
𝟤.𝟣 𝗍𝗁𝖾 𝖻𝗂𝗀 𝖻𝗋𝗈𝗍𝗁𝖾𝗋 𝗂𝗌 𝗐𝖺𝗍𝖼𝗁𝗂𝗇𝗀
Luego de tantos años en la oscuridad, nadie sabía exactamente cómo reaccionar al ser testigos de cómo un pequeño enlace con los mortales volvía a establecerse. Aquello era como encontrar una pequeña grieta en un inmenso muro para los dioses; eran capaces de ver el haz de luz que salía de aquella rajadura pero aún así se veían impotentes ya que no había nada que pudieran hacer.
Ahora en aquella sala sólo se encontraban Zeus, Hades y Hefesto. Éste último trabajando a toda velocidad para tratar de conseguir una explicación decente del qué estaba sucediendo allí.
—Aún no sabemos cómo es que esto fue posible. —explicó Hefesto a ambos reyes— Mí mayor teoría es que al Perséfone reparar mí martillo este volvió a funcionar como antena transmisora de energía.
Hefesto siempre parecía seguro de lo que hablaba, más allá de su actitud introvertida el dios era capaz de expresarse a la perfección cuando de su especialidad se trataba.
Pero, esta vez, no sonaba para nada seguro de sus palabras.
—Entonces si hay siquiera una ínfima energía fluyendo entre ambos mundos es suficiente para viajar al reino mortal. —concluyó Hades, el cuál no se había visto tan decidido en siglos.
Zeus intercambió una mirada con Hefesto, ninguno de los dos parecía muy convencido de la idea de Hades. Habían cientos de cosas que podían salir mal, y los seis traidores ya habían perdido a Poseidón cuando las barreras entre distintos reinos se cerraron, sin contar que Deméter aún estaba en su propio arresto domiciliario.
No podían permitirse perder a otro de los tres hermanos, un hecho así volvería a traer el mismo caos que había desatado la primera vez, y Zeus bien sabía que ninguno de ellos podría soportar aquello.
—Hemos enviado a un cíclope al reino mortal —explicó el hombre, yendo a servir whisky en un fino vaso de cristal— Y no hemos sabido nada de él, no ha podido regresar ¿Qué harás cuando eso te suceda a tí Hades? Ambos sabemos lo que pasa cuando pasas mucho tiempo fuera del Inframundo ¿Es un sacrificio que vale la pena?
La mandíbula del mayor sonó, debido a la fuerza que este aplicaba en ella ¿No valer la pena? Zeus no sabía siquiera de qué estaba hablando. Hades estaba tan desesperado por asegurar el bienestar de la diosa que no le importaba realmente quedar atrapado en el reino mortal, se negaba a perderla una vez más.
—¿Qué opina Deméter? —evadió la interrogante de Zeus con esa pregunta, mientras que su hermano colocaba dos hielos en su bebida blanca.
—Se enterará más temprano que tarde. —él se encogió de hombros. Deméter no había dejado su castigo en todos esos años, porque no importaba que estuviera rotundamente en contra de Zeus, ella aún respetaba la autoridad que él había heredado.
—¿A qué te refieres con eso?
—Ya sabes… estas cámaras instaladas por Hefesto solían estar disponibles para que todos los habitantes pudieran verlas en sus dispositivos, y ahora que fueron reactivadas volvieron a funcionar en su servidor online, así que cada ser con acceso a internet puede verlas.
La naturalidad con la que Zeus explicaba aquél hecho había sacado de sus casillas a Hades, cuyos ojos se tornaron de un color rojo total, irradiando una pequeña luz que expresaba la ira que este sentía.
—¿¡Me estás diciendo que haz vuelto todo este asunto en un maldito entretenimiento!? —exclamó cortando la distancia con él, para tomarlo del cuello de su camisa.
Hefesto se puso de pié rápidamente, más no intervino para separarlos en ningún momento. Él mejor que nadie sabía que las disputas entre hermanos debían de ser solucionadas entre hermanos y nadie más.
—¡Es sólo para que los habitantes del Olimpo y el Inframundo se sintieran más seguros! —respondió Zeus alzando ambas manos para expresar inocencia.— Así sabrán que estamos haciendo todo lo posible para volver a la normalidad; tú y yo sabemos que cada día su tolerancia hacia nosotros es menor, ellos desean volver a ser libres.
—¡La gente del Inframundo jamás se ha quejado!
Pero ¿Era esto cierto? Hécate lo visitaba constantemente, para asegurarse que éste estuviera bien, pero nunca hablaba sobre trabajo o la población del Inframundo. De sentirse disconformes con su realidad Hades lo entendería, incluso él podía sentirse atrapado en aquél lugar de vez en cuando, ni siquiera podía imaginar cómo se sentirían sus súbditos. Por un momento pareció calmarse un poco, ni siquiera se había dado cuenta de que sus ojos volvieron casi a la normalidad, aunque ahora sus pupilas estaban teñidas de un fuerte color rojo.
Como si hubiera elegido el momento perfecto, las puertas del lugar se abrieron de un golpe violento, mostrando el inconfundible rostro de Deméter, quién era vista por primera vez luego de su casa. Ella caminó en dirección a Zeus y, sin detenerse a saludar, le brindó una bofetada que resonó en todo el lugar.
—¡Tú vas a solucionar esto! —exigió la mujer, vistiendo sus pijamas.— ¿¡No ha tenido mí hija suficiente castigo ya, Zeus!?
—Ella fue la responsable del bloqueo de todas nuestras fronteras en un primer lugar. —otro golpe sonó, incluso más doloroso que antes, de parte de Deméter.
—Tu haz actuado sin pensar tus consecuencias, y haber condenado a mí hija te ha costado la confianza de tus propios súbditos ¿Y ahora transmites su vida por televisión como si fuera alguna clase de show? Nada de esto te hará volver a ganar el cariño de tu gente.
—Deméter. —interrumpió Hades, que jamás había tenido la posibilidad de hablar con ella sobre sus notorios sentimientos hacia su hija.— Yo la traeré de vuelta.
La mujer volteó su rostro hacia él, soltando una cruel carcajada luego de oír como era que este aseguraba algo imposible.
—¿Y qué te hace pensar que no iré yo misma a buscarla? —entrecerró sus ojos, dejando atrás a Zeus quien pasaba su mano por sobre la zona que Deméter había golpeado.
La tensión en la sala era notoria, tal era esta que Hefesto decidió marcharse de allí de forma silenciosa por las mismas puertas que Deméter había abierto instantes atrás murmurando varias cosas para sí mismo.
—La he perdido una vez, y desde entonces la culpa me carcome. —explicó él con honestidad.— Sé que hubiera podido manejar mejor la situación, y si llego a ir al reino mortal pero es una clase de trampa quiero que ella aún cuente con alguien en caso de que yo no lo logre, por eso necesito que te quedes aquí y te mantengas segura.
Hades había dirigido tímidamente su mano hacia la de Deméter, tal vez su piel era fría a comparación de otros dioses, pero el apoyo que este gesto expresaba para ambos no tenía comparación.
—Realmente siento todo lo que sucedió, y siento no haber podido ayudarte antes, pero hasta que yo vuelva te quedarás en mí reino si así lo deseas, no tendrás ninguna restricción, jamás serás vista como una criminal en el Inframundo.
Ella dudó antes de tomar su mano, la diosa siempre había sido una persona independiente y con una gran muralla construida a su alrededor, pero las amables palabras de Hades habían tocado a la mujer que ya se encontraba sensible por las noticias recibidas aquél día. Esos instantes de suspenso parecieron una eternidad, pero finalmente Deméter correspondió el gesto de Hades, dándole un apretón en sus manos.
—Tráela de vuelta a casa, por favor. —pidió la mujer. Su labio inferior estaba temblando ligeramente en ese instante.— La tecnología de Hefesto funciona a la perfección, todo el Olimpo estará viendo tu cruzada Hades… por favor no lo arruines.
Hades sonrió, aquella era la Deméter que él conocía, esa mujer fuerte e independiente que había logrado crear su propio imperio. Él asintió, soltando las manos de la mujer y dando un paso hacia atrás para tomar distancia de ellos; fuera de aquella sala de reuniones varios dioses se encontraban espiando la situación, todos igual de tensos. Algunos se preocupaban por el bienestar de Perséfone, otros se aferraban a la esperanza de volver a la normalidad, pero algo que todos tenían en común era que ahora dependían de Hades para descifrar aquello.
Así como solía hacerlo hace dos milenios, Hades intentó teletransportarse al reino de los mortales; luego del juicio cada vez que intentaba hacer aquello solo le traía un gran dolor de cabeza, pero esta vez algo distinto pareció suceder.
Él aún vestía sus antiguas túnicas, las cuáles en su momento habían sido el atuendo perfecto para visitar a los mortales, y esperaba que aún fuera así, ya que no deseaba causar un gran revuelo con su llegada. Inhaló y exhaló, poniendo toda su concentración en dirigirse al reino mortal una vez más.
Y luego, todo se volvió negro.
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¡Hola! Muchas gracias por leer, y no se olviden que sus votos y comentarios me ayudan a seguir con este fanfic, además me interesa mucho saber sus opiniones al respecto, los tqm.
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