
𝙊𝙣𝙚-𝙎𝙝𝙤𝙩: 𝘾𝙧𝙞𝙢𝙞𝙣𝙖𝙡 𝙩𝙝𝙪𝙜
(Esto fue resubido de mi libro "Estoy al pedo", así que si leíste ese libro, probablemente también leíste esto ya xd
En caso contrario, alerta de Soft Pico x Soft Lila)
Si le preguntases a Pico como se describiría él a si mismo, dudaría.
Habían muchas respuestas posibles. Podía destacar alguna de sus habilidades, como el grafitti, decir alguno de sus defectos, como ser poco cercano, o incluso comentar cualquier otra cosa de él, como el hecho de que es extranjero y nunca fue muy aceptado por ello.
En conclusión, él no sabría exactamente cómo definirse.
Pero...
¿Y si la pregunta fuese otra? Por ejemplo, si le preguntaras "¿cómo crees que te definiría la gente?"
Ahí no había ninguna duda de como responder...
"¿Crees que quiero a un criminal como tú en mi casa?"
"Hey, ¿no es ese el criminal que salía en las noticias, el del tiroteo?"
"¿¡Realmente has elegido a este criminal por delante de mi!?"
Siempre había sido considerado el malo por todos. Podría decirse que fue incluso famoso por ello, desde que ocurrió ese "incidente" en el instituto al que iba.
¿Qué importaba si el tiroteo no fue causado por él en realidad? La gente solo quería alguien a quien echarle la culpa, cualquiera, incluso si no había ningún fundamento sobre ello.
Y el chico alejado de todos y con pinta de bad boy era perfecto para interpretar ese papel.
Ese papel de criminal.
Habían pasado un par de meses desde ese tiroteo.
A raíz de eso, fue expulsado de casa por su padre, según dijo este, "no quiero a un criminal como tú viviendo en mi casa".
Por eso, el pelirrojo divagaba ahora por las calles de la ciudad, malviviendo. Por supuesto, no tenía una casa o un trabajo, así que ganaba algo de dinero como podía... generalmente de maneras no muy legales.
No le gustaba tener que hacer esos negocios para poder sobrevivir, pero no había más opción. ¿Acaso le iban a ofrecer un trabajo a un chico de la calle sin experiencia en nada?
—Claro que no— Pico respondió a la pregunta que él mismo se había formulado— Qué tontería...
Pateó una lata vacía del suelo, algo enfadado, y la siguió con la mirada. Esta fue a parar al medio de la carretera, y... ¿a los pies de alguien?
—¿Eh?
El pelirrojo alzó la vista y vio que se trataba de un niño, quien miró la lata con curiosidad y la recogió
—¿Que es-? ¡Oh, una Pepsi!— el menor tomó la lata y empezó a mirar a su alrededor, hasta cruzar su mirada con la de Pico— ¡Hola! ¿es esto tuyo?
El misterioso niño le sonrió y alzó la Pepsi vacía. Pico estuvo a punto de contestar, pero fue interrumpido por un rugido.
¡PII-PII!
Un coche se aproximaba al niño a gran velocidad, no olvidemos que este estaba en mitad de la carretera.
—¡Niño, quita de ahí!— le gritó el pelirrojo, nervioso— ¡Que viene un coche!
—¿Qué?— respondió este, bajando la lata— ¡No te oigo!
El mayor echó un vistazo a la ropa del menor. Era una sudadera en la que solo ponía "Skid", así que asumió que este sería su nombre.
—¡Joder, Skid, que te apartes de ahí!— Pico siguió gritándole y señalándole que se moviera, pero el menor no lo oía, así que solo se encogió de hombros y siguió mirando la lata
¡PII-PII!
El auto volvió a pitar. El niño lo ignoró y Pico seguía agobiado, esperando a que el menor se apartara de ahí, pero no.
—A la mierda— se dijo a si mismo
El pelirrojo corrió hacia la carretera y hacia Skid, lo agarró de la ropa y lo lanzó fuera del camino del coche, justo a tiempo para que este saliera ileso.
El niño estaba bien... ¡Lo había salvado!
Pico dio su misión por cumplida y, sin tener nada más que hacer, pensó que lo más adecuado sería irse y fingir que no había pasado nada.
Por desgracia, algo se lo impidió. Su pie, al parecer.
O lo que quedaba de este.
—¿Te duele mucho?— preguntó el niño inocentemente, señalando el pie ensangrentado de Pico
—Un poco— mintió el pelirrojo, cojeando, mientras se aguantaba las ganas de llorar del dolor
Ahora ambos se encontraban yendo por la calle. El pie del mayor había sido atropellado por el coche, y Skid estaba ayudándolo a caminar hasta un lugar donde pudieran curarle.
—¿No hay algún hospital o algo por aquí?— preguntó Pico, adolorido, mientras miraba los edificios que lo rodeaban
—No sé donde está, no me dejan salir de esta calle— respondió el niño con tranquilidad
—Normal... —el pelirrojo volvió a mirar al niño. Debía de tener unos ocho años— Pareces pequeño, no deberían ni dejarte salir de tu casa
La cara de Skid se iluminó, como su hubiera tenido una idea.
—¡Mi casa! ¡Mi casa está cerca de aquí!— gritó el niño, emocionado— ¡Podemos ir ahí, de seguro mi hermana puede curarte!
—«¿Su hermana? De seguro solo es otra niña pequeña, como él»— pensó Pico— «pero supongo que habrá algún adulto por ahí que si que pueda curarme»
—Hmm, supongo que puede servir...— pensó Pico en voz alta, después en un susurro— Y de paso le comunicaré a tus padres que no deberían dejarte solo por la calle
...
—¡Hemos llegado!
Ahora ambos se encontraban frente a una vivienda, no muy grande al parecer. Skid llamó al timbre mientras Pico se apoyaba en una pared para no sobrecargar su pie herido.
La puerta no tardó en abrirse, pero no por quien esperaba el pelirrojo.
En vez de encontrarse con un hombre o una mujer adultos, ahí solo había una chica pelimorada, de unos 18, quien vestía un pijama violeta y unas zapatillas de ese mismo color.
—¡Lila!— le gritó el niño, sonriente, mientras se abrazaba a la pierna de la chica.
Esta devolvió la sonrisa. Pico vio como Skid le susurraba algo a ella y, al momento, la chica miró directamente al pie destrozado del pelirrojo.
—¿¡Pero que caraj-!?— dijo la joven abriendo mucho los ojos— Oh por dios, ¿estás bien? Eso tiene mala pinta... Ven, pasa, vamos a curarte
Sin esperar más respuesta, la chica lo tomó de la muñeca y lo arrastró adentro de la casa.
«Tan impulsiva como su hermano», pensó Pico
Ahora los tres estaban en el salón de la casa. La chica estaba vendándole el pie a Pico, quien estaba sentado en el sofá, al lado de Skid.
—Entonces... Tu nombre era Lila, ¿cierto?— preguntó el pelirrojo
—¡Sip!— respondió ella, y después se apartó un poco— Y tu pie ya está listo. No soy doctora ni nada, pero servirá, umm, creo...
—Está perfecto, gracias— le sonrió Pico, y esta volvió a devolver la sonrisa
Se quedaron mirándose unos segundos, hasta que Skid interrumpió ese momento, desde la ventana.
—¿Te quedarás a cenar?— preguntó Skid, mirando por el cristal— Está anocheciendo, es peligroso salir ahora
—Lo de que es peligroso lo dije por ti, Skid, no para todo el mundo— le explicó Lila al niño— Pico puede salir si quiere
—Si yo no puedo salir, ¡entonces él tampoco debería!— el niño se cruzó de brazos, en un enojo que daba más ternura que miedo— Además, está malito del pie, no debería caminar
—No, no querría molestar— lo interrumpió Pico, intentando levantarse— Además, no creo que vuestros padres os dejen tener desconocidos en casa
—No eres un desconocido, ¡me has salvado! ¡Eres un héroe!— Skid lo abrazó por la pierna, haciendo que se sentara de nuevo
Un héroe. Nunca había sido descrito como tal. Siempre era el villano.
—Y no creo que nuestra madre venga hoy a casa, tiene doble turno— añadió Lila, y luego dijo en voz baja— Y nuestro padre menos todavía...
—¡Así que puedes quedarte a cenar y a dormir!— dijo Skid, muy emocionado
—¿A cenar y a... dormir?— repitió Pico, para sí mismo
—¡Si! ¡Íbamos a cenar pollo asado, puedes cenar eso también! Y puedes dormir... —el niño pensó un poco la respuesta— Bueno, la cama de la habitación de Lila es muy grande, podrías dormir con-
—¡En el sofá!— lo interrumpió Lila, rápidamente— Puedes... puedes dormir en el sofá
Skid estuvo a punto de decir algo más, pero la chica le tapó la boca antes de que pudiera. Después de eso, ella se levantó y caminó hacia la cocina.
—Yo voy a preparar la cena, que ya se está haciendo tarde— añadió, y se despidió con la mano— ¡Nos vemos!
Entró en la cocina y cerró la puerta.
Ahora Pico y Skid estaban solos en el comedor.
—No tenían por qué invitarme a cenar y a dormir— suspiró Pico, pero el niño no le hizo ni caso, pues estaba encendiendo una Nintendo.
—¡Claro que si! ¡Te lo pasarás muy bien!— el niño puso un juego en la consola, le dio uno de los mandos a Pico y se sentó a su lado— ¿Te gusta Mario Kart?
El pelirrojo no dijo nada, solo suspiró y sonrió un poco, satisfecho por lo contento que estaba el niño.
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Fue una noche como pocas, una noche que Pico ni siquiera había recordado haber vivido antes.
Y no es que pasara un gran acontecimiento ni nada. Solo estuvo jugando a Mario Kart con Skid (y más tarde con Lila), cenó con ellos, y más tarde le leyó un cuento al menor, que ahora dormía.
Nada debía de ser tan novedoso para ninguno de los hermanos, pero él... él se sentía tan feliz. ¿Cómo podía sentirse tan cercano a dos personas que había conocido pocas horas atrás?
Skid era un huracán, derrochaba una energética alegría que nunca había visto. Era ingenuo y visiblemente torpe, pero aún así, cualquiera podría encariñarse de él.
Y Lila era también muy dulce, algo más tranquila, pero igual de bondadosa. Ella le había ofrecido lo poco que tenía sin dudarlo, sin saber ni su nombre en ese momento.
También se había encariñado bastante de ella...
—Bueno, creo que esto ya está— Pico terminó de guardar el último plato, los cuales él había lavado. Se había ofrecido a hacerlo— ¡Lila, ya terminé!
No hubo respuesta por parte de la chica.
—¿Lila?— preguntó el pelirrojo de nuevo. Nada
Pico fue al salón, a ver por qué no respondía, y la encontró tumbada en el sofá, durmiendo.
—Oh, está aquí— se dijo él a sí mismo
Se supone que era él quien tenía que dormir en ese sofá, y pensó en despertarla, pero... no lo hizo. La verdad, se veía bastante tranquila ahí.
—Bueno, en ese caso...— el chico tomó una manta cercana y la puso encima de Lila— Buenas noches
Acompañó esas últimas palabras con una caricia en la cabeza de la chica, la cual hizo que sonriera por un momento, y él también sonrió.
Después, se sentó a los pies del sofá y de ella, y se quedó dormido ahí, a su lado.
Quizás las cosas no habían salido tan mal, después de todo.
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