𝟎𝟒 |
📍Jeddah, Arabia Saudita
Se acercaba la última semana de abril, y con eso, el quinto Grand Prix del año en Jeddah; el último lugar donde Pierre había ganado una carrera. Desde ese día, su vida iba en declive.
Si se ponía a analizar todo lo que había vivido ese último año, no era algo exagerado creer que realmente la estaba pasando mal. No solo había vivido la peor temporada de su carrera, el divorcio de sus padres y la pelea con su hermana; sino que también había encontrado al amor de su vida acostándose con su mejor amigo seis meses atrás. Es entonces cuando Pierre cayó en la cuenta de que llevaba ya medio año torturándose con el mismo asunto todos los días y, si bien sabía que debía superar aquello, no podía evitar que la traición lo persiguiera como una sombra
Cada día se despertaba con la sensación de que algo faltaba, como si una parte de su vida hubiera sido arrancada de él, dejándolo incompleto. La rutina del día a día y la exigencia de las carreras lo mantenían ocupado, pero por las noches, cuando se encontraba solo en su habitación de hotel o en su apartamento vacío, el dolor volvía a invadirlo.
La proximidad de Jeddah lo hacía sentir como si estuviera atrapado en un ciclo interminable de recuerdos dolorosos. Ganar esa carrera había sido el punto más alto de su carrera, pero ahora ese logro se sentía como una burla cruel. Era el símbolo de una vida que ya no reconocía como suya. En ese entonces, todo parecía estar en su lugar, pero ahora estaba luchando por mantener las piezas unidas.
De camino a Brackley unos días antes, Pierre se dispuso a dormir las tres cortas horas que duraba su vuelo. Sin embargo, por más cansado que se encontrase, conciliar el sueño no le fue posible en ningún momento.
No le gustaba nada que la junta se realizara a las siete de la mañana un día sábado, sabiendo que tendría un evento luego a las 8 de la noche en Munich y tendría que viajar nuevamente hacia otro país. Los sábados, cuando no había carrera, el prefería estar en su piso jugando en el simulador o manejando por Mónaco; así que lo último que deseaba era ser parte de las largas juntas que tenía con su equipo y los directores de la escudería, donde se discutían detalles que a veces a este no le eran de su incumbencia. Además, esa era la tercera vez aquella semana que debía ir hasta la sede de la escudería en Inglaterra, por lo que era la cuarta vez en aquellos días que dejaba sus planes personales de lado para trabajar.
El viaje se hizo eterno para el joven, quien no pudo dormir tal como deseaba y pasó la mayor parte del vuelo mirando por la ventanilla, tratando de encontrar algo de paz en el paisaje que se deslizaba bajo sus ojos. Pero la realidad era que su mente estaba demasiado ocupada, atormentada por pensamientos que no podía sacudirse. Los días de descanso se habían convertido en un lujo que parecía no poder permitirse, y la falta de tiempo para sí mismo comenzaba a pasarle factura.
Al llegar a la sede de la escudería, Pierre sentía el peso del cansancio acumulado. Cada vez que cruzaba esas puertas, era como si una parte de él se desconectara, adoptando una máscara profesional que, aunque le era familiar, se sentía cada vez más ajena. La rutina, que solía ser una fuente de estabilidad, desde hace ya diez meses que lo asfixiaba, recordándole constantemente las expectativas que otros tenían de él, y las que él mismo se había impuesto.
La junta individual con su equipo fue tal y como él lo esperaba: largas discusiones sobre estrategias, nuevos desarrollos técnicos y el inevitable análisis de los errores cometidos en la última carrera. Pierre escuchaba en silencio, participando solo cuando era estrictamente necesario, pero su mente divagaba.
Sin embargo, cuando la reunión se movió a la sala de conferencias principal para reunirse ahora con los directivos de la escudería, mientras que Pierre sentía que la cabeza le iba a explotar, su atención se agudizó al ver a Margaret y Rex entrar por la puerta con varios soportes de café. Era la primera vez que veía a la joven directora de comunicación vestida como una persona normal, llevando unos jeans azul claro puestos, una camiseta de Muse y el cabello agarrado en una desordenada coleta. Era, para Pierre, más bella así que usando los disfraces despampanantes que se había puesto antes con el merch de la escudería.
Aquella mañana desde la capital de Inglaterra; terminando de empacar sus cosas en una maleta ligera, Margaret se encontraba extremadamente cansada. Con ojeras realmente oscuras debajo de sus ojos, cinco horas de sueño diario en las últimas semanas, y las uñas esmaltadas hechas un desastre por que no había encontrado tiempo de ir a la manicurista, la joven estaba más que saturada con su nuevo trabajo.
"Es hasta que te adaptes", se obligó a pensar los primeros días de la semana después de Miami. Sin embargo, los eventos que debía gestionar más los proyectos que debía llevar a cabo para las próximas fechas no eran tarea fácil. Y es que el calendario que le había dejado la anterior directora de comunicación era realmente un desastre, al igual que la lista de invitados, eventos, etc. Todo era un caos increíble, y había tenido muy pocos días para arreglarlo y presentar el plan de trabajo que tendrían los próximos meses frente a los demás directores de la escudería.
-Buenas tardes, equipo -saludó Forden, entrando medio soso a la junta, mientras que la rubia detrás de ella sonreía-. Supimos que estaban cansados ya, así que Maggie ofreció comprarles café del bueno antes de venir.
Margaret sabía que las primeras impresiones lo eran todo: un mal ejemplo de ello era la primera impresión que de seguro se había llevado el piloto frente a ella la primera vez que se conocieron. De igual modo, la joven estaba dispuesta a demostrarle a él y a todo el equipo en general que su nuevo puesto de trabajo le quedaba chico.
-Muy bien, gente... -dijo Margaret tomando sus cosas para dirigirse al frente una vez que Rex dejó de hablar-. Como saben, soy Margaret, la nueva directora de comunicación. Les quería recordar que ya está en sus casillas el itinerario de los eventos importantes de los próximos meses; todo está abierto a discusión, aun cuando Forden ya aprobó la mayoría de cosas. Siéntanse libres de criticarlo y acercarse a mí si tienen algo que decir: al fin y al cabo, somos un mismo equipo -continuó con formalidades varias, hasta que fue a lo específico-. Hoy nos juntamos aquí, de igual forma, para hablar de la imagen de De Orleáns, lo cual es algo que me preocupa un poco.
Pierre notó cómo todos los ojos en la sala se posaban en él, esperando su reacción. La presión era palpable, y aunque normalmente habría sentido una punzada de irritación, esta vez solo sintió un cansancio abrumador. Sabía que tenía que hacer su parte, y más aún, sabía que Margaret tenía razón.
-Estamos sugiriendo un enfoque más personal en las redes sociales y en las interacciones con los medios -continuó Rex desde el otro lado de la mesa-. Necesitamos que te muestres más accesible, más humano. Hemos identificado con Margaret que los seguidores y el público en general están respondiendo mejor a los pilotos que muestran su vida fuera de la pista, que se abren sobre sus desafíos y triunfos personales. Ya no basta con que Netflix nos grabe cada tanto, es necesario más protagonismo.
-¿Tienes algún plan específico en mente, Margaret? -preguntó uno de los directores, sacando a Pierre de sus pensamientos.
-Sí -respondió ella, con la misma eficiencia que siempre la había caracterizado-. Necesitamos una serie de publicaciones en redes sociales que muestren a Pierre entrenando, interactuando con sus fans, y también pasando tiempo con el equipo. Esto ayudará a humanizar su imagen y a mostrar el lado trabajador y comprometido que conocemos, pero que el público no siempre ve. Incluso, conseguí que ESPN le hiciera una nota completa a él solo la próxima semana.
Pierre escuchaba atentamente mientras Margaret exponía su plan, pero a medida que hablaba, la incomodidad en su interior crecía. No podía evitar sentirse cada vez más atrapado por la idea de exponer su vida personal al público. Para él, las redes sociales y las entrevistas en profundidad eran una invasión de su privacidad, algo que había aprendido a detestar con los años habiéndose criado desde muy niño con las cámaras siempre alrededor de su casa. La constante presión de mantener una imagen perfecta le resultaba sofocante, y la idea de mostrarse más "humano" le parecía artificial, una fachada que no estaba dispuesto a levantar.
Cuando Margaret terminó de explicar su estrategia, Pierre se tomó un momento antes de responder. Observó las miradas de sus compañeros de equipo, todos esperando que diera su aprobación sin cuestionar. Pero algo dentro de él se resistía.
-Entiendo lo que estás diciendo, Margaret, y sé que esto es importante para el equipo -comenzó, tratando de elegir sus palabras con cuidado-. Pero no estoy seguro de que más exposición mediática sea la solución. No soy seguidor de mostrar mi vida personal al mundo. Siento que es un arma de doble filo, y no estoy convencido de que sea lo mejor para mí en este momento.
Sus palabras cayeron como una pequeña bomba en la sala. Hubo un breve silencio mientras los demás procesaban lo que había dicho. Era de esperar para todos que Pierre se mostrará reacio con aquello pero, hasta el momento, nadie creía que iba a enfrentarse a la nueva directora de comunicación.
Margaret lo miró fijamente, como si intentara descifrar lo que había detrás de su resistencia. Sabía que Pierre no era fanático de las relaciones públicas, pero también sabía que necesitaban hacer algo para mejorar su imagen. Sin embargo, también reconocía el conflicto interno que veía en sus ojos.
-Pierre, no se trata de convertirte en alguien que no eres -dijo ella, con un tono que mezclaba firmeza y empatía-. Se trata de mostrarle al público quién eres de verdad, sin las barreras que siempre pones. Entiendo que no te guste la idea, pero en este momento, necesitamos que la gente vea más allá del piloto. Necesitan ver al hombre detrás del volante, especialmente después de todo lo que ha pasado este último año.
Pierre soltó un suspiro, sabiendo que Margaret tenía razón, pero aun así, no podía evitar sentir una aversión profunda hacia la idea. Sabía que tenía que hacer algo para mejorar su situación, pero exponer su vida personal no era algo que estuviera dispuesto a aceptar sin luchar.
-Margaret, respeto tu punto de vista, y sé que tienes la mejor de las intenciones -dijo, bajando la voz-, pero no estoy seguro de que pueda hacerlo. No de la manera que lo estás proponiendo. Hay partes de mi vida que prefiero mantener en privado, y no quiero que se conviertan en un espectáculo para los medios.
Margaret lo observó en silencio por un momento, sopesando sus palabras. Había un entendimiento tácito entre ellos, una conexión que aún existía a pesar de todo lo que había sucedido. Finalmente, ella asintió, cediendo un poco.
-De acuerdo, Pierre -concedió-. Podemos ajustar la estrategia. Podemos enfocarnos en aspectos de tu vida que estás dispuesto a compartir, pero de una manera más controlada y menos invasiva -sugirió-. Por ejemplo, podríamos hacer una serie de videos cortos donde te muestres entrenando, trabajando e interactuando con el equipo, o incluso haciendo actividades que te apasionan fuera de la pista. Pero en lugar de centrarnos en lo personal, nos enfocaremos en tu dedicación y en lo que te motiva como piloto.
Pierre frunció el ceño, todavía incómodo con la idea, pero reconociendo que era un compromiso razonable.
-¿Y qué pasa con las entrevistas? -preguntó, aún dudoso sobre esa parte de la estrategia.
-Podemos optar por entrevistas que se centren más en tu perspectiva como corredor y menos en tu vida privada -explicó Margaret-. En lugar de hablar de tus desafíos personales, podrías hablar de lo que significa para ti competir en Fórmula 1, de cómo te preparas mental y físicamente para las carreras, y de lo que has aprendido de las adversidades en la pista. Así mantienes la conversación en un ámbito que controlas mejor, y que aún puede conectar con la audiencia.
Pierre consideró la propuesta. No era lo ideal desde su perspectiva, pero parecía una forma de evitar una exposición excesiva mientras cumplía con las expectativas del equipo y de los fans.
-Está bien -dijo finalmente-. Puedo trabajar con eso. Mientras mantengamos las cosas enfocadas en el lado profesional, estaré dispuesto a intentarlo.
Margaret asintió, satisfecha con la resolución alcanzada.
-Perfecto.
Pierre asintió, aliviado de que habían encontrado una solución que no lo forzaba a cruzar sus propios límites. Aunque aún tenía dudas sobre toda la situación, al menos sentía que había recuperado un poco de control sobre cómo se presentaría ante el mundo.
El fin de semana del Gran Premio de Jeddah llegó más rápido de lo que Pierre había anticipado. Al llegar a la ciudad, el calor del desierto y la intensidad de la atmósfera lo envolvieron, recordándole inmediatamente su victoria del año anterior. Sin embargo, esta vez todo se sentía diferente. El Pierre que había conquistado esa pista un año antes parecía lejano, casi como una versión distinta de sí mismo.
Desde el momento en que puso un pie en el circuito, las expectativas eran altas. Los medios no paraban de hablar de su rendimiento reciente, y las comparaciones con su victoria pasada eran inevitables. Sabía que tendría que enfrentarse a entrevistas y cámaras constantemente, algo que ahora, con el nuevo enfoque estratégico, debería manejar de manera distinta.
El viernes, en los entrenamientos libres, Pierre se concentró en familiarizarse nuevamente con la pista. El trazado de Jeddah era uno de los más rápidos y técnicos del calendario, y sabía que tendría que dar lo mejor de sí para estar a la altura. Mientras conducía a alta velocidad por las curvas cerradas y los largos tramos rectos, sintió un destello del viejo Pierre, el piloto confiado que amaba cada segundo detrás del volante.
Pero a medida que el fin de semana avanzaba, las presiones y las expectativas se acumulaban. La sesión de clasificación del sábado fue intensa, con Pierre logrando un puesto en la quinta fila, lo cual era bueno, pero no tan impresionante como su pole position del año anterior. Se encontró luchando para no dejar que la decepción lo consumiera.
Esa noche, mientras el equipo revisaba datos y estrategias antes de que todos se dirigieran al hotel, Margaret se acercó a Pierre. Había tensión en el aire, pero también una cierta comprensión silenciosa entre ellos.
-¿Sabes? Pensé que tu cara de póker era exclusiva de las entrevistas, pero parece que también la usas en la pista -dijo Margaret, rompiendo el silencio con una sonrisa irónica mientras miraba en su tableta una fotografía de él que le habían tomado aquel día mientras conducía.
Pierre soltó un suspiro, sabiendo que Margaret no se detendría hasta arrancarle alguna reacción.
-No todos podemos ser tan naturalmente encantadores y despreocupados -respondió cansada, esperando desviar la conversación.
-Ah, ¿así que ahora soy encantadora? -replicó Margaret, alzando una ceja-. Gracias de todas formas por la entrevista de ayer, fue bien recibida por los fans -mencionó Margaret, ahora viendo al piloto, quien ya se encontraba sin su traje, vistiendo el uniforme de la escudería-. De igual forma, no te presiones demasiado con ese asunto. Recuerda, lo que importa es la carrera de mañana. Y si te va bien, mi trabajo será más fácil.
Rex apareció en el garaje interrumpiendo la conversación, mandando a todos al hotel, ya que era tarde para seguir trabajando. Sin mucho más que hacer, los dos jóvenes tomaron sus cosas y se dirigieron hasta el parking privado.
-Me olvide de decirte: que los vientos del desierto soplen a tu favor mañana... -le dijo Margaret al piloto antes de subirse a la camioneta con Rex e irse.
El domingo llegó finalmente, y con él, la carrera. Las luces del circuito brillaban intensamente en la noche del desierto, creando una atmósfera eléctrica. El garaje estaba lleno de actividad y nerviosismo, pero Pierre estaba determinado a mantener la calma. Darell estaba revisando los últimos ajustes en el coche cuando Pierre se acercó.
-Hey, Darell -dijo Pierre, con una sonrisa nerviosa mientras se ajustaba el traje-. ¿Cómo va todo?
Darell levantó la vista y le dedicó una sonrisa tranquila.
-Todo listo, Pierre. El coche está en perfectas condiciones. Solo asegúrate de mantener la calma y aprovechar cada oportunidad. No podemos predecir el futuro, pero hemos hecho todo lo posible para estar preparados -Pierre asintió, sintiendo la familiaridad y el apoyo en las palabras de su amigo-. Los vientos del desierto soplan a tu favor hoy.
El piloto frunció el ceño, recordando aquella frase.
-¿Por qué dices eso? -preguntó Pierre dudoso, era la tercera vez en el día que se lo decían.
-La nueva directora de comunicación le está diciendo a todo el equipo eso hoy, es gracioso. Se volvió un chiste interno.
Pierre rió entre dientes, con una sonrisa de incredulidad.
-¿De verdad? -preguntó, mirando a Darell-. Eso es... inesperado. Y un poco ridículo, si me preguntas.
Darell asintió con una sonrisa cómplice.
-Oye, ayudó al equipo a relajarse y mantener el enfoque todo el día, entonces ¿por qué no? -contó su amigo palmando el hombre del francés-. Además, si llegas al podio, siempre puedes decir que fue gracias a que "los vientos del desierto estaban a tu favor".
Pierre asintió, apreciando el intento de su amigo de aligerar el ambiente. Se dirigió al monoplaza, y en cuanto entró en él, una sensación de calma extraña se apoderó del francés. Este era su lugar, su terreno. Sin importar lo que estuviera ocurriendo fuera de la pista, aquí tenía el control.
El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte del desierto, y el cielo se teñía de tonos anaranjados y púrpuras mientras la última carrera de la temporada estaba por empezar. Las luces del circuito brillaban con una intensidad casi mágica, iluminando el asfalto como si fuera un sendero de estrellas en la vasta oscuridad. El rugido de los motores resonaba en el aire, y la atmósfera estaba cargada de una energía palpable.
En la parrilla de salida, Pierre se concentró en el circuito y en la estrategia que habían preparado. La frase de Margaret seguía rondando en su mente, y a pesar de su escepticismo, le hizo sonreír. Tal vez, al final, lo absurdo tenía su propio poder.
-Que los vientos del desierto estén a tu favor... -dijo desde la radio Rex, segundos antes de la salida.
Cuando el sol se puso y la carrera comenzó, Pierre se lanzó al asfalto con una determinación renovada. A medida que avanzaba en la carrera, se mantenía enfocado y decidido. Cada vuelta era un desafío, pero con cada curva y adelantamiento, se sentía más en control. La carrera fue intensa y demandante, pero Pierre se mantuvo firme y aprovechó cada oportunidad. El monoplaza respondió perfectamente a sus movimientos, y con el paso de las vueltas, comenzó a posicionarse cada vez mejor.
Cuando finalmente cruzó la línea de meta, la euforia fue indescriptible. El tiempo parecía detenerse en ese instante, y un sentimiento de logro profundo y personal lo envolvía. Había ganado. Había superado un año lleno de desafíos, de dolor, de momentos en los que se había sentido al borde de rendirse. Pero allí estaba, en la cima y el mundo a sus pies.
-Pierre de Orleáns está de vuelta... -dijo desde la radio mientras hacía donas en la pista, volviendo locos a los espectadores.
Me entretuve todo este tiempo escribiendo otros capítulos menos este...
No se dan una idea de las cosas que se vienen
Pero mientras tanto, me despido hasta el lunes
Harpy out ♥
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