Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

── 003


❝ FIRST CHRISTMAS ❞

SIMON RILEY FEM! oc

menciones de muerte | depressive! ghost






     AL PRINCIPIO CUANDO SU RELACION ERA AUN UN JUEGO VACILANTE, el estado de ánimo de Simon podía ser difícil de seguir.

Hay días entre sus visitas en este punto, donde a veces te llama a horas extrañas para invitarte a su departamento. A veces porque le gusta tomar el té contigo, otras veces porque quiere enterrarse dentro de ti y hacerte gemir.

Le gusta tu compañía, eso es seguro.

Tanto que te llama una tarde, esta vez pidiéndote: 

──── Ven a jugar al Scrabble conmigo, cariño ────

Esperabas que te invitara, pero no para esto. Este enigma de hombre te dejó estupefacta y nunca dejaba de sorprenderte. 

──── ¿Qué? ──── fue todo lo que pudiste decir.

──── Dijiste que te gustaba, ¿verdad? ¿Lo jugabas de niña? ────

Sacudiste la cabeza para tus adentros, incrédula de su atención a los muchos detalles sobre los que habías despotricado en los últimos seis meses de conocerle. 

──── Um, sí... si, he dicho eso ────

Pero eso era sólo una parte de Simon; invitarte a jugar a juegos de mesa, bromear malhumoradamente contigo cuando le habías ganado tres veces seguidas.

──── Debes estar escondiéndome cartas, maldita sea ──── 

Y luego agarrarte por los tobillos y arrastrarte por la alfombra para poder ponerte en su regazo. Te dio un azote de reproche en el trasero, diciendote que tenías que montarlo como disculpa por hacer trampas. 

──── ¡No hice trampas, Simon, te lo juro! ──── 

Pero no tuviste ningún problema en disculparte con él, allí en la alfombra de su salón.

Eso era una parte, y la otra parte de él llegaría una semana después. Se acercó sigilosamente hasta que ya ni siquiera era la misma persona.

Una noche, después de invitarte a casa, porque él había desaparecido extrañamente del mapa durante unos días, te recibe alguien que huele muchísimo a cerveza y cigarros. Te deja entrar, pero está rígido, tenso, retraído. No te saluda mucho, no con un beso como solia hacerlo, tampoco habla, sólo deja que le cuentes tu día. Tiene las manos sujetas a los bolsillos de su sudadera con capucha y sientes frío en ausencia de su atención.

──── ¿Vas a comprar un árbol? ──── le preguntas, forzando una sonrisa a pesar de la extraña tensión.

──── ¿Qué? ────

──── Para las fiestas ──── aclaras. ──── Ya sabes... para decorar ────

──── No pienso hacer eso ────

Con la lengua pegada a la mejilla, decides despedirte poco después; esa noche tratas de disipar tu confusión bajo una ducha caliente.

Tu paciencia y amabilidad es lo que te enredó con él en primer lugar. También es lo que hace que le invites a tu piso al día siguiente con una pequeña sorpresa, con la esperanza de recuperar al hombre que había jugado al Scrabble contigo y te había colmado de besos y cariños.

Se presenta en tu puerta con una sudadera negra ceñida a las caderas y una camiseta de manga larga, la máscara siempre presente.

──── Tengo algo para ti ──── le dices una vez dentro, sin molestarse en quitarte las botas.

Simon sólo te dirige una mirada inquisitiva antes de esperar allí mientras coges el plato de galletas que habías preparado. Pero cuando le enseñas tu intento de hacer muñecos de nieve y árboles de Navidad, empiezas a sentirte un poco tonta.

──── Nunca he hecho galletas de este tipo ──── murmuras tímidamente cuando él no dice nada, sólo se queda mirando las galletas con fijeza. ──── Mira, te prometo que saben bien. También te he traído una cosita ────

Y entonces señalas un regalo bajo tu árbol pequeño, humildemente envuelto.

──── No es gran cosa ──── te encoges de hombros, mordiéndote el labio. ──── Es algo que he comprado hoy. Pensé que podrías necesitar ayuda para entrar en las vacaciones- ────

Pero el cambio en su estado de ánimo no es lo que esperabas.

Es extraño, como si odiara todo lo que está escuchando.

La tensión en los hombros de Simon sólo parece haberse entretejido más profundamente en las fibras mismas de él, y de repente está mirando fijamente entre tú y las galletas y el árbol de Navidad.

──── ¿Qué te hizo pensar que querría algo de esto? ──── Simon te corta, cada palabra es un golpe lento.

Debes haberle oído mal. 

──── ¿Perdona? ────

──── Mierda. No debería haber venido ────

Tu cara palidece y tus manos empiezan a sudar frio.

 ──── No entiendo... ────

──── ¿Qué no entiendes? ¿Qué me importa una mierda la navidad? ──── su voz grave parece tener el mismo efecto que el alambre de púas. Su enojo se hace evidente de repente, llenando la habitación. ──── ¿Te lo puedo dejar más claro? ────

Es una pequeña cosa llamada retrospectiva que te roe. Las lagrimas empiezan a picar en tus ojos aunque no lo planees. Te das cuenta de que, a su manera, ya te había dicho lo que sentía por la Navidad.

Pero la humillación te arranca un suave chasquido.

──── ¿Es tan difícil decir simplemente gracias? ────

──── Yo no pedí esto ──── resopla. Está realmente enfadado, no puedes ni empezar a entender por qué. ──── No lo quiero ────

──── Una persona normal lo aceptaría ──── aprietas con los dedos el plato. ──── No sería tan idiota ────

──── Un idiota, ¿no? ──── una burla amarga sale de sus labios. ──── Puedo ser un verdadero idiota si quieres ────

──── ¡Dios, Simon! No, no quiero... ────

──── ¿Segura, cariño? ──── señala el plato en tus manos y el árbol. ──── Quizá si ves lo idiota que puedo llegar a ser, dejes esta mierda ────

Sus ojos, normalmente apagados e ilegibles, te lanzan una mirada escrutadora que ni siquiera parece parecerse a él. Pero esos ojos se abren hacia ti, sólo por un momento; una llama vulnerable empapada en lo que tu propia percepción detecta como culpa. Una culpa profundamente enterrada que no sabe dónde depositar ahora mismo, excepto en ti.

──── Sabes qué... ──── te apartas de él con los labios curvados. 

Dolida. Avergonzada. 

El sonido astillado cuando el plato de galletas, con cerámica y todo, es empujado a la papelera llenando el tenso silencio del departamento.

──── Por muy mala persona que creas que eres, Simon... te prometo que eres incluso peor que eso ────

Las palabras te ampollan la boca al salir.

No lo miras, sólo escuchas, con las manos apretadas contra las sienes, mientras oyes el estruendo de sus botas al salir por la puerta. Un portazo retumba en las paredes, tus manos tiemblan por el estruendo. Una vez que se ha ido, las lágrimas por fin salen, esas de las que ahogan y te dejan un poco entumecida y vacía cuando te metes en la cama.

A estas alturas de la relación, Simon no llama a tu puerta esa noche. No hay disculpas verbales, porque Ghost nunca tiene que hacer eso. ¿Por qué tendría que hacerlo? Aún no eres oficialmente su novia, sólo alguien de quien no puede desprenderse. Alguien en quien piensa mucho y alguien que piensa en él, alguien que intentaría, con manos suaves y oídos pacientes, demostrarle que no es tan malo que te cuiden.

No sabes nada de él durante días. Días vacíos que lo ridiculizan y un regalo bajo el árbol que se ríe de ti.

¿Pero de verdad creías que te dejaría entrar?

Había un muro de piedra que él había levantado mucho antes que tú. Aquí y allá, te las arreglabas para asomar algunos ladrillos, mirar a través de ellos. Sin embargo, cada vez era más evidente que nunca encontrarías la forma de superarlo.

Hasta que una pequeña caja aparece en tu puerta... llena de galletas.

Es una ofrenda silenciosa, lo sabes en cuanto ves las siluetas de sus formas navideñas. Lloras al instante, aun cuando no hay nombre ni mensaje en la caja sabes que es de él.

Eso es todo lo que hay. Y aunque la caja de galletas encuentra su hogar en la mesa de tu cocina, te animas a no ceder por muy fuerte que sea el picor. Encuentras su nombre en tu teléfono y lo miras sin comprender esa noche, y por unos días más.

Por fin, una noche, un golpe dudoso resuena en tu puerta, y no puedes detener la esperanza que te lleva hasta ella.

Simon se levanta, mirándose los pies, con la ira atenuada y los ojos cuidadosamente levantados. Cualquier escrutinio que una vez estuvo allí, asaltando sus pupilas, hace tiempo que se ha calmado, mostrando su verdadera tristeza.

Tiene algo entre manos que no notas hasta que entra por su propia voluntad a tu departamento.

Su nombre se escapa de tus labios pero él no debe oírlo, sólo se sienta en tu sofá y te mira expectante. Te unes a él, pero dejas un espacio intencionado, porque ese olor, ese calor, difuminaría tus esfuerzos.

En sus manos, un oso, empequeñecido por sus gigantes palmas casi diminuto a comparacion de sus manos.

──── Era de mi sobrino ──── te dice bruscamente. Se aclara la garganta, te lo entrega y hace un pequeño gesto con la cabeza, como diciendo que te lo quedes. En sólo unos días, Simon ha conseguido hacerte los dos únicos regalos que te ha ofrecido en su relación. Tal vez, así es como él pensaba que funcionaban las disculpas.

Coges el oso con manos suaves y sientes la suavidad envejecida, el amor desgastado. Las cosas empiezan a encajar; recuerdas su culpa, su odio por las vacaciones, la distancia y la ira que habías presenciado en él habían sido realmente pena.

──── Simon, no puedo quitarte esto ────

──── Estaba solo... en mi armario ──── murmura. Luego, un ruego en voz baja. ──── Tómalo... Por favor ────

Tú solo atinas a asientir. Y entonces, las yemas de los dedos de Simon se extienden por el hueco hasta tocar tu clavícula, una tentativa petición de permiso que tú le concedes.

──── Está bien ────

Es todo lo que necesita oír antes de apoyar la cabeza en tu hombro, la piel de su entrecejo se aprieta contra ti y sientes que se retuerce con fuerza para indicarte que cierra los ojos, con fuerza. No lloraba, no. No tenía eso en él. Pero piensas, en este momento, que su ofrecimiento de tierna vulnerabilidad es más que suficiente.

Ha asomado uno de los ladrillos de ese muro para ti.

──── Fui un auténtico idiota ──── admite refunfuñando. Se levanta la máscara hasta la nariz para darte un beso solemne en el cuello.

──── Lo fuiste ──── susurras. ──── Pero... no quise decir lo que dije... Lo de que eras una mala persona ────

──── Esta bien si lo decías ────

Vuelves a negarlo con la cabeza mientras tus manos acarician su ancha espalda.

──── No lo decía en serio ──── Y se lo repites unas cuantas veces más hasta que te escucha de verdad.

Y puede que Simon no pase el día de Navidad contigo. No, no está preparado para dejarte ver tanto de su dolor. Pero por esta noche, compartirá esas galletas contigo y abrirá ese pequeño regalo que le diste y te contará algunas cosas sobre su sobrino. Murmurando suavemente en tu oido cuando ambos se recuertan en tu sillon, su cabeza escondida una vez mas en tu cuello mientras se afirmaba con fuerza a tu cintura.

──── Creo que te habría caído bien ────




───── 𝐖𝐑𝐈𝐓𝐓𝐄𝐍 𝐁𝐘

nsharks en tumblr

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro