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💚┋LE SIGUEN LOS PEQUEÑOS

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Yugyeom nunca había llorado tanto. Incluso en su mente intentaba traer alguna memoria de él llorando con intensidad, y si bien habían momentos, ninguno se comparaba con aquel. Soltaba constantes hipidos, y sus ojitos ardían por la situación.

Lo soportó con Mark y Jaebum, pensó que al menos le quedaban sus otros amigos. Luego vinieron Jackson y Jinyoung, y si bien sufrió pensó que podía tolerarlo. Pero ahora era el turno de Youngjae y Bambam, y de solo recordarlo lloraba con más fuerzas.

—M-me voy a quedar solito —sollozó, y abrazó más fuerte sus piernitas—. Me dejarán, me o-olvidarán.

Aquel pensamiento logró hacerlo llorar aún más. Si bien Yugyeom era un niño que había desarrollado una personalidad algo bromista y cariñosa, esta solo salía a relucir con sus amigos. En su salón de clases, existía otro Yugyeom, uno que era muy tímido y no hablaba con nadie.

No habían más amigos en su vida que esos seis niños que fueron a conocerlo cuando a penas y era un bebé, —recuerdo que estaba vago en su memoria, pero que sus amigos contaban como una muy buena anécdota— y se le hacía muy difícil desenvolverse con otros niños.

Por eso estaba asustado. Cuando Youngjae y Bambam le comentaron que ellos irían a la escuela se había entristecido tanto que no tardó en salir corriendo del lugar, llegando a la parte trasera de Green Garden en donde nadie solía estar, sentándose en el suelo, para luego abrazarse a sus piernitas y comenzar a llorar.

—¡Yugy! ¿¡Dónde estás!?

Escuchó la voz de Bambam llamarlo, y enterró más su cabeza entre sus piernas, queriendo volverse más pequeño para que no lo encontrara. Dio un respingo cuando sintió una mano en su espalda, pero no salió de su escondite.

—Yugy, no llores, por favor. No sabes lo triste que estamos Youngjae y yo por dejarte aquí —murmuró el niño, sentándose al lado del menor. Yugyeom no quería dar la cara y Bambam suspiró—. Sé que estás asustado, pero ya verás que el tiempo pasa rápido e irás con nosotros y estaremos juntos como siempre.

—M-mentira... —balbuceó Yugyeom, saliendo por fin de sus piernas, y Bambam lo miró sin entender—. Me olvidarán, y tendrán otro amigo que no soy yo. Me dejarán solo siempre. ¡S-son unos malos amigos!

Yugyeom volvió a ocultar su carita entre sus piernas para llorar nuevamente, logrando que el corazón de Bambam se rompiera al escucharlo de esa forma tan desconsolada.

—No digas eso, Yugy —susurró el mayor de ambos con tristeza—. Nosotros no nos vamos porque queremos, es que ahora debemos ir a la escuela para poder estudiar.

—Aquí también estudiamos, ¿Por qué no se quedan aquí conmigo hasta que yo también pueda ir?

—Porque tenemos que ir allá —dijo y se encongió de hombros—. Nunca digas que te olvidaremos, que te abandonamos o que somos malos amigos. Nosotros te queremos mucho, mi bebé, y esperaremos a que llegues tú para estar juntos como siempre.

Yugyeom lo miró, y Bambam secó sus lágrimas con suavidad. »Eres nuestro pequeño amigo, mi bebé más lindo. ¿Cómo crees que te cambiariamos por alguien más?

El menor bajó la cabeza, apoyando su mentón en la rodilla. —No tengo más amigos, Babi. Estaré solito hasta estar con ustedes otra vez.

—¿Y por qué no intentas hablar con alguien más? Pero mientras tanto, tampoco te permito cambiarnos. No te vas a deshacer de nosotros, niñito llorón —regañó, haciendo reír a Yugyeom.

—Nunca los cambiaría, Babi. Y sobre lo de hacer amigos... no es fácil.

Bambam sabía que Yugyeom era diferente con otras personas, así que se podía hacer una idea de porqué estaba tan asustado de estar sin alguno de ellos cerca.

—¿Sabes que eres un niño muy bueno, no? Eres gracioso y divertido. ¡Me gusta jugar contigo! Así que si alguien te conoce no dudaría en ser tu amigo. ¡Eres muy genial, Yugy!

—¿Lo dices en serio? —preguntó dudoso.

—Muy, pero muy en serio —sonrió y abrazó al menor—. Eres el mejor, así que pronto tendrás mucho amigos.

Yugyeom sonrió, y se abrazó más a Bambam. —Gracias, y lo siento por llorar como tonto.

—Ya, no te preocupes —dejó un besito en su cabecita—. Ahora vamos con Youngjae que de seguro anda todo mocoso por ti.

Yugyeom volvió a reír, y ambos se levantaron del suelo, sacudiendo sus prendas y caminando hasta donde se encontraba su otro amigo. Bambam tomó la mano de Yugyeom, y caminaron juntos por Green Garden, ambos más aliviados luego de hablar.

Cuando Youngjae los miró a lo lejos, no dudó en correr hacia Yugyeom y abrazarlo con fuerza, comenzando a llorar al verlo con sus ojitos y naricita rojas de haber llorado.

—¡Yugy, no queríamos hacerte llorar! ¡Nunca te vamos a abandonar, y te vamos a esperar a cuando llegues! ¡Eres nuestro mejor amigo! —exclamó Youngjae, moviendo de un lado a otro al menor. Se alejó y comenzó a dejar besos por toda la extensión de su rostro, logrando que Yugyeom riera a causa de las cosquillas—. El bebé más bonito, nuestra mascotica y pequeño amigo, ¿No llores, sí? Te prometo que estaremos contando los días para estar todos juntos.

Yugyeom se abrazó a Youngjae nuevamente, y Bambam se unió. Solo eso necesitaban, estar juntos para saber que nada sucedería con ellos.

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—Me veo muy bonito, ¿Verdad, papi?

—Por supuesto, mi angelito. Eres el niño más precioso de todo el mundo —dijo el hombre, cargando a su hijo y besando sus mejillas. Estaba conteniendo sus ganas de llorar, pero doce padres estaban ahí y no dudarían ni un segundo en burlarse de él—. Un angelito que ya está grande y ahora irá a la e-escuela.

Al diablo su dignidad, ¿En qué momento su bebé creció tanto?

—Oh, cariño... —susurró la mujer, y abrazó a sus dos hombrecitos, haciendo señas con sus manos para que los demás se fuesen a reír a otro lado.

—Papi, no llores —Youngjae abultó sus labios—. Tú vendrás a buscarme, ¿Verdad? No me iré para siempre.

Los ojos del hombre se llenaron más de lágrimas. Su pequeño había crecido tanto, ya no era el mismo bebé que se aferraba a él para que no lo dejaran en la guardería.

—Sí, amor. Papá vendrá por ti —su mujer secó sus lágrimas, y besó la naricita del niño—. ¿Comemos helado cuando salgas?

—¡Sí!

Bambam por otro lado miraba con aburrimiento su uniforme. Estaba bonito sí, él lucía bonito, siempre, por supuesto, pero el prefería algo con más colores. Se sentía simple.

—Mi amor, ya hablamos sobre eso —dijo la madre del niño al mirar la mueca que este tenía en la cara—. Aquí deberás usar esto porque lo piden, y luces precioso, con el uniforme.

—Yo sé que me veo bien, mami —dijo obvio, y la mujer apretó sus labios para aguantar la risa—. Pero mi nuevo conjunto Adidas que compró mi papá está más bonito.

El señor Bhuwakul no se encontraba en aquel momento, puesto que había vuelto a Tailandia para cumplir con su trabajo, aunque ya estaban tramitando su traslado al país. Sin embargo, antes de irse había tenido un día de compras con el menor en donde se había dedicado a darle todo lo que a este le gustara de las tiendas.

—Yo sé que sí, bebé, pero reglas son reglas. ¿Qué te parece si al salir de aquí, te coloco ese conjunto y vamos de paseo? Así todos te verán y dirán, ¡Woah, ese niño es muy lindo!

Bambam sonrió emocionado, y se abrazó a su mamá con emoción.

Todos se encontraban ahí, luciendo por demás de adorables con el uniforme de la institución, a excepción de Yugyeom, que lucía adorable pero vistiendo una jardinera de jean y un suéter rosa claro, este último siendo un regalo por parte de Bambam cuando cumplió los tres.

—Cambia esa cara, Yugy. A ver, una sonrisa —dijo Jinyoung, tomando las mejillas del niño y estirándolas a su gusto.

—Ji, ne duese —habló dificultosamente, pero se dejó hacer, y a duras penas sonrió para su amigo.

—¿Quién es el bebé más lindo del mundo? ¿Quién es el bebé más lindo del mundo? Así es, Yugyeomie~ —dijo ahora Jackson, jugando con los cabellos Yugyeom.

El menor se ríe, y sus mejillas se sonrojan un poco.

—Ya, Jinyoung, déjalo —Jaebum alejó las manos de Jinyoung, y miró a Yugyeom—. ¿Sabes que vamos a esperarte, no? Y siempre nos veremos. Somos los mejores amigos del mundo, nunca lo olvides.

—Sí, Bu —asintió y se abrazó a Jaebum.

Mark se acercó también, y besó la mejilla de Yugyeom. —Nunca t-te dejaremos, y e-esperaremos por ti.

—Yugy, ya verás como el tiempo pasa rápido y estaremos juntos —dijo Youngjae, sonriendo adorablemente.

—Así es, bebé. Contaremos los días para que estés aquí también —dijo Bambam ahora—. Recuerda que eres nuestro amigo y nunca te dejaremos de lado.

Yugyeom, —aún entre los brazos de Jaebum— sintió sus ojitos llenarse de lágrimas y comenzó a llorar bajito, siendo abrazado de inmediato por todos los demás. Estaban preocupados, no lo iban a negar, y es que dejar solo a Yugyeom nunca fue una opción, pero ahora debían hacerlo.

—L-los quiero mucho... —susurró, y fue llenado de besos y palabras bonitas por parte de sus amigos, logrando hacerlo sentir mejor.

Los seis se separaron y Mark limpió el rostro mojado del menor.

—Extrañaré ver al maestro Jongsuk —dijo Youngjae, formando un puchero triste en sus labios.

—Ay, no. Ya va a empezar el otro —murmuró Jinyoung, palmeando su frente. Contó; uno, dos tres...

—¿Aún sigues tú con tu maestro? ¡Yo lo vi y era horrible! —exclamó Jaebum de inmediato.

Youngjae jadeó indignado, y arrugó su frentecita. —¡Mentira! ¡El maestro Jongsuk es muy lindo!

Jaebum miró a Youngjae con los ojos entrecerrados y se cruzó de brazos, dando una media vuelta. —Le diré a tío Choi lo que estás diciendo.

—¡No, Bumie!

Los demás miraron como Youngjae corría detrás de Jaebum, y rieron.

Bambam se acercó hasta Yugyeom, y empujó su cabeza con su dedo. —Tú, niño, prométeme que harás amigos.

—Pero, Babi... —se quejó Yugyeom.

—Nada de "Babi", harás un amigo nuevo, ¿Sí? —dijo y Yugyeom resignado asintió. Bambam sonrió y besó la frente del niño—. Eres un bebé muy bueno.

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Yugyeom miraba a sus compañeros hablar entre ellos, y se sintió muy extraño al no tener a alguien a su lado. Antes no le hubiese importado, habría comenzando a jugar y a hacer sus tareas sin ningún problema, pero ahora sabía que al salir al recreo no tendría a nadie.

Bajó su cabecita y miró sus dedos. Estar sin sus amigos no era nada fácil.

—Buenos días, pequeños —saludó Irene, la maestra de Yugyeom—. Alguien más se integrará a nosotros, así que trátenlo bien y sean sus amigos, ¿Sí?

Yugyeom miró al nuevo niño, pero no le tomó importancia, comenzando a jugar con el color rojo que estaba en su mesa. La silla de al lado se rodó, y miró hacia esa dirección, notando como el nuevo se estaba sentando a su lado.

Pudo detallarlo más de cerca, y tenía que admitir que era el niño más raro que había visto en su vida. Tenía un peinado como un coco por encima de sus cejas, ojos y nariz grandes. Feo, pensó, pero no dejó de verlo, logrando intimidar al niño.

—¿Cómo te llamas? —preguntó luego de un rato.

—Uh, Jungkook —susurró el nuevo con timidez, y Yugyeom sonrió.

—Yo soy Yugyeom, ¿Te gustaría jugar conmigo en el receso?

Jungkook abrió sus ojitos con asombro, pero no tardó en asentir con emoción, dejando salir una sonrisa de sus labios. Yugyeom ladeó la cabeza, ya no parecía tan feo cuando sonreía, pero seguía siendo raro.

—Me gustaría. Tu nombre se parece a la serie Yu-Gi-Oh —comentó Jungkook, siendo bajito.

—Oh, ¿¡También la ves!? ¡Me gusta mucho!

Jungkook no era taaaan raro.

—¡Sí, me gusta mucho! Tengo algunas cartas, podemos jugar en el recreo con ellas.

Que va, Jungkook era el niño más genial del mundo.

Yugyeom asintió, y cuando Irene los mandó a hacer algunas tareas, no dudaron en seguir hablando. Una creciente alegría se instaló en el corazón de Yugyeom, mientras hablaba con el que parecía ser su nuevo amigo.

No estaría solo, sus amigos estarían felices cuando lo sepan.

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