🏐 ː Capítulo 03 ◂◂
—•♥︎•—
" Yuta. "
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Luego desde ese día HyunJin junto a Jeongin, volvieron a la normalidad "¿Tal vez debí ser yo quien le pidiera el número de teléfono?" Se preguntaba el rubio. También pensaba que fue tierno ver así de tímido a su menor. Con sus primos y con él demostraba ser una masita, pero con todos los estudiantes de la preparatoria demuestra tener un aura de "No me mires o te mando a latinoamérica y para rematar, a un país comunista".
Chan lo estaba esperando junto a Soobin en la mesa del comedor. Como siempre, no sintió el timbre por quedar con audífonos dibujando en la sala de arte.
—¿Qué ocurrió que está todo silencioso? —preguntó incómodo.
Hwang se sentó en frente del australiano, para intercambiar su jugo con el susodicho.
—Tú amiguito Yuta no deja de mirar al pequeño. El lenguaje corporal de tu amorcito, dice que luego luego lo va a cagar a golpes —comió tranquilo Choi.
—No creo —le resto la mitad de importancia.
Chan bufo cuando vio por los hombros del alto. Quien no sabía que ocurría ¿Acaso nadie sabe que recién viene saliendo de su mundo?
HyunJin sintió una mano posarse sobre su hombro, así sintió un aliento en su oído para luego escuchar un murmuró.
—Todas las chicas están detrás de ti, incluso el maricon de Jeongin —sin pensarlo demasiado se levantó para empujarlo.
Era inaceptable que ya empiecen con esos comentarios tan homofóbicos. Yuta sonrió al ver el rostro pálido de Hwang.
Los ojos de HyunJin se unieron junto a los de Jeongin, éste negó para levantarse. La paciencia de Yang ya se había acabado, sobre todo Yuta la había hecho añicos por tocar a su chico lunarcito. En un movimiento brusco estrelló a Yuta en una mesa que ya hacía con algunas bandejas sin tocar que dejaban algunos estudiantes. El estruendo fue demasiado fuerte que HyunJin tuvo que tapar sus oídos.
Jeongin vio el visual que daba el chico que estaba debajo suyo, había quedado lleno de yougurt, su pelo con ensalada junto con el espagueti que había de almuerzo. Sonrió de lado para acercarse al chico y susurrar.
—Solo eres un pedazo de mierda que trata de encajar con un montón de gente —apretó el agarre del cuello de la camisa del contrario.
—¿Estás asustado de que te quiten a tu chico? Joder Yang, eres tan lento —sonrió ladino —. Es mejor que te apresures, ¿No lo crees? En cualquier momento puede llegar alguien y tener comiendo en la palma de su mano al dulce Hwang HyunJin.
Pase un algodón por el pómulo de Yang, este soltó un quejido pero no le tome importancia ¿Quién lo manda a pelear con Yuta? Nadie.
—Jin... Jin... me duele —se quejó corriendo su rostro.
Baje mis manos y solté un suspiro. Quien se hubiera imaginado que en un momento Jeongin bajaría la guardia y Yuta aprovecharía para lanzar el primer golpe.
—¿Imagínate a Yuta cómo estará? —pregunte tomando el mentón de Jeongin para terminar de limpiar su mejilla.
—Él se lo busco. Como arruinar un almuerzo con tan solo una presencia.
—No debiste contraatacar —regañe tratando de ahora limpiar su ceja.
Antes de empezar a limpiar Yang tomó mi muñeca y se alejó mirándome con una ceja alzada.
—¿Crees que me dejaría golpear por una persona como él? Dios, solo me golpeó con los anillos.
—Y tú le dejaste un ojo morado —hable con obviedad.
—¿Qué fue lo que te dijo? —me preguntó tirando de mi muñeca para atraerme más a él.
—Nada... Aún sigo esperando el mensaje que me prometiste —cambie de tema pasando el algodón por la ceja.
Vi cómo negó evitando el tema. Me limité a sonreír para seguir limpiando. De verdad Jeongin solo quedó con marcas por los anillos de Yuta, y él quedó con moretones por los golpes de los nudillos. Los profesores los detuvieron, no llegó a nada, solo que Jeongin quedó con un leve castigo que es quedarse después de clases y ayudar a limpiar los salones. A Yuta, le tocó lo peor, sacar los chicles que se encuentran debajo de cada mesa.
—¿Por qué bajaste la guardia? No podría haberte golpeado si no la hubieras bajado —protesté cruzándome de brazos.
—Es vergonzoso... —giro su rostro, dándome una gran vista de su perfil.
En verdad me estaba conteniendo.
—Te lo diré, pero, si tu me dices que te dijo —se acercó.
¡Ya no te acerques! Aquí el único que puede poner tímido al otro, soy yo.
—Me dijo que eras un... —dude en decir la palabra.
—Un maricon. Lo se, desde antes me lo andaba diciendo, incluso dejaba cosas en mi casillero y luego cuando vi tu cara lo demostraste. Ya no me afecta, así que no te debes preocupar —le resto importancia.
—¿Qué te dijo a ti? —pregunté ladeando mi cabeza hacia un lado.
[...]
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