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𖧧 ⁞ Capítulo 06 ༅

Maratón 5/5:

—¿Mamá? — Yuna dice mientras Nayeon mueve sus manos mojadas y llenas de champú por la cabellera de la pequeña.

Se encuentran en el cuarto de baño de su acogedor hogar. Yuna está dentro de la gran bañera, la cual está llena de agua caliente, espuma y un patito que flota de un lado a otro. El olor a jabón es todo lo que les rodea y después de todas las emociones que había sentido horas atrás por fin encuentra un momento de tranquilidad entre las paredes blancas de su cuarto de baño.

—Dime, cielo. — Dice en un tono relajado.

—¿Por qué nos hemos ido tan rápido? No le he podido decir adiós a la entrenadora Jeong.

La tranquilidad dura poco cuando aquel nombre aparece otra vez, y Nayeon pone una mueca de incomodidad, aunque su hija no pueda verla.

—Había que irse. — Intenta decir de la manera más suave posible, como si en realidad no hubiera pasado nada.

—Pero tú dices que irse sin despedirse es de mala educación. — Y aunque la castaña no pueda verla porque está de espaldas a ella, sabe que su hija tiene el ceño fruncido

—Lo es. — Suspira. Porque ciertamente lo era.

—¿Entonces? — La niña aprieta los labios — ¿Te has enfadado con la entrenadora Jeong?

Nayeon suspira de nuevo y aparta las manos del cabello de su hija.

—No, Yuna.

La niña se gira en la bañera para poder quedar frente a su madre y mirarla con aquella expresión que gritaba regaño.

—Tú siempre me dices que hay que decir si algo nos molesta, porque la otra persona no puede leer la mente. Que es importante comunicar los sentimientos.

Rueda los ojos como una niña pequeña, maldiciendo el momento en el que dijo aquello.

—No tengo que comunicar mis sentimientos con tu entrenadora, ella es solo eso, tú entrenadora. — Yuna niega, insatisfecha con aquella respuesta.

—Pero la entrenadora Jeong te hace sonreír, le gustan tus galletas y estoy segura de que quiere ver sus películas favoritas y llevarte a una cita. — Dice apoyando sus manos mojadas en el borde la bañera mientras levanta las cejas de arriba abajo.

Nayeon entonces suelta una pequeña risa ante las palabras de su hija, de algún modo, le hacen sentir un poco mejor que ella piense eso. Al menos una de las dos lo hacía.

—¿Tú crees? — Le pregunta entonces.

—¡Si! — Exclama con emoción — Felix dice que los ojos de sus mamás brillan cuando se miran, y los de la entrenadora Jeong brillan mucho cuando te está mirando a ti.

Nayeon mira a su hija con adoración y se muerde el labio ante las palabras, pensarlo le da vértigo ¿Pero y si su hija tenía razón? Tal vez, el universo estaría de su parte, por lo menos esta vez.

—Eres demasiado observadora ¿Lo sabes?

—Tía Momo dice que lo he heredado de ella — Presume con orgullo.

Nayeon se ríe y niega con la cabeza levemente.

—Anda terminemos de bañarte antes de que se enfríe la cena.

—¿Ya se ha dormido? — Pregunta desde el sofá al ver a su mejor amiga salir de la cuarto de Yuna.

—¿Dudas de mi talento como cuenta cuentos? — Con una sonrisa Momo pregunta justo antes de desplomarse a su lado en el sofá.

Nayeon sonríe y le da un sorbo a su taza de té rojo del cual todavía salía humo. Aún tiene el corazón acelerado y jura que aún puede sentir el fantasma de los labios de Jeongyeon sobre los suyos.

—¿Cuánto crees que debe odiarme en una escala de la uno al diez? — Pregunta en un susurro.

Momo no puede evitar rodar los ojos ante lo dramática que su mejor amiga estaba siendo.

—La has besado Nayeon, no has matado a nadie.

Pero Nayeon niega, porque Momo realmente no podía entenderlo. No entendía lo bien que siempre se había sentido con Jeongyeon desde el primer momento, lo mucho que la rubia causaba en ella sin tan siquiera conocerse demasiado, la forma en la que había entrado en su vida como un huracán que a su paso había arrasado con todo.

—Ella es maravillosa Momo, demasiado como para ser real. — Intenta explicar — Adora a los niños, Dios, tendrías que ver cómo trata a Yuna, la forma en la que le hace reír... — Sonríe tontamente — No he podido evitarlo, realmente quería besarla.

—¿Entonces cuál es el problema?

—El problema es que no debí haberlo hecho, porque no se nada de su vida privada. Tal vez está casada, tal vez tiene hijos, tal vez se está viendo con alguien y...

La azabache niega.

—Entonces simplemente tienes que hablar con ella.

—Cuando lo dices tú parece tan fácil...

—Lo es, pero el miedo a que algo salga mal te hace verlo como la cosa más difícil del mundo.

Nayeon asiente, bajando la mirada a su taza de té.

—De todas formas, no puedo permitírmelo Momo, no solo soy yo. — Susurra.

Su mejor amiga frunce el ceño.

—Pero Yuna la adora.

—Ya, quizás demasiado. Pero no puedo dejar que la gente entre en nuestra vida y después tener que recoger mis pedazos y los de Yuna cuando se vaya.

Momo aprieta los labios, porque sabe que aquello era un tema un tanto delicado para Nayeon.

—Quizás nunca se vaya, quizás es momento de que permitas que alguien más cuide de ti y de Yuna. — Dice con cariño.

—Para eso te tengo a ti.

Momo lo mira, y Nayeon sabe perfectamente lo que quiere decir con esa simple mirada. Momo tendrá su propia vida y no podrá estar siempre que la necesite.

Nayeon sonríe con un poco de tristeza.

—Estaremos bien, siempre lo hemos estado. — La azabache asiente.

—Siempre van a estar bien, porque se van a tener la una a la otra. Pero Nayeon, tú también mereces ser amada.

La castaña aprieta los labios y apoya su cabeza en el hombro de su mejor amiga.

—Da mucho miedo. — Susurra.

—Lo sé — Momo dice acariciando su cabello — Lo sé

—Tranquila Yuna, seguro que a tu mamá se le pasará. — Felix dice apoyando su mano en el hombro de su amiga.

Yuna sonríe con tristeza, y está vez ni siquiera finge estar prestando atención a Jeongyeon, quien les ha mandado a calentar los diez primeros minutos de la clase.

—Mi mamá nunca se va sin despedirse, no quiero que se enfade con la entrenadora Jeong.

—Los adultos son raros, yo tampoco los entiendo. — Dice el rubio rodando los ojos, haciendo que Yuna ría un poco — Seguro que lo arreglan hoy cuando termine el entrenamiento ¿Vale?

La pequeña castaña asiente, sintiéndose mucho mejor con las palabras de Felix.

—Vale.

Yuna abraza a Felix con una sonrisa, esperando con fuerza que su amigo tenga razón.

Todos los niños corren hasta la puerta de metal del campo de fútbol, mientras un montón de madres los recogen y emprenden su camino a casa con sonrisas e historias de lo que han hecho hoy.

Sin embargo, Yuna se queda cerca de su entrenadora.

—Siento que nos fuéramos corriendo el otro día, te he hecho un dibujo. — Dice, con un papel abrazado contra su pecho.

Se lo entrega a la rubia con emoción en sus ojos y Jeongyeon siente que podría llorar. Yuna era la niña más dulce e inteligente que Jeongyeon haya conocido en toda su vida, y entonces, con el dibujo de lo que supone que es ella jugando al fútbol y un corazón verde dibujado en la parte de arriba, Jeongyeon se siente malditamente afortunada.

—Muchas gracias, ángel. — Dice antes de abrazarla — Y no es tu culpa cariño, supongo que tu madre tenía prisa.

Yuna se separa de su entrenadora y la mira con algo de preocupación.

—¿Tu y mi mamá están peleadas?

Aprieta los labios, y la realidad es que no sabe que responder a eso. Estaba confundida, había sido besada por aquella mujer que parecía sacada de sus sueños más profundos, y desapareció cuando quiso darse cuenta. Fue un tanto frustrante, pero no quiso darle demasiadas vueltas y hablar con ella, el próximo día.

Solo esperaba que Nayeon no se arrepintiera de aquel beso, porque sin duda ella no lo hacía.

—No estamos peleadas, no te preocupes. — Le sonríe.

—¡Genial! — Le abraza con fuerza, sintiéndose aliviada. — No quiero que se enfaden.

—No pasará, tu mamá es muy genial ¿Sabes? — Dice con una gran sonrisa.

—¡Sí! Es la mejor mamá del mundo. — Jeongyeon asiente.

—Estoy segura de eso.

—Aquí está la mejor futbolista de Corea.

Yuna se gira con sorpresa al escuchar aquella voz, y sale disparada con los ojos brillantes de emoción.

—¡Tía Momo! — Exclama llegando hasta ella, quien la toma en brazos con una sonrisa.

—Hola, preciosa ¿Qué tal ha ido?

—¡Muy bien! — Exclama, pero entonces frunce levemente el ceño — ¿Y mamá?

Momo de repente parece un tanto nerviosa, y no puede evitar sentirse algo mal al notar la leve decepción en la voz de la pequeña.

—Tenía mucho trabajo y he tenido que venir yo, siento decepcionarte.

—¡No pasa nada! — Dice antes de volver a abrazarla — Así conoces a la entrenadora Jeong.

La azabache entonces aparta la mirada de su sobrina para mirar a la mujer rubia que parecía un tanto incómoda ahora.

—Hola, soy Momo. — Se presenta con una sonrisa amable.

—Jeongyeon, encantada.

—Siento que Nayeon no haya podido venir... — Dice con una mueca, un intento de sonrisa que se queda en eso, intento.

—No hay problema.

Aunque en realidad aquello le molesta de cierta forma, Jeongyeon piensa que tal vez simplemente sea así, Nayeon teniendo mucho trabajo y para nada intentado evitarla.

Pero cuando Yuna se despide y la ve marcharse de la mano de la chica azabache, por tan solo unos segundos, siente envidia. Y cuando se da cuenta de eso, se asusta.

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