𖧧 ⁞ Capítulo 14 ༅
— ¿Entonces tu plan está funcionando?— Felix pregunta con una sonrisa, a lo que Yuna asiente.
— Estoy segura de que sí, ya han tenido dos citas
— Tienes suerte de que la entrenadora Jeong vaya a ser la novia de tu mamá, ella es bastante genial— Los ojos claros de la pequeña brillan mientras una sonrisa se dibuja en su rostro.
— Lo sé.
— ¿Podré ir a la boda entonces?— Felix pregunta emocionado, a lo que Yuna vuelve a asentir.
— ¡Claro! No puedes faltar.
Jeongyeon se acerca a los dos pequeños, de brazos cruzados y con una sonrisa.
— Menos hablar y más calentar— Les dice, a lo que Felix asiente.
— Pues a ti no te invitamos— La pequeña castaña dice sonriente mientras Jeongyeon frunce el ceño.
— ¿Invitarme? ¿A qué?
— Es una sorpresa.
— Pero Yuna, ella tiene que estar invitada — el rubio dice en un susurro, a pesar de que Jeongyeon puede escucharlo
— Shhh eso ella no lo sabe.
Jeongyeon los mira confundida antes de limitarse a negar.
— No quiero saber de qué hablan, me dan miedo.
— Somos inofensivos— Yuna sonríe antes de comenzar a calentar junto a su mejor amigo.
Jeongyeon mira a los niños con una sonrisa, y antes de empezar el entrenamiento se permite pensar en Nayeon y en las ganas que tenia de volverla a ver.
Sonriendo al recordar cómo se había sentido dormir junto a ella en la misma cama, viéndola despertar y preparar el desayuno entre risas, besos y caricias inocentes.
Nayeon se despierta por el sonido de voces que vienen desde la cocina. Con el ceño fruncido y arrastrando sus pies, entra en la cocina encontrándose a Momo y a su hermano.
— Mira quien ha despertado al fin— La azabache dice con una sonrisa.
— ¡Jaebom!— Nayeon exclama con la mayor sonrisa en su rostro, acercándose a su hermano para abrazarlo con fuerza— ¿Qué haces aquí?
— He venido a verlas, ya las echábamos de menos.
Es entonces que Nayeon abre los ojos, acordándose de que Yuna todavía estaba en sus clases de fútbol.
— Mierda, Yuna— Murmura— . Momo te había pedido que me despertaras para ir a por ella.
— Iba a hacerlo, pero tú madre a insistido en que quería ir ella.— La japonesa dice con una sonrisa inocente, encogiéndose de hombros.
Las palabras golpean a Nayeon como si de un balde de agua fría se tratase. Su corazón retumba en sus oídos y de golpe se siente un poco mareada
— ¿Qué?
— Tranquila, le he dado la dirección del club y todo está bajo control.
Nayeon quiere decirle que no, que nada podía estar bajo control. El simple pensamiento de su madre conociendo a Jeongyeon le pone nerviosa, le invade el pánico y solo quiere sentarse en una esquina y gritar.
Sin embargo, respira profundamente y se dice a sí misma que está bien, que realmente no importaba. Su madre saludaría a Jeongyeon y tomaría las cosas de Yuna antes de volver. No tenía que preocuparse por nada.
— ¿Enserio puedo?— La niña pregunta con una sonrisa, mirando los tatuajes en los brazos de su entrenadora.
— Por supuesto— Jeongyeon asiente con una sonrisa— . La próxima vez que vaya a tu casa, ¿Vale?
Yuna asiente emocionada y cuando está a punto de decir algo más, sus ojos se clavan en la persona que se encuentra caminando por el campo hasta ellos.
— Oh Dios mío— Yuna susurra antes de salir corriendo hacia la mujer pelinegra — ¡Abu!
Yuna abraza a Tiffany con la mayor sonrisa en sus labios, repleta de emoción al ver a su abuela después de dos meses.
— Hola preciosa.
— ¡Te he echado mucho de menos!
— Y yo a ti, no te imaginas cuánto.
La niña se separa para mirarla, sus ojos miel brillantes y una inigualable sonrisa.
— ¿Qué haces aquí?
— Ya que no pudimos venir a tu cumpleaños, Jaebom y yo hemos organizado una cena en tu casa para celebrarlo ahora.
— ¡Una fiesta!— Yuna exclama dando pequeños saltitos de emoción.
— Algo así.— Tiffany asiente con una sonrisa.
Yuna entonces toma la mano de su abuela para arrastrarla hasta donde Jeongyeon se encontraba.
— Abu esta es mi entrenadora Jeong, ¡Es la mejor en todo el mundo!
La mujer mira a Jeongyeon con una pequeña sonrisa.
— Hola, soy Tiffany.
— Jeongyeon, un placer.— La rubia se presenta un poco nerviosa
— Voy a por mis cosas, ¿Vale?— Yuna entonces dice.
— Aquí te espero pequeña.
La niña sale corriendo hacia donde solía dejar sus cosas, dejando a los adultos solos.
— Yuna parece encantada contigo.— Es lo que Tiffany dice mirando a su nieta a lo lejos.
— Oh bueno, supongo que es el encanto de ser la hermana mayor.
— Se nota cariño, puedo decir que los niños se te dan bien.
Jeongyeon asiente con una sonrisa, cruzándose de brazos y bajando su mirada al césped bajo sus pies.
La situación es un tanto extraña, y Jeongyeon no puede evitar preguntarse si Tiffany sabía algo de ella. Si quizás Nayeon se ha pasado varios minutos al teléfono hablando de ella.
— ¡Abu, abu!— Yuna exclama volviendo con su mochila sobre sus hombros— ¿Sabías que la entrenadora Jeong vino a casa a ver los minions conmigo y con mamá? Y también estuvo en mi cumpleaños.
Tiffany entonces levanta una ceja mirando a Jeongyeon, quien de golpe siente como sus mejillas se encienden levemente.
— ¿Sí?
— Mi mamá y ella han tenido citas y luego también cuidamos a mamá cuando se puso enferma ¿A que sí, Jeong? Le compramos flores y su té favorito ¡Y le hicimos sopa!
Las palabras de la pequeña hacen que Jeongyeon quiera ser tragada por la tierra y escupida en cualquier lugar del mundo, menos allí.
— Vaya, ¿Y yo porque no sabía nada de esto?
— Porque mamá no me dejo mandarte un audio contándolo todo— Yuna dice rodando los ojos.
Decir que el rostro de Jeongyeon estaba completamente rojo para aquel punto era quedarse corto, la rubia ahora quizás sintió aquello que Nayeon sintió cuando la pequeña comenzaba a decir cosas que a lo mejor preferiría que no dijera en voz alta.
Como mencionar citas y como cuidó a Nayeon delante de su madre, la cual, al parecer no sabía nada.
Pero, sin embargo, Tiffany sonríe divertida y asiente.
— Tendrás que contarme más, entonces.— Yuna asiente eufórica.
— ¡Te lo contaré todo, y al tío Jaebom también!
— Perfecto, ¿Qué haríamos sin ti?
Yuna sonríe emocionada para seguidamente dirigirse a Jeongyeon.
— Adiós Jeong— Dice abrazándola con fuerza.
— Adiós bicho, nos vemos el viernes.
La pelinegra asiente antes de separarse y tomar la mano de su abuela, la cual mira a Jeongyeon con una pequeña sonrisa en sus labios.
—Jeongyeon— Tiffany la llama, haciendo que la rubia la mire con cierta vergüenza.
— ¿Si?
— ¿Te gustaría venir a cenar con nosotras?— La mujer pregunta amablemente.
— Oh no quiero molestar...
— No lo preguntaría si molestaras, cariño.
Jeongyeon entonces lo piensa, aprieta los labios y piensa en que aquello era un gran paso, un paso que realmente quería dar. Conocer a la familia de la chica de la que se estaba enamorando se sentía como algo especial, algo importante.
— Por favor Jeong, mamá estará muy feliz de verte.
Y Jeongyeon no necesita más que eso para sonreír y asentir.
— Bien, me encantaría ir.
Nayeon sonríe mientras termina de colocar todo lo necesario para la cena sobre la mesa.
— Mamá no tardará en llegar, ella se encargará de hacer la cena.— Jaebom dice alegremente.
— No hacía falta, podía hacerla yo.
— Lo sé, pero mamá quería hacerlo— La castaña rueda los ojos— . Ya sabes como es.
Nayeon sonríe y cuando va a decir algo más, el timbre suena.
Momo es quien sale de la cocina para ir a abrir la puerta, dejando a Nayeon y Jaebom terminar de colocar las cosas.
— Pero mira que sorpresa— Momo dice con emoción.
— Hola Momo.
Escuchar su voz hace que Nayeon se quede paralizada en su sitio. Su garganta se cierra y un enorme nudo se crea en la boca de su estómago.
Jeongyeon estaba allí.
— ¡Mira a quien hemos traído tío Momo!— Yuna exclama, haciendo que Jaebom frunza el ceño y mire a Nayeon.
— ¿Quién es?— Le pregunta en voz baja, todavía escondidos en la cocina.
— La entrenadora de Yuna— Nayeon susurra como puede, y no está segura de sí su hermano ha podido oírle, porque su voz parece haberse quedado atascada en su garganta.
— ¿Y que hace la entrenadora de Yuna aquí?
No le da tiempo a responder, porque la pequeña Yuna entra con su ropa de fútbol y su abrigo puesto, sonriente y repleta de ilusión.
— ¡Tío Jaebom!— Exclama corriendo hacia su tío para abrazarlo con fuerza.
— ¡Hola preciosa!
— Te he echado mucho de menos
— ¡Y yo a ti!— Jaebom se aleja de la pequeña para mirarla— Los Angeles es muy aburrido, me hacía falta mi pequeña sobrina.
Yuna suelta una pequeña risa y asiente.
— ¿Me llevarás un día a Los Angeles contigo?
— ¡Por supuesto! Y para que lo sepas, te hemos traído unos cuantos regalos.
Los ojos de Yuna brillan con emoción antes de mirar a su madre
— ¡Regalos! ¡Mami regalos!
— Sí, amor— Nayeon asiente, apretando con fuerza sus labios— ¿Puedo tener un abrazo yo también?
La niña asiente antes de lanzarse a los brazos de Nayeon, abrazándola con fuerza.
— Te he echado de menos a ti también— Yuna dice, haciendo que Nayeon sonría levemente.
Nayeon todavía está procesando la escena, el hecho de que Jeongyeon realmente estaba de brazos cruzados y con una sonrisa en la cocina de su hogar, rodeada de las personas más importantes en su vida viendo como abrazaba a su hija. Y es demasiado, porque definitivamente no estaba preparada para aquello. Para involucrar a toda su familia.
— Y yo a ti, amor.— Dice nerviosa, intentando esconder todos los sentimientos que le habían golpeado.
— ¡Hemos traído a la entrenadora Jeong!— Yuna exclama, alejándose de su madre para mirar a Jeongyeon.
— Ya lo veo— Murmura.
— ¿Estás contenta?— Yuna pregunta, y Nayeon no puede decirle que no.
— Claro, cariño.
Yuna sonríe satisfecha, acercándose a su tío dando pequeños saltitos alegres.
— Jaebom, ella es mi entrenadora Jeong.
— Eso veo.— Jaebom asiente, mirando a la rubia.
— Encantada — Jeongyeon dice con una sonrisa.
Y Nayeon quiere echar a todo el mundo fuera de su casa, quiere quedarse sola y largarse a llorar.
Posiblemente estaba exagerando, pero realmente no estaba preparada para esto. Cada pequeño paso que daba con Jeongyeon se sintió como un abismo frente a ella, y este era un enorme paso que definitivamente no estaba preparada para dar.
— ¡Ella es genial, Jaebom! ¿A que si mamá?
Nayeon intenta no mirar a Jeongyeon, dejando su mirada en su pequeña hija mientras asiente levemente.
— Sí, bueno...
— Cuida a mamá cuando está enferma y le compra sus cosas favoritas y siempre se asegura de que estemos bien, ¡Y me va a dejar colorear sus tatuajes!
Jaebom mira a su hermana con sorpresa, y Nayeon realmente quería esconderse y no tener que afrontar nada de eso.
— Vaya, sí que nos hemos perdido cosas.— Jaebom dice divertido.
— Eso parece.— Tiffany asiente, dándole la razón.
Es demasiado, y Nayeon no aguanta más.
— Voy...— Dice comenzado a caminar hasta la salida de la cocina— Voy a preparar la bañera para Yuna.
No deja que nadie diga nada, sale de allí tan rápido como pueda e intenta regular su respiración un tanto agitada.
Todos allí lo sabían, sabían que había sido abandonada dos veces por las personas que más había querido. Todos allí sabían que Nayeon estaba aterrada de que aquello ocurriera una tercera vez, aterrada de dejar a alguien más entrar y tener que volver a recomponer los trozos rotos de su corazón.
Todos, menos Jeongyeon.
Quien la detiene en mitad del pasillo.
— Hey, ¿Estas bien?— Le pregunta, tomando su muñeca con cuidado para detenerla
— Sí— Nayeon susurra, finalmente mirándolo a los ojos.
— Parece que viste un fantasma.— Jeongyeon tiene una pequeña sonrisa en sus labios, y Nayeon desea tanto no tener miedo en aquel momento.
Quizás, si las cosas fueran distintas, ahora besaría a Jeongyeon y la presentaría con orgullo ante su familia.
Sin embargo, Nayeon siempre se ha considerado una cobarde.
— Jeongyeon, ¿Qué haces aquí?
La pregunta hace que Jeongyeon frunza el ceño.
— Tu madre me ha invitado— Dice con una pequeña sonrisa— . Y porque deseaba verte.
Nayeon se siente débil con las últimas palabras.
— ¿No podías haber dicho que no?— Murmura.
La sonrisa en el rostro de Jeongyeon desaparece tan rápido cuando las palabras son dichas, soltando el agarre en la muñeca de Nayeon, Jeongyeon parece dolida.
— ¿Por qué diría que no, Nayeon?
Nayeon rueda los ojos e intenta no entrar en pánico, intenta no decirle a Jeongyeon todos los pensamientos que pasan por su cabeza a la velocidad de la luz.
— Porque yo no sabía nada de esto, es mi casa y...— Intenta explicarse, pero ni siquiera ella es capaz de explicarse a sí misma que es lo que realmente le disgusta de la situación.
— ¿No me quieres aquí?— Jeongyeon pregunta cruzándose de brazos, y Nayeon tan solo quiere decirle que sí, que la quiere ahí para siempre, pero está demasiado asustada de hacer algo mal y perderla.
De, quizás, no ser suficiente para ella.
Porque Jeongyeon es su alma gemela, Nayeon está segura de eso.
Jeongyeon es la mujer con la que había soñado toda su vida, es la mujer con la que se ve por el resto de sus días, es increíble con ella y con su hija y simplemente es la definición de perfección.
¿Y Nayeon? Nayeon es torpe, tiene una panadería que le consume la mitad del tiempo y está tan malditamente asustada que no es capaz de luchar por todo lo que siempre ha querido.
— No es eso...— Susurra bajando la mirada, notando como el nudo en su garganta se hace más grande.
— Me da que es exactamente eso— Jeongyeon dice molesta, y Nayeon realmente no puede con eso.
— Tan solo... necesito un momento.
Nayeon no deja que Jeongyeon diga nada más, camina a paso apresurado al cuarto de baño y se encierra allí. Con la respiración agitada y las lágrimas amenazando con salir se sienta en el suelo, dejando salir las lágrimas mientras todos los miedos que había estado intentado dejar atrás durante aquel mes la abrazan, haciéndole saber que todo aquel tiempo habían estado ahí.
— Mamá .— Yuna toca a la puerta del cuarto de baño diez minutos después, cuando Nayeon ya se ha lavado la cara y tan solo buscaba el valor para salir ahí fuera de nuevo.
Nayeon abre la puerta, dejando pasar a su hija.
— ¿Que pasa cariño?— Nayeon le pregunta, comenzado a quitar la coleta que su hija llevaba para empezar a peinarla antes de bañarla.
— La entrenadora Jeong se ha ido— Yuna dice, mirando al suelo mientras su madre comienza a peinar su largo cabello.
— Oh— Es todo lo que Nayeon puede decir, sintiéndose horriblemente mal.
— ¿Sabes por qué?— Levanta la mirada para mirar a su madre a través del espejo frente al lava manos.
— No, amor— Nayeon niega, sintiendo como las ganas de llorar volvían.
— Yo tampoco. Ha dicho que le ha surgido una cosa importante, pero parecía triste.
Nayeon siente las lágrimas formase en sus ojos, pero es capaz de retenerlas y tomar aire para seguidamente sonreír.
— No pasa nada, ¿Vale?— Intenta tranquilizar a la pequeña, quien al ver la sonrisa en el rostro de su madre sonríe también.
— ¿Podremos hacerle galletas para que vuelva a estar contenta?— Pregunta un tanto más animada.
— Claro, preciosa.
Y Nayeon realmente espera poder recuperarse, volver a sentirse valiente y decirle a Jeongyeon todo lo que realmente quería.
Porque si no, sabe que va a arrepentirse por el resto de su vida.
Segundo cap de hoy, espero lo disfruten.
Nos vemos pronto, cuídense y tomen agua.<3
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