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VII


VII.  NUEVAS AMISTADES.

FUI ESCOLTADA por mi estilista y un agente de la Paz hasta el lugar donde se haría el desfile de los tributos, exactamente en el círculo de la ciudad. Al llegar me encontré con demasiadas personas para mi gusto, varios tributos me saludaron y otros simplemente se me quedaron viendo como si fuera una presa que ya quisieran devorar.

—Te estaré chiflando desde las gradas.

Tati me sonrió y acomodó mi cabello.

—No te hace falta brillar porque ya eres una estrella.

—Gracias por todo.

—No hay de qué, es mi trabajo.

Y así ella se fue, dejándome sola frente a dos caballos color blanco.

—Hola, te ves perrisima.

Una chica pareció al frente de mi, era de estatura promedio, pelo oscuro y era del distrito siete. La misma era conocida como: Johanna Mason.

—Tú...también, perra. Aunque pareces una planta.

—¿Dice la que anda casi desnuda?—rió—Soy un maldito árbol. Odio a mi estilista.

Reí observando nuestro alrededor. Atrás nuestro había un hombre esbelto, musculoso y rubio observándonos seriamente.

—Ignóralo, seguro le gustaste.

Ella sonrió y palmeó mi espalda.

—¿Dónde está tu compañero?

—No tengo idea.

—Debe estar ahí revolcándose con una.

—¿Por qué siempre te agarro hablando a mis espaldas, Johanna?

Finnick apareció.

Tenía una sonrisa en sus labios que podía enamorar a cualquiera; vestía algo bastante exótico. Su pecho y abdomen estaban desnudos y con collares que adornaban su cuello. La parte de abajo estaba cubierta por una especie de pollera que simulaba ser algo...algo que no sabía con mucha exactitud qué era.

—Porque haces que te extrañe.

Ambos rieron y el rubio abrazó a la morena.

—Cuida a tu tributo, sino un par se la van a devorar. Me incluyo.

Y después de decir eso, se fue. Dejando confundido a su amigo.

—Parece que ya no soy el más codiciado y buscando por Panem.

—Que miedo.

El silencio nos invadió. El me observó e hizo una mueca, haciendo que se le forme un pequeño hoyuelo en su cara.

—Con razón.

—¿Con razón, qué?—espete, sin entender

—Que todos te miran. Estás...estupenda.

La ceremonia pasó más rápido de lo que esperaba; nos presentaron distrito por distrito, cada uno hizo su súper entrada y luego el presiente Snow hizo presencia para dar un estupendo discurso y despedirnos. Cuando regresamos al lugar por el cual partimos nos enteramos que había una fiesta de tributos, el Capitolio la había organizado para nosotros y era de asistencia obligatorio. No nos quedo más remedio que vestirnos de una manera más casual e ir a uno de los pabellones. Era gigantesco, habían luces, mucha comida, bebida y avox's que estaban de esclavos para servirnos a todos nosotros y la gentusa de acá.

—¡Una fiesta para celebrar nuestra muerte, genial!—gritó Johanna Mason cuando entró al lugar

Ella vestía un smocking que le quedaba muy bien, por cierto.

—¿Deberíamos ir a socializar?—le pregunté a Finnick, que estaba junto a mi tomando un poco de Champagne

Se veía muy bien; su pelo desborrotado y sus primeros tres botones de su camisa desprendidos le daba una esencia de salvaje.

—¿Amor, quieres ir a hablar con los que quieren cortar nuestra cabeza en tres días?

Reí, tomando una copa de whisky.

—De hecho, quiero alianzas. Se que si tenemos la oportunidad de andar en manada es más probable sobrevivir por los menos un conejita por ciento de los juegos.

—¿Te dije que eres súper inteligente, no?

—Tuve uno de los mejores mentores.

—No me tuviste a mi—contesto

—Exactamente.—sonreí

—¡Chicos del cuatro!

La música estaba a todos volumen, eso fue lo único que pude escuchar. No tan lejos los hermanos del distrito uno se estaban acercando a nosotros. Cashmeere vestía un vestido color perlado y su hermano, Gloss, un traje del mismo color, estaban espléndidos.

Eran unos seres muy hegemónicos.

—¿Quieren venir a tomar una ronda con nosotros? Estamos un par de vencedores más—invito la rubia de manera carismática

—Nos encantaría, en un rato vamos.—le contesto al instante Odair

Fruncí mi entrecejo y lo observé de reojo. Una sonrisa falsa se dibujaba en sus labios.

Los hermanos notaron eso e inmediatamente cambiaron su expresión fácil y se marcharon de ahí, dejándonos solos una vez más.

—¡Idiota! Acabas de hacer que nos ganemos unos nuevos candidatos para que nos asesinen.

—Hice lo mejor que podía hacer...además, ya nos querían muertos. Quieren hacernos pensar que si les caemos bien, nos vamos a aliar con ellos y seremos presa fácil.

Se sirvió una copa más y la tomo de un sorbo.

—¿Por qué no vamos a hablar con los enamorados del doce? Están a oscuras escondidos. Si fuera yo ya hubiera aprovechado un momento así.

—¡Finnick!—grité, codeando sus costillas

—Auch.—se quejó, sobando el lugar afectado—Diste en el lugar perfecto.

—Camina.—le susurré, haciendo exactamente eso

Dimos unos cuantos pasos  hasta llegar a donde estaban los chicos del doce, ambos se notaban muy incomodos y con ganas de huir de aquí. Katniss Everdeen vestía un vestido negro y Peeta algo en conjunto a eso, pequeñas llamitas volaban en la terminación del ropaje.

Su estilista era más que un ídolo con eso.

—¿La están pasando bien?—pregunto Finnick

Ambos los observaron.

—De lujo.—contestó Everdeen, sarcásticamente

El rubio observó al otro rubio, el panadero.

—¿Y tú, Peeta?

—Bien, es bastante...acogedor.

Finnick rio y me observó, tomando mi mano. Acción que me tomo de sorpresa pero no molesto.

—Lev, ellos son: Peeta y Katniss.

La cara de Sorpresa se observó en ambos.

—Los conozco, Finnick...como—enfatice— no conocerlos.

Ambos chicos sonrieron.

—¿Están juntos?

—Peeta.—chilló su novia en reproche

—¿Qué?—se quejó, escogiéndose de hombros

—No.

—Somos amigos.—conteste

—De los buenos amigos.

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