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❝ DEATHLY FEVER ❞

KAZ BREKKER FEM! oc






     EN LAS ULTIMAS SEMANAS, Kerch había sido víctima de una nueva enfermedad traída del puerto. Se propagó rápidamente, sobre todo por la circulación del aire y la proximidad. Mucha gente especulaba con que la enfermedad procedía de Shu Han, ya que se habían registrado algunos casos desde allí. Aparte de los pocos casos, en realidad no había pruebas de su procedencia.

 La gente comenzó a llamarla "fiebre frágil". Esto se debía a que el primer síntoma en aparecer era una fiebre alta y la gente se volvía bastante frágil debido a su estado de debilidad. Los shu trabajaban frenéticamente para encontrar algún tipo de antibiótico que disolviera la infección bacteriana, pero hasta el momento no habían tenido éxito.

 El número de víctimas aumentaba rápidamente, registrándose cerca de cincuenta muertes cada día. Actuaba con rapidez y podía acabar con una vida en menos de veinticuatro horas. Ketterdam había caído en una época muy oscura.

 Al formar parte de los Cuervos, T/N siempre estaba ocupada con algo. A menudo hacía recados para el grupo, eligiendo comprar los suministros necesarios para la mayoría de sus atracos.

Ahora era media tarde, y regresaba al club con un rollo de pergamino y un nuevo recipiente de tinta para su jefe. Sentía un calor increíble e incluso había empezado a sudar, a pesar de que aquel día hacía mucho frío, aunque lo atribuyó a que llevaba demasiadas capas. De vuelta en el Club Cuervo, el pequeño grupo de seis se reunió para sentarse alrededor de una de las mesas vacías. Se suponía que el club no abriría hasta dentro de dos horas, por lo que mientras tanto, el grupo trabajaba en la planificación de su próximo atraco, hablando entre ellos.

──── Otros diez muertos anunciados en el distrito financiero ──── anunció Jesper con la nariz hundida en un periódico, dejandolo caer con desdén sobre la mesa.

──── Se está moviendo hacia el oeste ──── se dio cuenta Inej, mirando brevemente el periódico.

──── Podría llegar al Barril en cualquier momento ──── afirmó Matthias, quien se había recostado en la silla con los brazos cruzados sobre el pecho.

──── ¿No hay noticias del Shu? ──── Wylan preguntó a Jesper con voz esperanzada.

──── Nada de lo que informan los periódicos ──── afirmó Jesper. Dirigió la mirada a su jefe, que estaba sentado frente a él en la mesa. Podía ver que estaba sumido en sus pensamientos ──── ¿Piensas cerrar el club? ──── se preguntó Jesper.

 Los demás giraron la cabeza y miraron a su jefe, como era de esperar. Pero Kaz mantuvo la mirada fija en la cabeza de cuervo de plata que llevaba en el bastón. Frunció los labios, pensativo, antes de negar con la cabeza.

──── No ──── dijo Kaz con firmeza ────Necesitamos el negocio y necesitamos el dinero ────

 En ese preciso instante, las largas puertas de madera se abrieron para anunciar la llegada de alguien. Los seis cuervos desviaron inmediatamente la mirada hacia la fuente del ruido. Sus ojos se posaron en la figura familiar del séptimo miembro de la tripulación, aunque no parecía ella misma.

 Estaba cubierta de una gruesa capa de sudor, que se le notaba claramente en la cara. Jadeaba con fuerza para sus adentros; el pecho le latía con cada respiración, parecía que había estado corriendo, pero en realidad no era así. Se le había ido el color de la cara.

──── He... vuelto ──── dijo lentamente y sin aliento. Les envió una débil sonrisa, arrastrando los pies hacia una mesa cercana para bajar sus provisiones.

 Los demás se miraron rápidamente como esperando encontrar alguna explicación. En el fondo, Kaz se puso lentamente en pie con la ayuda de su bastón. Sus ojos permanecían fijos en la frágil figura de ella.

──── T/N... ──── llamó Kaz en tono de advertencia.

 Era casi como si ella no le hubiera oído porque seguía organizando las cosas que les había traído. Sin que todos lo supieran, Nina movía las manos con un movimiento particular por debajo de la mesa. Percibió los latidos acelerados de su corazón, lo que en definitiva significaba que probablemente tenía fiebre.

──── Kaz ──── susurró Nina en voz baja, giró discretamente la cabeza para mirarlo por el rabillo del ojo ──── Sus latidos ──── empezó Nina.

 No necesitaba que le dijeran nada más, sabía lo que significaba. Inspiró con fuerza, y se acordó bruscamente de su inquietante pasado con la enfermedad y de cómo se cobró la vida de su hermano, logrando estremecerse con sólo pensarlo.

 Por un breve momento, T/N sintió que toda la habitación se quedaba en silencio, vio que unas manchas negras empezaban a nublar su visión y como su cabeza se sentía casi ligera. Antes de darse cuenta, había perdido completamente el equilibrio y había caído inconsciente al suelo.

Sin dudarlo, los seis cuervos se pusieron en pie para correr a su lado, Nina fue la primera en llegar hasta ella. La agarró del hombro para ponerla de lado mientras pasaba con rapidez los dedos por su pecho para sentir los latidos del corazón.

 Kaz se alzaba sobre la figura arrodillada de Nina, observándola con ojos de halcón. Inej había cerrado los ojos para rezar una oración silenciosa y Jesper había cogido a Wylan en brazos para darle algún tipo de consuelo. Matthias estaba allí con tanta expectación como los demás, silenciosamente preocupado por quien era casi una hermana para el.

──── Está bien. Sólo inconsciente ──── anunció Nina, lo que hizo que todo el grupo soltara un suspiro de alivio.

──── Matthias, llévala a mi despacho ──── ordenó Kaz inmediatamente.

 En respuesta, Matthias se dejó caer al suelo junto a Nina. Deslizó su gran brazo por debajo del cuello de la chica inconsciente, enlazando el otro bajo el gancho de sus piernas y comprobó que estaba segura entre sus brazos.

──── Inej, ve a buscar al médico ──── Kaz se volvió hacia ella, quien abandonó inmediatamente su compañía sin decir una palabra más ──── Wylan y Jesper, vayan al mercado a por suministros médicos ──── terminó Kaz.

 Los dos chicos asintieron con la cabeza y se apresuraron hacia la entrada con la intención de correr al mercado lo más rápido posible para poder regresar cuanto antes.

──── Yo me quedaré con Nina ──── dijo Kaz sobre todo para sí mismo. 

 Ahora Matthias se había puesto en pie con la chica, mucho más pequeña, en brazos. Intentó tratarla con sumo cuidado, sabiendo que si no lo hacía, Kaz podría cortarle la cabeza. Subió con cuidado la escalera de caracol, seguido de Nina y Kaz.

 Nina se apresuro a abrir la puerta del despacho de Kaz y se apartó para que Matthias pudiera colarse por la abertura del despacho. Se quedó quieto un momento, indeciso sobre qué hacer a continuación y dónde tenía que colocarla.

──── Allí mismo ──── Kaz señaló el único sofá carmesí del rincón. Matthias se dirigió hacia asiento, y se inclinó para bajar el cuerpo sobre la superficie del sofá.

 Una vez que T/N estuvo cómodamente tumbada, Matthias dio un paso atrás para que Nina pudiera sentarse a su lado y Kaz pudiera supervisarlo todo. La mortificadora mantuvo la mano sobre su pecho, concentrándose en sentir el ritmo de su corazón, mientras llevaba la otra mano al lado de la cara de su querida amiga, apartándole algunos mechones sueltos de la cara.

 El pelo se le había empezado a pegar a la palida piel, su camisa tenía una notable mancha de sudor alrededor del escote y su respiración era un poco agitada. De cerca tenía un aspecto enfermizo, casi moribundo. De repente, Kaz no vio a una de sus mas queridos miembros de su tripulación tumbada en su sofá, sino que la imagen fue sustituida por la de su hermano muerto, que seguía cubierto de aquellas manchas mortales de viruela y con los ojos vidriosos. La inquietante sensación de su piel tan fría y húmeda le daban escalofríos sólo de ver. Los recuerdos sólo le obligaron a apartar la cabeza de la escena, y apretó los ojos con fuerza como si tratara de expulsar las imágenes que pasaban por su mente. Sintió una fuerte sensación de bilis en el fondo de la garganta, que amenazaba con salir si no se controlaba.

 Incapaz de controlar sus pensamientos por más tiempo, Kaz abandonó la habitación a toda prisa, a pesar de oír a Nina y Matthias llamándolo. Cerró la puerta de un portazo, sujetando con fuerza el picaporte entre sus guantes de cuero. Apoyó la espalda contra la superficie de la puerta y dejó caer la cabeza hacia atrás, volviendo a cerrar los ojos. Su respiración empezó a acelerarse al no poder quitarse de la cabeza la imagen enfermiza de uno de sus cuervos y sus manos se movieron para agarrarse a la cabeza del bastón de cuervo, manteniéndolo firme.

 Tras un par de minutos esperando fuera, Kaz empezó a pasear de un lado a otro frente a la puerta, ignorando el ligero dolor de su pierna derecha. De repente, Jesper y Wylan subieron por la escalera, cada uno llevaba un pequeño cajón de madera lleno de frascos, trapos y hierbas curativas.

 Al ver a Kaz, Jesper se detuvo en su sitio. Entornó los ojos hacia él como si tratara de averiguar qué ocurría, pero no lo consiguió. Se aclaró la garganta para llamar la atención de su jefe.

──── Tengo los suministros, jefe ──── Jesper declaró.

──── Llévaselos a Nina. Ella sabrá qué hacer ─── Kaz no dejó de caminar.

 Con una sola inclinación de cabeza, Wylan fue a entrar en la oficina con sus suministros. Jesper fue a seguirlo, pero se detuvo una última vez, parandose indeciso justo delante de su jefe.

──── ¿Vienes? ──── preguntó Jesper.

 Kaz negó con la cabeza, negandose tambien a mirarlo. Dio un solo paso adelante para continuar su paseo, presionando la punta de su bastón contra las tablas del suelo de madera maciza. Un poco derrotado, Jesper decidió dejar el tema y se volvió para entrar en el despacho, uniéndose a los demás en su intento de sacar a su amiga de un estado de inconsciencia.

 El tiempo empezó a pasar.

 Antes de que nadie se diera cuenta, el gran reloj celeste de la luna llena se cernía sobre Ketterdam. El horizonte había extendido su negra visión de la noche sobre toda la ciudad y las estrellas se esparcían contra el cielo oscuro, casi como sal esparcida sobre una mesa. Las luces de la ciudad brillaban amarillas en la noche. 

 Aunque sólo habían pasado unas horas, el estado de T/N había empeorado. Seguía sin despertarse, tenía pesadas bolsas bajo los ojos y los párpados se le habían oscurecido. Su cara seguía sin color y el sudor continuaba siendo una condición existente.

 El médico había sido llamado y llegó no más de una hora antes. Comprobó los síntomas habituales que había estado viendo todos los días, trabajando en completo silencio. Los cinco cuervos estaban a su alrededor y no podían apartar la vista.

 En segundo plano, Kaz se aseguró de no hacer ruido al volver a entrar en el despacho, quedandose en un rincón oscuro porque no quería que nadie lo viera. Contuvo la respiración a la espera del diagnóstico del doctor. Muy despacio, el médico volvió a bajar la mano hacia ella, ya que acababa de terminar de tomarle el pulso. Levantó la mano para quitarse las gafas circulares que llevaba en el puente de la nariz y giró su cuerpo en la silla para dirigirse a los demás.

──── ¿Y bien? ──── preguntó Jesper con impaciencia.

──── ¿Se va a poner bien? ──── Inej preguntó preocupada.

──── Es difícil saberlo ──── negó el médico con la cabeza.

──── Bueno, ¿Qué pasa? ¿Es la fiebre? ────  insistió Nina. Sus dedos pellizcaron un pequeño collar de oro que llevaba al cuello para aliviar sus nervios.

──── Me temo que sí ──── respondió el médico ──── Tiene todos los síntomas ────

──── ¿Qué puede hacer por ella? ──── insistió Wylan.

──── No mucho, chico ──── suspiró el médico. Fue a abrir su bolsa médica, sacando una jeringa vacía bastante grande.

──── ¿Qué... qué es eso? ──── Wylan prácticamente tembló al verlo.

──── Es una opción. Puedo intentar desangrarla, ver si se puede extraer algo de la bacteria... ──── su voz se entrecortó a pesar de sus ganas de seguir explicándose.

──── ¿Pero...? ──── se preguntó Jesper.

──── Si la desangro, podría matarla ────

 Al oír esto, Nina cerró los ojos como si tratara de evitar que se le saltaran las lágrimas. Matthias fue a rodearle el hombro con el brazo e Inej comenzó otra pequeña oración para sí misma. Jesper se limpió la boca con la palma de la mano temblorosa.

 ──── No hay ninguna promesa de que pueda salvarla ──── confesó sinceramente el médico ──── La fiebre actúa rápido, su cuerpo se debilita a cada segundo. Necesito saber ahora si quieren proceder con esto ────

 Vacilantes, los otros cinco cuervos giraron la cabeza y miraron a su jefe, de pie en un rincón. Sus ojos permanecían fijos en el suelo de madera, ya que estaba contemplando sus opciones. Cerró los ojos para ignorar las miradas que se dirigían hacia él. Aun así, Kaz seguía sin poder mirarla, ni siquiera podía mirar a sus cuervos, al darse cuenta de que dependían de él para tomar la decisión final al respecto. Se lo pensó un momento.

──── Haz lo que tengas que hacer ──── dijo Kaz finalmente.

 Durante la hora siguiente, el médico trabajó con sumo cuidado. Había conseguido insertarle un largo tubo en el brazo para extraerle algo de sangre, mientras lo que salia fue a parar a un cuenco de porcelana.

 En ese momento, Jesper y Wylan estaban sentados en una de las esquinas de la habitación, hablando en voz baja. Mientras tanto, Inej había estado arrodillada a los pies de la cama con las manos cruzadas y la cabeza inclinada en señal de oración, no se había levantado desde entonces. Matthias se paseaba por la habitación, cada vez más ansioso y nervioso.

Mientras Kaz permanecía en su rincón oscuro, apoyado en la pared con la ayuda de su bastón como apoyo. Cada vez que los ojos de Kaz se posaban en la figura familiar del sofá, los inquietantes recuerdos de su hermano volvían a inundar su mente, por lo que optó por mantener los ojos cerrados para alejar los recuerdos.

 Nina volvió a la habitación con un cuenco lleno de agua fría y un trapo seco en la otra mano, los llevó a la mesita que había junto al sofá. Fue a sumergir el trapo en el cuenco de agua, escurriéndolo después.

 Procedió a colocar el trapo húmedo sobre la frente de la enferma con la esperanza de aliviar el calor que sentía en la cabeza y bajarle la fiebre. En respuesta, T/N giró la cabeza de lado a lado lentamente, gimiendo ante la sensación. Al cabo de un momento, el médico le retiró el único tubo del antebrazo y lo limpió con un pañuelo de repuesto. Luego se puso en pie y cogió su maletín médico. Antes de que siquiera pudiese poner un pie cerca de la puerta, el líder del grupo se lo impidió, imponiendose frente a el de repente.

──── ¿Adónde crees que vas? ──── Kaz enarcó una ceja y miró al médico.

──── Tengo otros pacientes que ver. Otros como ella que se están muriendo ahora mismo ──── insistió el médico mientras señalaba al paciente que tenía detrás. Kaz cerró los ojos al oír la palabra muerte.

──── Di tu precio ──── refunfuñó Kaz en voz baja.

──── N-no puedo quedarme aquí ──── negó el médico con la cabeza ────Tengo que ayudar a los demás ────

 En cualquier otra situación, Kaz habría detenido al hombre antes de que pudiera abandonar la habitación, lo obligaría a quedarse allí hasta que ella mejorase, le pagaría todo el dinero del mundo si eso significara que podía hacer algo para ayudarla. Pero, por desgracia, esta vez Kaz dejó marchar al hombre.

 Antes de marcharse, el médico detuvo lentamente sus pasos. Bajó la cabeza ligeramente derrotado, y se dio cuenta de que no podía hacer mucho por ayudarla y deseó poder haber hecho más.

──── Es contagiosa, señor Brekker ──── anunció el médico. Lanzó una rápida mirada a los jóvenes rostros de la sala.

──── Si valoran su vida, deben abandonar la ciudad lo antes posible ────

 Los seis cuervos no se inmutaron ante el comentario del médico, solo se miraron entre ellos, preguntándose mentalmente si todos pensaban lo mismo.

──── Ni llantos ──── empezó Kaz.

──── Ni funerales ──── coincidieron los demás.

 Sin decir nada más, el doctor se retiró de la compañía de los cuervos, los demás se quedaron allí, ligeramente inseguros de qué hacer a continuación. Hubo un momento de silencio.

──── Haremos turnos ──── anunció Nina, dando un paso al frente ──── Cambien cada tres horas ──── sugirió Nina.

──── Yo haré el primer turno ──── ofreció Wylan levantando ligeramente la mano.

──── Yo también ──── dijo Inej mientras se ponía en pie.

 Durante una semana, los cuervos se habían turnado. El funcionamiento era fluido: Wylan e Inej, Matthias y Nina, Jesper y Kaz. Aunque a menudo, Jesper se quedaba solo durante el turno porque Kaz no soportaba la vista.

 El médico sólo podía venir brevemente cada dos días, para comprobar si había algún signo de mejora. Aunque a todos les faltaba energía y sueño, no podían ni imaginarse cómo estaba el médico, que parecía no haber dormido en toda una semana. La ciudad estaba agitada, cada día moría más gente. Había un número limitado de médicos, por lo que a menudo se veían obligados a escoger su trabajo de la persona que podía pagar más. Esto dejaba a los pobres muriendo en las calles sin medicinas ni médicos a su disposición. 

 La muerte se cernía sobre la ciudad, cobrándose la vida de innumerables inocentes.

 Durante el primer turno, Inej y Wylan hacían todo lo posible para que su amiga y compañera estuviera cómoda; intentaban ponerle almohadas o cubrirla con mantas. Inej siempre rezaba por ella y a Wylan le gustaba quitarle el sudor de la frente con un paño húmedo, dejando suaves caricias sobre su ondulado cabello castaño ahora opaco y reseco.

 Por la tarde, Nina y Matthias se encargaban de intentar alimentarla con sopa. La ponían en posición sentada. Nina se sentaba a su lado y dejaba que T/N apoyara el cuerpo en su costado, esto significaba que su cabeza estaba a menudo metida en el rincón del cuello de la mortificadora. Entonces Nina le acercaba a los labios un pequeño cuenco de madera con sopa y la ayudaba a beber el líquido caliente.

 Matthias tuvo que sentarse frente a las dos mujeres, siempre se aseguraba de que no se cayera y de que permaneciera consciente si era posible. Quería ayudar en todo lo posible, aun cuando se consideraba brusco y fuerte, trataba a la chica con el mayor cuidado y la mejor delicadeza.

 Por la noche, Jesper y Kaz hicieron su turno. De todos los cuervos, Jesper fue el que intentó calmar la incómoda tensión, se negaba a creer que uno de sus mejores amigos estuviera al borde de la muerte. Así que Jesper hablaba, sobre todo cuando Kaz salía de la habitación, Jesper hablaba con ella de todo y de nada, era casi como si mantuvieran una conversación normal, pero ella nunca le respondía. Sin embargo, él creía de verdad que ella podía oírle y eso le animaba a seguir hablando.

 Aunque T/N había recuperado la conciencia, estaba demasiado débil para abrir los ojos o mover la boca para hablar. Comía despacio y bebía poca agua, ya que la garganta le ardía con cada trago y respiraba entrecortadamente por el esfuerzo.

 Una noche en particular, Kaz necesitó salir de la habitación por sus propios motivos. En cuanto se cerró la puerta, Jesper dirigió su atención a la figura que yacía en el sofá y se inclinó hacia delante con ligera expectación.

──── Esto lo está matando, ¿sabes? A Kaz ──── dijo Jesper en voz baja.

 Al no recibir respuesta verbal, Jesper cruzó los brazos sobre la extensión de su pecho. Exhaló un largo suspiro de derrota, sentía que sus esfuerzos no servían de nada. No veían ninguna mejora y era muy descorazonador.

──── Ya soy el aspecto de la operación ──── dijo Jesper chulescamente, como siempre. Su sonrisa pícara se desvaneció, su corazón se inundó de pura tristeza. Sintió que las lágrimas se le agolpaban en las comisuras de los ojos  ──── Yo tampoco quiero ser ahora el corazón ────Jesper estuvo a punto de ahogarse.

 Sin pensarlo, Jesper se movió hacia delante en la silla de madera, tomando la mano flácida con las suyas. Se la llevó a los labios y le dio un pequeño beso en el dorso, luego se inclinó hacia delante y apoyó la cabeza en su mano, llorando suavemente para sus adentros.

──── No quiero que te sientas mal si tienes que irte ──── gimoteó Jesper. Levantó la cabeza, lo que hizo que las lágrimas rodaran por sus mejillas ──── Estaremos bien ──── 

 Sin que él lo supiera, Kaz había abierto la puerta en silencio. Su mano se detuvo en el picaporte, mantuvo la puerta ligeramente abierta para oír la conversación.

──── Sé lo que significa para ti. Y yo sé lo que tú significas para él, aunque no te lo deje ver ──── añadió Jesper con una leve sonrisa ──── Cuidaré de él como lo haces tu, te lo prometo ──── susurró finalmente.

 De repente, Jesper se puso en pie, secandose las lágrimas de los ojos, moqueando una o dos veces en el proceso. Se aclaró la garganta antes de decir lo que pensó que sería un último adiós.   Le dio un beso en la coronilla, manteniendo sus labios suavemente pegados en el sitio donde el solia darle tiernos besos amistosos, siempre burlandose de lo pequeña que era a su lado.

──── Adiós, vieja amiga ────

 Cuando Jesper se dio la vuelta en su sitio, se sorprendió ligeramente al ver a su jefe de pie en medio de la habitación. Apartó la mirada como si le avergonzaran sus propias lágrimas, y en lugar de abordarlo, Jesper simplemente lo empujó para salir de la habitación y cerró la puerta tras de sí. Y quedaron los dos solos.

 Por primera vez, Kaz fue a sentarse frente a ella. Tuvo cuidado de bajar a la silla de madera, obligando a la mayor parte de su peso a apoyarse en el bastón, descansando un momento.

 Bajando la mirada para fijarla en sus guantes de cuero negro, Kaz intentó no pensar en los dolorosos recuerdos. No podía deshacerse de la imagen de ver el cadáver de su hermano, inerte e inmóvil como ella había estado casi toda la semana. Ahora Kaz se obligó a respirar hondo antes de levantar la vista para posarla en su figura dormida. En lugar de ver a su hermano muerto, Kaz se sintió abrumado ante la mera visión de uno de sus amigos más queridos. Normalmente no era una persona emotiva; siempre ocultaba bastante bien sus emociones.

 Pero poder mirarla por fin hizo que una parte de él se rompiera por dentro. El corazón le dolía físicamente. Apretó la mandíbula para contener las lágrimas y sintió que la ira crecía en su interior.

 ¿Por qué tenía que volver a pasarle esto? ¿Por qué el mundo estaba tan en su contra? Si de verdad existían los santos, ¿por qué no habían salvado ya a su hermano o a ella?

 Se enfadó con el mundo igual que cuando Jordie murió. Quería vengarse, pero esta vez no había nadie de quien vengarse. No podía ayudarla y no podía salvarla.

──── Yo... ──── Kaz se le cortó la voz porque no le salían las palabras.

 Sus ojos bajaron de la cara de ella a la mano que tenía en el costado. Adelantó lentamente la mano para tomar la de ella entre las suyas enguantadas, agarrandola suavemente. En cierto modo, Kaz quería que aquel gesto la reconfortara. Servía para que ella supiera que él estaba a su lado, pero, en cierto modo, se convirtió más bien en un consuelo para él al darse cuenta de que ella seguía con él. Que aún no se había marchado.

──── Lo siento ──── dijo Kaz por primera vez.

 El Bastardo del Barril nunca se había disculpado con nadie. Sin embargo, en este momento en particular, Kaz se sentía totalmente desesperado. Deseaba salvarla, pero sabía que no podía y lo lamentaba.

──── Siempre decimos 'ni llantos ni funerales', pero creo que si nos dejaras... lloraría por ti ──── confesó Kaz con sinceridad ──── Lloraría todos los días del resto de mi vida, pensando en todas las veces que podría haber dicho algo sobre mi... ────

 Por su bien, Kaz prefirió no terminar aquella frase. Temía que una confesión le trajera demasiado dolor en un momento así, se la guardaría para ahora.

──── Ya no importa ──── Kaz sacudió la cabeza ──── Pronto me dejarás aquí. Igual que Jordie lo hizo ────

 Totalmente derrotado, Kaz se puso en pie y le soltó la mano en el proceso. Salió de la habitación sin decir una palabra más y cerró la puerta tras de sí como si intentara cerrar otro capítulo de su vida. Ya no podía más. Se rompió a mitad de camino, las lagrimas caian pesadas por sus mejillas mientras pasaba por delante de los cuervos, quienes estaban apoyados contra la pared en silencio. Ninguno se atrevio a hablar, todos estaban tratando de lidiar con el dolor a su manera.

 A primera hora de la mañana, Kaz se despertó por un rayo de sol que le daba en un lado de la cara. Abrió los ojos y se dio cuenta de que se había quedado dormido en una silla del piso de abajo. Su vista se dirigió a la percha sobre el club y a la puerta de su despacho estaba ligeramente entreabierta.

 Ahora Kaz no le daba mucha importancia. Eso fue hasta que oyó un suave sollozo procedente del piso de arriba. Su corazón se desplomó en los confines más profundos y oscuros de su pecho. ¿Estaba...? 

 Lo más difícil que tuvo que hacer fue ponerse en pie, pues casi sentía que ya no tenía energía. Se obligó a subir la escalera de caracol y se detuvo en lo más alto. Vio a Inej sentada en el suelo junto a la puerta, cubriendose la cara con las manos mientras soltaba pequeños sollozos.

 En ese momento, la puerta del despacho se abrió un poco más. Su mano derecha salió de la habitación con grandes lágrimas en los ojos. Dio un solo paso hacia delante para colocarse frente a su jefe. 

 Entonces Jesper estalló en una sonrisa, y esa mirada era todo lo que Kaz necesitaba. 

Lo pasó por delante para entrar en la habitación a toda prisa y se detuvo en sus pasos.

 Al oír que alguien entraba en la habitación con bastante fuerza, Wylan había girado la cabeza hacia la puerta y había descubierto a T/N, que estaba sentada en el sofá. Se sentó junto a Nina que se aseguraba de que no se cayera y que la ayudaba a beber un poco de agua.

Por alguna razón desconocida, T/N parecía ella misma otra vez; todo el color había vuelto a su cara, ya no estaba cubierta de una gruesa capa de sudor desde que le bajó la fiebre y las bolsas oscuras bajo sus ojos también habían desaparecido. 

 Tenía los ojos muy abiertos y una leve sonrisa deslumbrante en su rostro rojizo. ¿Sus ojos siempre habían sido de ese color? Está diferente; estába preciosa.

 Ahora todo tenía sentido. Inej había estado llorando de alegría porque sus plegarias por fin habían sido escuchadas, Jesper tuvo que salir de la habitación porque estaba tan abrumado por las emociones. Su chica lo había superado, era una superviviente.

 Bastante despacio, Kaz cruzó cojeando el tramo de la habitación. Se negaba a apartar los ojos de ella por miedo a que todo aquello fuera una especie de horrible sueño. Los otros cuervos miraron entre los dos, sabiendo que había algún tipo de cosa tácita. Se detuvo justo delante de ella.

──── Estás bien ──── exhaló Kaz en un suave susurro ──── Tú no me... ────

──── ¿Dejaste? Nunca ──── sonrió T/N a modo de réplica.

──── Creí que te había perdido ──── habló Kaz como si los demás no estuvieran en la habitación. Ella se limitó a sonreírle, dedicandole aquella hermosa y brillante sonrisa que Kaz sabia, solo era para el. Una sonrisa donde expresaba todo lo que no podia decirle hablando, que al igual que sus ojos, reflejaban la lealtad y el amor que tenia por el.

──── No puedes librarte de mí tan fácilmente, Brekker ────




───── 𝐖𝐑𝐈𝐓𝐓𝐄𝐍 𝐁𝐘

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