𝗜𝗹 𝗽𝗶𝗮𝗰𝗲𝗿𝗲 𝗱𝗶 𝗺𝗼𝗿𝗶𝗿𝗲
Contenido sexual
explícito +21
EL PLACER DE MORIR
by YELI
Aunque ya lo sabíamos
No pudimos detenernos
Lo más costoso del mundo ¿tal vez una mina ahogada en piedras preciosas, o el amor para los que prefieren darle algo de valor a un sentimiento tan patético? Oro, diamantes, inventos revolucionarios, ¡oh Dios! Podría pasar horas relatando el costo de aquellos neardentales con ansias de poder o dinero, como mejor te parezca, solo son imbéciles carentes de inteligencia, pero inmensamente ambiciosos.
Blasfemias; convivimos diariamente con aquella joya invaluable, por la que incluso las mayores guerras han sido desatadas ──no, sacate la patética idea de que hablo del amor──. Si posees un mínimo de sentido común haz de saber a lo que me refiero, si no, solo queda esperar por mí, como cada ser en este maldito mundo debe hacer.
Al principio me pasaba horas, incluso años, pensando si la atrocidad humana surge desde la cuna o es forjada por el ser humano. Aquel cuestionamiento solo tiene un propósito: buscar justificar la maldad de una persona, bueno, un monstruo realmente, porque eso somos, monstruos... Que algunos poseen un contrato moral ya es otro tema para el cual no tengo tiempo ni paciencia.
Bueno, prosigo, odio andar por las ramas, pero es necesario para que una mente tan... Idiota, entienda.
Sangre.
Por más incoherente que suene, aquel líquido carmesí ha sido el "objeto" invaluable o más costoso del que hablamos. Las guerras dejan sangre en el pavimento, esto sigue con malditos perros con su torrente sanguíneo hirviendo por orgullo, dolor, o vayan a saber ustedes. Entonces, ¿se comienza a entender?
Si un idiota rapta a la esposa de otro idiota corre sangre de personas realmente irrelevantes en la disputa, y así, un círculo visioso y sangriento sin fin. Sí, esto fue un poco de mitología griega.
Sé que me saldrás de nuevo con la cháchara del amor, pero no, es una mera excusa para esconder el deseo voraz de sangre, poder, ambición. Todo vuelve a recaer en el líquido carmesí.
Ahora, no te di esta clase magistral solo por bondadoso. ¿Qué pasa cuando la sangre y el poder están en bandos diferentes?
Llegamos aquí; con el ruido incesante de patrullas policiales junto a un par de disparos... Más bien una maldita balacera, pero a este punto de mi vida, lo considero gajes del oficio, incluso ver como la escena se ha convertido en un río sangriento me causa cierta satisfacción. La esquina de mi boca se curva. Aquí vamos.
──¡¿Dónde mierda está?! ──Grito jalando mi cabello hacia atrás un tanto desesperado ya. Veía el caos provocado por un hijo de puta en busca de atención y ¡joder! Sí que lo logró.
Mi vista era cegada por las luces rojas y azules tan conocidas. Divisaba por las ventanas rotas y viejas más patrullas acercándose y yo aún no conseguía al maldito.
Miré a mis pies, mi costoso y preciado calzado Gucci yace manchado con el agua de tuberías rotas la cual contiene todo tipo de asquerosidad que pase por tu mente. Mi ceño fruncido se suaviza siendo reemplazado con una sonrisa amarga al observar la sangre también en mis blancos zapatos; otro par que tendría que adjuntar a la cuenta bancaria de aquel ruso. Todo lo que hago por salvar un jodido trasero bien formado. Increíble.
El piso de una madera demasiado vieja para deducir el año de fabricación crujía en cada uno de mis pasos. Sí, había mucho más ruido a mi alrededor, pero ese en particular me estaba dando jaqueca.
──¡Señor, no está por ningún lado! ──Escucho a uno de mis hombres gritar por encima de todos los sonidos mezclados.
Gruño, ese idiota no se atrevería a tenderme una trampa de la cual sabe que puedo escapar en un pestañeo... de hecho sí lo haría.
Camino a paso firme en medio de las balas cruzadas con la molestia a tope. Un policía se topa en mi paso, observo al susodicho un instante, éste tiembla solo porque sostengo mi pistola con firmeza. Le disparé. ¡Ay por Dios! Le hice un favor al cuerpo policial del país. Tampoco es como si realmente me importe añadir una muerta a mi ya extensa lista. Todo por atravesarse cuando tenía cosas más importantes que hacer... o rescatar.
La sangre no sólo manchó mi traje, también llegó a mi cara, salpicando mis belfos, los cuales limpio pasando mi lengua, hago una mueca de disgusto ante el sabor.
Disparo a diestra y siniestra. Mi paciencia ──evidentemente corta── llegó a su límite. Ya no me esfuerzo en ver las placas policiales para entretenerme leyendo los nombres antes de disparar, ahora el que se atraviesa en mi camino sale con una o dos balas perforando alguna parte de sus asquerosos cuerpos. El mundo está sobrepoblado ¿no? Estoy haciendo un acto de caridad.
Rojo. El color carmesí empieza a decorar la casa a punto de desmoronarse.
Mi mirada es cegada por ese tono brillante.
Dentro de mi nebulosa de oscuridad y rojos diviso aquella silueta tan conocida siendo acorralada por un policía, ¿debería ayudarlo? No, él se metió en esta mierda, debe saber cómo salir de ella. No evito tornar mis ojos en blanco cuando así sucede; su mirada se posa en la propia, me regala una maquiavélica sonrisa que promete sadismo y lascivia a la vez, luego agarra al policía por el cuello y pasa sin pena alguna una navaja por éste, jodiendo la carótida del policía y bañándose en la sangre que suelta como cerdo en el matadero.
──¡Ahí lo tienen. Agarrenlo, y lo suben a la camioneta como de lugar! ──Declaro fuerte y claro mientras me dispongo a salir de la escena sangrienta a paso tranquilo. Policía que intenta detenerte, policía que lleva una de mis costosas balas de plata entre ceja y ceja.
El muy sciagurato me sigue, a la vez que mata a un par de mis hombres tan solo por gusto, luego de divertirse un rato se deja agarrar por diez de mis hombres, maldito, de seguir así tendré que contratar más hombres por mes... ¡Abasteciendo a la jodida Famiglia solo por un bastardo ruso! Absurdamente patético.
[desgraciado]
Salgo de la casa abandonada, no sin antes dar instrucciones de quemar el lugar. Detrás mío van los hombres escoltado a mi adicción.
Veo la camioneta negra estacionada siendo encendida de inmediato por el conductor.
Jodidamente negra.
──¡Les dije que quería una blanca, no está porquería! ──Bramo ──No quiero a nadie aquí, se van en las otras camionetas
El idiota al ver a mis hombres retirarse empieza a negar lentamente con la cabeza, lo observó con mi mandíbula tensa y mis ojos que seguramente estarán tan gélidos como de costumbre.
──De seguir tan caprichoso y tratando a tus hombres así, será fácil pagarles para mandarte a asesinar ──dice divertido.
Avanzó lentamente hacia él, no le importa, no se deja intimidar. Alza una de sus cejas mientras mantiene la esquina de su boca alzada en una sonrisa burlesca.
──Hazlo, lo esperaré ansioso ──resto interés. Tomo su mentón. Sus ojos brillan ante mis palabras, aquella frase fue como un hechizo para él ──. No tendría que rescatar tu jodido culo cada vez que la cagues ──apenas mis palabras fueron soltadas estalló en carcajadas, ¿nada de lo que le diga le afecta? No, en absoluto.
Los mechones rebeldes de su larga cabellera azabache son peinados hacia atrás sin delicadeza por sus dedos y la expresión divertida en su rostro desaparece junto con esos mechones, mi agarre en su mentón no lo hace.
Mandíbula tan tensa como la mía, labios apretados en una fina línea, solo destila frialdad.
──En ningún momento pedí tu ayuda ──incluso el tono de su voz ahora contiene matices demasiado oscuras ──. Aparte, hijo de puta, sabes perfectamente bien que puedo matar a todo tu ejército solo por un rato de diversión.
Agarra con firmeza mi brazo, de seguro dejando futuras marcas en el proceso, mi mano deja su mentón, bajando al cuello, lo rodeo con mis falanges fríos, no se inmuta ante el acto. Aprieto mi agarré en su cuello, sonríe con ínfulas de superioridad, pero sus ojos siguen fríos e inexpresivos. Las mejillas comenzaban a perder color por la falta de oxígeno, pero él lucía imperturbable... extasiado.
──Su ──ordené soltando su pálido cuello, que yacía marcado de manera exquisita por mis manos. Una maldita obra de arte. Él no dice nada, más también suelta mi brazo y sin decir palabra alguna sube a la parte trasera del auto. Lo sigo, subiendo. Cierro la puerta con tanta fuerza que el conductor dio un salto en su lugar.
[sube]
Bajo la ventanilla de mi lado, veo el caos que solo una persona puede lograr que yo haga. ¡Joder! Sacan cuerpos inertes, pero todo se detiene en el momento exacto donde las llamas hambrientas devoran toda la casa e incluso empiezan a expandirse por los jardines llegando a las patrullas. Otro cargo que agregar a mi extenso expediente policiaco.
──"Quemaría el infierno solo por tí" ──murmuró el azabache para sí, evidentemente logré oírlo.
──Cada frase que sale de mi boca es legge. Métete eso en el cerebro, Jungkook ──respondí y de nuevo vi como el brillo volvía a esos ojos marrones fácilmente confundido con negros.
[ley]
En la camioneta no se escuchó ningún ruido durante el camino, las miradas de ambos se cruzaban de vez en cuando, todas esas veces siendo más que intencionales.
Entre este Ejecutor ruso y yo; el Capo dei capi, nada era coincidencia.
[Jefe de jefes]
Luego de una hora o más ──no lo sé con exactitud── la camioneta fue estacionada frente a la villa principal de la Famiglia.
──Sr. Hemos llegado ──informó el hombre tras el volante.
Lo ignoro por completo abriendo la puerta de la camioneta y saliendo de ésta, quedó con los asientos manchados de un rojo opaco porque la sangre se había secado. Jeon me sigue sin rechistar; este no era su territorio, por muy desagradable ──para él── que suene, tiene que atenerse a las reglas del Diavolo. Yo.
[Diablo]
──¡No quiero a un jodido hombre merodeando la villa! ──Grito. ──¡Largo!
──Pero Sr. No es un buen momento, la policía lo busca.
Jungkook dejó de observarme, cosa que odio de una manera en que no debería, posó su mirada en el guardia en cuestión. Sonrió de medio lado y negó, aquel sujeto le llevó la contra al mismísimo Kim Taehyung, oh, ese acontecimiento solo puede terminar en una cosa.
Saco el arma, sin pensarlo mucho disparo a la cabeza del hombre, dejando una perforación letal en medio de su frente. Y de nuevo, mi traje adquiere más sangre, hago una mueca de disgusto ante eso.
──Alguien más desea dar su opinión ──parecía una pregunta, pero todos aquí saben que es una afirmación para seguir gastando las balas de mi arma.
──¡No, Señor! ──Exclaman al unísono antes de comenzar a retirarse en filas ordenadas y menos mal es así, odio el desorden.
──Entra ──me dirijo a Jeon, quien mantiene una postura despreocupada, aquello me hace retomar la molestia apaciguada por la quema de la vieja casa ──¡Ahora! ──Gruño a nada de perder la paciencia que no poseo cuando se trata del azabache.
──¡Tú no me mandas! ──Grita altanero.
──Bien. ──Me alzo de hombros ──Te puedes ir. Pagas mi traje con cualquiera de mis hombres.
No lo miro, solo entro al jardín de la villa, maldito día en que decidí que un jardín grande era maravilloso, gracias a mis idiotas decisiones tengo que caminar unos quince minutos para llegar a la entrada principal de la mansión.
Escucho pasos detrás de mí, sonrio por lo bajo.
──¡Espera! ──No lo hago, sigo mi rumbo ──¡¿Me dejas ir así de fácil luego de todo lo que provoqué?! ──Pregunta, aunque más bien parece una queja. Detengo mis pasos, más no vuelvo a verle.
──Sí. Solo eres un Ejecutor de la Bratvá jugando a llamar la atención del Capo de la Famiglia ──digo impasible ──. Deja de hacerlo, un día terminarás muerto.
──¿Acaso te importa? ──Inquiere con la amargura pintando sus palabras.
──No, sería un problema menos.
Siento como mi brazo es agarrado con una fuerza infernal, lo que me obliga a girar para no terminar con una posible fractura. Lo miro directo a esos orbes de un marón tan espeso que podría fácilmente ser confundido con negro. Los ojos son la ventana del alma, noto en ellos dolor, pero aquello rápidamente es reemplazado por determinación.
¿Qué mierda quieres jugar hoy, Jeon?
──Mátame tú entonces ──dice peligrosamente cerca de mí, incluso puedo sentir su caliente respiración acariciar mi rostro. Sus labios rojizos y malditamente apetecibles rozan peligrosamente los propios ──. Hazlo de una manera placentera ──susurra y siento como en cada palabra pronunciada con sensualidad nuestros belfos se rozan de una manera tan efímera y frustrante, solo quiero estampar mi boca contra la suya de forma salvaje, morder ese labio inferior al punto de saborear el metálico sabor de su sangre.
Tan malditamente bueno.
──Così sia, elisir.
[que así sea, elixir]
Aún con mi brazo en posesión de Jeon, elimino por completo los escasos centímetros que me separaban de aquellos labios tan apetecibles.
Esto no es dulce o tierno, no es una novela rosa. Aquí nos devoramos tan condenadamente bien en busca de dominar el juego que recién comienza. Nuestras lenguas se sumergen en una danza rápida, pero no menos excitante. En un momento me adueñó de su labio inferior, lo muerdo, él gime en mi boca disfrutando el maltrato a sus belfos.
Gané, él supo que apenas soltó aquel sublime gemido que murió en nuestras bocas; yo dominé esta partida.
Su mano aun sostiene mi brazo, aplica más fuerza en su agarre, logrando que esta vez sea yo quien suelte un sonido indecoroso ante el dolor de mi brazo.
Quiere dominar.
Me separo abruptamente de Jeon, la pecaminosa imagen de sus labios húmedos por el líquido rojizo que suelta por la herida en su labio inferior es un delirio para mí. Éste respira de forma agitada, yo igual. Veo en sus ojos el hambre plasmado en su retina, los míos de seguro deben lucir igual, incluso peor.
──Entra ──dicto luego de recuperar el aliento perdido por el beso, aunque dicho término es minimizar lo que hicimos. Jodidamente nos follamos la boca ──. Esta vez comportarte como un jodido hombre y no como un puberto en etapa de rebeldía ──término impasible mientras acomodo como puedo mi traje rojo, el cual antes de esta noche era tan blanco como la nieve.
Jodido elisir.
No evitó sonreír con suficiencia cuando sin una queja por su parte suelta mi brazo, debía tener tonos violáceos por la falta del flujo sanguíneo. En un sonido sordo las puertas de la mansión son abiertas por el azabache y entra tal perro por su casa, directo a la habitación ya tan conocida por ambos; ella fue testigo de todos y cada uno de nuestros encuentros impuros, y no, no hablo de algo tan banal como penetración o delación.
Va más allá.
Al perderlo de mi campo de visión decido adentrarme a mi casa. El ensordecedor silencio es cortado una y otra vez por el resonar de mis mocasines contra el lujoso mármol que decora el suelo de toda mi morada. ¿Excéntrico? Es lo que soy.
Me despojo de mi maravillosa gabardina empapada en sangre, dejándola tirada a la espera de ser recogida mañana por alguien de la servidumbre. Voy al bar que yace a las esquina del living, tomo un vaso de vidrio, agarro la primera botella de whisky que se cruza por medio; "Macallan Fine and Rare de 1926" leo en la etiqueta, vierto el líquido color ámbar en el vaso y sin pensarlo tanto lo tomo de un solo sorbo. El líquido ámbar quemando mi garganta.
"Mátame" El recordatorio de lo que pidió hiciera esta noche llega a mi mente, jodiendola de manera que nada ni nadie lo ha hecho y puedo asegurar que en este mundo ilegal del cual soy el rey he presenciado toda clase de atrocidad.
Dispongo a servir otro trago, no creo poder hacer lo demandado en estado de sobriedad. Me detengo, no morirá a manos de un borracho, no lo hará, es el mayor hijo de puta que conozco ──luego de mi persona, claramente──, pero aún así merece una muerte digna.
El silencio es tan abrumador que el constante tic tac del reloj en mi mano izquierda es lo único que se escucha en la soledad de la villa.
"¿Qué pasa cuando la sangre y el poder están en bandos diferentes?"
Es hora de averiguarlo.
Desabrocho los botones del puño de la camisa.
¡Por Dios! Estoy en la lista de los más buscados del mundo, he torturado más personas de las que podría acordarme y siento ¿ansiedad? ¿Nervios? Por matar al jodido asesino más buscado del mundo, debe ser un puto chiste de mal gusto.
No lo era.
Porque ahora estoy caminando en dirección a las escaleras que me llevarían a la habitación donde un Jungkook estaba dispuesto a morir por mis manos. Mierda.
Somos tan dañinos,
tan dañinos
Cada escalón que subía se sentía más pesado que el anterior, mi mente trataba de idear un escenario en el cual Jeon no termina bañado en su propia sangre, pero no hay nada.
Llegué al segundo piso, caminé por el pasillo derecho, desde lo lejos vi esa habitación con la puerta abierta esperando a ser cerrada por mí. Llegué, me recargue en el marco de la puerta, tenía una vista jodidamente buena.
Su pálida piel brillaba encantadoramente por los rayos de la Luna que se asoma por el ventanal del lugar, los primeros botones de su camisa negra arremangada yacían desabrochados dando una eterna vista a sus clavícula marcadas y un poco de ese pecho bien trabajado con varias cicatrice. Cicatrices que besé y lamí en algunas ocasiones, o que yo mismo hice en otras ocasiones.
Era el mejor lienzo que alguna vez tuve el piacere de pintar.
[placer]
Sentado en la orilla de la cama King Size, con sus definidas piernas abiertas, dando una imagen imponente y no dudo que Jeon lo sea, pero dentro de estas cuatro paredes mando yo y eso le excita tanto como a mí; me mira, a la espera de lo que sea que yo esté dispuesto a darle. Tal vez placer o dolor, ¿por qué no ambos?
──Desvistete ──murmuro con la voz dos tonos más bajos de lo usual. No me había tocado, no lo he tocado y ya lograba un caos en mí. Sus movimientos para seguir mis órdenes son tan lentos que me desesperan ──. Veloce ──dije en un perfecto italiano, sé el efecto que causa aquel idioma en él, más omite mi orden, maldición, quiere que lo acabe y no siquiera hemos comenzado.
[Rápido]
Se levanta de la cama mirándome fijamente, esos ojos lucen hambrientos por el deseo que solo yo le provoco.
De manera lenta comienza a desabotonar los botones que restaban de su camisa, mantiene la vista en mí mientras sonríe de medio lado; tan seductor, como el mismísimo pecado hecho persona. Cuando termina con los botones de ésta, la desplaza por aquellos brazos fuertes, y luego cae al piso con un sonido sordo. Siguen sus pantalones negro cargo, ya que las botas de seguro se los quitó al apenas entrar en la estancia. Desabotona el único botón de la prenda y la baja, deshaciéndose de ella de forma bastante rápida, quedando así en tan solo uno bóxer negro que acentúa sus nalgas y esa 'V' tan bien definida que inicia en el final de su abdomen y se pierde en la prenda íntima.
──¿Lo debo quitar también? ──Pregunta es aquel tono de obediencia que tanto disfruto.
Niego lentamente con la cabeza.
──No, dejemos eso un rato.
Camino con las manos guardadas en los bolsillos de mi pantalón de pinzas, llegó al frente de él, apenas lo miró directo a sus orbes baja la cabeza... Tan malditamente obediente.
──Dejaré que tomes tu última decisión de la noche ──susurro por lo bajo, mientras tomo su mentón haciendo que me vea ──: ¿suspendido o acostado?
──Suspendido ──sentencia sin pensarlo tan siquiera, maldito idiota masoquista.
Lo dejó ahí sin darle instrucción alguna, me dirijo al armario que difiere de lo normal. Lo abro viendo toda clase de objetos para torturar y dar placer en partes iguales, desde una simples pinzas para pezones hasta una fusta de cuero con espinas filosas a lo largo de la extensión elaboradas de rubí, lo último es una joya que mande a confeccionar yo mismo para el azabache. Alejo mi vista de los objetos, aún no necesito ninguno, voy a uno de los cajones, lo abro viendo desde antifaces a vendas de seda, tomo una venda negra de seda, podía sentir como la tela acaricia mi palma. Me alejo, cerrando de forma escandalosa el armario.
De nuevo con el azabache, estoy tras él. No me resisto y las yemas de mis dedos trazan un camino apenas perceptible por su brazo, siento como su cuerpo reacciona automáticamente cuando la piel de la zona se eriza.
──Solo he tocado un poco y mirate, ya tan necesitado de mí como un adicto a su droga favorita ──hablo peligrosamente cerca de su oído donde no evitó morder el lóbulo de éste, gruñe ──. Tan necesitado.
Llevo la venda entre mis manos a cubrir la vista de Jungkook, amarré con fuerza, no queremos que se suelte antes de tiempo. Mi dedos se enredan en su sedosa y larga cabellera azabache, suelta un gruñido al ser atacado con la defensa baja, jalo de mi agarré con fuerza, lo guío a otra parte de la enorme habitación.
──Sabes, hace no mucho mande a hacerle unos pequeños arreglos a la barra separadora ──informo agarrando una de sus manos, la dirijo a uno de los agarres de la barra ──, instalé un mecanismo para que se eleve cuanto yo desee. ──Prosigo terminando de cerrar bien el brazalete de cuero, asegurándome que no se suelte por nada.
El diminuto control de la barra yace en el bolsillo trasero de mi pantalón.
──Ahora tocas el piso, pero si gimes, si tu boca suelta el mínimo sonido o te corres la barra subirá cinco centímetros, en caso de lo último son diez centímetros. Entre más elevado estés más difícil será mantener el peso de tu cuerpo y la sangre poco a poco dejará de llegar a tus brazos; si llegamos más lejos podrías terminar con los brazos fracturados en el peor de los casos. ──Término de asegurar el brazalete de su otra mano. Lo que suelta mi boca solo enciende la excitación en Jeon, quien portaba una semi erección entre su bóxer ──Si no lo soportas sabes que decir.
Doy la vuelta quedando frente a Jeon, muerde su labio inferior lastimado por la emoción desmesurada del momento.
──Rojo ──pronuncia con el tinte burlesco característico, esa palabra no es la de seguridad, es un claro y fuerte "Más".
Mi palma contra la piel de su mejilla resuena en todo el lugar.
──Maldito insolente ──mastico con la molestia burbujeando en mi interior.
Su mejilla pálida ahora está decorada con un intenso rojo que marca mi mano y los gruesos anillos de forma exquisita.
──N-negro. ──suelta apenas.
──¿La bofetada te hizo recordar? ──Pregunto. No responde al paso de los segundos y otra bofetada resuena, ésta deja un corte en el moflete donde un hilo de sangre emana ──¡Responde mierda!
──Sí.
No resisto la tentativa vista de la sangre trazar camino por su mejilla. Me acerco más, paso mi lengua lentamente limpiando el bello rostro del adonis que me encuentro sometiendo. Sonrio con suficiencia cuando Jeon aplicó más fuerza a la mordida en su labio inferior.
──Così dannatamente buono ──farfullo para mí, aunque es inevitable que Jungkook escuche mis palabras.
[Tan malditamente bueno]
Poso mis belfos en la curva del blanquecino cuello del azabache, succiono con fuerza mientras saco mi lengua. Jeon puede aguantar cortadas en su cuerpo sin soltar palabra o sonido alguno, pero jamás podrá resistirse a mis besos lascivos y húmedos.
Gime.
Sus pies dejan de tocar el frío mármol, ahora oficialmente está suspendido y puedo continuar con lo realmente bueno.
De mi bolsillo saco el encendedor plateado junto a una caja de cigarrillos.
──¿Soy así de bueno que tu bóxer tiene una mancha húmeda? ──Me burlo con la mirada fija en la entrepierna de Jungkook.
──Lo es ──responde sincero y sonrío ante aquella respuesta que solo alimenta mi ego.
Saco un cigarro de la caja, lo coloco entre mis húmedos labios sedientos por el azabache. Abro el encendedor, lo acerco prendiendo el cigarro. Doy una calada y lo aparto de mis labios, suelto el humo directo al rostro de Jeon, quien en vez de toser por las toxinas, aspira con fuerza todo el humo.
──Cambio de reglas, tienes que responder todo lo que pregunte sin soltar algo más que la respuesta. No tartamudeos, palabras con gemidos o suspiros de por medio ──digo, porque si va a ser nuestra última noche debo darle respuesta a todas las incógnitas que llevan como nombre "Jeon Jungkook".
El cigarro entre mis largos falanges es estampado en el pectoral izquierdo de mi amante. Se retuerce ante la quemadura provocada, más sus labios se mantienen sellados. Así sigo por un rato, todo su torso se retuerce con pequeñas marcas al rojo vivo ocasionadas por unos cuantos cigarrillos. Su apetecible polla pedía a gritos salir de ese incómodo bóxer, más no le doy aquel gusto.
Esperé tenerlo en este estado para empezar las preguntas; lo quiero en su estado más vulnerable y sumiso, necesito a su mente desconectada de pensamientos racionales.
──¡¿Por qué mierda el espectáculo de hoy?! ──Mientras bramaba mi pregunta mi mano fue a su abdomen bajo donde acaricio un poco, aquel lugar no era mi objetivo final, sigo bajando hasta escabullirme por el empapado bóxer del azabache. Siento su dureza caliente contra mi fría palma, doy unas cuantas caricias observando como de los labios de Jungkook caen gotas de sangre que terminan en su torso o en el piso ──Responde ──mando.
Sé que está perdido en el placer. Fue criado en la maldita Bratva bajo torturas que jamás me atrevería a hacerle. Esto es mero juego de placer, el dolor una pequeña dosis de éxtasis para aumentar el livido.
──Quería joderte el... ¡Mierda! ──Intenta explicar más la majestuosa atención que le brindó a su miembro lo detiene.
Resuena la barra a ser subida más, Jungkook gruñe ante el movimiento.
──Habla. ──Saco mi mano del bóxer, llevo un dedo a mi boca saboreando como un maldito descarado su pre-semen. Mierda, necesito que responda la jodida pregunta y así darle un premio que nos convendrá a ambos.
──No te veo desde hace seis meses ──confiesa agitado, lo dejo pasar, sé que hace un gran esfuerzo, su cuerpo perlado en una fina capa sudorosa me lo confirma.
──¡Provocaste una jodida masacre! ──Le grito, no dejando notar cuánto me agradó su respuesta.
La erección encerrada en mis pantalones palpita al ver con en los labios del otro surca una sonrisa torcida; estaba reviviendo el momento en su cabeza, el cómo gozó matando a oficiales y hombres que podrían tener familia, esposas que quedarían viudas, hijos huérfanos.
No debería, pero esa maldad sin límites excita cada fibra de mi ser y ¡joder! Que me enloquece la sensación.
──¿Lo valgo? ──Hablo desde lejos, algo que notó al instante. Estoy de nuevo dentro de aquel armario buscando uno de dos artefactos que usaré en él mientras espero su respuesta.
Quiero que diga algo excitante, pero sé que a pesar de su estado entendió el trasfondo de mis palabras; del jodido capo sin alma alguna y con una maldad comparable a la del mismísimo Lucifer.
──Vales incluso más ──murmura muy bajo, incluso por un momento pensé que era una tortura de mi mente, pero no es así.
──¿Cuánto? ──Inquiero volviendo al frente de él, lo admiro un rato, luce efímero.
La piel bañada en sudor, su labios tintados en carmesí por la sangre. Su torso completamente marcado como mi mejor obra de arte por la caliente colilla de cigarro.
Sì, è il mio elisir.
[Sí, es mi elixir]
Doy la vuelta y me vuelvo a quedar tras él.
──Invaluable ──su voz suena más firme, las torturas habían cesado un tiempo.
No debería, pero es inevitable como sus palabras producen estragos en mí. Lo odio, lo odio, lo odio.
La cuchilla afilada de plata hace un perfecto corte a lo largo de la espalda formada del otro sin piedad o compasión. No lo hago por su placer, por mi delirio, lo hago porque tengo que hacerle sentir dolor, necesito creer que no me importa si aquel largo corte fuera más profundo de lo que debía ser.
──¡Ahg! ¡Mierda! ──Gritó y siendo un cobarde no subo la barra.
Fallo.
Fallé porque mi mente se niega a ir más allá.
Lo invaluable es subjetivo.
Para Jungkook yo soy invaluable, por lo que prendería al mundo en llamas.
Por lo que moriría.
──No lo valgo ──murmuro ido en mis pensamientos.
Sacudo la cabeza, espabilando de mis torturantes pensamientos. Agarro con mayor seguridad la cuchilla, la desplazo de nuevo por la espalda. Gime como el maldito psicópata que es. Por fin tras ello veo más que la nube oscura.
Mis ojos enfocan lo que estoy haciéndole a su espalda.
"V"
Mierda.
Lo acabo de marcar como mi maldita propiedad.
No puedo seguir.
Tiro el cuchillo y el otro objeto ambos caen en un agudo sonido, mis manos temblorosas desatan el nudo de la venda, ésta cae delicadamente por los párpados cerrados de Jungkook quien poco a poco recupera su visión.
──Vete ──pido sin mirarle, suelto los brazaletes torpemente.
Aun si podemos ver el fin,
aun si está por colapsar
Cae de pie a pesar de todo lo que le he hecho esta noche. Me mira interrogante, lo siento, pero no me atrevo a verle.
──Sabes la salida. ──Me cruzo de brazos caminando hacia atrás, alejándome lo más posible del sujeto de cada deseo, pensamiento y...
──Taehyung, ¿qué mierda te pasa?
Dentro de mi neblina de pensamientos escucho su voz, voz con una delgada capa de preocupación cubriéndola.
No, no, no.
──Vai una fottuta volta! ──Grito al borde del colapso, no, ya estoy colapsando.
[¡Vete de una puta vez!]
──¿Por qué tiemblas? Cálmate, por favor ──pide atrayendo mi cuerpo a él, no sé cuando empecé a sentir su calor corporal tan reconfortante.
Mis piernas fallan, ya no puedo mantenerme de pie.
──¡Taehyung! ──Brama sosteniéndome con mayor fuerza, porque casi caigo al piso.
¿Qué me pasa?
Parece un limbo, no siento, no veo y la respiración es irregular.
Tiene nombre y apellido, y es ese tipo que me sostiene como si fuese lo más valioso para él.
Lo soy.
Merda.
[Mierda]
Dentro de mis nublados pensamientos percibo como de un movimiento apenas brusco me carga tal princesita que necesita ser rescatada. Es tan patético, tan humillante, pero no encuentro nada mejor que recargar mi mejilla en su pecho herido. Aquel acto ni siquiera le saca una mueca adolorida.
──Hey, respira, hazlo, Taehyung ──su voz es como un soplo de claridad en medio de mi tremenda oscuridad.
Me deja caer en medio de una superficie acolchada, la cama deduzco. Intento hacer lo que pidió, comienzo a regular mi respiración y enfocar mi vista, lo primero que contemplo es el rostro preocupado de azabache, sus dedos acariciar con parsimonia mi cabellera rubia.
──Veme a mí ──susurra, se siente tan íntimo que lo detesto ──. Mírame solo a mí ──pide suplicante.
──Deja de comportarte así ──digo con dificultad cuando logro estabilizarme.
──No te voy a dejar en este estado ──asegura pasando su pulgar por mi mejilla y recién en ese instante me doy cuenta que estaba llorando, era apenas un par de lágrimas, pero ahí estaban.
Me senté de golpe, mi cabeza dio vuelta por el brusco movimiento, pero no le di importancia.
──Bien, entonces hazme olvidar mi patético estado ──pido, necesito recordar la relación que tenemos, una relación basada en el placer y el dolor.
Jungkook toma lugar a mi lado.
──Haz lo que desees conmigo, no te contengas ──me cede.
Niego repetidas veces, volteo y lo miró directo a los ojos, se ven tan preocupados, no debería. Tendría que estar saltando porque su enemigo está débil, pero no observó un atisbo de odio o satisfacción.
──No entiendes ──Tomo una bocanada de aire ──. Quiero que me domines, que hagas conmigo lo que te plazca.
Usaría cualquier medio para dejar de sentir esto que no tiene nombre, ni tampoco se lo quiero poner.
──Tae, nunca hemos-
──Fallo e basta! ──Grito perdiendo el control, já, ese lo perdí hace un buen tiempo.
[¡Solo hazlo!]
──Bien ──es lo único que suelta mientras desvía la mirada. No quiere, no quiere lastimarme ni siquiera cuando sabe a todo lo que fui sometido antes de ser el Capo dei capi.
──No te contengas ──ordeno tomando su mentón entre mi mano ──. Piensa que soy una puta a las que usas solo para descargar tu estrés
Algo amargo se instaló en mi pecho ante la idea de ser una puta más en su lista.
Ya no podíamos detenernos
De ningún modo
Me tomó de ambos brazos, en un ágil movimiento se sube encima de mí y yo caigo en la cama. Su mirada arde; ira y descontrol.
Odió mis últimas palabras.
──¡No eres una puta! ¡No te vuelvas a comparar con algo tan patético e insignificante! ──Gruñe a centímetros de mi rostro ──Eres Kim Taehyung, el jodido Capo dei capi de la Famiglia, ¡Joder!
Su rodilla afinca en medio de mis piernas, no me hago del rogar y las abro dando paso a que él se instale en medio de ellas.
──No me grites ──gruño apretando los dientes.
Jeon soltó una ronca carcajada que sin duda causó estragos en mi nula racionalidad.
──Me cediste el control, Kim. ──Acerca su rostro al mío, el chocar de su excitante respiración contra mi rostro es extremadamente palpable por todos y cada uno de mis sentidos ──Hablas cuando yo lo ordene. Callas cuando a mí se me plazca y gimes sin contención ante el placer que te doy.
Su rodilla presiona mi creciente erección con fuerza, el desgraciado solo sonríe de medio lado. Sin poder contenerlo suelto un gemido, su intensa mirada se eleva ante ellos.
Se levanta de la cama y dejó de sentir su calor rodeandome, más de mi boca no sale nada.
Cierto mis ojos, mi respiración es agitada por el deseo que me consume justo ahora.
El control no es algo a lo que esté dispuesto a ceder, nunca lo he hecho, ni siquiera en estos cinco años de relación sexual con el azabache. Pero aquí estoy, con cada fibra de mi cuerpo implorando por el toque contrario.
──Sabes, siempre deseé usar mi obsequio de solsticio en ti ──la voz densa del azabache resuena en la habitación, se escucha lejana. No necesito abrir los ojos para saber dónde está.
»¡Levántate!
Abro mis párpados en exceso ante su orden. Jamás en mi vida recibí una, siempre las doy yo. Me levanto perdido siendo consciente de la pesadez de mi cuerpo, necesito con urgencia alivianar aquello. Veo como camina hacia mí con dos artefactos mientras su sonrisa no decae.
Un dilatador de uretra ──el cual era el segundo objeto que yo había sacado del armario para usar en él── y la maldita fusta más cara que tiene el armario.
──¿Qué piensas hacer? ──Está lo suficientemente cerca como para empezar a desabrochar los estorbosos botones de mi camisa blanca manchada en sangre.
──Habla solo para gemir, Kim ──murmura cerca de mi oído. ¡Joder! Que me de órdenes no debería ser tan excitante como lo es.
Sus falanges fríos chocan de forma efímera a lo largo de mi torso mientras desabotona la camisa. Al terminar la pasa por mis brazos para luego quedar en el mármol. La poca indiferencia que me queda muere en el instante en que es Jeon quien cae de rodillas al piso mientras levanta la cabeza para verme fijamente con esa mirada tan oscura, ahora no sé si se deba al resplandor de la luna o por el brillo del deseo que siente, pero puedo jurar que esos orbes consumidos por la oscuridad parecen haber robado todas las estrellas de la galaxia solo para ellos.
¿Qué mierda estás haciendo conmigo?
Mi cinturón cae siendo el único sonido entre nuestras respiraciones erráticas. El único botón de mi pantalón es soltado por Jeon, automáticamente mi pantalón cae.
──Levanta los pies ──pide y lo hago al instante, perdido en él.
Los zapatos no estorban, en este lugar está completamente prohibido usarlos, así que cuando entré me despojé de ellos.
Ahora ambos estamos en igualdad de condiciones.
Moja sus belfos con la lengua húmeda observando obscenamente la erección más que evidente dentro de mi bóxer.
──Que maldito estorbo ──gruñe llevando sus manos al elástico, jala de él una, dos, tres... Jala con mayor fuerza, una, dos, y al tercero un gemido sale de mi boca, mientras de la contraria una risa burlesca ──. Sensible de mierda ──sus palabras me calientan de sobre manera, él lo sabe. Bajó mi bóxer decorado con una mancha húmeda de golpe, mi piel se eriza por completo al frío tacto azotar mi miembro erecto.
──¿Qué vas a hacer? ──Sorprendentemente mi voz no se quiebra ante las sensaciones tan placenteras.
──Habla menos, gime más ──decreta.
Mi mirada baja y lo veo frente a mi pene, el desgraciado tiene el descaro de relamer sus labios, y yo intento mantenerme de pie.
Su húmedo músculo traza camino por el tronco. Necesito sostenerme de algo, antes que los espasmos empiecen sin contención por mi cuerpo.
──S-sostenme ──pido en un suspiro tembloroso.
Sus falanges venenosos toman con fuerza mi cadera y me atrae aún más. Empieza a lamer con maestría mi glande, suelta pre-semen. Me arqueo ante el toque, mis dedos se enredan en la cabellera sudorosa azabache y me niego a cerrar mis párpados ante el placer, porque nada se compara al contacto visual con Jeon.
──Gime ──demanda separándose apenas milímetros de mi polla en busca de atención.
Lo hago, maldición que sí cuando sus labios magullados engullen mi miembro palpitante. Lucen tan bien alrededor de mi polla, tengo que cortar el contacto visual y llevar mi cabeza hacia atrás por todo el cúmulo de sensaciones.
Gimo sin contención, mis sonidos desesperados alientan a Jeon a ir más allá tomando más profundo mi miembro en cada estocada.
Mierda.
Mi agarre en su cabello tomó fuerza y empujo mi pelvis contra su boca. Estoy nublado ante la droga que Jeon significa para mi cuerpo, para mí.
Gran error.
Jungkook encaja sus dedos con fuerza descomunal en mis muslos, en cualquier momento aquel agarré me va a romper, y ¡joder! Sí, lo disfruto. De un momento a otro su lastimada boca deja de proporcionar placer.
──J-Jungkook ──suplico como perra en celo.
──¡Mírame! ──Ruge, y lo hago al instante. Mi mirada vidriosa se cruza con la furiosa impropia.
El agarra de mis muslos se afloja, no necesito ser un experto para saber que aquello dejará marcas violáceas y rojiza, no me molesta tampoco. Se levanta y por primera vez me siento como un puto cordero insignificante frente a león dispuesto a devorar todo a su paso con tal de saciar sus instintos.
──¡A la cama! ──Hago lo pedido y tomo asiento en medio de la cama.
Un pequeño detalle de mi preciada cama: Posee en cada esquina un barrote donde cuelga una cadena que se puede alargar o acortar, y por supuesto las jodidas esposas al inicio de cada cadena.
Salgo de mis pensamientos al ser jalado sin cuidado de mi tobillo izquierdo, quedando esposado a uno de los barrotes. Repite la acción con todas mis extremidades, así teniéndome extendido por completo en la cama.
──Sostenerme de mis brazos fue difícil, ahora imagina ser sostenido sólo por tus extremidades mientras estás acostado en la nada.
El ruido de las cadenas ser jaladas impacta en la habitación.
Mi puto cuerpo deja de sentir las sábanas de seda que cubren la cama King Size.
Jodida gravedad. Estoy suspendiendo, estoy prácticamente sosteniendo mi cuerpo. No, ni siquiera eso hago, porque las esposas comienzan a lastimar mis muñecas, y caigo en cuenta de que es aquel agarré lo que me sostiene.
Cazzo di merda.
[Jodida mierda]
──Yo probé tanto, pero tanto mi lindo y doloroso obsequio ──empieza a dar la introducción para lo que haría con mi cuerpo sediento por el dolor y el placer que se aproxima ──; debo admitir que es encantadoramente doloroso el cómo las espinas se encajan de manera exquisita en la piel. ¡Dios! Cuando arrastras lentamente la fusta y las heridas cobran mayor profundidad. Hermoso, ¿cierto?
Antes de poder responder algo coherente mi cuerpo tiembla al sentir como la costosa fusta era pasada tortuosamente desde mi pecho, bajando por mi abdomen definido, tocando mi polla erecta a punto de estallar. Sigue trazando camino por el interior de mi muslo, así baja por mi pierna, terminando en una caricia superficial a mi pie. Deja a todo su paso rasguños.
Oh, Santo Dios.
──¡¿Cierto?! ──Gruñe y no puede ponerme más caliente... Maldición, necesito calmar todo este placer que me está proporcionando el hombre que me tiene bajo su dominio esta noche.
──S-sí. ¡Mierda! ──Siento el impacto de las espinas de rubí contra mi abdomen.
El escozor que empieza a empañar la zona, hace que cada parte de mi cuerpo se erice.
La fusta sigue ahí, no la ha movido, espinas siguen incrustadas en mí, eso hasta que de la forma más lenta posible comienza a arrastrar el objeto dejando heridas profundas a su paso. De un golpe la fusta fue sacada, el líquido carmesí de mi abdomen comenzó a brotar.
Es apenas el primer golpe y mi cuerpo se siente letárgico; adormecido por el dolor de mis extremidades sosteniendo apenas mi cuerpo, las esposas magullando mis muñecas. Todo ese cóctel de dolor y placer me está sobrepasando.
──¡D-duele! ──Gimo siendo consciente del nuevo impacto de la fusta contra mi abdomen.
──¿Tan poco aguante tienes? ──Pregunta.
Yo me deshago en gritos cuando empieza a jalar de la fusta dejando nuevas heridas en mí.
──N-no, sabes... ¡mierda! Que soporto más. ──Mis palabras salen rotas, mi garganta arde ante el esfuerzo.
──Lo sé, Kim ──afirma ──. Tu erección pidiendo a gritos desesperas ser atendida por mí, es una muestra del placer que corre por tus venas en cada maldito latigazo. Disfrutas la tortura, disfrutas los filosos rubíes cortar tu piel bronceada.
Jadeo, aceptando todas y cada una de sus palabras. Mi piel abdominal palpa de nuevo como la fusta impacta, me deshago en gemidos y maldiciones.
Mi piel yace bañada en sudor, mis hebras rubias deben lucir totalmente desarregladas, incluso así, sé que ante Jeon Jungkook soy una maldita obra de arte, y una mierda si no lo disfruto.
Lo hago, no debería.
Jungkook sube a la cama. Mi vista enfoca el cielo raso, no puedo moverme en lo mínimo así que él se atraviesa en mi campo de visión, sonreía de medio lado, en medio de mi bruma de placer y dolor podía notar lo sádica de su expresión; incluso así, también percibía cierta ternura desconcertante en ella.
──¿Recuerdas el dilatador uretral que planeabas usar en mí? ──Dice por lo bajo recargando su mentón en la curvatura entre mi cuello y mi hombro. Tiemblo, no deseo saber los planes que tiene Jeon para mí. Mentira ──Bueno, decidí seguir tus deseos, Kim. Lo vamos a usar, no como tu lo tenías planeado, mucho mejor. ¿Te parece? ──Su voz es como un soplo de excitación directo en mi miembro.
Sono un masochista.
[Soy un masoquista]
──S-sí. ──Sus labios heridos chocan contra los propios, me tomó por sorpresa, pero no dudo un segundo en corresponder su toque hambriento.
Al parecer le gustó bastante mi afirmativa.
Jala de mi belfo inferior con fuerza, haciéndome soltar un gemido que muere cuando introduce su lengua en mi cavidad bucal. La sangre ante lo brusco que fue escurre desde mi labio inferior hasta el mentón, perdiéndose en mi cuello.
Mi cuerpo parece inyectado por dopamina, las extremidades no las siento, la sangre por ellas había dejado de fluir. Jungkook solo folla mi boca de forma necesitada mientras yo de apenas perezosa logro seguir el ritmo impuesto por él. Mordiendo mi labio por milésima vez por fin separa nuestras bocas. Su cabello azabache medianamente largo luce un tanto húmedo por el sudor, sus respiración lo hace lucir tan sexi. No sé qué tan cuerdo estoy en el momento, pero podría jurar que vi... ¿Ternura? ¿Compasión? En su oscura mirada.
Mierda, no, no quiero nada de eso.
──Si sientes que es demasiado dilo, por favor, хороший ──susurra tan íntimo, tan preocupado, como si yo fuera su mundo.
[bonito]
──Sigue ──pido.
Sé que estoy sobrepasando mis límites, pero esto es lo que en un principio quise; Jungkook rompiéndome por completo, para así olvidar todo lo que remueve en mí sin consentimiento alguno.
Debo estar bien.
──Vale. ──Deja un casto beso en mi frente, me estremezco.
Se derrumba de nuevo
Una casa hecha de cartas
──Alcohol ──demanda y de nuevo su voz se vuelve un tanto lejana.
──En el cajón a la derecha ──respondí esforzándome por no trastabillar, mi boca en serio no deseaba soltar algo más allá que gemido.
Supongo que lo pidió para desinfectar el jodido dilatador.
Mi cuerpo ardía por las heridas provocadas anteriormente, pero aún así quería más... ansiaba mucho más.
──Okay, si quieres que pare lo haré, no lo dudes un segundo ──su voz de nuevo se percibe cercana ──¿Entendido?
──¡Sí mierda! ──grito frustrado.
El tipo se ríe, maldito desgraciado, disfruta mi desesperación, oh Dios, claro que lo hace.
──Bien. ──dice antes de que mi cuerpo caiga a la cama de nuevo.
Aflojó las cadenas.
¡¿Por qué mierda es tan dócil?!
Cada extremidad de mi cuerpo yace inerte, no me puedo mover, no hasta que la sangre vuelva a fluir.
──Eso fue para que a la hora en que te pida ponerte en cuatro y mostrarme tu hermoso culo no pongas queja alguna. No me interesa ser piadoso con alguien que es impulsado por la excitación provocada en latigazos, quemaduras y cortes ──suelta. Con la pesadez arrastrándome, levanto con gran esfuerzo mi cabeza, viendo cómo el sujeto disfruta mi debilidad y vulnerabilidad en su máximo esplendor. No mantengo mucho mi cabeza en alto, volviendo a caer en menos de dos segundos en la suave seda que envuelve el colchón.
El peso de él aparece de nuevo en la cama; se subió en ella.
Su frío tacto se localiza en mis muslos, tocando. De un solo movimiento me abre ──más de lo que ya estaba── de piernas. Su calor corporal comienza a sentirse en el interior de mis piernas. No lo puedo ver, pero sé que yace entre mis piernas, observando mi miembro como un dulce que desea tragar por completo.
──Llevamos bastante aquí y nadie ha tenido un solo orgasmo. Es una completa pena ──se queja con fingida pena. Sí, está malditamente cerca de mi miembro porque en cada palabra que suelta su aliento caliente choca contra mi pene.
Tengo que ver esto, sí que lo tengo que ver. Tomando toda mi fuerza de voluntad intento recargarme con mis brazos hasta donde lo permita las cadenas. Levanto mi cabeza, por fin logró ver al hombre en medio de mis piernas, el cual se relame los labios con anticipación.
Alza su mirada cruzando así con la propia. Le causa un torrente descomunal de sensaciones el que haya tomado todo de mí solo por ver lo que planea hacer con mi cuerpo.
──Quieres ver el espectáculo, eh ──canturrea antes de empezar bajar su cabeza hasta mis muslos donde comienza a repartir lascivos besos llenos de humedad. Más que sentir sus labios sobre la cara interna de mis muslos siento su lengua la cual hace un trabajo malditamente bueno.
──S-sí ──le doy la razón.
Cada fibra de mí se excita viendo cómo luego de darle la debida atención al lugar, sube dando una lamida por toda la extensión de mi miembro.
El dolor que anteriormente me proporcionó se ve opacado por completo.
Su mano sube y yo tiemblo viendo el objeto metálico fino que sostiene entre sus dedos. Alza la cabeza y mis orbes observan esa sonrisa malvada, sé lo que quiere. Quiere ser rudo, clavar en mi uretra el dilatador de una sola estocada, y yo, joder que lo voy a complacer.
──¡Hazlo! ──Grito desesperado a la vez que mis párpados se cerraban para no ser testigos de como el hombre entre mis piernas introducía aquel objeto por mi uretra.
Un cobarde, sí. Pero es que en mi jodida vida imaginé tener algo dentro del pene.
Toma la base de mi polla percibo excesivamente bien como el objeto fino y largo se introduce con dificultad por mi uretra. Lo que sale de lo profundo de mi garganta no son gemidos, son jodidos gritos de dolor intenso proporcionado por aquel metálico dilatador. Me retuerzo por completo no aguantando la corriente dolorosamente placentera que atraviesa mi espina dorsal.
──¡Maldición! ¡Te vas a correr! ──Acierta Jeon, mientras yo intento con todo lo que queda de mí que aquello no pase, jamás le daría la razón a dicho ser ──Jodido masoquista.
Pensé que todo el dilatador estaba en mí, que errado pensar, porque se clava más profundo el objeto. El hombre no es ni un poco piadoso incluso cuando ni siquiera lubricó el dilatador uretral.
──J-Jungkook ──imploro consciente de ese particular cosquilleo en la parte baja de mi abdomen.
──Vamos, quiero ver esa expresión extasiada que he provocado ──susurra y comienza un vaivén a lo largo de mi miembro.
Abro los ojos, queriendo complacerlo una vez más. Observa cada una de mis expresiones con fascinación; mis ojos vidrios, mis mofletes de tono carmesí y con un rastro de lágrimas secas, mis labios hinchados y magullados. La intensidad con la que soy observado causa que mi orgasmo sea más próximo.
Los vellos de mi piel se erizan mientras los dedos de mis pies se enroscan ante el abrumante placer.
El éxtasis por fin me consume.
Estoy cerca de la cúspide titulada placer, pero ni teniendo mil y un orgasmo podré llegar a la cima, porque esa cima solo puedo alcanzarla con el miembro venenoso de Jeon profanado sin piedad o compasión alguna mi interior.
¿Lo curioso? No solté una gota de semen. Fue un jodido y muy placentero orgasmo seco.
──Solo con mi pene en ti tendrás un orgasmo húmedo, mientras, te puedes conformar con esto ──determinó con la burla burbujeando en cada palabra.
De un ágil movimiento se posiciona encima de mí, sus manos agarran con fuerza excesiva mis antebrazos cansados. Yo sigo procesando aquel maravilloso orgasmo, por lo que no pretendo contradecir las palabras de Jeon.
──Pareces una maldita gelatina, no dejas de temblar, ¿tan bien hice mi trabajo? ──Pregunta con el ego en el cielo. Su mano toma mi mentón y lo alza, haciendo que lo mire.
──Sí ──afirmo dócil. Esto es lo que un puto buen orgasmos ocaciona ──, demasiado bien.
Sus ojos resplandecen satisfechos ante cada palabra que suelto. Acerca su rostro al mío, el cual debe parecer drogado ante semejante orgasmo del que intento recuperar el aliento.
──Мой мазохистский человек ──en cada palabra sopla mi oído, su simple voz ya es un hechizo a mi personas, más la traducción de lo dicho se presta indeseadamente para un nuevo lío en mi mente.
"Mi hombre masoquista" Aprender diversos idiomas es algo básico para ser lo que soy; lo entiendo a la perfección.
Mi calmada expresión se ve afectada por completo ante aquel "Mi hombre".
¿Por qué mierda no lo contradigo?
Está encima mío, su piel rosa con la propia, la cual tiene heridas un tanto profundas, pero incluso aquel dolor se ve opacado por sus palabras.
Pensé que al tener un orgasmo proporcionado por el azabache la tela negra que cubre mis pensamientos por fin sería retirada, pero no fue así. Joder, claro que no.
──Sacalo. ──Desvío mis pensamientos de nuevo al dolor, es lo que necesito. Sí, es eso, nada más.
Soy sordo ante lo que estoy haciendo. Si puede aliviarme de mis pensamientos voraces, lo usaré, no importa cuán grande sea la caída al final, no importa si cada razonamiento o duda alojada en mi mente ha sido establecida por él.
Esto es tan fácil como entender por qué un drogadicto existe.
Resulta que sí; en donde menos lo esperes estará depositada tu dependencia. No necesariamente es una persona, puede incluso ser un sentir.
──Bien.
El dilatador fue sacado de un tirón de mi uretra, no hubo delicadeza alguna. Él se quitó de encima y lo vi llegar a una de las esposas para luego empezar a soltarlas una por una, hasta por fin poder mover mis extremidades libremente.
Con esfuerzo me levanto de la cama, quedando sentado, lo veo retirar la tela que cubre su intimidad completamente excitada. Él mantiene su mirada, tan hambrienta y tan, pero tan, sádica.
Sí, esto es todo lo que necesito.
Sí.
──Piensas que soy tan idiota como para no saber lo que haces ──empieza a relatar. Su desnudez absoluta ya no me distrae, intento no mostrar expresión alguna ante sus palabras. Él camina en dirección al armario, continua hablando ──. Soy tu juguete, no se necesita ser un genio para saberlo, Kim. Pero soy el que permite que me uses a tu maldito antojo, ¡yo! ──Su voz se desestabiliza algunas veces, yo solo enfoco la mirada en la cuchilla que sacó del armario.
» Y aún así estoy dispuesta a morir por tu mano. Es tan patético, ¿cierto?
Trago fuerte recordando el propósito de este encuentro. Estaba tan sumido en mí que lo había olvidado, el mismo Jungkook me lo está recordando.
──Solo follame ──pido exhausto con mi cabeza gacha.
La fría cuchilla es colocada bajo mi mentón, es una clara orden para elevar mi mirada. Lo hago, su mirada de nuevo sin brillo y tan opaca envía escalofríos por todo mi cuerpo.
──Eso es lo único que importa, ¿no? ── No despega sus orbes de los propios. No lo aguanto y termino desviando la mirada a un punto ficticio de la estancia ──En cuatro, ¡ya!
En ese instante cualquier gramo de... de lo que sea que sienta Jeon por mí lo sepulté y está bien.
Lo está.
Acato su orden con dificultad, mis extremidades aún seguían débiles y temblorosas por todos los acontecimientos, era una tortura. Un segundo cuerpo sube a la cama.
El filo de la cuchilla de plata ha pasado a lo largo de mi espalda tan lento.
Sí, esto es lo que quiero.
Su peso cae apenas sobre mi espalda. El mentón se afincó con fuerza en la curvatura entre el cuello y el hombro, giro mi propio cuello para poderle ver a la cara.
──Percibes el frío filo de la cuchilla, pues ese mismo filo clavaras en mi corazón apenas acabemos con esto. Porque incluso teniendo presente mi insignificante papel en tu vida, yo deseo que acabes con la propia ──confiesa como una dulce tortura para mí, creyendo que no me importará enterrar la cuchilla en él. Creyendo que su existencia se reduce a ser mi objeto de complacencia personal, debería tener razón, claro que sí, pero justo ahora comienzo a dudar de toda mi palabrería sin sentido. De todas mis justificaciones. De todo razonamiento a base de mi poco sentir.
»Al final, para mí no existe nadie más.
Porque al final, nada, nada es absolutamente imparcial.
Su peso a lo largo de mi espalda se disipa, su calor corporal ya no está, podré conservar mi estado de excitación, pero me siento tan frío ahora, la cobija protectora que es el cuerpo de Jungkook ya no estará más.
Él se cansó, supongo que es lo mejor.
Sus venenosas manos comienzan a tocar las mejillas de mi trasero con descaro, amasando duramente hasta separarlas.
Ahí, decido una vez más centrar mi atención en el placer y el dolor.
──Solo, rompeme. Tal y como lo he hecho yo a través de cada encuentro ──le digo con la clara intención de encender algo de ira en él.
──En cada ocasión fue porque así yo lo quise, Kim ──responde mientras una de sus manos llega hasta mi polla y toma la base del tronco, empezando un lento vaivén.
Me retuerzo por completo ante una simple masturbación, pero luego del cúmulo de emociones durante toda la noche ya no poseo la resistencia que antes alardeaba.
──Gime, deseo escuchar tus súplicas de placer una última vez ──demanda al mismo tiempo en que la mano en mi culo impacta estruendosamente contra mi nalga derecha.
──D-deja los juegos ──suplico con voz rota a la vez que me deshacía en gemidos para él, solo para él.
Sempre per il.
[Siempre por él]
Las palmadas en el culo no se detienen, siendo una más fuerte que la anterior, ambas mejillas deben yacer con las marcas rojizas de su mano. Mi polla sigue siendo deliciosamente atendida por la otra mano del azabache, su pulgar de vez en cuando acariciaba de manera exquisita mi glande, suelta pre-semen. La curvatura de mi espalda se acentúa cada vez más ante el placer que me proporciona.
──Tus manos atrás ──ordena y lo hago al instante, cayendo mi pecho en la cama ante no tener con que sostener mi posición.
La mano que no paraba de dar cachetadas a mi culo se detiene, y agarra con firmeza ambas muñecas, de un empujón me levanta, mi espalda termina chocando con su torso. Ambos estamos sudorosos y pegajosos, no podría importarme menos. Tomando el riesgo mi cabeza cae apoyada en su hombro, contra todo pronóstico no protesta e inclina la propia, ambos somos condenadamente conscientes del respirar agitado del otro.
Una placentera tortura.
──No seré delicado ──aclara con nuestros labios chocando débilmente.
Sonrio de lado, mis ojos de seguro brillan en este momento, pues aquel sujeto me observa fascinado.
──No pretendo que lo seas ──soltando aquella frase sus belfos maltratados impactan contra los míos, su erección se restriega en la separación de mi culo.
Su boca traga cada uno de mis gemidos o intento de ello. Su lengua recorre la propia con hambre y desespero. Yo me separó apenas un milímetro de él porque en serio necesito sentir su pene dentro de mí, profanado sin piedad mi interior.
──Tómame, hazlo ──imploro sin importarme ni un poco la dignidad.
Hace caso omiso a mis palabras ──o eso creo── y vuelve a tomar mi boca reclamada como suya, perteneciendo a su propiedad. Porque ¡joder! Yo le pertenezco a ese Ejecutor que me tiene rogando tal punto por un pene.
Una de sus manos tomó posesivamente mi cintura para que entre nuestros cuerpos la palabra "distancia" no exista. Su otra mano hace camino por mi culo separando las mejillas de éste.
Todo es sentir. No puedo ver sus acciones, pero las siento condenadamente bien.
Su glande goteante comienza a restregarse en mi entrada para nada preparada. Debería tener miedo ante una posible intromisión sin preparación o lubricación, pero la mezcla de dolor y placer que me dará sé que no tiene precio.
Empuja de una estocada dentro de mí. Me está rompiendo, de lo profundo de mi garganta sale un alarido de dolor. Pero condename, amo todas y cada unas de las sensaciones que me pueda proporcionar Jeon Jungkook.
No me permite soltar otro sonido de mi boca ya que ésta es apresada por la contraria. Sale y entra de mí sin piedad, no tiene intención de acostumbrar mi entrada a su tamaño. Yo solo me entrego a él.
El húmedo sonido de nuestras pieles chocar ante cada estocada que da es usado como un afrodisíaco para mí.
Ante la falta de aire nuestros labios se separan tan solo pocos milímetros.
──No pares, no te atrevas ──pido sinvergüenza, testigo de su acelerada respiración, de su errático pulso y su corazón corriendo entre latido y latido.
Todo por mí y para mí.
Aumenta la velocidad con el tiempo. Yo me retuerzo en su totalidad cuando sus falanges toman entre ellos mi pezón, estrujándolo a su antojo.
──J-jungkook ¡Ahg! ──Gimo en sus labios.
Él gime contra los míos, mierda, sus gemidos son una elixir que cautiva todo de mí.
Aquel nudo satisfactorio comienza a formarse en la parte baja de mi abdomen. Todo iba en aumento cuando su mano envolvió mi polla con fuerza y comenzó un vaivén con la misma fuerza. Duele, su toque en mi polla lo hace.
Sabe que me está dando placer inconmensurable en cada estocada que llega a mi próstata con facilidad.
Sabe que me está dando dolor con aquel rudo vaivén en mi miembro, sumando a que no me puedo correr porque su pulgar en mi glande lo impide.
──Te corres cuando yo quiera, porque justo ahora yo mando en cada centímetro de ti. ──Y jodidamente manda.
No puedo responder, mis gemidos no lo permiten y realmente no tengo fuerza de voluntad alguna para contradecir las palabras del azabache.
De un segundo a otro su agarre en mis cintura se suelta solo lo suficiente como para que mi pecho caiga en la suave seda del colchón. De aquella forma lo puedo sentir más allá, puede maltratar mi próstata como le da la gana. Yo me retuerzo y suplico.
──Dejame venirme ──alcanzo a formular con apenas coherencia.
El chocar de mi culo contra su pelvis inunda la habitación junto a mis gemidos mezclados con los impropios.
Acelera el ritmo, ¡maldición! Cuando pienso que no puede ser más rápido y duro lo hace.
Su pulgar se retira de mi glande, pero sigue masturbando, eso mezclado con su polla haciendo maravillas en mi interior me lleva al borde. Cada vello de mi piel se eriza, el temblor en mi cuerpo hace más evidente lo que se aproxima. Mi miembro comenzó a soltar el blanquecino líquido tan conocido, y toqué divinamente la cúspide del placer; una a la que solo Jungkook me puede llevar.
Él sigue en busca de su propio clímax, la sobre-estimulación es tan placentera como dolorosa. Pero júzgame, ruego que no se detenga.
─Так хорошо ──pronuncia empezando de nuevo a dejar con sus manos marcas rojizas en mis nalgas.
[Tan bueno]
En un gemido grave su espeso y caliente semen es expulsado dentro de mi agujero. Yo gimo con él, la sobre estimulación logró un orgasmo igual de devastador que el anterior.
Sale de mí y caigo en la cama cansado. El se acuesta a mi lado. Ya tendremos tiempo de limpiar todo el desastre que causamos.
Ambos miramos al candelabro de cristal que guinda en el alto techo.
De nuestra boca no sale palabra alguna, nuestros ojos no se buscan, nuestros cuerpos dejan de necesitarse.
A quién engaño, nuestros cuerpos siempre se necesitan como la sangre en nuestro sistema. Necesito de él para sentir esa calidez que solo su pecho me otorga.
La habitación comienza a aclararse con el paso de los minutos silenciosos, pero ensordecedor es. Ya está amaneciendo. Siempre termina así, amanece y él se va o yo le ordeno irse.
──Solo hazlo, Taehyung ──lo escucho decir, en mi abdomen es colocada la cuchilla.
Trago duro, hasta el último momento tuve la esperanza de que solo fuese una pesada broma. Pero Dios, sé que para Jungkook morir a mano mía sería un privilegio.
Me giro, quedando de costado, Jungkook yacía igual que yo, ambos nos miramos, no se ve afectado por la idea de morir y yo intento mantener lo más que pueda la máscara impasible de la que vivo.
──Lo que daría cada uno de mis enemigos por tener este privilegio ──Ríe y traté con desespero buscar amargura, resentimiento, dolor ¡lo que malditamente sea! En sus ojos. Nada, la tranquilidad seguía en ellos. No temía a su muerte... porque yo lo mataría.
Jodeme.
Es solo una muerte más en mi extenso expediente.
Con aquel acto podría desestabilizar a la Bratva.
Podría conseguir un poco más de poder.
Solo derramando algo de sangre.
Sangue, sangue, sangue.
[sangre, sangre, sangre]
──Lo haré ──una promesa vacía deja un sabor amargo en mi boca, pero por lo menos mantengo la firmeza de mi voz ──. Antes déjame decir algo.
──Te escucho.
──Condannami, ti prego, fallo per questa ossessione che ho per te, per aver bisogno di te come il sangue che mi scorre nelle vene... Per essere così dannatamente dipendente e per sapere che non ti dirò mai che ti amo, perché non credo a parole così insignificanti ──confieso mirando con una intensidad desconocida al hombre frente a mí, que está tan absorto en mí como yo en él.
[Condename, por favor, hazlo por esta obsesión que tengo por ti, por necesitarte como la sangre que corre por mis venas... por ser tan malditamente dependiente y por saber que nunca diré amarte, porque no creo en palabras tan insignificantes]
Llámame cobarde por hablar en un idioma que él no entendería, pero es mejor, porque de entenderlo, el masoquista a mi lado moriría con la sonrisa más devastadora decorando su rostro de adonis.
Y joder si podría soportar aquello.
Mierda.
Tomé la cuchilla y cerré mis ojos, entre más rápido mejor. No respiro ni un segundo antes de clavarla. Jeon suelta un alarido de dolor.
Abro mis párpados, jamás vi tanta duda e incertidumbre en unos ojos, hasta Jungkook.
──¡Apuñalando mi jodida pierna no me matarás! ──Gruñe, y como el idiota que es saca la cuchilla de un solo golpe de su muslo.
No, no moría de una puñalada en la pierna, pero sí desangrado.
──¡No te voy a matar! ──Le grito.
Sé que estoy jodido, pero no mataré a la única persona que está tan obsesionado y dependiente de mí como yo de él.
Realmente a este punto esa línea entre el amor y la obsesión nunca será difusa, porque nunca podría amarlo; hacerlo era volátil, mi obsesión jamás lo sería.
──¿Por qué? ──Pregunta con su mano en la herida para que no brote tanta sabre.
Ruedo los ojos y decido que sentarme encima de él es una excelente idea, así que eso hago, cada una de mis largas piernas yacen a un costado de su cintura, mientras mi mano es colocada en la herida, pues por la posición Jungkook tuvo que retirar la propia.
──No esperes que de míesaa palabras que supongo anhelas con desespero ──le advierto ──. Imbecil, no te busqué durante meses porque estaba buscando la jodida forma de matar al Pakhan. Si te buscaba terminarías en peligro, y no permitiría que mataran al sucesor del antiguo líder de la Mafia Roja. Porque sí, para esta hora debe estar en el infierno ──relato como si nada, su cara era un completo poema.
¿Él en serio cree que lo abandoné por seis meses? La idea era simplemente insólita.
──"Sucesor", ¿qué mierda hiciste? ──Inquiere Jeon algo pálido por la falta de sangre... o por mis nada sutiles palabras.
Yo suelto una estruendosa carcajada. Me recuesto en su pecho, mientras mi rostro yace a una cercanía poco prudente del contrario. Aquel rostro con facciones duras, pero delicadas, sonrojado por nuestros actos indecorosos previos. Con una fina capa de sudor cubriéndolo de manera exquisita. Esos labios tan pecaminosos que yacen lastimados.
Mai, elisir, avrai il piacere di morire per mano mia.
[Jamás, elixir, tendrás el placer de morir por mi mano]
──Tú puedes matarme en batalla incluso a mí, Jeon, por lo tanto es lógico que para la Bratva seas la opción ideal para tomar el lugar del Pakhan. Así que solo aceleré la muerte de ese anciano decrépito ──murmuro escuchando el acelerado corazón de il mio elisir.
[mi elixir]
Él toma mi rostro entre sus manos y me atrae en una nueva batalla donde nuestras bocas luchan por el dominio. Maldición, jamás podría matar al dueño de cada centímetro de mí. Al dueño de mis fantasías y deseos más retorcidos.
"¿Qué pasa cuando la sangre y el poder están en bandos diferentes?"
La sangre y el poder están en diferentes bandos, sí; en el torrente sanguíneo de Jungkook corre sangre rusa, es realeza de la Bratva. En el mío corre sangre italiana, soy el rey de la famiglia, tengo el poder en la palma de mi mano.
Soy invaluable para Jungkook y no por una cuestión de poder, pero él sí es mi invaluable por cuestión de poder. Me va a proporcionar tanto poder como ningún otro Capo dei capi ha tenido jamás. Porque será el Pakhan de la Bratva; un Pakhan que antes de deberse a la mafia, se debe a mí... es devoto a cada centímetro de mí y de mi cuerpo.
Il mio elisir es la unión entre el poder y la sangre sin él siquiera sospecharlo, porque incluso con mi obsesión latente lo manipulé, fue mi títere y yo el vil titiritero en un juego de ajedrez que siquiera conoce.
FIN
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