus madres?
Su corazón se aceleró. Estaba tratando de hacerlo enojar por alguna razón, pero no iba a dejarlo, el dijo:
— No me gustaría eso. Pero no creo en los dioses.
— Oh, pero deberías — murmuró el Sr. D — Antes de que uno de ellos te incinere.
Grover dijo:
— P-por favor, señor. Acaba de perder a su madre. Está en estado de shock.
— Una Cosa afortunada, también. — masculló el Sr. D, jugando una carta. —
Suficientemente mal que este recluido en este trabajo, cuidando de
niñitos que ni siquiera creen.
Él agitó su mano y una copa apareció sobre la mesa, como si la luz
del sol se hubiera doblado momentáneamente y tejido en el aire un
vaso. La copa se llenó a si misma con vino tinto.
La mandíbula de Percy cayó, pero Quirón apenas levantó la vista.
— Sr. D,— Le advirtió — Sus restricciones.
El Sr. D miró el vino y fingió sorpresa.
—Oh cielos.— Él miró al cielo y gritó. —¡Viejos hábitos! ¡Lo siento!
El Sr. D agitó su mano otra vez, y la copa se transformó en una lata fresca de Coca-Cola Light. Él suspiró infelizmente, abriendo la parte superior de la lata de cola, y regresó a su juego de cartas.
Quirón le guiñó el ojo.
— ¿Saben como me gustaría que me recordaran? — preguntó una pelirroja entrando a la habitación.
Atrajo la atención de todos, haciendo que el Sr. D se acomodara en su silla.
— Como la chica que mató a un anciano y si decía algo sobre mi primo quedaría lisiado. — dijo la pelirroja sonriendo mientras colocaba las manos en los hombros de Percy.
Percy la miró arqueando las cejas y vio a Grover arrodillado ante la pelirroja mientras ella reía.
— Rizos, levantate — dijo la pelirroja y el chico le regalo una sonrisa — La habitación de la cria marina esta lista.
La pelirroja miró al Sr. D e hizo una señal con la mano diciéndole que se levantara y se sentó en su lugar apenas se levantó.
Haber escuchado todo lo que dijeron sobre el castigo del Sr. D, fue genial para la pelirroja.
El Sr. D parecía tener seis años, como un niño pequeño que se portaba mal.
— Eh... — tartamudeó — su padre es...
— Di Inmortales, Quirón — dijo el Sr. D — Pensé que le habías enseñado a este chico lo básico. Mi padre es Zeus, por supuesto.
Percy repasó los nombres que comenzaban con D en la mitología griega. Vino. La piel de un tigre. Los sátiros que parecían estar trabajando en ese lugar. La forma en que Grover se encogía de miedo, como si el Sr. D fuera su señor.
— Eres Dioniso — dijo el rubio — Dios del Vino.
El Sr. D puso los ojos en blanco.
— ¿Cómo le dicen estos días, Grover?
¿'Pues Bien, ¡Duh!'?
— S-si, Sr. D
— De hecho, es posible que se le conozca como alcohólico. — Natalie habló.
— ¡Cállate, Natalie! — Dijo Dinisio y su hermana pequeña le dio una palmada en el brazo - Entonces, habla en serio, Percy Jackson. Que encontraste; ¿Que yo era Afrodita?
— Eres un dios.
— Sí, niño.
— Un Dios. Usted.
— ¿Te convierto en loro? Sigues repitiendo todo un millón de veces, Dios mío. — Natalie rodo ojos.
La pelirroja era la persona al mando aunque sus hermanos odiaban admitirlo, ella era la más poderosa de ellos, la persona en la que Zeus confiaba con los ojos cerrados, la persona por la que Zeus mataría a todos para proteger. Natalie consiguió todo lo que quería por mucho que dijera "¡Mama y papá, por favor!" Y sus hermanos la envidiaban, al igual que todos en el campamento. Ella no era mestiza, pero convenció a sus padres para que la dejaran quedarse en el campamento. Todo por su amistad con Annabeth, Clarisse, Luke y Grover.
— ¿Te gustaría probarme, niño?— Él dijo quedamente.
— N-no. No, Señor. — Percy dijo asustado, haciéndo reír a la pelirroja.
El fuego en sus ojos de Dioniso se atenuó un poco. Regresó al juego de cartas.
—Creo que gané — Dijo Dioniso.
— No exactamente señor. D — dijo Quirón. Dejo las cartas, contó los puntos y dijo:
— El juego es mío.
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