𖧧 ⁞ Capítulo 12 ༅
Nayeon tenía que haberlo sabido, que quizás jugar bajo la lluvia una mañana fría de otoño no era la mejor opción.
Pero aquella mañana estaba tan feliz, había tenido un delicioso desayuno junto a Momo y Yuna, quienes no paraban de preguntar sobre la noche anterior. Y Nayeon aún se sentía en una nube, aún podía sentir los labios de Jeongyeon contra los suyos, sus manos en su cintura y sus palabras repitiéndose una y otra vez en su cabeza como una canción pegadiza.
Quizás sabía que aquello pasaría, pero no le importó. Y ahora, rodeada de mantas y con la nariz roja, maldice no haberse quedado quieta
Porque ahora, estaba enferma.
— Sabía que te iba a gustar.— Yuna dice con emoción, sentada delante de Jeongyeon en el césped del campo de fútbol.
— Es una buena película.— Jeongyeon asiente con una sonrisa mientras intenta hacer de nuevo la coleta de la pequeña.
La niña sonríe mientras su entrenadora termina de atar su coleta y una vez está peinada de nuevo se gira para mirarla
— ¿Entonces ya son novias?— Pregunta con la mayor sonrisa en sus labios, sacando una risa sincera a la coreana.
— ¿Novias?— Pregunta divertida mientras frunce el ceño levemente.
— ¡Claro! Se miran como las mamás de Felix, las cuales están casadas, siempre sonríen como cuando la tía Momo ve a la señora de los tatuajes y tuvieron tenido una cita. Según mis cálculos, tienen que ser novias.
— No estoy segura de que funcione así.
— Debería, los adultos son raros— Yuna frunce el ceño con confusión, y Jeongyeon sonríe cuando se da cuenta de lo mucho que se parece a su madre— . Si quieren ser novias y darse besos en la boca como en las películas, deberían hacerlo.
Jeongyeon supone que la pequeña de siete años tiene razón, a veces las cosas parecen más complicadas de lo que realmente son. Y bueno, el realmente quiere intentar algo serio con Nayeon.
Sin embargo, se limita a sonreír y negar levemente con la cabeza.
— Creo que has visto demasiadas películas románticas, bicho.
— Son las favoritas de mi madre.— Responde encogiéndose de hombros.
— Ni me lo recuerdes, no sé cuántas veces me ha obligado a ver Crepúsculo.— Alguien dice detrás de ellas
— ¡Tía Momo!— Yuna exclama levantándose rápidamente para abrazar a su tía
— Hola pequeña.— Momo se agacha para abrazarla con la mayor sonrisa en su rostro.
— Momo, hola.— Jeongyeon la saluda con una pequeña sonrisa, a pesar de estar un tanto confundida
— Hola Jeongyeon.— Momo sonríe, apartándose de Yuna para mirar a la rubia.
— ¿Está todo bien?— Jeongyeon pregunta, aunque realmente lo que quiere decir es "¿Dónde está Nayeon?"
De golpe, el miedo de que Nayeon no quiera volver a verla después de su cita la invade.
— Sí, tranquila — Asiente, haciendo que Jeongyeon pueda volver a respirar— . Está un poco enferma.
— ¿Enferma?— pregunta confundida
— Jugamos bajo la lluvia y ahora mamá está enferma— Yuna explica.
Jeongyeon se muerde el labio, intentado sin mucho éxito retener la sonrisa que amenaza con salir.
— Porque no me sorprende— Murmura.
— Sí, Nayeon tiene ideas increíbles— Momo rueda los ojos y Jeongyeon asiente.
Hay un corto silencio que Momo corta rápidamente dando una pequeña palmada con sus manos antes de mirar a Yuna.
— ¿Tienes tus cosas, cielo?
— ¡Sí, aquí están!— Dice levantando con su mochila con todas sus cosas dentro.
— Pues despídete que nos vamos.
Yuna se acerca a Jeongyeon para abrazarla, quien se agacha para quedar a su altura.
— Adiós entrenadora Jeong— Dice abrazándolo con fuerza.
— Adiós bicho, saluda a tu madre de mi parte, ¿Vale?— La niña asiente.
— Le daré muchos abrazos y besos de tu parte.
Jeongyeon niega levemente con la mayor sonrisa en sus labios.
— Gracias enana.
La pequeña sonríe antes de volver con Momo, tomando su mano mientras empiezan a caminar hasta la salida del campo de fútbol.
Jeongyeon las ve marcharse mientras se muerde levemente el labio inferior. De repente, una idea aparece en su cabeza como un rayo de sol en mitad de una tormenta, y la rubia se encuentra a sí misma caminando a paso apresurado hasta Momo y Yuna.
— ¿Momo?— la llama, haciendo que la azabache se gire para mirarla
— ¿Si?
— ¿Me harías un favor?— Pregunta con una pequeña sonrisa tímida.
Momo sonríe, asintiendo levemente.
— Claro, ¿Que necesitas?
Nayeon ha perdido la cuenta de cuántas tazas de té ha tomado en todo el día, pero mientras ve crepúsculo rodeada de mantas con una taza recién hecha entre sus manos, no le importa. El té le alivia el frío y el dolor en su garganta, así que Nayeon pretende ahogarse en tazas de té hasta que Momo vuelva con Yuna.
Las cuales están tardando más de lo que deberían. Nayeon le había pedido a su mejor amiga que fuera a por Yuna, ya que a pesar de que moría de ganas por ver a Jeongyeon, Nayeon realmente no se encontraba del todo bien.
Va a llamar a Momo para preguntar porque tardaban tanto y si todo estaba bien cuando el sonido del timbre le interrumpe.
Y cuando abre la puerta, su corazón da un vuelco.
Jeongyeon se encuentra ahí de pie, vistiendo unos pantalones grises de deporte, una chaqueta negra de Adidas encima de una camiseta blanca y sus vans negras. En sus brazos tiene una bolsa de la compra y a su hija, la cual sonríe con un ramo de tulipanes entre sus manos.
— Al parecer, alguien tiene un serio problema con la lluvia.— Jeongyeon dice, y Nayeon siente como su corazón se infla de cariño, las mariposas se multiplican y emprenden el vuelo dentro de todo su interior.
— ¡Vamos a cuidarte!— Yuna exclama con emoción, estirando sus brazos para entregarle el ramo a su madre.
— ¿A cuidarme?— Nayeon pregunta con la mayor sonrisa en sus labios mientras toma el ramo entre sus manos.
— ¡Sí!— Yuna asiente, aún en los brazos de su entrenadora— Te vamos a cuidar mucho, para que te pongas mejor.
Nayeon justo ahí y en aquel mismo momento, quiere llorar, quiere ir a su habitación y encerrarse por el resto de la noche y llorar. Porque enserio aquello estaba pasando, realmente tenía a Jeongyeon y su hija delante de ella diciendo lo mucho que la iban a cuidar, con flores para ella.
Y quizás es el hecho de que está enferma y se siente malditamente sensible.
— ¿Te ha gustado nuestra sorpresa?— Yuna pregunta, al ver como su madre está falta de palabras, todavía demasiado sorprendida como para saber que decir.
— Mucho mi amor.— Dice con los ojos brillantes de emoción.
La pequeña sonríe, Jeongyeon entonces entra en la casa, dejando a Yuna con cuidado sobre el suelo, quien seguidamente corre hacia la cocina con Jeongyeon detrás de ella. Nayeon se muerde el labio antes de cerrar la puerta principal y seguirlas
— Hemos comprado varios tipos de sopas diferentes y la entrenadora Jeong ha comprado ese té caro que tanto te gusta.— Yuna dice con emoción mientras la rubia deja la bolsa de la compra sobre la encimera.
Nayeon piensa que jamás va a recuperarse, que quizás ese es el momento en el que su corazón no puede sostener todas las emociones que la golpean de repente.
— Jeong, no tenías que haberte molestado — Dice mirando a la rubia, dejando el ramo de flores a un lado de la bolsa.
— Yuna me ha dicho lo mucho que te gusta ese té y lo triste que estabas la otra mañana cuando te quedaste sin el— Responde encogiéndose de hombros, como si aquello fuera suficiente justificación.
— Pero no tenías que hacerlo.
— Claro que no, pero quería— Dice con una sonrisa.
Y es algo tan simple, un gesto tan pequeño, pero que se siente como la mayor declaración de amor del mundo. Porque nadie nunca se había molestado tanto en ella, nadie nunca se había molestado en comprar su té favorito o venir a su hogar a prepararle sopa porque está enferma.
— ¡Sí!— Yuna exclama mientras asiente— Porque tenemos que cuidarte mucho ¿A que sí, Jeong?
— Eso hemos dicho, bicho, sí.
Nayeon siente que no puede aguantarlo más, que quizás si no besa a Jeongyeon en aquel preciso momento su corazón explotará.
— Yuna amor, ve a ponerte el pijama. ¿Vale?— Pide con cariño, a lo que la niña frunce el ceño.
— Pero te tengo que cuidar.
— Y lo harás princesa, pero tienes que ponerte cómoda primero.
La niña suspira, pero se limita a asentir.
— Está bien, enseguida vuelvo— Dirige su mirada a Jeongyeon— . No empieces sin mí, ¿Vale?
— Jamás.— Le dice, y Yuna sonríe antes de salir corriendo hasta su habitación.
Una vez solas en la cocina, Jeongyeon la mira, cruzándose de brazos con una pequeña sonrisa.
— No sabes las ganas que tengo de besarte ahora mismo— Nayeon suelta sincera, y Jeongyeon se limita a levantar las cejas con sorpresa.
— Vaya, empezaré a comprar tú té favorito más seguido entonces.— Nayeon rueda los ojos.
— No seas tonta
Jeongyeon sonríe divertida acercándose a la castaña y colocando sus manos en su cintura para pegarla más a ella
— ¿Como se te ocurre?— Le pregunta en un susurro, tan cerca de ella, que Nayeon cree que puede escuchar los latidos desenfrenados de su corazón.
— No lo sé, no pensaba que me iba a enfermar.— Dice, notando como sus mejillas se encienden ante la leve vergüenza.
— ¿Y qué pensabas que iba a pasar, preciosa?
— ¿Que iba a mojarme y pasarlo bien?— Jeongyeon niega soltando una pequeña risa, y el corazón de Nayeon parece querer bailar al ritmo de esta por el resto de su vida.
— Ten más cuidado la próxima vez, no quiero que les pase nada.
Nayeon se muerde el labio, sin poder creerse nada de lo que estaba pasando. Sin poder creerse que a Jeongyeon realmente le importe, que realmente diga cada palabra con tanta sinceridad.
— Enserio quiero besarte.— Susurra mirándola a los ojos.
— ¿Y qué te detiene?
— Estoy enferma, no quiero que tú acabes igual.
— No me importa.
— Jeong...— Aparta la mirada, con sus mejillas rojizas y una sonrisa en sus labios
— He venido a cuidarte, te he comprado flores y tu té favorito— Jeongyeon dice, levantado el mentón de la castaña con uno de sus dedos— ¿Puedo recibir tan solo un pequeño beso a cambio, por favor?
Nayeon se muerde el labio, porque ¿Como podía negarse? ¿Como podría decirle que no a aquella mujer que parecía sacado de sus sueños más profundos? Así que no lo hace, con su corazón acelerado y las mariposas revoloteando, Nayeon toma el rostro de Jeongyeon entre sus manos y la acerca a ella para besarla lentamente.
Es un beso delicado, sus labios parecen haberse conocido toda la vida y bailan al mismo ritmo mientras Nayeon siente como un millón de fuegos artificiales explotan en su interior.
Posiblemente, las mariposas cansadas de revolotear explotando por tanto amor.
Cuando se separan para finalmente respirar, Jeongyeon deja un casto beso en su frente.
— Gracias— Dice con cariño, y Nayeon definitivamente podría desmayarse.
De repente, los pequeños pasos apresurados provenientes del pasillo indican que Yuna ya estaba lista.
— ¡Ya estoy aquí, ya estoy aquí!— Yuna dice corriendo hasta ellas, ahora vistiendo el pijama que Jeongyeon le regaló y levantando los brazos para que su madre la levante.
Nayeon lo hace, se separa de Jeongyeon y toma a la pequeña en brazos para seguidamente dejarla sentada sobre la encimera con la mayor sonrisa en sus labios.
— ¿Estas feliz?— Le pregunta a Nayeon, con sus ojitos llenos de ilusión, a lo que la castaña asiente antes de dejar un pequeño beso en la frente de Yuna.
— Mucho.— Le responde, y es todo lo que Yuna necesita para mirar a su entrenadora con emoción.
— ¡Lo hemos conseguido Jeong!
— Sí, bicho.
La niña vuelve a dirigir su mirada a su madre, empujándolo un poco antes de decir:
— Ahora, tú tienes que ir al sofá mientras Jeong y yo hacemos sopa para ti.
— Para las tres.— Nayeon le corrige con una pequeña sonrisa.
— Sopa para las tres.— La niña asiente.
— No te lo vas a creer, pero hemos comprado la mejor pasta para sopa del mundo.— Jeongyeon dice abriendo la bolsa del supermercado para sacar un paquete de pasta.
— ¡Pasta con forma de dinosaurios!— Yuna exclama con emoción.
Nayeon suelta una risa para seguidamente negar levemente con la cabeza.
— Atrévete a quejarte de mi problema con la lluvia.— Le dice a Jeongyeon, rodando los ojos.
— Al menos mi problema con los dinosaurios no me hace estar enferma.— Se burla haciendo que Nayeon le fulminé con la mirada.
Sin embargo, Yuna mira a su entrenadora y sonríe divertida.
— Jeong tenemos que cuidar a mamá, no restregarle sus claros problemas.— Nayeon la mira ofendida
— Te recuerdo que fue idea tuya jugar bajo la lluvia, pequeño monstruo.
— Soy solo una niña, y tú eres la mayor que aceptó.— Responde con una sonrisa inocente mientras se encoge de hombros, haciendo que Jeongyeon ría.
— La abuela simplemente no quiere aceptarlo.— Nayeon rueda los ojos.
— No las soporto, me voy.— Dice dándose la vuelta para volver a la sala.
— ¡Te queremos!— Yuna exclama, y una vez más, el débil corazón de Nayeon no cree poder sobrevivir.
Niega levemente, mordiéndose el labio en un intento de retener su sonrisa mientras vuelve a sentarse en el sofá, tomando seguidamente su móvil para encontrar un mensaje de Momo.
"Pásalo bien, te quiero ;)"
Aquella noche, las tres vieron películas entre platos de sopa y tazas de té. Hablaron de cómo había ido el entrenamiento, Jeongyeon y Yuna se burlaron un poco más de Nayeon para seguidamente llenarla de abrazos y besos.
Y Nayeon definitivamente podría acostumbrarse a eso.
Dios, realmente amo esta historia. Me encanta demasiado, aaa.
Espero la estén disfrutando, lamentablemente ya estamos cerca del final:(
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Gracias por leer<3
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