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CAPÍTULO 27

“Si no te tardas mucho, te espero toda la vida”.

Oscar Wilde.

Pov's Sky

Después de aquella confesión esa noche al llegar a casa no pude hacer más que dar vueltas en la cama. Repasaba una y otra vez en mi cabeza las palabras de Alex.

Se había enamorado de mí. En algún punto del camino comenzó a apreciar todas mis partes y eso todavía me parecía inaudito

—¿Desde cuándo? —logré articular —¿Desde cuándo cambió?

—Creo que no hay un momento exacto. ¿Fue después de esa fiesta en el lago, cuando dijiste que algún día alguien me amaría tan fuerte como yo hacía y entonces pensé en el corazón tan brillante que tenías? O quizás en la fogata, cuando nos emborrachamos juntos y al fin dejé ir las ganas que tenía de besarte y confirme que serías mi perdición. Pero la verdad es que si tengo que escoger un momento no sería ninguno de ellos, ni de cerca. Serían más bien los pequeños; la primera vez que fuimos a la pizzería y después de mucho tiempo disfrute de una conversación con alguien, la manera en que supiste leerme esa noche en el lago; alrededor de todas esas personas tú solo me mirabas a mí y yo no podía entender porqué tenía esa sensación en la pecho, la que me decía que podía confiar en ti. Fueron esas tardes de lectura y los momentos en clase. Fue la manera en que encantaste a mi alrededor con tu brillo. Fueron tus risas traviesas y esos abrazos que vas regalando al mundo. Fue el momento después de que me contaste tu historia y pude ver la resiliencia que había en tu corazón. Con cada día que pasaba te admiraba más, Sky, me encariñaba con tu presencia y te volvías más y más indispensable en mi vida. Tomaste mi corazón el primer día que entraste a ese salón de clases y desde ese momento lo has hecho tuyo, pieza por pieza, día con día.

Una semana después aún no terminaba de entender cómo me sentía al respecto. Estaba tan fuera de mí que recurrí a la evasión. Supongo que Alex lo notó, tuvo que haberlo hecho, sin embargo no intentó hablar conmigo, el mismo caso que Dylan. Me alivió por el último pero me molestó con el primero. ¿Venía, me besaba, daba toda una declaración de amor y después me dejaba ignorarlo como si nada?

Pero toda mi bravuconería mental se fue al traste el miércoles al mediodía, cuando Alex me interceptó en uno de los pasillos vacíos de la escuela y me llevó con él al aula de química. No había ni un alma dentro, normalmente la usaban solo por las mañanas.

Lo observé pasar el seguro a la puerta.

—Esto es un secuestro, ¿lo sabes, no? —fue lo único que se me ocurrió decir.

Cuando volteó una pequeña sonrisa surco sus labios y quise maldecirlo por tener esa cara de chico estrella.

—Así que lo de que te había comido la lengua el ratón era un mito.

Se cruzó de brazos y adoptó una postura despreocupada. Su sonrisa se burlaba mientras me miraba con desfachatez, claramente consciente del efecto que tenía sobre mí.

¿Quién era este chico? Quizás la convivencia con Cole le había terminado por afectar porque de pronto el juego había cambiado y yo era la que se veía intimidada, sin embargo jamás me gustó perder así que por eso me armé y respondí:

—Bueno, los rumores dicen algo así, pero en realidad fue uno de los chicos Walter, no un ratón.

Pese a que el rostro se le ruborizó la sonrisa no hizo más que ensancharse y aquello a su vez terminó por hacerme sonreír a mí.

—Que suerte la de él entonces.

—Sí, un privilegio la verdad.

Por un corto espacio de tiempo nos permitimos jugar con la tensión entre nosotros, como si no fuera más complicado que dos desconocidos que se atraen. Pero dentro de ese juego de miradas ambos comprendíamos que éramos algo mucho más complejo, fue por eso que al final las sonrisas murieron y una ola de seriedad nos embargó.

—Lo siento —fue el primero en hablar.

—¿Por qué?

—Por la escena de la fiesta. Estaba dispuesto a mantenerme al margen, lo juro, pero luego Dylan fue un imbécil y solo… No pare a pensar que te pondría en una situación complicada. Entiendo que estés molesta.

—Así que te disculpas por el beso.

—Me disculpo por haberlo hecho en ese momento, nada más.

Dejé que las palabras se asentaran antes de sincerarme.

—No estoy enojada por los problemas que podría traerme con Dylan. En realidad, no estoy enojada.

Los murmullos acerca de mi ruptura habían comenzado a correr y aunque una parte de mí se preocupaba la verdad era que los chismes que se decían no eran tan importantes, en parte porque el mariscal decidió no hacer más revuelo. No era tonta, sabía que sí él quería tenía el poder para hacerme la vida social imposible pero por el momento parecía haber decidido no darme tanta relevancia por ello esperaba que en uno o dos días, con suerte, nadie se acordara y alguien nuevo fuera el centro de atención.

—¿Entonces porqué me has ignorado?

—¿Cuál es la razón por la que has dejado que te ignore?

Un momento de silencio y después la risa se le escapó, a su vez me hizo levantar las comisuras. Sin embargo, Alex terminó por volver a adoptar un tono serio.

—Te estaba dando espacio.

—¿Quién te dijo que quería espacio?

—¿No es por eso que me has evitado?

Y al final volvimos a sonreír los dos, aun sabiendo del enredo en el que estábamos metidos.

—¿Fui demasiado lejos? —preguntó.

Negué.

—Siempre supe que tenías una forma de amar especial, Alex, solo que nunca imaginé que yo podría ser la persona de la que alguien como tú hablara así. Creo que todavía no termino de entender cómo o porqué me ves de la forma en que lo haces, pero es más complicado que eso; se supone que acabo de terminar mi relación y no quiero sentirme como una mala persona, porque no estaba con él mientras pensaba en ti. Realmente quise que funcionara, ¿sabes? Llegué a apreciar a Dylan de verdad y sin embargo llegas y me haces sentir todas estas cosas, y no sé en qué me convierte ese hecho, ¿una traicionera, quizás?

—No traicionaste a nadie, Sky.

—No lo sé, Alex, ese es el caso. Ya no sé cómo sentirme al respecto.

Por un largo momento nos quedamos en silencio porque sin decirlo con palabras ambos entendíamos lo que sucedía; las posiciones se habían invertido y ahora quien no estaba lista para enfrentarse a los sentimientos entre nosotros era yo. Quien no podía ofrecer nada era yo. Alex por fin había superado su pasado pero mi situación ya no era la misma que meses atrás, cuando estuve dispuesta a arriesgarme.

Entonces me pregunté porqué el destino enredaba tanto nuestros caminos, porqué si ambos la habíamos pasado tan mal y lo único que buscábamos era un buen amor nunca podíamos coincidir.

Jamás tuvimos la oportunidad de empezar, no una real al menos, y lo comprendí hasta ese momento; en ocasiones querer a alguien no es suficiente, ser compatibles tampoco, a veces llegas tarde a la vida de las personas y ya está, no hay grandes historias de amor ni vueltas imprevistas. Hay amores que están destinados a no ser. Ese hecho me entristeció.

Con pesadez admití lo que pensaba:

—¿No crees que si algo entre nosotros estuviese destinado a funcionar ya habría pasado? Tal vez deberíamos dejarlo en paz, Alex. Estamos bien como amigos.
Quizás lo que sentimos es imposible de conseguir.

En primera instancia supe leer la decepción en un rostro, después sin embargo solo hubo resolución.

—Si no luchas por tu amor, ¿qué tipo de amor tienes? No me quiero aferrar a nada, Sky, no quiero forzar algo, sobre todo no quiero poner lo que siento en un barco inestable, porque ninguno de los dos merece eso. Pero —remarcó, —tampoco quiero a nadie más. Y si para poder estar contigo tengo que esperar un largo tiempo, no dudes que lo haré hasta que estés lista.

—No puedo pedirte que hagas eso, no quiero lastimarte mientras tanto; porque te quiero, lo sabes, ¿no? Alex. Te quiero como no he querido a ninguna persona y desearía tanto que hubieses aparecido en mi vida antes de todo el dolor. Quisiera ser alguien mejor para amar.

—Tienes que saber algo; tú eres libre para sanar, nunca me deberás nada, no tienes la responsabilidad de volver o mirar sobre tu hombro para saber si sigo ahí. Pero te diré que si cuando lo logres, cuando te des cuenta de que no estás rota, de lo afortunado que cualquiera sería de tenerte en su vida, cuando te sientas preparada para dejar entrar a una nueva persona… si aún después de todo, hayan pasado meses o años, todavía tienes una pizca de eso que sientes por mí, no dudes en que ahí estaré. Voy a esperar hasta que se nos pueda dar y si eso nunca sucede sé que estaré feliz por ti, porque el amor no solo es querer estar siempre con alguien, es querer que esa persona cumpla sus sueños, se realice y sea plena.

Se acercó, depositó un casto beso sobre mi frente y después salió sin más, encerrando así nuestro desastre en el lugar.

***

Continuamos como amigos. Pesé a los múltiples escenarios que me hice en la cabeza las siguientes semanas Alex y yo volvimos a la normalidad. De cierta manera fue como regresar al punto de partida; cuando apenas nos conocimos y solo eramos dos amigos sin tanta historia detrás.

Claro, ahora Alex no tenía esa nube gris alrededor, de hecho parecía más contento, optimista en cuanto a básicamente todo. El chico ocurrente y simpático que dejaba salir de vez en cuando parecía haber llegado para quedarse por completo. Me alegré por él.

En mi caso, el ruido en mi cabeza se apagaba de vez en cuando; durante mis momentos con los chicos Walter, las noches de chicas con Ivy, las tardes en que Alex me invitaba a su casa para disponer de su cocina (admito que disfrutaba también del subidón que sus hermanos y sus papás le daban a mi ego cuando peleaban por la última de mis galletas). Pero, sobre todo las cosas malas se iban cuando su mamá y yo nos quedabamos en la cocina a solas después de que ella ahuyentara a los hombres y, como regla de oro, consiguiera adueñarse de la última porción. Quizás ella vio algo, el instinto femenino dicen por ahí, y tal vez fue por ello que se encargó de tratar de conocerme más; preguntó por mis padres y mi vida en los ángeles, me contaba anécdotas o escuchaba las mías, y nuestras conversaciones siempre acababa igual “sabes que no estás sola aquí, cualquier cosa que necesites puedes contar con mi familia”. ¿Es que pudo ver la soledad en mis ojos? No lo sé, pero su calidez era reconfortante.

Salir con mis amigos, conocer los pueblos de alrededor, pasar las tardes en el campo y visitar a los animales en los establos lograba que por un rato olvidara mis problemas o el hecho de que necesitaba pensar en lo que iba a hacer con mi futuro.

¿Ir a una nueva ciudad sola? ¿Quedarme en Silver Falls con James? ¿Podrían si quiera mis padres permitirse pagar una estadía en una de las universidades que estaban en la ciudad? Podría estudiar en Los Ángeles, ahí viviría con ellos y no tendría que preocuparme por el alquiler, sin embargo ¿estaba lista para volver? Creo que la cosa era que ya no me gustaba esa vida, más allá del trauma con Lexington había aprendido a querer los amaneceres silenciosos, las noches despejadas que me dejaban mirar las estrellas, la familiaridad de las personas cuando te saludaban en la calle e incluso el café de caramelo que Haley comenzó a preparar. Me gustaba este lugar pero no sabía cuánto más soportaría viviendo con James.

Esa tarde caminaba hacia casa, intentando retrasar todo lo posible mi llegada con pasos lentos, cuando nada más y nada menos que Cole se apareció en mi camino.

—¿Qué sucede?

Por la manera en que salió de la nada y comenzó a ir a la par conmigo supe que nuestro encuentro no había sido casualidad.

Su sonrisa engreída salió a relucir. Noté de inmediato el parecido con Alex. Eran innegables los buenos genes de la familia, sin embargo aun con todo y el parecido físico no pude evitar pensar en cuán diferentes podían ser al mismo tiempo. Mientras Cole pasaba sin dudas por el cliché de chico americano Alex tenía un encanto diferente, más del chico de al lado.

—Hola a ti también, cuñada.

Sentí mis mejillas calentarse.

No sabía si Alex había hablado con alguien acerca de nosotros, suponía que sí, es decir yo se lo conté a Ivy porque necesitaba un desahogo, sin embargo de todos sus hermanos Cole me parecía la última opción a la que se inclinaría. Sabía que su relación ya no estaba tan fracturada como antes, según me contó iban de a poco, pese a ello no me podía imaginar a Alex hablando de mí con Cole, ¿o sí?

—Todavía no tienes ese privilegio.

Su sonrisa se amplió.

Él y yo casi no convivíamos. Cuando iba a casa de Alex era normal encontrar a toda la familia en la cocina, husmeando cada tanto para saber a qué hora estaría horneado el postre, pero Cole se abstenia de bajar, las únicas veces que chocabamos era cuando aceptaba quedarme a cenar e incluso ahí a diferencia del resto él no participaba en las bromas o en la conversación. Por todo eso era difícil saber qué buscaba.

Asintió con la cabeza, como si confirmara algo para sí mismo.

—Dime Sky, ¿te importa mucho lo que piensen de ti?

Aunque la pregunta fue hecha con ligereza me pareció de mal gusto.

—¿Qué? ¿Qué quieres Cole?

Sus actitud misteriosa comenzaba a sacarme de quicio.

—Contéstame.

—¿A qué viene la pregunta?

—A todas estás largas que tú y Alex están dando. Hace semanas que terminaste con Dylan. Es innegable lo que sucede entre tú y mi hermano, había química incluso antes de Dylan, hasta una anciana con miopía puede verlo a cuadras de distancia. Así que no entiendo porqué ese juego extraño entre ustedes. Simplemente sal con Alex y ya, es sencillo.

Me quedé perpleja ante su franqueza. Supongo que malinterpretó mi reacción porque continuó:

—No dejarás que Dylan mande en tu vida, ¿o sí?

Ahí, cuando me di cuenta de que Cole no era tan despistado como yo pensaba y que estaba, quizás por coincidencia, dando cerca del punto, tuve que frenarlo.

—Con todo respeto, no creo que seamos amigos como para hablar de esto. Mi vida no es de tu incumbencia. Y sin ofender, créeme, serías la última persona con la que hablaría de mi relación con tu hermano.

—Tienes un punto, sin embargo, si no te lo digo yo ¿Quién lo hará? ¿Tu amiga la que está en el mismo juego que tú con Isaac?

—¿Ivy e Isaac? ¿Qué sucede entre ellos? ¿Sabes qué? No me digas —corregí al final.

Cole podía parecer indiferente ante la vida de sus hermanos pero descubrí que era todo lo contrario.

Continúe caminando, esta vez acelerando un poco más el paso. Ya no faltaba casi nada para llegar, cuando él lo notó se puso justo frente mío evitando que pudiese seguir mi camino. Dejé salir un suspiro frustrado que ignoró.

—¿Por qué no sales con Alex?

—Te dije que no hablaré de esto contigo.

—¿Es por Dylan o lo que los demás pensaran?

—Basta, Cole.

—No. No te conozco mucho, Sky, pero me parece que tienes que saber algo; la gente no entiende que las relaciones se acaban, se superan, lo que un día fue un sentimiento intenso mañana es solo un recuerdo difuso, lejano. Uno puede amar otras veces o sentirse enamorado de diferentes personas en la vida, eso no significa que las anteriores no hayan sido verdaderas. Entonces, si te quedas sentada esperando que los demás olviden la historia entre tú y Dylan para que puedas estar con Alex, te aviso que no pasará. Siempre habrá alguien que crea cosas incorrectas o haga comentarios sin saber cómo fue la situación, por más que lo intentes siempre habrá alguien que te juzgará, en voz alta o no. Puedes decirme que soy un desubicado, es verdad, pero no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como mi hermano espera con el amor en las manos a una chica que sé que también lo quiere y la única razón por la que no están juntos es por miedo al qué dirán.

Lo admito, una parte de lo que decía era verdad. Pero, aunque tenía miedo de cómo se vería a los ojos de los demás toda esta situación, esa no era del todo la razón por la que no me había animado a ir a por más con Alex, no que se lo fuera a contar a Cole. Así que, quizás fue porque hasta cierto punto me sentí expuesta ante un desconocido que respondí con algo que, sabía, era un golpe bajo.

—¿Es está tu forma de redimirte con tu hermano?

—Quizás. La verdad es que no lo sé, pero le debo mucho y creo que es lo mínimo que puedo hacer por él.

Mi corazón es débil y se apachurro al ver la culpa en los ojos del rubio. No creo que haya sido por él en sí, sino más bien por Alex y el hermano que perdió cuando Cole lo traicionó. En su azul se podía notar el mismo dolor que en los ojos verdes de Alex. Era hija única, sin embargo todo este tiempo conviviendo con la familia Walter me había hecho ver el vínculo tan fuerte que existía entre esos chicos. Todos se querían y se apoyaban entre sí, pero cada uno tenía su dupla y Cole solía ser la de Alex antes de todo el desastre. Los dos estaban sufriendo separados (aunque en mi opinión Cole se lo merecía porque sí, estaba siendo rencorosa y nada imparcial).

Antes de que pudiese decir algo un gritó me sobresaltó.

Me quedé helada al reconocer la voz y con pánico volteé hacia atrás para asegurarme de que realmente era James llamando a la puerta.

—¿Quién es él?

Cole intentó reconocer a mi tío. Por suerte jamás lo había visto antes así que me apresure a despedirlo.

—Debe ser el vecino que se ha equivocado de casa.

—¿Cómo te equivocas de casa?

Aunque la pregunta contenía una nota burlona había cierta desconfianza en su tono.

—Sí, a veces le suele pasar.

—Parece un poco fuera de sí, ¿no quieres que te acompañe?

—No, mi tío ya debe de estar ahí.

Me miró con recelo.

—¿Segura?

—Que sí, y si me ve llegar con un desconocido hará preguntas así que hazme un favor y ahorrarme esa escena. Vete.

—Soy tu cuñado, no hay más respuesta que esa.

La cara se me puso colorada de vuelta. Ya no supe si fue de los nervios o la vergüenza.

—Me lo pensaré, lo de tu hermano y yo.

Sonrió y eso pareció ser suficiente para desviarlo.

—Vale, ¿Ves? No era tan difícil. Podría ser un buen regalo de cumpleaños.

El recordatorio de que la fecha de Alex se acercaba me trajo a la mente de nuevo la idea que se me había cruzado hacía unos días. Claro, no era el mejor momento si tomaba en cuenta que tenía a mi tío a una cuadra golpeando la puerta de mi casa, pero por otro lado encontré una salida a la situación.

—Sobre eso, —empujé su cuerpo por el camino contrario. A la vuelta había un pequeño parque y comencé a caminar hacia ahí con él. —que bueno que estás aquí; tengo una propuesta.

Una vez lejos, le conté mi plan, quizás tomando más tiempo del necesario, y después de asegurarme de que participaría lo despedí logrando volver a casa sola.

James estaba dormido en el porche cuando llegué. Pensé que debía despertarlo para que entrara a dormir. Error. Cuando despertó estaba furioso y supe que había tomado una mala decisión.

.
.
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HOLI

Después de este cap se viene el cumpleaños de Alex y de ahí yo calculo que unos 5 capítulos más para ya acabar. Gracias infinitas por la paciencia y perdón por la espera, de verdad que intento no dejar la historia de lado con todas mis nuevas responsabilidades.

En otro tema, ¿alguien aquí es/era fan de 1D? Me imagino que ya vieron todo lo que paso con Liam :( Una situación muy triste, un abrazo para todas esas chicas que crecieron con su música ❤️‍🩹

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