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Laya salió de la habitación de Jaden, necesitando un descanso de la tensión que reinaba en el hospital. Se dirigió al jardín del hospital, buscando un lugar tranquilo para reflexionar.
Charles la encontró allí, sentada en un banco, mirando el cielo. Se sentó junto a ella, sin decir nada.
Laya rompió el silencio. ─Charles, no sé qué hacer.
Charles la tomó de la mano. ─Laya, Jaden se recuperará. Es fuerte.
Laya sacudió la cabeza. ─No es solo eso. Es Max. Él... me ama, pero yo no sé si puedo corresponderle después de esto.
Charles la miró con comprensión. ─Laya, siempre supe que tu corazón pertenecía a Jaden, en un sentido fraternal, por supuesto. Pero también supe que Max te hacía feliz.
Laya sonrió débilmente. ─Tú siempre me entendiste, Charles.
Charles sonrió también. ─Porque te conozco, Laya. Te conocí cuando éramos jóvenes y locos. Recuerdo cómo te reías, cómo te sonreías.
Laya se rió. ─Y recuerdo cómo nos peleábamos, cómo nos enamoramos.
Charles asintió. ─Sí. Aquellos fueron días increíbles. Pero también fueron días de aprendizaje. Aprendimos a ser fuertes, a ser nosotros mismos.
Laya miró a Charles, viendo en sus ojos la comprensión y el cariño que siempre había sentido por él.
─Charles, ¿por qué no funcionó entre nosotros?. ─ preguntó.
Charles se encogió de hombros. ─Te termine porque no podía darte lo que necesitabas. Estaba en la Fórmula Dos y consumía todo mi tiempo, y nunca quise hacerte sufrir por eso.
Laya sonrió con nostalgia. ─ Te hubiera esperado Charles, con Jaden aprendí el significado de paciencia y lo hubiera aplicado contigo.
Charles la abrazó. ─ Te añore tanto, Laya. Me enseñaste a ser fuerte, a ser paciente. Y ahora, estoy aquí para ti, como refugio.
Laya se sintió segura en sus brazos, sintiendo que había encontrado un lugar donde podía ser ella misma.
─Gracias, Charles. ─dijo.
Charles sonrió. ─No necesitas darlas, Laya. Estoy aquí para ti, siempre.
En ese momento, Laya supo que Charles sería su refugio, su lugar seguro, mientras intentaba aclarar su situación amorosa con Max y ayudar a Jaden a recuperarse de su accidente. Pero también sabía que siempre pondría a Jaden primero, porque él era su hermano, y Max solamente su pareja.
Laya se quedó en los brazos de Charles por un momento, sintiendo la calidez y la seguridad que le proporcionaban. Se sentía como si hubiera encontrado un refugio en medio de la tormenta que azotaba su vida.
Finalmente, se separó de él y lo miró a los ojos. ─Charles, necesito hablar contigo sobre algo. ─ dijo.
Charles asintió. ─¿Qué es?
Laya respiró profundamente. ─Hay algo que no puedo dejar de pensar.
Charles la miró con curiosidad.
─Es que Max... él fue el culpable del accidente de Jaden. Y no sé si puedo perdonarlo por eso.
Charles se sorprendió. ─Laya, no sabía que pensabas eso. Pero debes saber que Max nunca quiso lastimar a tu hermano.
Laya asintió. ─Lo sé. Pero no puedo evitar sentir que si Max no hubiera sido tan imprudente, Jaden no estaría en esta situación postrado en cama.
Charles la tomó de la mano nuevamente. ─ Laya, no puedes culparlo por todo. Él está sufriendo también. Y necesita tu apoyo.
Laya se sintió culpable. ─Tienes razón. Lo siento.
Charles sonrió. ╍No necesitas disculparte, Laya. Solo necesitas ser tú misma y hacer lo que crees que es correcto.
Laya se sintió agradecida por la comprensión de Charles. ─Gracias, Charles. Eres un verdadero amigo.
Charles se rió. ─Soy más que un amigo, Laya. Soy el que siempre te ha amado.
Laya se sorprendió por la sinceridad de Charles. No sabía qué decir, pero sabía que sentía algo. Algo que no podía ignorar.
En ese momento, el teléfono de Laya sonó. Era el. ─ Laya, necesito hablar contigo", dijo.
Laya se sintió nerviosa. ╍¿Qué pasa, Max?
Max suspiró. ─Necesito saber que pasará después de todo esto...
Laya se sintió confundida. No sabía qué decir. Pero sabía que debía ser honesta con Max. Y con ella misma.
─Max, necesito tiempo para pensar. dijo finalmente.
Max se quedó en silencio por un momento. ─Entiendo. Pero no tardes demasiado, Laya. Necesito saber qué pasa con nosotros.
Laya asintió, aunque sabía que Max no podía verla. ─Lo haré, Max. Te lo prometo.
Y con eso, Laya colgó el teléfono, sintiendo que su corazón estaba dividido entre dos hombres. Dos hombres que la amaban. Pero solo uno podía tener su corazón. ¿Quién sería? Solo el tiempo lo diría.
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