
𝟥.𝟣 𝖺𝗅𝗅 𝗈𝗏𝖾𝗋 𝖺𝗀𝖺𝗂𝗇
—¡Perséfone! —gritó Hades, viendo como aquella persona a la que había ido a buscar se alejaba de él, como si ella no supiera quién es.
En el primer momento en que la vió supo que todo estaría bien, porque ella parecía estar bien y Hades no necesitaba nada más, pero sin notarlo se había quedado quieto, no supo cómo reaccionar al principio ya que tenía muchas emociones cruzándose en su cabeza, y no fue sino hasta que procesó todo que este no había salido de su trance.
Pero para ese entonces ella ya se había ido.
Lo único que dejó en el suelo junto a él fue un pasamontañas que aún seguía tibio por el calor corporal de la joven mujer que ya no estaba allí. Él apretó con fuerza ese accesorio sintiendo un inmenso enojo hacia sí mismo.
—¡Tenías un trabajo! —exclamó él hablando solo— ¡Y aún así te las arreglas para hacerlo mal!
Pateó uno de los cestos de basura, sin saber exactamente qué hacer entonces. Cuando salió de ese callejón sólo encontró calles vacías de lo que parecía ser una ciudad. Había visto bicicletas y autos por todos lados haciéndolo pensar "¿Realmente los humanos siguen siendo igual que hace dos mil años?" Tal vez su ropa no era lo suficientemente actualizada para esa época entonces.
Vagó por varias horas caminando a la deriva hasta que llegó a una zona más céntrica, a lo lejos había un casino con gente bastante arreglada saliendo de aquél lugar, y en ese momento Hades se sintió como un total idiota por haber preferido vestir con ropa tradicional. Pensó su próximo paso unos momentos, hasta que encontró en el otro lado de la calle una casa de empeños que estaba abierta las veinticuatro horas.
—Ahora, eso es algo de lo que yo sé. —enderezó su espalda y entró a aquél lugar como si fuera suyo, cómo era de costumbre en el Inframundo.
—Amigo, no puedes dormir aquí, ve a otro lado o llamaré a la policía. —dijo, sin siquiera mirarlo, el encargado del lugar.
Y ahí fue cuando Hades se dio cuenta que realmente no era dueño de nada allí, las personas ya se habían olvidado del respeto y el miedo que este les provocaba, ahora solamente era un mito más del montón.
—En realidad vengo a vender algo ¿Cuánto me das por esto? —escondió su mano en su espalda unos momentos y creó tres piedras preciosas al instante, dejándolas sobre el mostrador.
Eso sí pareció llamar la atención del vendedor; aunque Hades había ido allí con la intención de no utilizar sus poderes, ya que mientras más uso hacía de estos más rápido pasaría a debilitarse lejos de su hogar, pero en ese momento no había nada mejor que hacer. El empleado había sacado un fajo de billetes y comenzó a contarlos, dejando una cantidad significativa en las manos del dios.
—Ahora dime dónde está el hotel más cercano y dónde puedo conseguir algo de ropa decente.
Salió de allí siguiendo las indicaciones del hombre para encontrar un lugar en el que pasar la noche. Pero es conocimiento público que uno no debe caminar en la calle a altas horas de la noche mostrando una cantidad tan grande de dinero, y Hades iba a aprender que los mortales habían estado corrompiendose cada vez más al pasar los años, y Sicilia tal vez ya no era el mismo lugar que solía ser.
—Linda bata. —dijo una voz a sus espaldas, y cuando Hades se volteó con ambas cejas alzadas se encontró a dos hombres de pie frente suyo.
—Váyanse de aquí. —le restó importancia y les dio la espalda para volver a su camino, pero allí habían otros dos hombres rodeándolo.— ¿Realmente desean hacer esto?
Suspiró con cansancio, lo único que deseaba era poder encontrar un lugar dónde descansar luego de ese largo día, pero cuando vio aquellos ladrones pensó que un poco de ejercicio no le haría nada mal.
—Esto será simple, si nos das todo ese dinero ahora tal vez te dejemos ir sin ningún golpe. —Hades sonrió de lado ante aquella tan trillada amenaza, y caminó directamente hacia uno de esos ladrones. Aunque todos ellos estuvieran armados con dagas este seguía siendo notoriamente más alto que ellos.
—Tengo cuatro mil años más de entrenamiento que tú ¿Qué harás al respecto?
El desconocido frunció el ceño, y dirigió su puñal directo al estómago de Hades pero este fácilmente lo esquivó, tomando la muñeca del hombre y doblandola hacia afuera para hacer que este soltara el arma. Con la muñeca rota el ladrón cayó al suelo gritando del dolor y los otros tres se abalanzaron sobre él.
Hades los derribó con facilidad, y para el momento en que los cuatro estaban indefensos el rey los observaba con el más puro odio, sus ojos estaban completamente rojos para ese entonces e incluso parecía que sus dientes se asemejaban más a los colmillos de un animal que otra cosa.
—¿Qué debo hacer con estas cuatro escorias? —preguntó tomando uno de los cuchillos que estaba en el suelo— Hablarle a un rey así… eso merece un castigo por arruinar mí noche, conocen el dicho ¿No? Ojo por ojo, diente por diente.
Los cuatro se arrastraron hacia atrás, hasta que sus espaldas chocaron con la pared, pero en el momento en que Hades tomó la mandíbula de uno de ellos para acercar el filo del arma a su boca recordó aquella charla con Perséfone hace años.
Él había mejorado luego de la vez que atacó a aquél reportero que tomo fotos de Kore sin su consentimiento; el atacar a aquellos ladrones, por más merecido que lo tuvieran, de alguna forma afectaba a aquella mejora que había hecho con la ayuda de Kore. Sabía que a ella no le gustaría verlo actuar así pero, aún más importante, a él tampoco le gustaría.
Lanzó el arma al suelo y les dio la espalda para alejarse de allí, esta vez cubriendo el dinero con aquél pasamontañas. Caminó con tranquilidad hasta llegar al hotel más cercano, donde el encargado lo observó con recelo hasta que vió el dinero que aún llevaba en su mano, allí consiguió una habitación bastante fácil y se dió una larga ducha de agua caliente para aclarar sus ideas. Su misión hasta ese momento había sido un fracaso rotundo, y Kore podría estar en cualquier lugar ahora.
—Contrólate, mañana comenzarás a buscarla como es debido. —comentó para sí mismo, utilizando el teléfono de la habitación para ordenar algo de cenar y, si era posible, pedir que llevaran ropa decente.
Rápidamente le proporcionaron una abundante cena y, por un precio extra, le trajeron unos pantalones y una camisa deportiva. Él se sentó en el borde de la cama para observar las noticias en la televisión, notando que estaban cubriendo el robo de un objeto que estaba en exposición a pocas calles de allí.
—Así que eso estabas buscando ¿Pero para qué? —cuestionó para sí mismo apenas reconoció la caja de Pandora en la televisión.
Aquella noche no logró conciliar el sueño, había estado toda la noche viendo televisión, maravillado e intrigado por la originalidad que los mortales tenían para crear fantásticas historias. Cuando se había dado cuenta el sol ya había salido afuera, y sin perder un segundo más de tiempo él salió de aquél hotel y pidió indicaciones para dar con un lugar donde cambiar su vestuario. Había llegado a lo que varios definieron como la mejor sastrería de la ciudad y allí se sintió como en casa, rodeado de todos esos trajes de calidad y el aroma a tela nueva, en ese lugar se compró un traje de tres piezas color azul para reemplazar su ropa deportiva y, rezando porque no tuviera que contarle jamás a nadie que vistió esta ropa barata con un par de sandalias, también invirtió en un par de zapatos de cuero.
Ahora vestido como él se sentía cómodo podría seguir buscando a aquella persona que había ido a buscar desde el principio.
Habían pasado dos días en una exhaustiva búsqueda, pero parecía que ella no existía siquiera porque nadie había oído hablar de ella. Su mayor preocupación era que su tiempo era limitado, debía volver a su reino lo antes posible si lo que deseaba era evitar debilitarse pero tampoco se iría de allí sin ella, no volvería a dejarla sola en ese salvaje lugar.
En uno de sus descansos se detuvo para tomar un café, sentado completamente solo en una de las mesas del exterior de la cafetería y admirando nuevamente la evolución de los mortales. Cuando entre toda la gente hizo contacto con unos ojos rosados que había reconocido al instante, y al parecer había sido algo recíproco porque ella lo observó con sorpresa, y al parecer no de la buena.
—¡Espera! —exclamó él ahora, sin dejar que se escapara una vez más.
El dios se puso de pie y comenzó a correr detrás de ella, quién había escapado al instante buscando perderse entre las calles de la ciudad.
Parecía que Kore conocía dicha ciudad como la palma de su mano, sabía dónde estaba cada pasaje, cada esquina, cada pequeño lugar en el que ella pudiera escabullirse. En un momento pareció comenzar a trepar por uno de los edificios, este tenía sólo tres pisos y casi parecía que aquello había sido algo previamente practicado por la naturalidad con la que ella escalaba esa edificación como si no fuera siquiera un esfuerzo físico.
En menos de un minuto ella ya estaba en la azotea, y Hades la observaba alejarse, saltando de un techo a otro como si no hubiera una gran caída de por medio. No tenía más opción que usar sus poderes, aunque quisiera evitarlo era eso o perderla nuevamente, y no dejaría que lo segundo sucediera.
Se teletransportó en la dirección que ella estaba corriendo, teniendo la suerte de haber adivinado dónde estaría ella, quien corría tan rápido en su huida que no logró reaccionar cuando Hades apareció repentinamente delante suyo.
Sin ser capaz de evitarlo ella chocó con Hades, y la fuerza de su choque fue tal que ambos cayeron al suelo.
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¡Hola! Muchas gracias por leer, y no se olviden que sus votos y comentarios me ayudan a seguir con este fanfic, además me interesa mucho saber sus opiniones al respecto, los tqm.
Desde ya me gustaría aclarar que cuando tengo inspiración voy subiendo los capítulos, así que no se preocupen al respecto ahre, y también nuevamente quiero agradecer por todos sus comentarios hermosos, obviamente los leo todos pero me da pena responderles porque siento que lxs espameo mucho JAJAJA de todas formas me alegra saber que el fanfic es de su agrado bbs.
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