💚┋LOS NIÑOS GRANDES VAN PRIMERO
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Jaebum y Mark se encontraban en su salón de clases, coloreando a su gusto aquellos dibujos que la maestra Irene había traído para sus alumnos a modo de regalo.
Mark usaba el color amarillo para el Sol, pero miraba de reojo a su amigo, queriendo preguntar sobre eso que sus padres le habían comentando. Le habían explicado bien lo que sucedía, y aunque lo había entendido, tenía miedo.
Pero él no era el único, puesto que Jaebum se encontraba en condiciones similares. ¿Realmente era necesario? ¿Tenía que hacerlo? Una parte de él se emocionaba, pero la otra estaba aterrada, siendo esta más grande y opacadora que la contraria.
—B-Bum... —llamó Mark sin despegar la vista de su dibujo, recibiendo un sonido de afirmación por parte de su amigo—. ¿C-cómo está Hyun?
No era lo que quería preguntar, pero aún no estaba listo. ¡Ahg, que Jaebum lo dijera y no él!
—Está bien —sonrió al recordar a su pequeño hermanito—. Le gusta dormir y comer. A veces juega conmigo, pero siempre termina durmiéndose otra vez.
—E-eso es lindo.
Silencio otra vez.
Siguieron en sus dibujos, pero la curiosidad picaba en sus cuerpos, y la pregunta estaba en la punta de sus lenguas.
—Mark.
—B-Bum.
Se miraron y no pudieron evitar reír al hablar al mismo tiempo. Este tipo de acción logró que sus acelerados corazoncitos se calmaran un poco. Eran amigos, los mejores, así que no debían de temer tanto al momento de hablar.
—¿Los tíos te hablaron sobre eso? Ya sabes, la escuela —preguntó Jaebum con cautela.
Mark asintió aliviado de no ser él quien empezara el tema. —Sí. D-dijeron que ya n-no debería de venir a una g-guardería.
—A mi también me dijeron lo mismo. Que ya estoy grande para venir acá —hizo una mueca con sus labios—. Yo me sigo viendo igual de chiquito. ¿Ya soy alto?
—U-uh... —Mark detalló a su amigo, y abultó su boquita al tiempo en que su ceja se alzaba—. Yo t-te veo igu-al.
—¡Lo sé! —exclamó obvio, y rodó los ojos—. Mis papás no saben nada. Soy chiquito todavía y ya me quieren llevar a la escuela.
Mark mordió su labio. —¿Y yo? ¿M-más grande?
Fue ahora el turno de Jaebum en detallar al contrario, y solo llegó a un resultado: —Markie está más bonito.
—¡J-Jaebum! —se quejó el niño arrugando su frentecita y desviando su mirada, avergonzado de sus rojas mejillas.
—¡Ah, pero si dije la verdad! —se excusó Jaebum sin entender—. Markie es muy bonito y cada día lo es más.
—P-pues Jaebum t-también es bonito.
El nombrado sonrió. —Lo sé, mi mami siempre me lo dice.
—Jae... —volvió a llamar Mark, ahora un poco más serio—. ¿T-te dijeron a q-qué escuela vas a ir?
El niño pensó un poco, intentando recordar el nombre que sus papás le habían dicho. Ya estaba inscrito, y luego de unos meses empezaría. —Es algo con Daewon...
—¡Oh! ¡Y-yo también i-iré ahí!
Jaebum sonrió en grande. —¡Iremos juntos a la escuela! ¡No nos separemos!
El miedo que estaba en el pechito de Mark se desvaneció por completo. A él no le disgustaba la idea de ir a la escuela, ni mucho menos dejar Green Garden, su terror estaba en que no quería dejar a sus amigos, pero ahora que sabía que Jaebum iría al mismo sitio que él lo alegraba y mucho.
—E-estaremos juntos, B-Bumie —sonrió y se abrazó a sí mismo.
—Siempre voy a estar contigo, Markie. Mejores amigos por siempre.
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Seis niños y un bebé se miraban con caras tristes, y un par de lágrimas rodaban por sus mejillas. Mark y Jaebum les habían comentando sobre lo de tener que entrar a la escuela, y por consiguiente, no venir más a la guardería.
—Entonces... ¿No los veremos más? —preguntó Jinyoung, con sus ojitos brillantes a causa de las lágrimas, y una fastidiosa presión en su garganta.
Youngjae al escuchar esta pregunta no tardó en hipear con más sentimiento, aferrándose a Jaebum y a Mark. —¡No se vayan! ¡Pometo potame bien!
Jaebum hizo una mueca con sus labios, y abrazó al niño en un intento de calmar sus lastimeros sollozos. —Jae, no llores más. Nos seguiremos viendo, solo que no aquí. Pueden ir a mi casa y yo puedo ir a las suyas.
—S-siempre amigos... —murmuró Mark, abriendo sus brazos para Bambam, quien arrugaba su carita con ganas de llorar también.
—¿Y no podemos ir toditos? —preguntó Jackson, mirando con desespero a sus dos amigos—. Debemos estar juntos siempre, como la cremita y la galleta oreo.
—Solo podemos ir nosotros —dijo Jaebum con pena—. Mi mami dijo que es por mi edad, y solo Mark y yo estamos igual.
Jackson bajó la cabeza derrotado, y sollozó quedito en su lugar. Sintió un tirón en su camisa, y dirigió su mirada a Yugyeom, quien los veía curioso a todos. —¿Oqué lloa? —preguntó sin entender.
—Es que Jaebum y Mark se irán a otro lado, y no los veremos más aquí —explicó de la forma más sencilla para el bebé.
Yugyeom ladeó su cabecita, y cuando analizó mejor la información, formó un enorme puchero en sus labios, pestañeando un par de veces dejando ir unas gruesas lágrimas. —No, Ma, no Bu. No ayan, favo.
Mark y Jaebum se miraron arrepentidos de causar las lágrimas en sus amigos, pero tenían que contarles lo que sucedería ahora. Sus corazoncitos se sentían entristecidos y culpables, y ahora eran ellos lo que querían llorar desconsoladamente.
—S-siempre amigos... —repitió Mark con sus ojitos llenos de lágrimas—. A-aunque yo esté l-lejos, siempre a-migos. Yo l-los quiero mucho, y c-cuando esté en la escu-ela, diré que mis amigos e-están aquí, y y-yo los esperaré.
Jaebum limpió su carita, y de paso la de Youngjae. —Markie tiene razón. Siempre seremos amigos, no importa donde estemos, y no dejaremos de serlo si estamos lejos. También sé que cuando cumplan años también irán a la misma escuela, porque nuestros papás también son amigos, y siempre van a estar juntitos como nosotros.
—¿Esperarán por nosotros? —preguntó Jackson a lo cual Mark asintió.
—¿Y no nos cambiarán? —preguntó ahora Bambam, y Mark volvió a asentir, secando su carita de esas feas lágrimas.
—Más les vale que nos esperen, porque sé donde viven y le diré a mis papás que me lleven y los golpearé —amenazó Jinyoung—. Ahora quiero un abrazo de todos juntos.
De forma rápida todos cayeron sobre Jaebum, formando un enorme, —y aplastante— cálido abrazo. Si bien aún se sentían tristes por la noticia, sabían que nunca dejarían de ser los mejores amigos, y que nunca se separarían.
Porque eran una pequeña familia que siempre estarían el uno para los otros.
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La escuela era un mundo nuevo para ambos niños, y a pesar de que entrarían en el preescolar, Daewon School no separaba la primaria con el kinder, dejándolos en una zona cercana, a comparación de secundaria que se encontraba un poco más apartada de todos los niños.
Al momento de escoger el instituto en el que ambos niños entrarían, Daewon era el lugar correcto, empezando por el hecho de que en ese mismo lugar podrían cursar todos sus estudios básicos, —evitando el tener que buscar a futuro un nuevo recinto estudiantil— y, más importante aún, era la diversidad que en ella se aceptaba, logrando que niños con discapacidades, ya sean físicas o mentales, pudiesen ingresar al lugar, siendo este el punto decisivo y por el cual escogieron el lugar.
Los Tuan y los Lim no habían sido los únicos en tomar aquella decisión, y es que entre todos conversaron sobre el lugar al que enviarían a sus hijos, teniendo la idea en común en no separarlos. Green Garden los había unido, ¿Por qué ellos los separarían?
Mark miraba el lugar con muchísimo interés, e intentaba ignorar lo mejor posible aquel bullicio que se escuchaba. Llevaba puesto el uniforme del lugar, —el cual era bastante cómodo para hacer sus actividades— y su madre había peinado sus lacios cabellos sobre su frente.
—¿Nervioso? —la voz de su papá llamó su atención, y se giró a verlo, acercando sus dedos índice y pulgar pero sin llegar a tocarlos, diciendo sin palabras que "poco"—. Ya eres todo un hombrecito viniendo a la escuela.
Mark hizo una mueca. —T-todavía soy u-un bebé.
El hombre rió y alzó a su hijo en brazos, mirándolo con orgullo. —Siempre serás mi bebé. Mi más lindo y precioso hijo.
Las lindas palabras calaron en el corazoncito de Mark, y rápidamente dejó un beso en la punta de la nariz de su papá, logrando que el hombre se sintiera contento con la acción. Muy pocas veces Mark tenía ese tipo de iniciativa para con todos, así que cuando lo hacía lo disfrutaba en demasía.
—¡Markie! ¡Markie! —se escuchó a lo lejos el llamado de Jaebum, y Mark giró su rostro para verlo, sonriendo en grande cuando su vista cayó en él.
Su papá lo bajó, y en unos instantes ya tenía a Jaebum abrazado a él y dando pequeños saltitos. —¡Niños grandes! ¡Somos niños grandes!
Mark se alejó y miró otra vez el instituto.
—E-es más grande q-que GG... —señaló y se encogió de hombros—. Es extra-ño.
—Sip, también hay más niños.
Ambos se miraron y por sus mentes pasó el mismo pensamiento; extrañaban la guardería y a sus amigos.
—Te ríes y te mato —amenazó Lim a Tuan en cuanto este lo vio—. Me obligaron a usarlo.
El hombre llevaba una cangurera, y en ella estaba, apoyado en su pecho, el pequeño Hyunjin en el mundo de los sueños sin ser conciente de lo que pasaba a su alrededor y sin tomarle importancia al ruido. Era un precioso y sano bebé dormilón que no daba mucha lidia a sus padres.
—Malévolo cucarachón luce tan tierno con la paternidad —dijo burlón y esquivó el manotazo que le lanzó el contrario.
—Métete tus burlas por el c-
—¡Eso! ¡El papito del año diciendo groserías al frente del bebé!
Lim miró a su esposa. —Vamos, cariño. Él no entiende nada.
—Pero yo sí lo entiendo —dijo firme y le dedicó una última mirada antes de ir con los dos más pequeños a tomarle fotos.
Tuan silbó. —Así luce la abstinencia. Pobre.
Iba a replicar, cuando una serie de caravana de carros se hizo ver, y rió al saber de quienes se trataban. —Jae, Mark, miren quiénes vienen ahí.
Ambos miraron hacia la zona que el mayor les había señalado y sonrieron emocionados cuando cuatro niños, —y un bebé que venía en brazos de su madre— se acercaban hacia ellos con la misma emoción.
—¡Markie! ¡Bumie! —gritó Youngjae entre risas, abrazándose a ambos con fuerza—. ¡Feliz pime día!
Jackson tomó el rostro de Jaebum y plantó un sonoro beso en su mejilla para luego abrazarse a él. —Agente JB, prométeme que no me cambiarás por otro agente.
—Nunca, Agente Jacky Chan —respondió Jaebum, correspondiendo el abrazo.
Conforme con la respuesta, fue hasta Mark y dejó un beso en su frente mucho más suave. —Markie, promete que me esperarás y no me cambiarás por nadie porque tú eres mi Markie.
Mark asintió, y palmeó la cabeza de Jackson cual perrito. La mamá de Jackson reprimió una carcajada en cuanto escuchó el gruñido de Tuan al ver a su hijo tan cercando con el otro. ¡Era tan celoso!
—Besito —exigió Bambam, y tanto Jaebum como Mark besaron las mejillas del niño.
—¡Ma! ¡Bu! —exclamó Yugyeom, y su madre lo dejó en el suelo—. Eso.
Los más grandes rieron y también besaron las gorditas mejillas del bebé.
—Mucha suerte, los quiero mucho.
—También te quiero, Jin —Jaebum se abrazó a Jinyoung con cariño.
—Y-yo también —le siguió Mark.
El estridente ruido de entrada les informó que ya era hora de entrar, así que todos se abrazaron rápidamente a modo de despedida. Se separaron a regañadientes, y Jaebum tomó la mano de Mark, comenzando a caminar hacia la puerta.
Se giraba de vez en cuando, y reía al mirar a sus amigos sacudir sus manos, despidiéndose.
—Primer día de escuela, Markie.
El niño asintió. —Y j-juntos —alzó sus manos tomadas.
Jaebum y Mark son niños grandes, y los niños grande van primero a la escuela, pero esperarían ansiosos la llegadas de sus otros amigos para seguir juntos como siempre.
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