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𖧧 ⁞ Capítulo 15 ༅

Las gotas de lluvia golpean con fuerza los ventanales en la casa de Nayeon, afuera una gran tormenta parece estar formándose, pero a Yuna parece no importarle.

Camina a paso apresurado hasta el sofá, subiéndose con cuidado. A su lado, el móvil de su madre se encuentra y con su pequeña mano sujeta el teléfono de casa.

Nayeon se encontraba en su habitación durmiendo la siesta, y Yuna se había quedado en la sala viendo La Bella Durmiente. Moviendo las piernas con algo de nerviosismo, Yuna comienza a teclear el número que se encontraba en la pantalla del móvil de su madre.

— ¿Si?— La voz de Jeongyeon suena rápidamente en la otra línea, haciendo sonreír a la pequeña.

— Hola, entrenadora Jeong.

— Yuna, hola— La rubia suena un tanto desconcertada — ¿Como tienes mi número?

— Lo he mirado del móvil de mamá sin que se diera cuenta.

Jeongyeon frunce el ceño al escucharla, un tanto confusa.

— ¿Está todo bien?

Yuna suspira y niega, a pesar de que la rubia no puede verla.

— Creo que no.

— ¿Que ocurre?— Jeongyeon pregunta un tanto preocupada

— Mamá está muy triste.

Aquellas palabras son como un balde de agua fría sobre Jeongyeon, quien suspira al escuchar a la pequeña.

— Yuna...

— Tía Momo me ha dicho que los adultos también se asustan, y a veces mi mamá tiene miedo. Como cuando yo tenía pesadillas y mamá me construyó un fuerte contra los malos sueños.

Jeongyeon aprieta los labios, sintiendo una presión en su pecho.

— Y sé que si mi mamá se entera de que te he llamado se va a enfadar conmigo, pero no me gusta que esté triste. Y bueno, tú también parecías triste ayer antes de irte y siempre se ven felices cuando están juntas así que he pensado que si tal vez vienes a verla las dos se pondrán contentas, ¿Sabes? Pero no tienes por qué hacerlo, tan solo...

Yuna realmente suena preocupada, triste. Y Jeongyeon piensa que ninguna niña de siete años debería estar triste por su culpa, mucho menos ella.

— Amor, estaré allí en quince minutos— Es todo lo que dice con cariño, levantándose de su sofá.

— ¡Gracias Jeong!

— Son las mejores, ¿Ya se los había dicho ya?— Nayeon dice con una sonrisa en el asiento del copiloto del coche de Momo.

Yuna quien se encuentra en la parte trasera del coche sonríe antes de darle un sorbo a su chocolate caliente, para seguidamente asentir.

— Unas siete veces desde que hemos salido de casa Nayeonnie, pero nos encanta escucharlo— Momo dice felizmente, concentrada en la carretera frente a ella.

Yuna y Momo la habían despertado esa misma noche de su pequeña siesta, diciéndole que irían a su cafetería favorita a por algo de chocolate caliente. Aquello ciertamente había animado a la castaña, quien definitivamente necesitaba distraerse con algo más que lo alejara de sus horribles pensamientos.

— ¿Estas más contenta, mami?— Yuna pregunta, haciendo que Nayeon se gire en el asiento para mirarla.

— Mucho cariño, gracias.

Las tres sonríen, y Nayeon entonces dirige su atención a las gotas de agua que chocan con fuerza contra los cristales del coche. Solía llover a menudo, y mientras la mayoría de personas que vivían allí estaban hartos de la lluvia, Nayeon la amaba.

Había algo en ella que le daba paz, la excusa perfecta para quedarse en casa trabajando haciendo sus dulces favoritos, ver la saga completa de Crepúsculo junto a su hija mientras recitan cada diálogo que se saben de memoria, la excusa perfecta para tomar té mientras mira por la ventana y usar largos y calientes suéteres.

Entonces, en el silencio del coche mientras observa la tormenta que hay fuera, se pregunta cómo pasaría Jeongyeon los días lluviosos. Quizás, se imagina cómo sería pasar aquellos días lluviosos junto a ella, viendo películas o haciendo dulces en la cocina.

— Hemos llegado.— Momo anuncia con una sonrisa, deteniendo el coche frente a la casa de Nayeon.

La castaña asiente y se quita el cinturón para seguidamente mirar a su mejor amiga

— Gracias por sacarme fuera de casa a pesar de la horrible tormenta, lo necesitaba.

— Por supuesto, me alegra que estés mejor.

— Aún tengo que hablar con ella.— Suspira.

— Lo sé, y lo harás. Pero por ahora no te tortures, ¿Vale?

Y cuando Momo dice ese tipo de cosas, todo parece tan fácil. Sin embargo, para Nayeon todo parece complicarse, es un torbellino de emociones y nerviosismo. Y la verdad es, que está aterrada de llamar a Jeongyeon, de volverla a ver en el campo de fútbol y recibir una mirada fría o dolida, intentar arreglar las cosas y que Jeongyeon ya no quisiera saber nada más de ella.

Sin embargo, Nayeon también sabía que debía afrontarlo, y por lo menos, intentarlo.

— Lo intentaré.— Sonríe levemente.

— Adiós tía Momo, hasta mañana.— Yuna se despide dejando un beso en la mejilla de la castaña.

— Hasta mañana, pequeña.

Ambas entonces salen del coche rápidamente, y entre sonrisas corren hasta la puerta principal de su hogar. Cuando entran, están algo mojadas debido a la fuerte lluvia que continúa cayendo con fuerza.

— ¿Qué quieres hacer ahora, preciosa?— Nayeon dice, quitándole el abrigo marrón que la niña llevaba para colgarlo en el perchero de la entrada.

Yuna entonces sonríe, comenzando su camino hasta la sala con Nayeon detrás de ella.

— ¿Puedo ver una película?— pregunta sentándose en el sofá.

— Por supuesto— Nayeon asiente encendiendo la lámpara de la sala.— Vamos a ponernos el pijama primero y luego elegimos la película.

Yuna entonces hace un pequeño puchero, mirando a su madre con ojos brillantes.

— ¿Puedes ir tú a por el mío y me lo pongo aquí viendo la película, por favor?

Nayeon frunce el ceño, normalmente Yuna se ponía el pijama en su habitación. Sin embargo, tampoco pasaba nada si se lo ponía en la sala así que asiente.

— Está bien, enseguida te lo traigo.

Yuna sonríe, enseñando su pequeña sonrisa antes de tomar el mando en sus pequeñas manos y encender el televisor.

— Gracias mami, yo elijo la película de mientras.

Nayeon asiente con una sonrisa, comenzando su camino hasta la habitación de su hija. Cuando llega, la puerta se encuentra cerrada y aunque le parece un tanto extraño, simplemente no le da mucha importancia y abre la puerta sin más.

Y cuando entra, su corazón se acelera.

Dentro de la habitación se encuentra un fuerte hecho con varias mantas mientras luces de color crema cuelgan alrededor, iluminando toda la habitación. Y justo al lado del gran fuerte, un cartel escrito con la letra de su hija le hace sonreír.

"El fuerte contra los miedos"

Tantas preguntas pasan por su mente en aquel momento que ni tan siquiera sería capaz de decir una en voz alta, de repente, demasiadas emociones lo golpean. Entonces, Nayeon se acerca para entrar y cuando lo hace, siente como si el mundo entero se detuviera.

Jeongyeon estaba allí, dentro de aquel fuerte lleno de suaves mantas, cálidas luces y esponjosas almohadas.

Jeongyeon está ahí, mirándola con una pequeña sonrisa nerviosa y esos brillantes ojos que Nayeon tanto adora.

Y la castaña está tan confundida, tan sorprendida, que simplemente la mira mientras intenta encontrar que decir.

— Hola.— Jeongyeon la saluda, y Nayeon siente como su corazón late con tanta fuerza que quizás quiere salir de su pecho y correr hasta la rubia. Entregándose como suyo.

— Hola...— Responde en un susurro, porque apenas encuentra su voz dentro del huracán que hay dentro de ella.

— Bienvenida a tu propio fuerte contra los miedos.— Jeongyeon dice tímidamente.

Y es algo tan simple, tan tonto y maravilloso a la vez que Nayeon siente ganas de llorar.

— Jeongyeon...

— Quiero estar contigo— Jeongyeon empieza, diciendo todo aquello que había repetido una y otra vez en su cabeza— . Quiero estar contigo a pesar de que creas que no es así, quiero estar contigo a pesar de todas las cosas horribles que puedas pensar. Quiero estar contigo porque eres la persona más increíble que he conocido nunca, me gusta absolutamente todo de ti Nayeon, y me haces sentir cosas que no había sentido antes. Yuna es la niña más buena e increíble que he conocido nunca, amo a tu pequeña familia y me gustaría ser parte de ella.

Nayeon entonces no puede evitarlo, y la primera lagrima rueda por su mejilla libremente, dando paso a las demás.

Comienza a llorar, pero no es por nada más que no sea pura felicidad.

Se siente la mujer más afortunada del mundo, siente que ha ganado la lotería y que con Jeongyeon a su lado puede hacer cualquier cosa.

Como comenzar una familia.

Jeongyeon entonces levanta su mano para apartar las lágrimas con delicadeza, mirándola con cariño y una pequeña sonrisa dibujada en su rostro.

— Yo no voy a irme, no quiero irme— Susurra— . Pero para que no me vaya, primero tienes que dejar que me quede.

— ¿Por qué eres tan buena conmigo?— Es todo lo que Nayeon puede decir en aquel momento, en un murmuro mientras intenta retener el resto de lágrimas que amenazan con salir— Después de lo que he hecho, yo...

— Porque— Jeongyeon le interrumpe, encogiéndose de hombros— Te quiero.

Nayeon entonces sonríe, sonríe apoyando su frente en el hombro de la rubia para que no pueda ver el efecto que esas dos palabras han tenido en ella.

Por primera vez, le había dicho que la quería y Nayeon siente como su corazón baila alegre en su pecho mientras las mariposas explotan convirtiéndose en fuegos artificiales.

Nayeon se siente como la persona más afortunada en la tierra.

Como la primera noche de verano, cálida y emocionante, como tomar yogur helado un día de verano, como tazas calientes de té una noche lluviosa de otoño, como correr por un campo de fútbol completamente vacío, como fuegos artificiales una noche de primavera, como escuchar una buena canción y querer escucharla infinitas veces más, como todo lo que está bien en el mundo, un lugar, pero tan solo con las vistas más bonitas.

Se siente como todo lo que alguna vez ha querido, y quizás, se siente como todo lo que alguna vez Jeongyeon ha querido también.

— Quiero que te quedes— Nayeon finalmente dice— . Lo siento, quiero que te quedes, lo quiero todo contigo.

Jeongyeon entonces la toma por la barbilla, obligándola a levantar la cabeza y mirarla. Ya no está llorando, ahora tiene una sonrisa tímida y sus mejillas sonrojadas. Y Jeongyeon se ve tan bonita siendo iluminada por la tenue luz dentro del fuerte, que quizás Nayeon quiere salir a la calle para gritarle al mundo entero que aquella chica era suya, que Jeongyeon le quería.

— Está bien, Nayeon—Jeongyeon le dice, acariciando su mejilla con cariño— . Quiero esto, te quiero a ti.

Nayeon asiente con una sonrisa mientras su corazón se acelera con las últimas palabras. Pero enseguida su sonrisa desaparece para convertirse en una pequeña mueca.

— No me llames así.— Susurra.

— ¿Así, ¿cómo?— Jeongyeon dices frunciendo levemente el ceño.

— Nayeon.— Murmura en respuesta.

— Así es como te llamas— Jeongyeon dice con una sonrisa divertida.

— No para ti.— Niega.

Jeongyeon levanta las cejas con sorpresa, soltando una pequeña risa.

— ¿Como quieres que te llame, entonces?

— Amor, cariño, bonita...— Nayeon entonces se detiene, apretando sus labios con nerviosismo antes de levantar la mirada y perderse en los ojos de la rubia— Tu novia.

Entonces, una enorme sonrisa se dibuja en los labios de Jeongyeon, quien sin pensarlo toma el rostro de Nayeon para finalmente juntar sus labios en un beso dulce y lento.

— Estaba deseando escuchar eso.— susurra la rubia cuando se separan.

Nayeon sonríe, y sabe que nunca más va a salir huyendo. Habrá días en los que quizás piense que no es suficiente, pero cuando mire a Jeongyeon a su lado sabrá que quizás no hace falta que lo sea, quizás tan solo tiene que ser ella misma

— También te quiero, Jeong— Dice, segura de cada palabra— . Y quiero que te quedes a mi lado, para siempre.

Los ojos de la rubia brillan, apoyando su frente junto a la de Nayeon con una enorme sonrisa en su rostro.

— Ningún imbécil volverá a hacerte daño, voy a cuidar tan bien de ti que jamás tendrás ninguna duda de mi amor por ti.— Susurra, acariciando las mejillas rojizas de Nayeon.

— Te adoro— Nayeon dice con una sonrisa— ¿He dicho ya que eres la mejor?

— Quizás, aunque me gusta cuando lo dices.

— Eres la mejor.

Jeongyeon entonces la besa. Se besan sin cesar rodeadas de mantas y almohadas, entre sonrisas y pequeños te quiero que salen de sus labios cada pequeña vez que se apartan levemente para respirar. Lo dicen una y otra vez, como si fuera un mantra.

O al menos así es hasta que unos pequeños pasos suenan a lo largo del pasillo.

— ¿Puedo pasar?— La voz suave de Yuna suena en el exterior del fuerte, haciendo que Jeongyeon y Nayeon se separen levemente.

— Pasa bicho.— Jeongyeon dice con una sonrisa.

Entonces la pequeña entra con cuidado, aún con la ropa que había usado para salir a la calle puesta. Con una sonrisa se sienta entre las dos, mirando a su entrenadora con ojos brillantes de emoción.

— ¿Lo hemos conseguido, Jeong?— Pregunta entonces, haciendo que Nayeon sonría tontamente.

— Lo hemos conseguido.— La rubia asiente.

— ¡Yay!— La niña levanta los brazos con emoción, mirando a su madre con la mayor sonrisa en sus labios— ¿Feliz?

— Mucho, mi amor.

Yuna entonces abraza con fuerza a su madre, dejando un pequeño beso en su mejilla para seguidamente hacer lo mismo con Jeongyeon.

— Sabía que funcionaria— Yuna dice orgullosa, volviéndose a sentar entre ambas

Nayeon entonces siente que lo ha conseguido, que a pesar de todo lo malo que ha tenido que pasar, ha conseguido encontrar a la persona correcta. A la persona que, de alguna manera, ha hecho un plan con su hija para hacer todo esto, tan solo por ella.

— Voy a ir a preparar tu pijama, ¿Vale? Y luego me explicarán como hicieron todo esto.— Dice felizmente.

— Nos han pillado.— Jeongyeon le dice a Yuna encogiéndose de hombros, haciéndola reír suavemente.

— ¿Jeong se queda esta noche con nosotras?— La pequeña pregunta con emoción.

Y entonces, Nayeon y Jeongyeon se miran sonrientes antes de decir un "Sí" a la vez.

— ¡Yay! ¡Maratón de películas con la entrenadora Jeong!— Yuna exclama.

Nayeon mira como su hija abraza a su entrenadora, y no puede evitar sentir una cálida sensación en su pecho. Sonríe con cariño, y antes de salir del fuerte, deja un beso en la frente de cada una para seguidamente susurrar un suave "Enseguida vuelvo"

Es entonces, cuando Yuna y Jeongyeon se quedan solas dentro del fuerte, que la pequeña mira a la rubia con una sonrisa en su rostro.

— ¿Jeong?

— ¿Si, preciosa?

— ¿Te acuerdas de mi misión? ¿Sobre averiguar si dos personas se gustan?

Jeongyeon sonríe acordándose de aquella extraña conversación que habían tenido hace más de unos meses

— Me acuerdo, sí.— Asiente.

— Al final, tenía razón, las dos se gustan mucho.— La niña dice divertida, haciendo que Jeongyeon suelte una pequeña risa.

— ¿Sí?— Le pregunta con la mayor sonrisa en su rostro— ¿Terminan juntas al final?

— No lo sé— Yuna frunce levemente el ceño— ¿Ya son novias?

La pregunta hace reír a Jeongyeon, y Nayeon suelta un bufido desde fuera.

— Sí, bicho— Jeongyeon asiente— . Ya somos novias.

Yuna sonríe, una enorme sonrisa mientras sus ojos de repente brillan con emoción.

— Entonces sí, terminan juntas

Jeongyeon asiente, tomando a la pequeña para dejarla sobre su regazo y abrazarla, haciéndole reír suavemente.

— ¿Y qué más, bicho?

— Son felices para siempre, y tienen una niña muy genial.— Jeongyeon sonríe.

Es entonces que Nayeon vuelve a entrar en el fuerte, después de haber dejado el pijama de Yuna sobre su cama.

— Suena a la mejor historia del mundo.— Nayeon dice, sentándose al lado de Jeongyeon.

— Lo es— La pequeña asiente con una pequeña sonrisa mirando a su madre— . Y es la suya.

¡Hola a todos! ¿Cómo se encuentran?

Lamento la demora de actualización, tuve unos problemitas sumándole a eso, la muerte de mi gato. Por lo pronto, espero que ustedes estén muy bien<3

Este es el capitulo final y espero le haya gustado mucho, dentro de unos minutos subiré el epílogo. <3

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